martes, 10 de agosto de 2004

Me voy a repetir, seguramente, pero ese desprecio a lo popular (por sutil y filantrópico que suene), esa 'redención' de lo popular, para que salga de lo informe y se vuelva revolucionario, es 'gorila', al fin y al cabo.

Y esas 'segundas intenciones' en todo acto de arte o de cultura, valen lo mismo que tomar rehenes inocentes.

Si la única justificación honesta para producir belleza es 'picanear' el dormido apetito revolucionario que reside en cualquier hombre -y especialmente en el 'pueblo'-, no nos queda más remedio que la 'sospecha'. Porque habría que pensar, a la inversa, que son los reaccionarios quienes producen belleza para adormecer el apetito revolucionario del 'pueblo'. Y más todavía: la belleza que no hace revolución, la retarda.

Es verdad que existe el arte y la cultura como armas. Como es verdad que hay 'torres de marfil'. ¿Y? Un hombre sin cabeza no es un hombre completo. Un hombre sin corazón, tampoco.

Si una cultura efectivamente pretende mantener fláccido al hombre a sobredosis de somníferos, ¿qué remedio es que una cultura pretenda mantenerlo conectado a 220 voltios?

No solamente el 'pueblo', sino todo hombre viene siendo maltratado por la cultura, desde hace siglos, y la cuenta de años puede llegar al Renacimiento o más atrás todavía.

No es cuestión de buena o mala intención. No en primer lugar.

Si no se puede gozar de un bien honesto, si hay que exigirle al gozo 'segundas intenciones' prácticas y útilitarias, hay una dimensión de la vida del espíritu amputada, malformada.

Todo en la vida hombre, todo acto de conocimiento, o de producción, en tanto es algo propio de lo humano, es un tránsito de lo visible a lo invisible.

Y no ver, no entender, no 'catar', qué es lo invisible detrás -o adentro- de lo visible, es alguna amputación, alguna malformación, alguna frustración.

Porque eso invisible detrás de lo visible, es verdaderamente perceptible para el espíritu.

En cualquier caso, que esto sea malintencionado, solamente agrava una cuestión que, de por sí, ya es triste.