domingo, 31 de mayo de 2020

Ronda del torito pampa


(Aire de ronda infantil)

Al lote de alfalfa
entró el torito
y se comió la flores
de mi campito.

Mi perro enojado
ladró y ladró,
pero el toro pampa
ni se movió.

¡No estoy contento,
torito hambriento:
te comiste mi siembra:
qué atrevimiento
!

El potro lobuno
monté y, de un tiro,
llegamos al lote
en un suspiro.

Mi perro y mi potro,
lo van arriando
al torito pampa
que va bramando!

¡Torito bravo,
no brames más:
ya de mi alfalfa
no comerás!



Detrás de una puerta


Es un pasillo largo hasta la puerta,
su tramo es fatigoso, lleva tiempo.
Frío y oscuro, angosto y desolado,
un baldío. Al final, como si nada,
llega el día y el límite preciso:
basta alcanzar las jambas y dinteles,
poner la mano sobre el picaporte
y oír el áspero son de las bisagras.
Una madera que parece oscura
se despereza y bosteza un vano
que pisan unos pies que lo atraviesan.
Y esa puerta se cierra a sus espaldas
con un rumor apenas, nuevo, grácil,
y el pasillo y el mundo se iluminan.



viernes, 29 de mayo de 2020

Ronda de la novia bonita



(Aire de ronda infantil)

La novia bonita
se casa mañana,
tilín y tilán.

Se casa mañana
con su capitán,
dice la campana,
tilín y tilán.

Lleva de cortejo
un señor conejo
con sombrero viejo,
tilín y tilán.

Se casa mañana
la novia bonita
con su capitán.
Y, en una casita
muy blanca y chiquita,
los dos muy felices
comerán perdices
y allí vivirán,

la novia bonita
con su capitán,

tilín y tilán.





jueves, 28 de mayo de 2020

Coplas copleras /2



Del pago


Vereda de las glicinas
por donde canta el zorzal,
¿cómo te hiciste celeste
de mi rancho hasta el canal?

§ 

Cuidado si va al arroyo
que se pone fresco el aire:
busque el monte de los talas
para quedarse al socaire.

§

Ay callecita del pago,
de aromo nuevo,
dame una flor amarilla
que se la llevo.

§

Tarde bien roja,
es tiempo bueno;
noche de luna,
rocío sereno.

§

Yo te regalo este otoño,
te lo dejo en el portal,
porque es todo lo que tengo...
No me lo tomes a mal.

§

Un mocito va silbando
penas por el callejón,
y se sentó en las raíces
de mi sauce, el más llorón.

§

Anda presumiendo
el palo borracho
y a todos les muestra
su flor de penacho.

§

¿Qué le diste al limonero
que me quiere acariciar
con esas manos doradas
y sus florcitas de azahar?

§

Pobrecita la torcaza,
tan fría la mañanita.
Arrulla como gimiendo,
sola y acurrucadita.

§

Te espero donde termina
la calle que lleva al río.
Traéme tu corazón,
que para vos tengo el mío.






Ronda de mi caballo


(Aire de ronda infantil)

Pasito, pasito
anda mi caballo
petisito y bayo.
Pasito, pasito.

Trote, trotecito,
caballito moro
con tu freno de oro.
Trote, trotecito.

Y suelta el galope
mi alazán de fuego,
que juega mi juego
y suelta el galope.




miércoles, 27 de mayo de 2020

Décimas de cogollo


https://www.mediafire.com/file/rs5z5ue6lzn4ny9/d%E9cimas_de_cogollo.pdf/file


En castellano, un cogollo es un brote de las plantas. En la zona de Cuyo, en nuestro país, se llama también así a un Envío, una especie de dedicatoria en verso que se dice en las cuecas y las tonadas propias de aquella región.

Estas veintitantas Décimas de cogollo son ambas cosas, si acaso y a la vez.

Por alguna razón, estos versos tienen algo de brote nuevo y tienen algo de dedicatoria y envío.

Esto dicen unas líneas que presentan estos versos en este pequeño volumen.

Y tienen razón.


Aquí queda el libro.




martes, 26 de mayo de 2020

Décimas de cogollo: Envío


Estos cogollos nacieron
de una rama un poco vieja
que a pura savia festeja
los brotes que le crecieron.
De algún gozo le vinieron
estos versos que ha cantado:
envíos que ya han llegado
y dicen, con voz sencilla,
la luz de una maravilla
que en su pecho le ha brotado.




Décimas de cogollo /20


Asomándose a un balcón
como abrazado a la reja,
a una malva corteja
un atrevido malvón.
Su talante bermellón,
su gracia de rojo amante,
tiene a la malva anhelante
de la noche a la mañana,
que por no ser casquivana
se le hace la interesante.




lunes, 25 de mayo de 2020

Décimas de cogollo /19


Para que una voz te cante
no precisa dar aviso
ni le hace falta permiso,
con quererte ya es bastante.
Y es así la voz amante:
canta y vive y nunca muere;
y si el tiempo la venciere,
amante habrá de seguir
y, aún sin cantar, decir
lo que la muerte no hiere.




Décimas de cogollo /18


Al difícil de mandar
le dicen que es orejano,
indómito y soberano
como animal sin marcar.
Si lo quiere cabestrar
verá que le rompe el lazo
o de un limpio barquinazo
cabeceando lo voltea:
porque el libre no bromea
cuando muestra su rechazo.



domingo, 24 de mayo de 2020

Décimas de cogollo /17


Invisible, frágil, quieta,
con su cielo alrededor,
toda silencio y pudor,
me ilumina la violeta.
Nada me dice, discreta,
baja los ojos si miro,
suspira si me retiro,
todo en su amor es sutil,

todo en su aire es añil
y perfuma si respiro.
 

 

sábado, 23 de mayo de 2020

Décimas de cogollo /16


El zorro tiene guarida,
la calandria hace su nido,
el pez vive sumergido,
la araña, en tela tejida.
Cada bicho en esta vida
se procura su morada
para pasar su jornada
al abrigo y buenamente.
Y así yo, calladamente,
me refugio en tu mirada.




Décimas de cogollo /15


Si un día voy a la guerra
mientras esté en este suelo,
los ojos irán al cielo,
firmes los pies en la tierra.
Y si el corazón se aferra
al cielo que hay tus ojos,
aunque quede en mis despojos,
por ellos será el combate
de este amor fuerte que late
y me arroja a mis arrojos.




viernes, 22 de mayo de 2020

Décimas de cogollo /14


Viejo el tronco y todavía
puede darnos una flor:
no tiene tiempo el amor
ni el gozo, ni la alegría.
Y pasa que cualquier día
va y me encuentra descuidado
lo que daba por pasado
imposible de volver,
y entonces lo vuelvo a ver
como recién empezado.




