sábado, 30 de marzo de 2013

Abril, tu nombre

El nombre del mes de Abril es antiguo y su origen es desconocido para los sabios.

En el norte del mundo, alrededor del Marenostrum, se lo asociaba tanto a la apertura del ciclo anual de las estaciones, como a la espuma de la que nació Afrodita, a quien le estaba dedicado. En Roma, la fiesta de Venus Verticordia -que limpia el corazón- se celebraba el primer día de este mes.

¿Cuál es tu nombre, Abril? Si entre la espuma
de Afrodita naciste y te criaste,
¿serás entonces Venus Verticordia
que sana el corazón y limpia el alma?
¿Cuál es tu nombre, Abril? ¿La primavera
que abre contigo ciclos y estaciones?
Entonces volveré reverdecido,
floreciendo un amor antiguo y nuevo.
Pero no sé tu nombre, Abril. Tu nombre...
La cifra de tu nombre y el misterio
que llega con tu nombre y la esperanza
de un tiempo entre la espuma de estos tiempos
que como un fruto dulce, una flor breve,
se abre en tu día en gloria y luz del aire.



miércoles, 27 de marzo de 2013

Lo que falta

Pasaron unos años ya desde entonces. En aquellos días, como dije, apareció otra vez entre mis papeles para subvenir trabajos ajenos. Pero lo tenía de mucho antes, de cuando eran mis trabajos propios y no los de la prole. Lo tengo todavía en la cabeza, porque en todo este tiempo le di mil vueltas al asunto, que no es difícil, sino al revés, pero es grave.

La voltereta de Góngora en ese soneto es cosa seria. Por lo que tiene de barroca, en primer lugar, y por lo que significa espiritualmente, en segundo lugar, que es más importante.

Está claro que barrocamente opone y contrasta la Encarnación y la Redención. Pero lo hace mal y hace trampa.

De Dios a hombre hay gran distancia, claro: y es una distancia imposible de salvar para el hombre. Pero allí dice, refiriéndose a Cristo, que hay distancia más inmensa / de Dios a hombre, que de hombre a muerte. Y que por lo mismo la Encarnación aventaja a la Pasión y Muerte, y, parece decir, a la Redención misma, porque queda implicada. 

Problema barroco, ciertamente. Esa separación y consecuente oposición entre ambas es un problema. Y está mal. Además, esa oposición sólo funciona -al menos como gracia poética, digamos- si se la ve así: la Redención como Muerte de Cristo. Y eso es barroco en el sentido que digo, que no es el lírico sino el teológico, porque en Cristo la Redención no es menos que Muerte, pero no es sólo Muerte sino que es más que Muerte: si Cristo no ha resucitado, nuestra fe es vana, dice san Pablo. Y dice bien. Pero si dice bien san Pablo, Góngora dice mal.

Sin la Resurrección, Góngora podría tener razón, acaso y según y conforme.

Con la Resurrección, nones.

No se da cuenta, no lo advierte o no lo tiene en cuenta. O prefiere -barrocamente, digo yo- la escena mera de la Pasión y de la Muerte..., de un hombre, parece decir. Impresionante, carnal, sangrienta, conmovedora. Sí. Pero es la Pasión y la Muerte... de un hombre.

Pero hay un punto axial: la finalidad de la Encarnación tal y como ocurrió y como Dios parece haberlo querido por las razones que parece haber tenido, tal como presumimos contemplando el misterio inabarcable de su Plan y sus designios.

Y más de san Pablo al respecto, en la Carta a los Efesios (1, 3-12):
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bienes espirituales en el cielo,
y nos ha elegido en Él, antes de la creación del mundo,
para que fuéramos santos
e irreprochables en Su presencia, por el amor.
Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos
por medio de Jesucristo,
conforme al beneplácito de Su voluntad,
para alabanza de la gloria de Su gracia,
que nos dio en Su Hijo muy querido.
En Él hemos sido redimidos por su sangre
y hemos recibido el perdón de los pecados,
según la riqueza de Su gracia,
que Dios derramó sobre nosotros,
dándonos toda sabiduría y entendimiento.
Él nos hizo conocer el misterio de Su voluntad,
conforme al designio misericordioso
que estableció de antemano en Cristo,
para que se cumpliera en la plenitud de los tiempos:
reunir todas las cosas, las del cielo y las de la tierra,
bajo un solo jefe, que es Cristo.
En Él hemos sido constituidos herederos,
y destinados de antemano -según el previo designio
del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad-
a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo,
para alabanza de Su gloria.

La Parte III de la Suma Teológica se ocupa de esto mejor que lo que un servidor pueda decir. Hay que leerlo allí para refrescar el punto. Y leer a los Padres.


Lo miro y lo miro más y más me parece que, de entender las cosas así como ingeniosamente las presenta Góngora en verso, se ha entendido defectuosamente el sentido de la Redención, y con eso mismo el entero sentido del cristiansimo.

Hasta aquí llego con el asunto.


Ed auguri di Buona Pasqua a tutti!


martes, 26 de marzo de 2013

Mithrandir, ¿por qué el Mediano? (II)

Parece que Mediano y Héroe, se contraponen. Porque parece que la medianía contradice al arquetipo.

Y no es un asunto cualquiera.

