jueves, 30 de diciembre de 2021

Elemental




Se va este año y lo bien que hace.


Mientras, ya al final, en medio de tanto asunto agridulce y una que otra cosa bien buena de veras, aquí queda este último libro de versos, que por más de una razón me son elementales.

Pocas veces lo hago, pero, en esta ocasión señalada, lo dedico a quien, durante casi un año ya hace 40 agostos, me enseñó algunas cuantas cosas bellas que hay enhebradas en la trama de este mundo, y lo hizo de manera feliz, sencilla y conmovedora, con gracia elemental.

Decir que cumplo (tarde) con un deber de agradecimiento y justicia, no es decir exactamente lo que en realidad le debo, aparte de un recuerdo luminoso que no se apaga.



Cancionero elemental (XIV)


Romancillo elemental

El agua busca la tierra 
como el fuego busca el aire,
y así busca el corazón
el bien que feliz lo hace.
Y aunque esta vida es muy corta
y aunque eso nunca se alcance
bajo esta luna que brilla
y en las sendas de este valle,
hay algo que se parece
y es parecido en su talle
a lo que un día será
el bien que feliz me hace.



Cancionero elemental (XIII)


Cuando el rescoldo se apaga
ya no hay el calor que había,
la llama que lo encendía
ya no es llama sino llaga;
y en las cenizas naufraga
algo que el fuego traía.

Sin fuego la noche es dura
y la mañana es helada;
es la tarde desolada,
como vivir sin amor,
que el fuego es más que calor 
y el amor que llamarada.



miércoles, 29 de diciembre de 2021

Cancionero elemental (XII)

 

Como el aire, enciende el fuego;
y como el agua, lo apaga.
Hiere con una caricia
y cura con una daga.

             *  *  *

Sobre la tierra llorando
no tiene el sauce consuelo.
Con llanto triste en las ramas
no conoce más que el duelo.

              *  *  *

El ceibo sangra en la flor, 
el tarco en flor es del cielo,
el aromo es oro en pleno:
todo tiene su color.

               *  *  *

Cuando llora la nube
la tierra canta.
Cuando canta el crespín,
brota una lágrima.



Cancionero elemental (XI)


Hay lugares en la tierra
donde se siembra la altura:
el monte, el cerro, la sierra,
y el cielo de tu figura.

*   *   *

Una senda hay en el cerro
que nunca pude subir,
No sé cuándo será el cuándo.
Será cuando sea el fin.

*  *  *

La lluvia dejó el poleo
enamorando a la menta,
y entre las peñas suspiran
matitas de yerbabuena.

*  *  *

Una vez me trajo el eco
palabras que yo no dije
y que no quise decir.
Él me dijo lo que quise.


Cancionero elemental (X)

 

Al aire va la paloma,
mi paloma mensajera.
Una vez lleva el amor
y otra vez sólo aire lleva.

            *  *  *

Torcaza del limonero
de azahar en el corazón,
aire verde de limón,
vuelo de limón velero.


           *   *  *

¿Qué tiene el aire, mi niña,
qué tiene el aire?
De viento se ha vuelto brisa
y se deshace.
¿Que tiene el aire, morena,
qué tiene el aire?
De clavel se hizo verbena
para endulzarme.


Cancionero elemental (IX)


La llama que alumbra más
es la de madera dura.
Así es la vida del hombre
que enfrenta una suerte oscura
y en esperanza se alumbra.

                *  *  *

Si es rojo el hierro en la fragua, 
en el yunque aguanta el golpe.
Si al fuego se pone blanco,
se hace astilla aunque se doble.
Aprendan de eso los hombres.

                *  *  *

La ceniza de la brasa
es buena para lejía.
Es negro el tizón y mancha
y con ceniza se limpia.
Y así nos pasa en la vida.



martes, 28 de diciembre de 2021

Cancionero elemental (VIII)


Romancillo del marinero

Ay, olas, furias del mar,
que altura y dolor que llevan
sobre mi barca que va,
tan rotas mi alma y sus velas.
Ay, que voy a naufragar...

Ay, el viento se enfurece
y me quiere gobernar
sobre la furia del mar.

Ay, si otra vez amanece,
ay, si el sol vuelve a brillar
sobre la calma del mar
y la borrasca enmudece,
volverá dulce a bogar
la barca que me guarece
y el corazón a soñar.



Cancionero elemental (VII)

 
Serán el agua y el aire.
Serán la tierra y el fuego.
Serán la luz en el cielo.

Serán el fuego y el agua.
Serán el aire y la tierra.
O la luz de las estrellas.

Serán la guerra.
O la paz.
Y nada más.



Cancionero elemental (VI)


Un cielo de nubarrones 
hace la sombra en el suelo.
Lloverá.