Décimas de cogollo /13


Lo mejor es lo que pasa,
le oí decir a un poeta.
Si se sigue esa receta
la vida bien se acompasa.
Pero, si acaso repasa
qué quiere decir pasar,
puede que sea olvidar,
puede que sea ocurrir,
y uno debe decidir
qué es lo quiere escuchar.




jueves, 21 de mayo de 2020

Décimas de cogollo /12


Cuando la distancia es dura,
más ancha que el ancho mar,
sólo nos queda esperar:
con tiempo el fruto madura.
El aire de tu figura,
la noche negra en tu pelo,
tus ojos color de cielo,
la sombra de tu fragancia:
aunque es dura distancia,
son prendas de mi consuelo.




Décimas de cogollo /11


Linda agüita y atardece.
Con esta llovizna fina,
la margarita se empina,
se despereza y florece.
Un aire fresco que crece
y del sur viene llegando:
mayo se está despertando
y con él tu nombre viene,
para que ya no me apene
el tiempo que va pasando.



Décimas de cogollo /10


Hay gente de toda laya
y eso no debe asombrar,
que de todo se ha de hallar
adonde quiera que vaya.
En algo no hay muro o raya
que separe a los humanos:
los que están cerca o lejanos
son de la misma semilla,
y eso sí que es maravilla:
Padre igual, todos hermanos.




miércoles, 20 de mayo de 2020

Décimas de cogollo /9


Bicho curioso es el chancho
que no huele el propio hedor;
hoza el fango alrededor,
chapoteando lo más pancho.
Y mire que el mundo es ancho...
Toda una vida estaría
viendo a ver qué comería,
porque hay platos a millares.
Pero él desprecia manjares
y come su porquería.




Décimas de cogollo /8


Me cantaba la retama
con un silbido amarillo,
claro, tristón y sencillo,
y era un pájaro en su rama.
Me dije: será que llama
a alguna pájara ausente
que se le fue de un repente
y que nunca ha vuelto a ver...

Esas cosas del querer
hacen cantar a la gente.




martes, 19 de mayo de 2020

Gemidos




Hace unos cuantos años, tuve que decidir cuál sería la música número 900 que pondría en marenostrum, no porque el número fuera significativo por sí, sino por esa cosa de los números redondos que parece siempre que hubiera que festejar.

Le tocó a un poema de Rosalía de Castro, ¿Quén non xime?, al que su paisano Amancio Prada le puso música, con lo que lo transformó en bonita canción, unos 100 años después.

Hace unos meses que españoles de España van una y otra vez a la canción y al poema.

Creo que con razón, en cierto sentido.

Sin embargo, no estoy muy seguro de si leyeron con cuidado lo que dice la poetisa gallega.

Sería una decepción para mí (pero mucho más para Rosalía...) que sus paisanos sólo se quedaran en los gemidos y en las tristezas de los cantares (mudos) de estos días.

Por las dudas, aunque el lugar de la música es marenostrum, que se repitan aquí el poema y la canción, ahora en una versión distinta y más reciente que la que allí puse.








______________________________________________


¿Quén non xime?

Luz e progreso en todas partes...
pero as dudas nos corazós,

e bágoas que un non sabe por qué corren,
e dores que un non sabe por qué son.

Outro cantar
, din, cansados

deste estribilo, os que chegando van
nunha nova fornada, e que andan cegos
buscando o que inda non hai.

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
¡Réprobos...! Sempre ó oculto perguntando,
que, mudo, nada vos di.
Buscade a fe, que se perdéu na duda,
e deixade de xemir.

Mais eles tamén perdidos
por unha i outra senda van e vén,
sin que sepan, ¡coitados!, por ónde andan,
sin paz, sin rumbo e sin fe.

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Triste é o cantar que cantamos,
mais, ¿qué facer si outro mellor non hai?
Moita luz deslumbra os ollos,
causa inquietude o moito desear.

Cando unha peste arrebata
homes tras homes, n'hai máis
qu'enterrar de presa os mortos,
baixa-la frente, e esperar
que pasen as correntes apestadas...
¡Que pasen ... que outras vendrán!


¿Quién no gime?

Luz y progreso en todas partes..., pero
las dudas en el corazón,
y lágrimas que uno no sabe por qué corren,
y dolores que uno no sabe por qué son.

'Otro cantar', piden, cansados

de este estribillo, los que van llegando
de una nueva hornada, y que andan ciegos
buscando lo que aún no hay.

........................................................................

¡Réprobos...! Siempre a lo oculto preguntando,

que, mudo, nada os dice.
Buscad la fe, que se perdió en la duda,
y dejad de gemir.

Mas ellos, también perdidos

por una y otra senda van y vienen,
sin que sepan, ¡cuitados!, por dónde andan,
sin fe, sin rumbo, sin paz.

........................................................................


Triste es el cantar que cantamos;

mas, ¿qué hacer si otro mejor no hay?
Mucha luz deslumbra los ojos,
causa inquietud el mucho desear.

Cuando una peste arrebata

hombres tras hombres, no hay más
que enterrar pronto a los muertos,
bajar la frente, y esperar
que pasen las corrientes apestadas...
¡Que pasen ..., que otras vendrán!




lunes, 18 de mayo de 2020

Décimas de cogollo /6 y 7


Por el camino cantando
venía un viejo diciendo
que está bien de andar viviendo
y está bien ir terminando.
Y así se quedó pensando
en lo tanto que vivió,
todo el tiempo que pasó,
lo linda que fue su suerte...
Y en eso pasó la Muerte
y ahí nomás se lo llevó.



              * * *


 Al arroyo, el manatial
como el arroyo va al río,
y así va este canto mío
como el río al mar, igual.
Que te quede esta señal
de que yo fui tu cantor,
y no sé si fui el mejor
pero sí una cosa sé:
que siempre que te canté
conmigo cantó mi amor.





domingo, 17 de mayo de 2020

De noche


Nocturnos, de Chopin. Ésta es la hora
en que todo se apaga y se serena
y el piano suena, se detiene, y suena,
y se arrebata abrupto y se demora.
La vida es una inmensa disonancia,
dicen que dijo Federico un día.
Y no sé si es verdad. Si lo decía,
su piano lo veló con elegancia.
Y las manos dialogan, van fluyendo
diciéndose el dolor que las ha unido
en esa intimidad de enamorados.
Mientras en armonía van meciendo
al corazón en ellas traducido,
su noche mece amores silenciados.




Décimas de cogollo /3 a 5


Si no tiene qué decir,
el hombre no ha de cantar:
porque cantar es hablar
y no hay que hablar sin sentir.
Deje la copla salir
si sale del pensamiento,
arrópela en sentimiento,
no importa si es gozo o pena,
que cuando la copla es buena
se le nota en el acento.


                ***


Voy a pasar por tu casa
para llevarte una flor
para que vea tu amor
esto que a mi amor le pasa.
El amor es como brasa
que con aire se hace fuego;
y si hasta tu puerta llego
con una flor para verte,
será el aire un viento fuerte
con esta flor que te entrego.