Está en la médula de buena parte de la filosofía moderna, por ejemplo, y crecientemente. Y hay planteos morales terribles detrás de cada una de estas palabras. Aunque habría que entenderlas bien. Tan bien hay que entenderlas, que, de no, los disparates resultan homicidas. Al menos homicidas en lo que el hombre tiene de más íntimo y esencial: su espíritu. Y matar el espíritu es cosa más seria que matar el cuerpo, por decirlo así; cosa que no es novedad pero que no se entiende habitualmente, ni se la considera importante, ni siquiera en los ámbitos más espirituales, incluyendo los religiosos cuando lo son.

Ahora bien.

No es verdad que la medianía -lato sensu- sea mayor y mejor que la -también lato sensu...- arquetipicidad. Como que por ejemplo la singularidad es mayor y mejor que la generalidad, dicho sin demasiadas y debidas precisiones. Pero aun sin precioones es verdad lo mismo: el singular es el arquetipo de hombre y por lo mismo, eo ipso, mayor que quien no lo fuere. Ser plenamente hombre requiere la singularidad.

Sin embargo. Ah, sin embargo...

Son muchos los espíritus penetrantes que han elegido a los Medianos. No solamente Mithrandir. Ni siquiera primera o principalmente él.

Hay muchas variantes de esta preferencia, incluso algunas aplicadas al hombre por extensión de una proposición más amplia, como cuando se sostiene que small is beautiful. Larga y vieja es la lista de afirmaciones de este tipo. En todas sus versiones, la paradoja de la primacía del abajamiento tiene un arraigo fuerte en la tradición espíritual del hombre. Y no solamente en la tradición humana del hombre.

Hay un ejemplo emblemático de la grandeza de lo mínimo inmenso y es claro que es Jesús, el Cristo.

Consonantemente y no por casualidad, Él mismo procede además, por vía materna, de quien dijo que el Mayor sin Tasa, el Primero, el Singularísimo y el Único, Dios, exaltó a los Humildes.

Pero no hay que asombrarse de que la médula del cristianismo sea así de paradojal, pues es de la raíz misma de la divinidad esta forma de formulación de los misterios siempre desconcertante.

Lo noble y alto, sin embargo, es alto y noble y es de una fuerza y entidad tales que no puede ser ignorado y despreciado, sin grave injusticia y sin peligro grave. Y, a la vez, está observado que el último será el primero. Y que lo que despreciaron los sabios es lo que sirve. Y así.

Pero, hay que insistir sin cansarse, si no se entiende bien la naturaleza de esa medianía y la de esa arquetipicidad, el desastre es casi insoluble.

Vaya como agregado -tal vez inquietante, pero hay que decirlo...- el hecho de que la falsificación del cristianismo no parece vaya a ser por la vía de la exaltación de su heroísmo ni de su fuerza y poder y su capacidad intínseca para forjar héroes espirituales, es decir santos.

Aunque la acción misma de esa falsificación no podrá sino resultar sumamente violenta, y no sólo espiritual y hasta psicológicamente, no parece vaya a pasar tal cosa (es decir, la falsificación del cristianismo) sino remedando malévolamente la debilidad del cristianismo, y la cualidad de mediano que resplandece de modo paradojal en el hombre cristiano.

Quién se oponga a Cristo tendrá que querer decir lo que Él dijo, aunque sepa que está diciendo otra cosa: vean que soy manso y humilde de corazón...

Esa medianía querrá ser imitada, pero malévolamente y como parodia. Por lo mismo que no se puede adulterar el cristianismo sino así.


- Oiga, oiga, cumpa..., no sé por qué pero me está entrando un poquitín de miedo con esas cosas que dice...

- Entonces, aquí me quedo. Por ahora. La última cosa que querría es que se asustara justo cuando está por empezar lo más hondo de la cuestión... El hombre asustado no ve ni oye ni entiende nada, créame. Un mediano, si vamos al caso, tiene que ser terriblemente fuerte, para poder resistir -como si le dijera sin las fuerzas del fuerte- las cosas que se le vienen encima...



 

domingo, 24 de marzo de 2013

Mithrandir, ¿por qué el Mediano?



Galadriel: Mithrandir, why the Halfling?

Gandalf: Saruman believes it is only great power that can hold evil in check, but that is not what I have found. I have found it is the small everyday deeds of ordinary folk that keep the darkness at bay… small acts of kindness and love. Why Bilbo Baggins? Perhaps it is because I am afraid, and he gives me courage.


- Mithrandir, ¿por qué el Mediano?

- Saruman cree que sólo un gran poder puede contener el mal, pero eso no es lo que yo he llegado a ver. Lo que yo he visto es que son los pequeños detalles cotidianos de la gente común los que mantienen el mal a raya..., pequeños actos de bondad y de amor. ¿Por qué Bilbo Bolsón? Tal vez porque tengo miedo... y él me infunde coraje.



En la primera de las tres películas con las que Peter Jackson pretende traducir El Hobbit, este diálogo entre ambos personajes es posterior a un encuentro sorpresivo en Rivendel entre Galadriel, Saruman, Elrond y Gandalf, cuando Bilbo y los enanos están ya partiendo de allí. Y así como se lo presenta, aunque no se lo diga, parece una de las reuniones del Concilio Blanco.