                ***


Una tarde, el otro día, 
muy cerca de una laguna,
me fui a topar con la luna
que del este amanecía.
Si de tiza parecía,
viera usted con qué embeleso
la vi salir como un queso
listo para entrarle un tajo...
estaba lejos, barajo,
que, de no, le iba hasta el hueso.




sábado, 16 de mayo de 2020

Décimas de cogollo /2


Al sapo lo pintan fiero
y con jeta de mulato,
pero aquí me desacato
y digo que lo prefiero.
El sapo es buen compañero,
de los bichos me defiende;
su fealdad no me ofende
si es útil, siempre leal;
y, si me libra de un mal,
hasta belleza desprende.





Décimas de cogollo


Eras florcita de azahar
y te me hiciste limón;
y se te agrió el corazón
que ni quiere perfumar.
No sé si podrás amar
o encontrarás quien te quiera:
la flor que en su aroma diera
al corazón la embriaguez,
cuando llegue tu vejez
no será ni flor siquiera.




viernes, 15 de mayo de 2020

Ronda de las carabelas


(Aire de ronda infantil)

La Niña, la Pinta
y la Santa María
por la mar navegan,
en la mar ya están
con un almirante
de cien marineros,
y va por delante
Jesús Capitán.

A la tierra nueva
van la carabelas,
y llevan las velas
pintada una Cruz.

Y Santa María
a la Santa María
la lleva y la guía
portando una Luz.

La Niña, la Pinta
y la Santa María
por la mar navegan,
en la mar ya están
con un almirante
de cien marineros,
y va por delante
Jesús Capitán.




Cosecha


Una nueva cosecha está esperando
y es de nueva semilla en surco nuevo:
surco en mis ojos que por verte llevo,
semilla que en tus ojos voy sembrando.
Y esperando tu siega me conmuevo,
como caña de trigo estoy temblando
mientras te espero, y vienes cosechando
y al tajo de tu hoz voy y me atrevo.
Porque amorosamente irás trillando
lo que quede de mí, yo te relevo
de la pena de amor que irá quemando
los rastrojos de mí, que irás dejando,
y en los que por tu fuego me renuevo
renaciendo a tu siembra y siempre amando. 






jueves, 14 de mayo de 2020

El bien del mal





Quien quiera saberlo, sabe que todo este asunto del bicho y de la pandemia y sus arrabales me huele mal desde el principio.

Es claro que un virus no es un bien, y si llega a ser mortalísmo menos lo es, en un sentido inmediato al menos, porque la muerte no es necesariamente un mal entero sin matices, como ya he dicho hace poco, seguro de que no es un pensamiento inédito ni original, vamos...

No sé si éste bicho es eso de ser un mal semejante, ya lo dije. Pero si el caso es que lo es, en ese sentido no es un bien, por cierto.

Ahora: tampoco me luce como un bien toda la parafernalia planetaria que se desata (¿que desatan?) y que tiene al globo en prisión preventiva sine die. De todo eso ya dije también lo que pienso y no tuve que decir algo distinto, hasta ahora, porque lo que pensaba es lo que pienso todavía, y lo que pienso es acerca de lo que veo. Y lo que veo no hace más que confirmar -casas más, casas menos- lo que pensaba que iba a pasar y lo que parece que va a pasar, siempre al ritmo del bicho y con el bicho como bandera, o lo que creo que harán los que revuelven el guiso en este mundo sublunar, ahora y después, amparados en el bicho y en sus venenos, y aplicándolo a toda suerte de asuntos. Aquí entre los pampas o en cual sea parte del orbis terrarum.

En qué va a terminar. Por ahora, a un servidor le basta con ir viendo.


Pero.

Pero.


No es lo único que veo. Y hablo de lo que sé y veo.

El mal nunca es tan poderoso, sea el que fuere, sea quien fuere.

El pobre tonto de Sauron se distrajo en su guerra contra los pueblos de la Tierra Media, toditos juntos y formados en orden de batalla frente a las puertas de Mordor.

Ni se avivó de que dos pequeños hobbits, desastrados, desamparados, solos, desfallecientes, le estaban por asestar un golpe más terrible que el que la fiera Glamdring de Gandalf, o la Andúril de Aragorn, forjada de nuevo, podrían haberle dado. Ese bien le fue ocultado y ocurría en su mismo reino de tinieblas.

¿Sauron un pobre tonto? Sí, mis cuates. Un pobre tonto: frente a su espantable figura, todavía el bien es más fuerte. Y cuanto más débil, más fuerte, al parecer. Paradojas tiene el mundo. Ojalá confiáramos más en las paradojas y menos en las especulaciones fantasiosas de pobre uva, ojalá confiáramos más en Fantasía y menos en los ingenieros de la ingeniería social de este valle de lágrimas.

Día a día, desde hace más de 50 días, tengo ocasión de ver, desde el alba hasta el alba -que así son a veces los días en estos días-, y de ver con alegría cómo ni los peores viruses arruinan los espléndidos subproductos no deseados por los carceleros de la prisión preventiva global.

No quiero hacer un pormenor. Cosas del pudor, ¿qué es eso de andar ventilándose las intimidades? Una bitácora no tiene por qué ser la revista Hola del pensamiento o de las emociones o de los afectos. Haga universal lo particular, cumpa, y con eso hará bien.

Pero algo diré en lista.

Por ejemplo.

La preventiva ha hecho maravillas con las comunicaciones.

¿No ha notado usted que no tiene que ver a quien no quiere ver y que puede ver a quien quiere ver y no más? ¿No le hace bien no tener que hablar sino sólo con quien quiere y debe hablar? ¿No lo hace feliz desaparecer y aparecer a demanda de lo que es verdaderamente importante, de lo que verdaderamente cuenta y es verdad? Para el resto, salvada la caridad, la prisión nos ofrece un escudo infranqueable y absolutamente justificado, para los que necesiten ese escudo. Que no somos todos.

El silencio. El salutífero silencio, que es como una distancia insalvable y más saludable que la que se usa hoy día. Ni siquiera tiene que molestarse en clavar el visto, fíjese lo que le digo... Y ojalá el ignorado ponga las barbas en remojo y se dé cuenta de que tiene que ocupar mejor su tiempo y hablar con quien debe y no con quien no debe. Hasta una escuela de virtud es, si me entiende lo que digo.

Por su lado, la ley que diga lo que se le antoje. Pero nada impide un piscolabis con amigos elegidos, si uno quiere, o conversaciones de vereda con quien a uno se le antoje. Y nada de nada con quienes uno nada tiene que hablar. ¿No le parece higiénico para el espíritu evitar palabras vacías, de circunstancias, obligadas? De tanto en tanto, un vino real con una persona real que hablará cosas reales, es una bendición. Y hace bien, en medio del mal.

Y las horas (tantas horas) a disposición. Un tiempo que no lo regula ahora la mecánica autómata del trajín diario o las urgencias fictas de tareas insípidas e inútiles, reclamos enfermos de labores sin valor real, viajes interminables para laborar y volver a casa o las exigencias descomedidas de amistades que no lo son.

Pero, ¿se dan cuenta todos de eso? No. Seguramente no. Pero, el que quiera...

El mal de estos días se ha distraído también él, como el pobre tonto de Sauron.

Pero su enemigo tampoco descansa, siempre atento suscita toda clase de cosas al amparo de un tiempo y un espacio que no teníamos antes: desde charlas interminables de sabrosa sobremesa, que apenas podían darse un día o dos a la semana y ahora pueden darse 14 veces a la semana, si cuadra; o la carpintería de reparación (mesas, sillas, marcos de puertas, o tallas...); o consejos de madrugada a los hijos más inquietos o más lejanos o a las hijas que se fatigan con los pequeños en la casa a toda hora; o encarar al fin el orden tanto postergado de los libros y los papeles; y la plomería del lavadero y la cocina; y una clase de poesía a distancia y sin límite, porque ni uno ni los otros tienen apuro; u organizar a como dé lugar una panadería en un suburbio empobrecido y ahora maltratado; o hacer una huerta (la verdura y la fruta están caras, compagni...); o interminables sesiones de guitarrear bajo una luna apenas fría, fuego al medio, en meses que no se animan del todo a otoñear...

Tiempo para ver cómo se las arregla uno y saltar de una vida muelle sobre la cinta sin fin de los hábitos cotidianos sin sentido, a la aventura de pequeños grandes desafíos ante cosas que dábamos por corrientes y son extraordinarias.

Tiempo para asistir a los caídos, tiempo para procurar la ayuda que se pueda a los que han tropezado con la malaria en la que han sido zambullidos por los ingenieros sociales binarios, que si van por 0 no pueden ir por 1. Hay tanto desesperado, tanto da por cuál razón. Tanta buena gente que ha quedado al costado.

¿Que tiene que sacar un permiso y que si no...? Vamos, hombre. No sea pavo. O somos argentinos o no somos argentinos. Para una cosa y para la otra. ¿Cuándo nos inspiraron tanto respeto las zonceras que nos mandan los mandamases de turno?

No lo tome a mal pero un servidor trabaja ahora bastante más que hace 50 días atrás. De veras, se lo garanto.

Pero, ¿no se ha fijado usted en cuánto es posible elegir y cuánto bien real puede hacer hasta a la distancia (sí, mon ami, a distancia, hasta surfeando sobre la endiablada red de redes...)?

Entre muchas cosas, la sedicente cuarentena ha dejado por el camino la única cosa que el que va por el camino necesita: la esperanza. Y hay miles que esperan un plato de comida al día, o esperan saber si tendrán un peso para las cuentas o para lo que sea, o si podrán subsistir siquiera, asediados por la angustia. Pero, algo más grave, ahogado por 24 horas de información cada día de cada mes que no le dice si esa locura termina y cuándo y cómo, cualquiera puede intoxicarse malamente y hasta morir de anoxia espiritual.

Y hay que procurarles las dos cosas: pan y oxígeno.

Pero.

Porque entonces resulta que, escapando del adoctrinamiento sanitario y de la policía del distanciamiento, volvieron los cuentos, las historias, los fuegos, el dibujar, el bordar, el leer, el armar rompecabezas, las oraciones de la tarde, los juegos con los niños, cocinar rico lo que se pueda. O el saludable ejercicio de buscar misas clandestinas, y vea que se encuentra uno en ellas con gentes de todo pelaje, no se crea que solamente los mártires de la fe: gente que quiere ir a misa, y listo, sin discurso.

Y así las cosas, el mal no puede evitar todo el bien que se le cuela por los renglones de sus decretos, por las rendijas de sus barbijos, por entre las filacterias y las cobardías de sus medias palabras untuosas y farisaicas.

Todo el bien, digo. Y no he nombrado ni una parte pequeña, siquiera. Siga la lista usted, si se anima. Porque tiempo le sobra.


Al final del día, entre conversaciones de madrugada que llenan el corazón de alegría las más de las veces, aunque son a la distancia distante del tiempo y el espacio, porque cada uno quedó clavado en un lugar distinto. Al final del día, en el descanso y el recreo de unos cuantos versos compuestos cada vez como refrigerio de la mano y del corazón siempre amante. Al final del día, con la música en los ojos en medio de la noche. Al final del día, cada día, uno puede sentir acaso el rugido a la distancia de algún Sauron desgarrado y babeante porque alguna presa se le ha escapado.

Y cada día se le escapa alguna y más que alguna, imperceptiblemente. Con un pequeño gesto, con una sonrisa en sordina, con hacerle las compras a una vecina inválida, con un plato de comida ofrecido por un pobre a un pobre más pobre que él, en un comedor improvisado al que lo empujó el bicho y su bandera impiadosa.

Y cada día se le escapan miles de gestos que todavía sostienen el mundo, mientras él, Sauron, inclinado sobre un mapa del entero mundo sueña sus sueños de gran señor del mundo, babea y se relame inútilmente por unas presas que se le fueron de las fauces y ya están tras las líneas de su enemigo, al amparo de otro señor que no es él, sin que el pobre tonto de Sauron ni siquiera se dé cuenta, sino cuando ya es demasiado tarde.


Deo gratias.





miércoles, 13 de mayo de 2020

La cobardía


la cobardía es el coraje enmudecido e inmóvil en un rincón sin luz
es mascullar un discurso que jamás será dicho,
a solas, a oscuras,
cuando no hace falta, cuando no tiene sentido
la cobardía es un silencio que no sabe si tiene algo que decir
y no quiere que se la oiga decirlo
la cobardía es la embriaguez de lo pequeño por lo pequeño
la cobardía es la mirada nublada del que no ve lo que ama entre la niebla,
del que no se atreve a alcanzar lo que ama con sus manos,
mientras aprieta con terror las manos en los bolsillos
o juega en los bolsillos con monedas de centavos
la cobardía es el apuro por dejar ir lo amado,
para salvar la propia vida,
para salvar su pequeña riqueza,
para salvar una insulsa paz inquieta,
para no esperar ninguna esperanza

la cobardía es la patria de quien no ama a ninguna patria
es el silencio de un amor que no se atreve a ser herido
es el silencio de un amor que no se atreve a amar porque sí,
que no se atreve a no ser correspondido hasta que la muerte lo separe de lo amado
es el silencio aterido de un amor débil como una hoja seca
la cobardía es atreverse a la aventura
sólo si la aventura hiere a otro
es la mezquindad de querer el premio, la gloria, el gozo,
sin el dolor, sin el riesgo, sin aventura, sin suerte
la cobardía es la ansiedad inquieta por la recompensa
la cobardía es el apetito impiadoso del premio
la cobardía es el desenfreno de la posesión
la cobardía es el deseo de tener el deseo de sentir un deseo,
sin tener que sentir la angustia del fracaso, la herida de la decepción,
sin sentir el abandono feliz de la propia suerte en manos de otro
la cobardía es la pasión raquítica
que no encuentra en qué sostenerse si no es sostenida por otro
es una fortaleza asediada que muere de hambre con sus graneros repletos
la cobardía es la mirada furtiva,
y como un cazador furtivo acecha a su presa a traición
es el grito destemplado y a destiempo,
el grito mudo que finge indignación cuando está seguro de que nadie lo oye
la cobardía es la tristeza gris y agria del que ama lo suficiente
la cobardía es la tristeza vacía
del que no puede alegrarse de que amar lo suficiente
no sea suficiente




martes, 12 de mayo de 2020

El ángel


Y pasó el ángel que cada tarde pasa,
cuando el sol se recuesta fatigado
entibiando la espalda de mi casa.