Según los papeles de John R. R. Tolkien, hubo cuatro encuentros del Concilio Blanco en la Tercera Edad de la Tierra Media, a saber: 2463, 2851, 2941 y 2953 (lo fundó Galadriel en 2463 y lo integraron Saruman, Gandalf, Galadriel, Elrond y Círdan, elfo Teleri, guardián de Los Puertos Grises). Todos esos encuentros de Istari y elfos giraron en torno a la estrategia para combatir a Sauron. Y ya desde el principio, y más después, Saruman tramó secretamente contra los demás y en su propio beneficio.

Ahora bien.

El guión de El Hobbit: un viaje inesperado es, como se sabe, una adaptación basada en la novela de J.R.R. Tolkien y lo hicieron Fran Walsh, Philippa Boyens, el propio Peter Jackson y Guillermo del Toro.

Precisamente es Boyens quien ha dicho respecto de ese pasaje de la película que "Galadriel hace una pregunta a Gandalf y su respuesta habla de algo que nosotros consideramos que era importante para Tolkien y que sentimos que tenía que ser el eje central de nuestra película, que es la bondad de la gente de a pie, y cómo la simplicidad de las buenas obras, un sencillo acto de generosidad es tan potente y poderoso como lo puede ser el mayor acto de heroísmo."

Es verdad que la película -cosas de Jackson, creo...- cambia partes substanciales de la obra de Tolkien. Como en este caso que me interesa ahora parece aludir -por el contenido de las conversaciones y la posición de Saruman- al encuentro del Concilio Blanco de 2851, que tuvo lugar en Rivendel. Los que intervinieron en el guión aseguran que buscaron y se inspiraron en los papeles del autor de la novela para ésa y otras incorporaciones. No lo discuto, aunque tenga mi opinión sobre el resultado de sus búsquedas y decisiones, aun entendiendo que esto es cine y no literatura, lo que no hace falta aclarar.

Por otra parte, hay que decir que en la cronología puntillosa de JRRT, el viaje de Bilbo Bolsón va de 2941 a 2942 de la Tercera Edad (1341-1342, de la Cronología de la Comarca). Esto quiere decir que sí hubo un encuentro del Concilio contemporáneo a las aventuras de Bilbo. Sin embargo, según Tolkien, en ese encuentro Gandalf urgió al Concilio para que atacara la fortaleza de Dol Guldur en la que se había aposentado Sauron. Y así se hizo. Según Tolkien, precisamente, la operación fue planeada cuidadosamente por Gandalf. El Peregrino Gris pretendía que Sauron y Smaug no se unieran, razón por la cual la reconquista de Erebor y la campaña contra Sauron corrieron por cuerdas separadas, aunque fueron contemporáneas. 

En Cuentos inconclusos y en los Apéndices a El Señor de los Anillos hay efectivamente algunos datos más que en El Hobbit original acerca de estos episodios tan complejos. No así planteados, claro.

Pero, y por otra parte, en ningún lugar de todos esos dichos encontré todavía las frases de Gandalf y esa argumentación que aparece en el diálogo del film.

Sí hay algo similar en muchos pasajes de toda la obra de JRRT en la que aparecen hobbits y se mezclan con gentes mayores que ellos en rango, poder y dignidad. Y es verdad la preferencia de Gandalf -y de Tolkien, por cierto- por los Medianos.

Por ejemplo, algo así se ve en el capítulo El Concilio de Elrond. Pero creo que es en Las dos torres, III, 10 (La voz de Saruman), el lugar en el que aparece muy claro el argumento de Gandalf, acerca de su elección por los Medianos y los menores en general, frente a la soberbia de Saruman, su ambición de poder y el desprecio por los no poderosos como protagonistas de la historia...




- Disculpe, jefe... ¿hay para un rato más de todo esto...?

- Fíjese que no, mi amigo. Aquí terminé. Era la presentación del asunto, nada más.

- ¡Ah! ¿Nada más? ¿Presentación? ¿Y qué se supone que sigue a continuación...?

- Ya veremos. Hasta acá llego por ahora. Pero, antes, tenía que dar algunos elementos del asunto, para que se entienda un poco mejor, al menos...

- ¿Y cuál es el asunto? Si se puede saber...

- Ése, hombre, ¿no lo ve?: el Mediano. Que además, ahora que lo miro, parece un asunto de actualísima actualidad...


sábado, 23 de marzo de 2013

Calipso y Odiseo

ἔνθ' ἄλλοι μὲν πάντες, ὅσοι φύγον αἰπὺν ὄλεθρον,
οἴκοι ἔσαν, πόλεμόν τε πεφευγότες ἠδὲ θάλασσαν·
τὸν δ' οἶον, νόστου κεχρημένον ἠδὲ γυναικός,
νύμφη πότνι' ἔρυκε Καλυψώ, δῖα θεάων,
ἐν σπέεσι γλαφυροῖσι, λιλαιομένη πόσιν εἶναι.

Ὀδύσσεια, I, 11-15


Amaba amar el mar amargo,
y el cielo sobre el mar libre de cielo,
la imposible aventura.

Amaba el viento,
el canto de las aves volanderas,
la danza de los gráciles delfines,
la proa tajadora,
el mástil desafiante,
y las velas henchidas de distancia y destino.

Por la tarde sin nubes,
por la mañana suave que le canta en susurros
de una brisa sin origen ni fin,
camina los senderos de esta isla escondida,
trajina los jardines de Ogigia, soledad apartada
del mundo de los dioses y el tiempo de los hombres.

Odiseo, el insomne,
soberano de ardides y de arrojos,
ya pronto será Nadie en brazos de Calipso,
la que esconde y oculta.