Trae el ángel tu voz a su cuidado,
no sé de dónde por el aire manso,
y la deja que abrace mi costado.

Y en ella voy, me lleva en su remanso
hasta un instante que yo sé terreno,
delicia de una edad que es mi descanso.

El ángel sabe que entonces yo era bueno.
Y él con tu voz conmigo se acompasa
y abrasa el corazón, al fin sereno.




  

domingo, 10 de mayo de 2020

Non omnis moriar (III y final)




Hay dos asuntos que no podemos esquivar. Y no lo digo porque ahora estemos considerando las cosas de la muerte y debamos enfrentarnos a ellos.

Lo digo porque los hombres no podemos esquivarlos. Existencialmente.

El asunto es que somos mortales. Y el asunto es que somos inmortales.

Sabemos que vamos a morir. Deseamos, no solamente no morir, sino existir para siempre.

Nuestro cuerpo, por su propia naturaleza, se puede desintegrar y corromper y de hecho es lo que pasa.

Pero no existimos porque tengamos un cuerpo. Existimos con un cuerpo, pero no por él, aunque a él estamos destinados desde que existimos, y a él estamos destinados aun después de la muerte.

Lo que organiza la materia de la que está hecha nuestra corporeidad y nos hace quienes somos, es nuestro principio vital: el alma.

Y el alma no muere. Es inmortal e incorruptible. Desde que principia a ser, es para siempre. Y sigue siendo, por cierto, más allá de la muerte. Y no es un alma universal, no es un alma colectiva, no es un alma ideal. Es individual. Sólo nuestra, sólo de cada uno. Como nuestro cuerpo lo es.

El alma es espiritual e intelectual. Es el principio natural que nos hace naturalmente espirituales y principalmente inteligentes. Por espirituales, queremos el bien de nuestra propia naturaleza. Pero es de nuestra naturaleza, por ser espirituales, existir siempre una vez que existimos. Y por eso queremos el siempre una vez que existimos.

De allí nuestro deseo, nuestro apetito por ser y por no dejar de ser. Y no es una apetito fantasmagórico, no es un deseo baldío. Está en nuestra naturaleza porque el alma es inmortal.

Pero.

Todos vamos a morir.

Y aquí las palabras permiten extender el morir a varias realidades.

Decimos que el olvido es la muerte. La indiferencia es la muerte. El ostracismo es morir (la morte civile). Y hasta partir es morir (un poco). Todo secundum quid, claro. De algún modo y por analogía, claro.

Más serio se pone el asunto cuando tenemos que usar la expresión "morir para siempre", cuando de la vida y de la muerte se trata. De una vida determinada, de una muerte determinada.

Como vimos enantes en algunas frases y poemas, la vida puede quedar muerta en la muerte. Es decir, un vivir para siempre que sea la muerte para siempre para nosotros. Y no sólo para nuestra alma, aunque principalmente para nuestra alma.

Y para quien tiene ese deseo fortísimo y natural de perdurar por siempre, morir para siempre es verdaderamente la muerte.

Hay una sola cosa que verdaderamente es vivir para el alma inmortal. Fuera de eso, su vivir es un no vivir, dijeran en la tierra de conejos.

La vida inmortal sólo es vida verdadera en el reposo eterno, en el descanso eterno. En llegar a término, al final, al puerto. En reposar en la Posada a la que lleva el camino de la vida en este valle.

No es vida quedarse en el camino caminando interminablemente sin poder llegar a la Posada, sin descanso, sin término, sin sosiego, sin final, sin puerto. Y no poder dejar de querer el llegar al puerto y a su vez odiar el puerto y el llegar; y odiar el no llegar. Apartarse interminablemente y a la vez no poder dejar de querer llegar. Un infierno. El Infierno.

La mayoría de estas cosas que digo están en el libro II de la Summa contra Gentes, mírenlas allí mejor que acá y más largo y mejor explicado.

*  *  *

Entre los antiguos romanos, las ceremonias alrededor del morir eran muy importantes. Como pasa en otras culturas y pueblos (Japón, en la otra punta, por caso), esas ceremonias son rituales muy precisos y no hay margen para el error, de modo que tienen que estar en manos expertas. Pero, a la vez y paradójicamente, quienes se dedican a los menesteres funerarios son raleados de la comunidad porque, precisamnete, "se dedican a la muerte".

Un tramo de esos rituales romanos tiene su miga. A continuación de los ritos funerarios y de una liturgia compleja, se certificaba la muerte del muerto mediante el rito de la conclamatio, por el que todos los presentes llamaban al finado tres veces por su nombre a los gritos. Este rito tenía doble función: comprobar la muerte real y, a la vez, retener el alma cerca del cuerpo hasta que el cuerpo fuera enterrado y evitar, así, que errara sin sosiego buscando su tumba. Es decir, certificar que muriera aquí efectivamente, certificar que efectivamente pudiera vivir "allá" (lo que fuere "vivir allá", para los antiguos romanos).

No sabría decir si todavía hoy un ritual similar a ése sobrevive en la Iglesia, aunque bajo otras condiciones y finalidades; pero lo cierto es que , cuando muere un papa, los cardenales y el camarlengo que lo acompañan en sus últimos momentos, lo llaman tres veces para asegurarse de su partida, signo de lo cual, de algún modo, es la rotura del anillo que portó siendo papa.

Interesante comunicación entre vivos y muertos. Pero, claro, para eso la muerte tiene que ser algo, en primer lugar. Algo que importe, algo que nos exige a la vez seriedad y rituales precisos, que son modos de comunicación que se fundan en la realidad del mundo terrenal y del que ha de venir, el más allá, el otro mundo.

*   *   *

En estos asuntos, nuestros mismísmos días de estos días son un campo privilegiado de observación.

La muerte parece la última frontera. Lo que hay que evitar a toda costa. Lo más temido.

Un argumento contra la política que no la evita, un argumento de la política para hacer terrorismo social, cultural, económico. Un argumento contra la ciencia que no la puede detener ni muestra reflejos de rayo para hacerlo.Un argumento de la ciencia para quien ella, la muerte, es la gran enemiga.

Y un argumento para evitar al otro, un argumento detrás de la histeria de los contagios.

La muerte, ese enemigo. La muerte, nuestra medida de la vida. El pavor a la muerte, nuestra medida de lo que amamos más que la vida misma: un goce ilimitado de la vida temporal, sin dolor, sólo binestar, ninguna muerte.

Tiempo atrás, en esta misma de serie de comentarios, apareció la Fama. Esa modulación tradicional del tiempo en el que permanecemos vivos tras la muerte, en este mundo, nuestra perdurabilidad en el tiempo al morir.

Pero ya hoy no tenemos el expediente de la Fama. Ya no es un modo de durar. Y tiene cierto sentido que no lo sea.

Cuando había sentido y apetito de la Fama, había a la vez la convicción de una existencia perdurable fuera de la esfera de este mundo terreno, más allá de la Luna. Sin eso, ¿qué importa la Fama?

En la Commedia de Dante, condenados, penitentes y santos, en los tres mundos ultraterrenos, hacen gala de sus historias terrenales. Miran constantemente hacia lo que fueron en vida. Ciertamente que allá, en el allá de la Commedia que Dante recorre con pavor, misericordia y gozo, la Fama no cuenta.

Pero ellos, condenados, penitentes y santos, cuentan sí lo que en vida fueron y cómo y por dónde llegaron hasta adonde ahora sufren, purgan o gozan.

Es un memento acuciante de Dante a los vivos, que pueden así mirar a ambos lados de la línea férrea de la muerte. Más allá de la vida temporal en cualquiera de sus formas.

Pero esa edad tenía una Fe distinta. Eran cristianos, básicamente. Aunque es verdad que ese modo de ver la vida y la muerte está presente entre los hombres desde mucho antes del cristianismo y aun por fuera de él.

Que el cristianismo tenga la respuesta a la pregunta terminal de todo hombre, no significa que todo hombre no haya tratado de contestarla a lo largo de su historia en el tiempo de este mundo. Lo habrá hecho de modo incompleto o rengo, a veces confuso, a veces erróneo. Pero siempre tratando de mirar del otro lado del muro que es el límite de esta vida temporal.

Y lo que es más, se ha tratado de vivir, en el orden privado y personal, tanto como en el público y social, con ese telón de fondo de nuestra vida caduca en el tiempo y nuestro deseo de perdurar más allá de la muerte, que nos escandaliza con un grito de final absoluto que no nos resignamos a creer. Y se ha tratado de vivir ajustado el vivir a lo que se concibe respecto de la muerte y las ulterioridades, como ya vimos.

Pero nuestros días, y ya hace tiempo, son inéditos en ese mismo sentido.

Y este terror planetario del año 2020 lo ha mostrado. De tantas maneras que no es éste el lugar para dar detalle de tanto.

Salvo por una cosa, aunque también ella es materia de otros comentarios más extensos pero que sólo menciono aquí para terminar.

Dice Leonardo Castellani en su Apokalypsis de san Juan, que san Victorino mártir afirma que la Iglesia será quitada y aunque no dice dónde lo dice el mártir, es verdad que lo dice. Está en el comentario al versículo 14 del capítulo VI de la Revelación de san Juan que figura en su Scholia in apocalipsin Joannis, una obra de mediados del siglo III, en la que a la expresión Et caelum recessit tamquam liber, qui involvitur (v. 14), el santo exégeta comenta simple y muy escuetamente: id est, Ecclesia de medio fiet. A esto, Castellani agrega: pero eso no significa que será extinguida del todo y absolutamente, como opinó Domingo Soto, sino su desaparición de la sobrehaz de la tierra, y su vuelta a unas más oscuras y hórridas catacumbas.

Ahora bien, hablando sobre el Anticristo (El Anticristo protestante), en la segunda parte de Cristo vuelve o no vuelve, el padre Castellani le atribuye esa misma expresión ahora en latín a san Justino mártir: La frase "Ecclesia de medio fiet" , del primer comentor del Apokalypsis, San Justino Mártir, se debe interpretar en el sentido de una casi extinción, no de una corrupción. "Cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿creéis que hallará fe en la tierra?". Y esto no lo sé, porque no encuentro en san Justino esa expresión que suele atribuirse a él, también por otros.

Como fuere, lo haya dicho uno u otro, la frase impresiona lo mismo. Más de una vez, por otra parte, se ha comentado respecto de ella que no contradice las palabras de Jesús al confirmar a Pedro como piedra basal de la Iglesia en Mt. 16, 18: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.

Por qué lo habrán dicho uno o ambos mártires, eso no lo sé. No estoy enteramente seguro de que esa expresión (Ecclesia de medio fiet) se esté cumpliendo hoy en el sentido en que pudieron haberlo dicho en aquellos siglos.

Pero, por otra parte, lo que sí sé es que es verdad que la Iglesia tiene la respuesta ante la muerte y sus misterios, como tiene la respuesta ante la pregunta por nuestra vida y su destino, como tiene la respuesta sobre nuestro origen. Y es verdad que tiene en su mano la llave que abre y cierra. Y tiene los Sacramentos que alimentan y curan, los que hacen renacer al hombre y lo fortalecen y lo destinan a la vida eterna, su verdadera vida del alma que no muere más.

Todas cosas que el hombre hoy, hoy mismo, lo sepa o no, necesita. Incluso, y mucho más, ante la muerte. Y muchísimo más ante su terror actual ante la muerte, propio e inducido.

Y es verdad también que, precisamente hoy, todo eso le ha sido apartado. Y la Iglesia que es quien puede dárselo ha sido apartada. Y que la Iglesia se ha apartado.

Y es el caso que, hoy, cuando el hombre en su terror animal y mundano ante la muerte, tendría que querer decir siquiera Non omnis moriar, no moriré del todo, resulta que no puede decirlo, ni sabe siquiera que le convendría decirlo, aunque fuera como un prolegómeno para volver a caminar caminos muy antiguos.

Caminos que todavía llevan a la Posada, lugar sin fin después de la muerte, en el que el hombre podría vivir realmente. Y para siempre.


Y resulta, al fin, eso mismo dice aquel lema de los Lasso de la Vega: Ave María.

Porque quien batalla en este mundo debajo de esa consigna y de esa bandera, profesa la esperanza de estar sirviendo a Una que no murió y que lo espera, si uno bien vivió, detrás del velo de la muerte, para ya no morir.



_____________________________

Esta presente es la tercera y última parte de las dos anteriores:

Non omnis moriar (I)

Non  omnis moriar (II)


En la ilustración de esta entrada: Memento mori, un mosaico del siglo I hallado en Pompeya,  actualmente en Museo Archaeologico Nazionale di Napoli, en Nápoles, Italia.





sábado, 9 de mayo de 2020

Del tiempo sagaz (II)


De pronto un día llega y nos sorprende,
nueva y fragante como la mañana:
en una calle estrecha y aldeana
una mirada como un sol se enciende.
De pronto un día una sonrisa mana
trazas de luz que el corazón entiende,
y en coraje de amor su guerra emprende,
feliz de ver que, si es vencido, gana.
Transcurre el tiempo y juega como un duende
y en un de pronto súbito nos hiende
con las agujas de su magia arcana. 
Y así como deshace, nos defiende.
Porque el tiempo sagaz puede hacer vana
cualquier memoria que, al pasar, suspende.