Esponsales de olvidos infelices y gratos,
soledad de Calipso y Odiseo.

Y él que amaba del mar amar ese regusto sin confines...,
salado como el llanto
que le hiere la voz y la mirada fiera ahora,
si pronto será Nadie en brazos de Calipso.

Y serás inmortal,
dice la Ninfa bella,
y en mis brazos serás Nadie por siempre,
solo a mi lado,
aquí,
entre peñascos dulces y bosques de ternuras,
oculto de los dioses,
ya lejos de los hombres,
en medio de este mar que te aparta
y te oculta,
solo,
solo en el mar adentro,
solo a mi lado,
aquí,
solo, sin nombre.


Ignorante del ruego tronante de los dioses,
ciego al designio arcano
y a la piedad divina que ya revuelve el cielo,
que trama su ventura
y crece como espuma en la tormenta,
Odiseo, en la playa de Ogigia, la escondida,
suspira y se lamenta en sollozos amargos por su dicha agridulce.



miércoles, 20 de marzo de 2013

Tiempo de otoños

Está el horizonte triste;
¿el paisaje ya no existe?;
un día rosa persiste
en el pálido poniente...
Llueve, llueve dulcemente.

Lluvia de otoño

Olvidanzas, Juan Ramón Jiménez


...with patient look,
thou watchest the last oozings hours by hours.

John Keats, To Autumn

...con mirada paciente,
velas el último fluir, horas y horas.

John Keats, Al otoño

This thou perceiv’st, which makes thy love more strong,
To love that well which thou must leave ere long.

William Shakespeare, Sonnet 73

Todo esto ves y hace más fuerte tu amor
para amar tiernamente lo que debes dejar aquí por siempre.

William Shakespeare, Soneto 73



Ya va por la mañana
la espiga de este otoño florecido
en gotas de una lluvia fina y pura.

Florece el agua nítida de otoño
en luz tan simple y clara
que el cielo gris descarga ya en mi frente
y tiñe la mirada barrida por el aire;
y el corazón serena la voz de esta espesura
y busco entre la hierba la vereda del día
que me lleva a la tarde
que me deja a las puertas de la noche del mundo,
que gotea tristeza mansamente.

Ya va. Y, hora tras hora,
como quien se adelanta hacia la muerte,
el otoño se yergue
y se agazapa,
vuelve a brotar del frío de mis huesos
y se hace tierra y polvo,
se hace tiempo y ceniza,
se marchita en mis manos
y en mis pasos
que van hacia un invierno de esplendor tormentoso
y más allá hacia un puerto de un sitio que no he visto.

Viene por un sendero
de memorias de seda, flor y hierro;
memorias de memorias
que al viento de la tarde de la vida
andan como hojas de oro y encarnadas de sangre,
la sangre sin edad
que late silenciosa su otoño y sus amores.

Otra vez esta lluvia que traspasa los siglos.

Otra vez esta estación de bronce que adormece la historia
y dulcemente llueve sobre un hombre
rayos de olvido, de un sol apenas tibio y pálido.

Un día irá el otoño lentamente
a su descanso eterno;
irá por esos bordes de las flores que callan sus vestigios de ternura;
irá sin su vestido de nostalgia,
sin su calzado seco que brilla en cada cosa
esa pátina opaca.

Y quedará el otoño en secuelas de frío,
añorando unas viñas que dan su fruto en marzo
y dan un vino fresco
más amado que el amor de este mundo.

Y quedará el otoño yendo sin saber dónde ir,
rondando estos jardines
de aromas y de luz,
en los que fui feliz mientras duró este mar del tiempo.



martes, 19 de marzo de 2013

Monsieur



No me pregunten por qué y a cuento de qué me lo contó alguien hace muchísimos años. Sobre eso, solamente recuerdo que era un europeo y que se decía no creyente. No sé de dónde lo habrá sacado y nunca busqué de dónde. Tampoco ahora. 

El cuento era, más o menos, así:

Dicen que Charles De Gaulle tenía ínfulas de gran hombre. Y no es la cuestión ahora ver si lo era o no. Se sentía majestuoso, al parecer. (Y si uno oye su voz y ve sus poses y gestos, no cuesta creer lo que dicen que se decía de él...)

Parece ser que en cierta ocasión, Jesucristo decidió bajar a la tierra y visitar Francia, en viaje a medias protocolar. Después de todo, La Frons supo ser la fille ainée de l'Église.

De Gaulle se entera de la visita, claro, inmediatamente. Y por nada del mundo quiere que queden hilos al azar. Se reúnen entonces comisiones de ambas partes y tratan los detalles minuciosos que la comisión francesa propone por mandato de su jefe.

Llega el momento de establecer el modo como habrían de tratarse protocolarmente ambos en sus discursos.

La legación gala, instruída por De Gaulle, sugiere: Del Presidente de la República Francesa, a Jesús de Nazareth, carpintero. La parte de Jesús, con sutileza, hace notar cierto desequilibrio que dejaría mal parado incluso al propio mandatario, que aparecería esperando, con guardia empenachada y todo, de pie en las escalinatas del Palais de l'Élysée, a un simple carpintero. Los galodelegados dudan, y por eso mismo prefieren consultar este punto, crucial y especialmente encomendado, con la mísmisima fuente. Piden un cuarto intermedio.

A la tarde de ese mismo día, nueva reunión. El jefe de la delegación franca, con dicción pausada y cuando el silencio se hace expectante, sentencia nueva fórmula: Del Padre de la Nación Francesa, al Hijo del Padre. Y nuevas razones para nada estridentes de la contraparte, buscando disuadir y atenuar las estridencias discordantes de los títulos. Nuevas dudas galas.

Y nuevo cuarto intermedio hasta la mañana siguiente, que se mostró apacible y fresca. No tanto los franceses que tuvieron que exponer lo que su jefe consideró como "la última oferta admisible": Del Primer Ciudadano de la Francia, a la Segunda Persona de la Trinidad.


¿Le hará justicia el cuento? Tal vez. No lo sé. Pero, mirándolo ahora que me puse a escribirlo, creo que tiene bastante miga de todo tipo, De Gaulle y Francia aparte, no se me vayan a ofender.

Hasta entendiéndolo al revés de lo que parece que dice, irónicamente, paradojalmente, simbólicamente. Hasta mirándolo todo patas para arriba...

Vaya uno a saber, habrá que ver.

¿Y esto a qué viene?

No lo sé. Tal vez a nada...

Creéanme que me acordé otra vez de ese cuento hace tiempo ya, siempre me pareció gracioso y lleno de posibilidades de todo tipo, especialmente teológicas e históricas. Y venía reconstruyéndolo en la memoria, y así lo tengo pegajosamente en la cabeza dándome vueltas.

Por lo menos, a ver si contándolo me lo saco de encima.


domingo, 17 de marzo de 2013

Attenti al lupo


Hace pocos días dije del ahora Papa Francisco "es un hombre conservador en materia doctrinaria pero con una gran preocupación social, heredada de viejas convicciones de su juventud. Sin embargo, nunca fue, ni siquiera, la derecha del Episcopado argentino. Siempre tuvo del otro lado a la derecha más dura: el sector encabezado por Héctor Aguer y, por ejemplo, Esteban Cacho Caselli, embajador menemista ante la Santa Sede y con fuertes contactos en la línea ultaconservadora del otrora poderoso secretario de Estado de Juan Pablo II, Angelo Sodano, y que apostaba por el cardenal milanés Angelo Scola. Ni siquiera es el más ortodoxo de los posibles latinoamericanos: está menos a la derecha que el brasileño Odilo Scherer o que Oscar Rodríguez Madariaga, por ejemplo." Y que era "la menos mala de las opciones que había entre los cardenales del cónclave".

También escribí que el Vaticano tiene problemas más urgentes que los gobiernos populares. A saber: el escándalo sexual de los sacerdotes pederastas, la falta de vocaciones en Occidente, la corrupción del Banco Ambrosiano, la abulia de los sacerdotes, el rol de la mujer, la complicidad de los obispos con el poder económico en todos los países, la crisis económica europea, las necesidades de reforma que provienen de África y América Latina, la competencia con el protestantismo anglosajón, con las telesectas, el Este milenario chino. En fin, la Iglesia Católica tiene que comenzar un nuevo diálogo con la modernidad, con el siglo XXI, y no simplemente modernizarse comunicacionalmente como lo hace el Opus Dei.

La elección de Bergoglio tiene un solo riesgo para la Argentina. Que Francisco quiera volver a ser de vez en cuando Bergoglio. Que empequeñezca su figura metiéndose en la política local de los países latinoamericanos a los que tan bien les está yendo sin la intromisión de ningún poder supraestatal. Esa sería una verdadera mala noticia, porque los Estados nacionales se verían amenazados por un nuevo poder. Una cosa es pelear fronteras adentro con una corporación con terminales en Roma. Y otra muy distinta es pelearse con otro Estado nacional que, además, tiene parte de sus soldados ideológicos "infiltrados" en el propio territorio del otro Estado nacional. Para que se entienda: una cosa es pelarse con Norman Osborn y otra muy distinta es hacerlo con el Duende Verde, para poner un ejemplo (valga el ejemplo para los seguidores del Hombre Araña).

Ya no se trata de una cuestión ideológica, simplemente. Se trata de una cuestión nacional. Un Estado europeo –monárquico y teocrático– no tiene ningún derecho a inmiscuirse en repúblicas soberanas latinoamericanas. De todas maneras, no creo que esto ocurra. Supongo que Bergoglio no va a desperdiciar la oportunidad de convertirse en un Francisco Magno con relieve internacional para devenir en un Bergoglio mínimo. Es demasiado inteligente para eso, ¿o no?

- ¿Ve?

- ¿Qué? ¿Qué me quiere mostrar? ¿Y de dónde sacó eso...?

- Está en Tiempo Argentino de hoy, es de Hernán Brienza. Una nota que se llama El Vaticano vs. el Estado Nación. Le doy el final, nomás. El resto es igual o muy parecido. Vaya y léalo, no crea que es gran cosa. Pero si se lo muestro es para que vea...

-  Parece una nota escrita por Tomás Cromwell o por Eduardo Wilde... ¿Y qué quiere que vea ahí?

- Dicho con cariño, que un poco chambón es; a usted me refiero, qué le puedo decir...

- ¿Por?