Del tiempo sagaz


Una vez y otra vez, siempre llegando
al principio de todo, que es tan lejos:
la sucesión voraz de esos espejos
en los que el corazón se va secando.
Interminable agobio de cortejos
siempre rondando para ver si, estando
vencido el ajedrez que van tramando,
rinden de amor acaso a los trebejos.
Y una vez y otra vez. Se van ajando
las risas, las palabras, los festejos,
porque el tiempo sagaz los va olvidando.
Y una vez y otra vez. Y llega cuando,
del resplandor sin luz de tiempos viejos,
queda una niebla opaca sin reflejos.




viernes, 8 de mayo de 2020

No poema


En solfa la salvia silba,
arremete un metejón,
aguja que un aguijón
de selva salva una silva.
Acurruca el currutaco
a Roma de romería;
rima, se arrima y arría
si atacó el taco del paco.
Atora el toro toronjas,
trama y trina un treno un tramo;
rumia en la rama su ramo
y licencias de lisonjas.
La prima del primo apremia,
y al polo pulula pilas;
lelos lamen lunas lilas,
absteniéndose de abstemias.
Y atando el hito de un hato,
que
quijadas quejas quedan,
vanos visos voces vedan
ritos de una rata un rato.



Castellani, Ezcurra y la Virgen de Luján

 




Payada a la Virgen de Luján

Aquí me pongo a cantar,
con cualquiera que se ponga,
la mejor, la gran milonga
que se habrá de perpetuar
entre La Pampa y el mar
y el que es mayor de los dos,
cielo estrellado de Dios,
donde sus plantas están:
canto a la Flor de Luján,
canto a la Madre de Dios.

Dios hizo el cielo y el rayo,
hizo el sol, hizo la estreya,
hizo la Pampa sin güeya,
hizo al toro y al caballo,
hizo al hombre y aquí callo
porque fue su obra mejor,
pero mandinga traidor
conoció que era de barro:
pecó el hombre, rompió un carro
y se le enojó el Creador.

Y lo echaron de la estancia
pa' la tierra del infiel
a tragar miseria y hiel,
él que nació en la abundancia;
pero su misma ignorancia
le dio compasión al juez,
pensó un momento y después
exclamó lleno de cencia:
se ha de cumplir mi sentencia
pero vuelta al revés.

La muerte que al hombre aterra
yo a mí mesmo me la aplico,
yo soy grande y me hago chico,
y siendo Dios me hago tierra,
yo he de vencer esta guerra
con las armas que me dan,
porque vencer de rufián
a Dios no es cosa que cuadre
y eligió para madre
a la Virgen de Luján.

Aquí hay misterios muy fieros,
aquí hay un pozo muy hondo;
yo m' inorancia no escondo
ni me meto en agujeros,
aquí hasta los más matreros
boleados se quedarán
y jamás entenderán,
porque es de cencia infinita,
Él eligió pa' mamita
a la Virgen de Luján.

Miren qué humildá, qué empeño
el del Hijo de Dios Padre,
ir a elegir para madre
en un pago tan pequeño.
Él que es de este mundo el dueño
no se guía por las ropas,
podía ir a las Uropas
a elegir las potentadas,
pudo sacar as de espadas
y robó cuatro de copas.

Y de que Dios la encontró
buena madre y cariñosa,
guapa, limpia, habilidosa
y su corazón probó,
al tiempo que la dejó
quiso hacer algo que asombre
y le dijo: Por mi nombre
y estando en esta cruz triste,
Madre de Dios buena fuiste
yo te hago madre del hombre.

Gaucho pampa dónde irías
cuando no tuvieras madre,
vos que sos duro de encuadre
y de pocas teologías;
vos que te hallás estos días
guacho en la tierra que hiciste,
te han quitao hasta el alpiste
para darte la istrución;
te han quitao el corazón
y te dan un libro triste.

Reina del Plata, Señora
del pobre criollo olvidado,
techo que nos ha quedado
contra esta lluvia invasora,
estrellita pa' la hora
de la tormenta feroz,
mirá que se vuelve a vos
mi alma que no desconfía
porque si sos madre mía
sos también Madre de Dios.

Madre de Dios, madre mía,
y no quiero saber más,
haceme morir en paz
con Dios y con vos María,
al filo de mi agonía
no recordés mis reveses
recordá, en vez, cuántas veces
y ya desde muy gauchito,
yo te he rezado el Bendito
la Salve y los Cinco Dieses.


P. Leonardo Castellani













jueves, 7 de mayo de 2020

De la bienvenida


Era saber que en cada firmamento
la misma estrella siempre brillaría.
Que por lejos que fueras, volvería
la misma estrella de tu advenimiento.
Era querer hacer el tiempo lento
mientras mi voz sin voz te despedía.
Que, aunque a tu paso el corazón latía,
verte alejar dejaba sin aliento.
Era olvidar. La lluvia que caía
no dejaba olvidar. El pensamiento,
encontrando tus ojos, se perdía.
Era la luz de aquel descubrimiento
de una promesa de renacimiento
que conocí al saber que te quería.




martes, 5 de mayo de 2020

Coplas copleras




De la niña


Un yuyo me da una niña
que dizque cura mi mal.
Mi mal no lo cura un yuyo,
¿qué otra cosa me dará?

§

Pa' cuando salga la luna
m'hei de poner un ponchito,
pero el frío de esta noche
no se lo pasa solito.

§

Voy a decirle a tu tata
que conmigo te venís
y le vuá llevar un vino
pa' que machao diga .

§

Ya va perfumando el aire
la moza con yerbabuena,
y dos florcita'e romero
que se ha puesto en cada trenza.

§

Si yo tuviera esos ojos
qué lindo todo vería.
Y si tuviera esos labios
las cosas que te diría.

§

¿Qué le ha puesto a los tamales,
Ña Eulalia, que saben bien?
Son como besos de máiz
de una niña que yo sé.

§

Te vuá mandar esta copla
pa' que el viento te la cante
y cuando vuelva me diga
a ver si ya me olvidaste.

§

Cuando vi las tacuaritas
felices haciendo el nido,
con mishkila te miré
pa' que adornaras el mío.
Y vos con mishki en los labios
me dijiste en el oído
una cosa, sipas sumaq,
que siempre anda conmigo.

§

Tu nombre, niña, no quiero
decirlo, ni he'i de querer.
Ma'ver si lo ando diciendo
y te hago desparecer.

§

Me han dicho que vos te has ido
al otro lado del mar.
Y yo al mar no lo conozco,
pero así a isé nomás.
Íte, mi niña, lo mesmo
aquí yo t'hei de esperar.

Refugio en la noche


Cuànd il nùvili i vàn vérs sìra,
chj è par strèda ch'al s'artìra.

Cuando las nubes van hacia el ocaso,
quien anda por la senda detenga ya su paso.


Proverbio en la lengua de Fidenza, Parma.



Llegará el día.

El viento de la tarde soplará hacia la noche.
Y vendrá desde el sol de la mañana,
y nos dirá que es tiempo.

Estaré en el camino.
Las nubes serán rojas como el fuego,
y en el aire revuelto de ese día
irán las tubas de oro de los ángeles,
sonando un aviso celeste y flamígero

a los caminantes.