- Para empezar a la nota le sobra de todo y le falta de todo. Tiene un sumario de cosas que luce completo y sin embargo le falta casi todo y lo más importante. Y aunque tuviera todas las piezas -que no las tiene- el aparato estaría mal armado lo mismo, tanto que al mirarlo terminado da un monstruo de 5 cabezas y sin pies, con la boca en la nuca, el ombligo en la frente y con seis dedos en la única mano... Y, ¿ve?, cabeza, mano, pie, boca, nuca, ombligo y frente tiene. Y sin embargo da una cosa que no es. Pero busque la notita si le interesa y dígame si estoy equivocado. Eso es lo que hace la mirada cuando la ideología -de cualquier tipo y pelaje...- se cuela en la retina. No deja ver lo que es, deforma lo que es y lo que no es, y no deja ver siquiera lo que no es. Una verdadera desgracia...

- ¡¡Pero y a mí qué me dice si yo no pienso nada de eso de lo que dice este animal ahí...!! ¡¡Todo lo contrario!! ¡Usted se volvió loco!

- Precisamente, cumpa, precisamente... Lo que quiero mostrarle no es contenido: es continente. No son las uvas, es el trapiche y los toneles. No es la harina, son las manos que amasan, es el horno. No son las cosas, es la mirada y el modo de pensarlas y hasta de quererlas. No son las cosas: es el filtro, son las categorías, es la hermenéutica. Porque entonces ya no importa si piensa buenas cosas, no importa si dice las palabras correctas, no importa si el objeto en cuestión es excelente y sus intenciones -llegado el caso y si fuera el caso, claro...- son blancas como la nieve. Si ve mal, si piensa mal, si juzga mal, no hay tu tía... Y no le digo nada si lo que ve es mostruoso, o está deformado hasta ser veramente irreal, y los ojos son bizcos y su amor es de mala madera y sus intenciones son malevolentes.

- Oiga, momentito, momentito... Usted me está embarullando y me está pasando gato por liebre... ¿Entonces qué? Vamos a ver y dejémonos de milongas: Bergoglio -el Papa, digo-, ¿es bueno o es malo, a la final?

- ¡Attenti al lupo, amigazo! ¡Attenti al lupo! ¿Ve? ¿No le digo? Usted cree que no, pero me parece que ya está un poco como Brienza, el animal ése que usted dice...

- Mire, me viene con esas cosas justo ahora que tengo poco tiempo... Pero esto me lo va a tener que explicar, esto no va a quedar así...

- Eso es seguro, mi amigo. Esto no va a quedar así.


Otoño del hombre

Quam multa in silvis autumni frigore primo
lapsa cadunt folia, aut ad terram gurgite ab alto
quam multae glomerantur aves, ubi frigidus annus
trans pontum fugat et terris immittit apricis.

P. Vergili Maronis, Aeneidos, Liber VI

Como todas esas hojas que en las forestas con el frío primero del otoño
caen arrancadas; o como caen hacia tierra desde la alta mar
todas esas aves que se amontonan, cuando la estación fría
las hace huir más allá del mar y las arroja a tierras soleadas.

Publio Virgilio Marón, Eneida, Libro VI


Este otoño del hombre,
este viento del alma
que ya olvidó el verano de la vida
y levemente hace frío de todo lo que abraza;
y navega
en este mar de hojas que caen
desde el cielo entumecido
y combate en el aire
con este ejército de ramas como lanzas desnudas
que recuerdan y cantan
la tibieza aterida que espera y teme el fuego del invierno
sin luz.

Este otoño del hombre
que llora lágrimas de cobre enmohecidas,
en las alas de miedo de las aves,
también él viene en un vuelo alto
desde el fondo de ese mar que amenaza la tierra.

Este otoño del hombre mira lejos,
muy lejos,
más lejos que los días de dolor y esperanza,
y ve lo que está próximo y remoto,
y lo que llegará y lo que ha pasado, en silencio,
y sólo ve la orilla de los vivos
y la costa del mundo
de los muertos que esperan un canto,
que suena como el bronce del otoño del hombre.


viernes, 15 de marzo de 2013

Francisco

- ¿Y?

- ¿Y qué?

- ¿Qué  me dice?

- ¿De qué?

- Ah, no...., es el colmo, esto ya es demasiado... ¿Me está tomando por idiota? ¿Me está tomando el pelo? ¿Me va a decir que no piensa nada, no dice nada, no tiene ninguna impresión, emoción, alegría, fastidio, ansiedad, angustia, desesperación...?

- ....

- ¡Todo el mundo hablando del asunto desde el miércoles a las 4 de la tarde! ¡¡¡Un despelote cósmico del que habla todo el mundo, literalmente: t-o-d-o -e-l-m-u-n-d-o!!! ¿Y usted me va a decir que no tiene nada para decir?

- En primer lugar, precisamente, y si es verdad, como usted dice y le creo, que literalmente: t-o-d-o -e-l-m-u-n-d-o está hablando del asunto, ¿no le parece que ya es demasiado barullo? ¿Qué agregaría hablando? En segundo, ¿quiere que hable por las dudas, que diga algo porque algo hay que decir, no vaya a ser cosa que quede un renglón en blanco y yo no haya dicho nada? ¿De veras?

- Bueno, ya está. Terminemos con esta pavada: usted se pone en estrecho y no hay modo de sacarle una palabra...

- ...

- Pero, déle, hombre: no sea amargo: algo, alguito, cualquier cosa, para saber yo, nomás...Una pista tire, ¿qué piensa? ¿qué le parece? ¿qué dice...? No se hga el fifí...

- Mire, mi cuate: cuando tenga alguito que decir sobre el asunto así como usted lo pide, así como lo pregunta con tanta urgencia y tanta voracidad, si acaso tengo alguito, lo diré. O no. Pero, por lo pronto, y para que ya no me moleste más con este River-Boca, con esta especie de profecía actualizada en tiempo real que usted pide sobre unitarios y federales, le voy a decir tres cosas:

1. Quiero saber qué es y cómo es el hombre, qué es y adónde va la historia, qué es la Iglesia católica y cómo obra y cómo debe obrar en la historia. Y alguna idea de todo eso voy haciéndome.
Y todo esto -aunque sé que es una labor casi y sin casi inútil por la insuficiencia y cortedad de un servidor (y de todos los demás servidores, si me entiende...)- trato de mirarlo una y otra vez como lo miraría Dios, porque después de todo es el que tiene el diseño original de todo eso, es el que patentó el invento porque lo inventó Él. Porque si lo que a mí me parece no se parece a lo que a Él le parece, es lo mismo que nada. O peor que nada.

2. Alguna idea tengo de quién es Jorge Mario Bergoglio y qué hizo en su vida. No tanto como la mar de Bergogliólogos, Bergogliófilos o Bergogliópatas que hay por todas partes. Pero alguna idea tengo.

3. No tengo la más pálida idea de quién es Su Santidad Francisco ni de por qué ni para qué es Papa, ni de lo que hará de su vida y de la Iglesia.


De todo lo demás, que me parece que es lo de menos, se puede hablar tomando un rico mate o fatigando unos buenos vinos, sí señor, cómo no. Y puede ser harto curioso, espeluznante, conmovedor. Pero tiene mucho menos interés. Por ahora, al menos, y acaso como signo....

Y cuando sea del caso, no será aquí que haya que hablar de eso. Porque, o esto es más que política y causerie y entonces tiene importancia, o es nada más que política y catarsis y entonces es menos importante, si me permite el uso descuidado de la palabra política y el uso un poco malévolo de la palabra catarsis, claro...

Ahora, si lo que usted, mi buen amigo, quiere saber es si dormí bien estas noches, la respuesta es que sí, que dormí bien.

Como casi todas las noches, antes o después del miércoles 13 de marzo de 2013, Dios primero.

jueves, 14 de marzo de 2013

Es otoño, ya ves


Es otoño, ya ves. Llegó en sigilo
por las venas del sol, calladamente.
Y en su arrullo dorado hay la simiente
de un amor nuevo que me tiene en vilo.

Es otoño, ya ves. Me taja el filo
del aire y de tu mano, dulcemente;
y el ocre de tu voz me trama urgente
el canto en bronce que a tu luz destilo.
Es otoño, ya ves. ¿Llega de dónde?
Acaso de la savia que se muere
y silenciosamente nos espera.
Es otoño, ya ves. ¿Llega de dónde?
Acaso de una herida que no hiere
y que será a su tiempo primavera.


sábado, 2 de marzo de 2013

Palabra eterna



¿Usted cree que hay que tomar punto por punto y analizar todas y cada una de las cuestiones y no cuestiones y cotejar e indagar y rebuscar?

¿Usted quiere hacer un digesto exhausto de si dijo y no dijo, si calló o vociferó, si tachó, borró, incluyó, solapó, leyó, improvisó, enumeró, descartó, ninguneó, criticó, amenazó?

Nones, cumpa, nones...

Lo que hay que hacer es mirar atentamente el reloj.

Y nada más que el reloj.

Y si el reloj dice que fueron tres horas y treinta y siete minutos, ahí tiene todos los datos que necesita para saber de qué se trata.

Todo lo que se dijo o no se dijo puede salir como se dijo o no se dijo, o puede salir de otro modo, asigún sean las cosas por venir y lo que se pueda hacer, o no se puede, o lo que fuere...

Eso es por naturaleza mudable porque es contingente.

Lo que queda clavado en piedra y ya no se moverá son esas 3 horas y 37 minutos.

Y lo que significa que alguien disponga de 3 horas y 37 minutos del tiempo de otros y de todos para que se le oiga y se le mire, excluyentemente.

Y sin justificación.

El día que se entienda el significado exacto del metalenguaje de esas 3 horas y 37 minutos de secuestro del tiempo y de la palabra pública y la mirada pública -sin que importe en absoluto lo que se haya dicho en ese lapso-, se habrá entendido mejor en qué consiste la política.

Ahora bien, mi cuate, si usted quiere despepitarse con todo lo demás, allá usted, su señoría...

Se puede hablar 10 horas de la propia vida con un amigo, se pueden dar 15 horas de clases de geografía en un día, se puede hablar toda una mañana con el vecino de asiento mientras Ud. espera que le toque el turno en Anses. Sí. Y más tiempo más cosas.

Pero se lo digo otra vez: es una forma tan nítida como sofisticada de esclavitud -no importa quién la ejerza- hablar pelotudeces durante 3 horas y 37 minutos, perfectamente seguro y cierto de que de ese modo se ejerce una forma crudelísima del poder como es la de obligar a oír (o más claramente, la irremediable ficción de estar oyendo obligadamente...)

No es el contenido de lo que se dice. No es Cristina eterna.