Alerta la esperanza,
olerá la brisa como un animal que acecha.

Refugio en esa hora buscará el corazón.



Y encontrará, lo sé, un corazón que le será refugio.





lunes, 4 de mayo de 2020

Camino a la mañana


Cuànd il nùvili i vàn vèrs matén'na,
chj è par strèda ch'al camén'na.


Cuando las nubes hacia la mañana van,
el que anda por la senda caminará.


Proverbio en la lengua de Fidenza, Parma.


Y puesto a caminar, como en sueños, miré las nubes claras
navegando hacia el este,
hacia el sol,
sin apuro,
como niños que juegan
y van hacia los brazos de su padre sonriendo.

El camino era hierba,
casi virgen
y verde como un sauce joven.

El augurio en el cielo iba abriendo la huella,
iba alentando el pie,
haciéndole coraje al corazón,
abrigando el silencio frío de la tarde con un soplo amoroso.

El final del camino que mi pie caminaba,
estaba más allá del mar,
del horizonte dibujado a leguas de mis manos.

Un valle y a la sombra
de un monte de piedra morada,
recortando sus filos contra el aire de otras tierras,
lejanas en el pie
y en el pecho cercanas:
allí duerrme en su sosiego
una canción que me espera mientras ando.



sábado, 2 de mayo de 2020

Anormales




¿Es lo mismo una batalla cultural que una guerra cultural?

Claro que no. En una guerra, puede haber y habitualmente hay varias batallas posibles. Eso dicen los que saben. Al menos los que saben distinguir.

Hace bastante tiempo que hay en el mundo una guerra cultural. Y una batalla tras otra o varias a la vez, en frentes distintos. Pero todas esas batallas tienen el mismo objetivo. Ganar una guerra que se llama cultural, pero que, como es sabido, es en realidad una guerra religiosa porque toda guerra lo es, dijera Chesterton y repetiría Castellani.


Pero dejemos esto, ahora.

Y vayamos a un asuntillo de estos días.

Una de las feroces batallas culturales del pasado fue la que se dio en torno a "lo normal".

En los últimos años, ese tópico de "lo normal" se discutió mayor y febrilmente en ocasión de las cosas sexuales y genéricas. ¿Qué es "lo normal"? ¿Quién dice lo que es? ¿Quién puede decir lo que es? Con un fuerte vaho de constructivismo, el viejo relativismo peleó allí sus trapos: no existe lo normal objetivo. Se construye, por la historia, la sociedad, hasta por cada quien. Constructos relativos. Nada difícil de entender. Si lo normal es lo de la naturaleza y la naturaleza no existe, ergo...

Pero allí fue a dar algo cimentado antes en términos retóricos: "normal" es fascismo, medievalismo, oscurantismo y otras municiones por el estilo.


Henos aquí, entonces, en medio del terror planetario que todo lo disloca de lo alto a lo bajo.

No hagamos pormenor de los disloques, cualquiera puede usar el tiempo libre que tiene a pasto para observar y ver todo lo trastocado en nombre del bicho.

Porque claro, es en el nombre del bicho. No olvidar.


Ahora bien.

Como un soffio sottile, dirían los tanos, como un airecillo que sopla leve todavía, se cuela por aquí y por allá un nuevo concepto, y con él una tópica incipiente que ha nacido con cara monstruosa, pese a su todavía parvedad.

Se ha combatido durante decenios en torno a la colina de lo normal y esa batalla parece haberla ganado el bando que propugna, resumiendo, demoler "lo normal" y abolir la ley natural. No han abolido la ley natural, es claro, no podrían. Pero se han parado lo mismo sobre la colina que han usurpado.

Y de pie sobre esa colina humeante, comienzan a pararse ahora, tímidamente todavía, los que pretenden establecer "la nueva normalidad".

¿Cómo, mi cuate? ¿No era que no? ¿No era que ni nueva ni vieja, y mucho menos para todos lo mismo, nada de "lo normal"?

Sépase: eso es, en principio, una batalla retórica, mis amigos. Porque por revolucionario que se crea uno, no puede evitar usar las palabras para significar conceptos que significan cosas. Abrazado a Aristóteles, el más encarnizado demoledor se ampara en el viejo macedonio para armar su plan de batalla demoledor y se refugia inevitablemente en su axioma para "construir" lo nuevo. Una palabra es poderosa. "La nueva normalidad" es un ariete poderoso. Y a como lo veo, puede llegar a tener un poder casi casi omnímodo.

Porque resulta que ahora parece que se trata, no de demoler solamente, sino de poner en existencia una legislación global, una normalidad planetaria que rija todo y a todos.

¿Lo tenían pensado? ¿Se les acaba de ocurrir? ¿No ven otra salida para el día después del bicho?

Tanto da y me importa poco. Otros habrá que hagan de detectives. En cualquier caso, un servidor se apresta a combatir contra eso, de todas maneras.

Ya está en los discursos. Y no hay que olvidar que para un constructivista, las cosas son en primer lugar patrimonio del discurso, y a veces patrimonio exclusivo del discurso que, llegado el momento, como una especie de íncubo, saldrá de las entrañas de las palabras para pasearse por el mundo.

Pero ya está aquí y allá. Todavía en forma de pregunta programática, desorientada y perpleja en los mortales comunes, como una propuesta más pomposa y solemne en los dizque gurúes y analistas. Quién sabe con qué forma en la mente de los ejecutores.

¿Cómo será la economía que viene? ¿Cómo será la industria y la educación? ¿Cómo será el acto sexual o la fila para cobrar la jubilación? ¿Habrá nuevas aulas, peluquerías, camas, fábricas, verdulerías y tal y tal...? ¿La virtualidad será la "realidad" privilegiada de "la nueva normalidad"?

¿Y habrá nuevas leyes? ¿Habrá nuevas prohibiciones, nuevos permisos, nuevos delitos, nuevas prebendas, nuevos pecados, nuevas virtudes? ¿Habrá un cielo nuevo y un infierno nuevo?

¿Y podría llegar hasta lo más alto y sublime y buscar demoler lo real para volverlo una fantasmagoría del pasado y hacer de las fantasmagorías del presente  y de "la nueva normalidad" lo único "normal" admisible?

¿Hasta donde podría llegar una "nueva normalidad"?

Contesten, vuesas mercedes, a su sabor y según lo que ven, intuyen, saben o barruntan. Pero recuerden que esta es una batalla de una guerra cultural y que una guerra cultural es al cabo también ella una guerra religiosa.

Pues, mis queridos comparadas y apreciados camañeros: "la nueva normalidad" ya empezó a obrar, ya se la empieza a vislumbrar y, por lo que se ve, tiene ante sí el campo bastante libre. Y podrá ser, si así lo decide, todo lo creativa que quisiere ser. 

Pero así como digo una cosa, digo la otra.

Y me late con firmeza que, así las cosas, un servidor, y tal vez otros tales por motivos iguales o parecidos, formaremos filas detrás de una bandera que diga: Anormales.

Y habrá que ver allí cuántos pares son tres botas.