Es la palabra sin tiempo, hasta el gesto vacío de la escucha obligada, el sometimiento no ya del oído o de la inteligencia sino del cuerpo mismo, inmóvil, en obligada y absoluta disponibilidad durante 3 horas y 37 minutos de canchereadas, petulancias, claves, contraseñas, bravatas y mohines. Y aunque hubieran sido cosas de algún valor...

Nada erosiona tanto al alma como eso.

Y después, encima, está lo que se dice. Claro.

Pero, para cuando empiece el análisis de lo que parece más importante, el daño grave y de veras importante ya estará hecho.



viernes, 1 de marzo de 2013

Pedro, el sueño y la Iglesia (II)

Será muy comprensible, sí. Muy humano.

Pero no deja de ser un tropiezo para la mirada y, por consecuencia, un casi definitorio tropiezo analítico: los hombres tendemos a creer, sentir, y pensar que la historia humana es algo principalmente humano, cuando no, de hecho, excluyentemente humano.

Con ese aire siempre ridículamente pomposo de las declamaciones, se incurre de habitual en el casi y nada casi pietismo de meter a Dios en nuestros asuntos -al principio, en el medio o en el final- y se le concede una participación mística tanto como maquiavélica. Se le reconoce su omnipotencia y sabiduría, se lo tiene por rey y padre, por creador y redentor, por alfa y omega. Sí. Pero la historia es -y es invariablemente vista como- cosa de los hombres: tramada y amasada con la excluyente humanidad.

De habitual, creo, los hombres creemos más bien -casi sin pensarlo siquiera- que la historia es un asunto humano en el que Dios interviene o porque es un metido, o a pedido de los protagonistas o por misericordia, o como vengador o porque no queda más remedio. O de la misma manera que llamamos a un técnico en lavarropas para que, con lo que él sepa del asunto porque después de todo es un técnico en lavarropas, arregle nuestro lavarropas; donde nuestro es la palabra importante.

Y aunque podamos proclamar con aires aguerridos o sumisos que Dios es el Señor de la Historia, o aunque profesamos cabalmente aquella verdad respecto de que origen y fin de la historia son metahistóricos, como diría Pieper, lo cierto es que nuestra mirada se dirige una y otra vez hacia el hombre como protagonista, diseñador, sujeto principal y excluyente.

Tal vez, una de las razones por las cuales esto resulta así sea, precisa, misteriosa y paradójicamente porque Dios mismo parece quererlo así.
¿Qué es el hombre para que Tú lo recuerdes,
o el hijo del hombre para que te ocupes de él?
dice el Salmo 8 y no es único lugar en el que las Escrituras hablan de este modo. Una glorificación de lo humano que parece hundir su raíz en la mismísima voluntad divina, cosa no menos oscura para nosotros de la que solemos extraer conclusiones completamente disparatadas, por ortodoxas que sean nuestras creencias y hasta opiniones respecto del plan divino y del sentido de la historia.

Claro.

Pero una cosa es lo que Dios sabe y otra lo que los hombres creemos saber respecto del hombre y aun respecto de lo que creemos saber acerca de lo que Dios sabe. Y específicamente ahora respecto de la historia, y de la historia del hombre.

Así las cosas, y pego aquí un salto, vuelvo al sueño de los pasajes de los que estoy hablando.

Porque parece ser que en ellos se dice que, cuando los hombres estamos haciendo historia, subidos a la barca que navega el mar del tiempo y de este mundo, que es en un sentido no lateral la misma historia, subidos y temblorosos porque no podemos gobernar el tiempo, ni este tiempo, ni ese aspecto de la historia misma que nos resulta excesivo para nuestras fuerzas y acomoda brutalmente nuestra pretendida omnipotencia y nuestro afán de protagonismo excluyente, Jesús duerme.

Y a su vez, contrariamente, en el momento mismo en que Jesús hace historia y mezcla su propia sangre y divinidad con las raíces mismas de lo humano de un modo definitorio y terminante, especialmente definitorio y terminante para la naturaleza misma de lo humano y la naturaleza misma de la historia y su significado real y verdadero, los hombres dormimos.

¿Qué es la historia, entonces?

¿Y qué es ese sueño humano y aquel otro divino, tan sorprendentemente puesto como quicio y signo de la parte que a cada uno -a Jesús y a los hombres- le toca en el asunto?

No es menos humano ese modo nuestro de confundir los signos con las cosas significadas. Y es la causa de que entendamos de habitual las cosas al revés.

Como si dijera que más bien creemos y pensamos de hecho que Dios está esperando a ver quién es el próximo papa o el próximo presidente del banco Vaticano o qué se le ocurrirá a La Cámpora o quién será el próximo arzobispo de Buenos Aires, para ver qué hará Él con eso, bien que apelando a una creatividad táctica que no podemos menos que reconocerle.

Como si dijera que Dios está esperando ver cómo se resuelve la crisis española o griega para ver qué ficha le conviene mover entonces, si las cosas están así.

Como si dijera que, amaneciendo un día y viendo que Adán falló, Dios tiene que llamar de urgencia al Comité de Crisis y elucubrar a las apuradas un Plan B.

Como si dijera que Dios se queda dormido y por esa incuria y negligencia de ¿vigilador? ¿mayordomo? ¿timonel? termina armándose una tormenta espantosa que pone en peligro no tanto lo que Él ha hecho, sino la barca que el hombre -cree que- tan ingeniosa y trabajosamente ha diseñado, construido y trata de sostener a lo largo de su historia.