Y en el aire ensaya el vuelo
la bandada de gorriones.
Y se va.

Y así son las ilusiones
como la sombra del cielo
y el vuelo de los gorriones.
Ya verá.



Cancionero elemental (V)


Si el silencio de un hombre
se le parece
a la tierra fecunda,
lo reverdece.

Si el silencio es estéril
como la arena
donde nada florece,
no es más que pena.


Cancionero elemental (IV)


El agua del río limpia
muy más que el agua del mar:
bautiza, riega y, sedientos,
la vida de nuevo da.

              *   *   *

La sed de los caminantes
el mar no puede calmar
porque el hombre es de la tierra,
que dizque es el más allá.

              *   *   *

Por el agua crecen trigos
y hay verde en el manantial
y en el arroyo los lirios
han principiado a brotar.

              *   *   *

Las aguas que son amargas
veneno tienen o sal.
Y si es dulce el agua dulce
nunca llega a empalagar.



lunes, 27 de diciembre de 2021

Cancionero elemental (III)


Romancillo del clavel del aire

Anda por las ramas...
No puede vivir
si no abraza al árbol
al que hará morir.
Y la flor bonita
que le dará al fin,
vestirá su duelo
de rojo y añil.

Ah, clavel del aire,
vivir es sufrir.

Al aire bosteza,
la tarde ya es gris,
y el clavel del aire
tiene su botín.
El árbol se yergue
con porte viril,
le hierve la savia
desde la raíz.

Ah, clavel del aire,
vivir es sufrir.

Llegó una mañana
el aire de abril
en oleadas frías
del cielo turquí.
Lastimó las salvias,
castigó el jazmín
y secó las púas 
del clavel hostil.

Ah, clavel del aire,
vivir es sufrir.


Cancionero elemental (II)


Hay una coplita
que encendió un tizón,
y, ardiendo, en los ojos
se me iluminó.

Carboncito manso,
que de nada ardió
cuando oí la copla
templada en la voz.

Brasita que quema,
rayito de sol,
llamita coplera
de luz y calor.


Cancionero elemental (I)


Canciones de tierra y fuego,
coplas del agua y del aire:
de llama, de viento y río,
de monte, de sierra y valle.

Coplas de andar por el mundo 
con un corazón que late
y es manantial, brasa y surco 
y brisa que se deshace.

Canciones y coplas niñas
florecerán cuando cante:
raíces que dan retoños
que perfuman cuando nacen.  




domingo, 26 de diciembre de 2021

Impuestos y Ave María


No crea. Entiendo todo. No sé si perfectamente, pero entender, entiendo.

¿Es cuestión de retórica? ¿Es un argumento conveniente, oportuno? Será. Y tiene todo el aspecto. 

Pero a trasluz, muestra otra cosa.

Cuando decimos algo, "nos" decimos. Mostramos nuestro revés interior de la trama exterior del  discurso, y se nos cuelan nuestras concepciones. Hasta en las palabras que elegimos, porque –estrictamente hablando–, no hay sinónimos.

Entonces...

Muchas veces oí (y sigo oyendo) la indignación de buenos cristianos, presumo, que ponen el grito en el cielo por las blasfemias y tropelías de todo tipo que inundan el mundo nuestro. El ataque al cristianismo, a Jesucristo, a su Madre, a cualquiera de las creencias de un cristiano. Y especialmente la de los católicos.

Bien. Entendido.

Nomás hoy, por ejemplo, veo una de estas campañas indignadas, ahora contra un tal Riccardo Simonetti (influencer... ay, mi madre...) que fue tapa en una revista de homosexuales en Alemania, homosexual él mismo,  disfrazado con todo y barba de Virgen María, con un san José negro a su lado. No me detengo demasiado. Un caso entre otros. Ni el primero, ni el último. Las leyes de la comunidad europea y de sus estados miembros son peores que esa tapa, con lo repugnante que resulta y todo. Y claro que es una ofensa y una blasfemia, la foto, la nota interior y más.

Sólo voy a hacer un berve comentario sobre un argumento que suele usarse (y esta vez lo usan) en las campañas virtuales de este tipo contra ésta y otras centenas de ofensas. 

Leo lo último que me llega hoy mismo desde España:
El embajador del Parlamento Europeo para asuntos LGTBI, pagado con nuestros impuestos, se mofa de la Virgen María caricaturizándola como una mujer barbuda.

¡Así trata la Unión Europea a los cristianos en la Navidad!

Exige al presidente del Parlamento Europeo, el señor David Sassoli, que cese a 'su' embajador de manera inmediata por insultar la fe de millones de cristianos europeos.

¿Pagado con nuestros impuestos? ¿Así trata la Unión Europea a los cristianos en la Navidad? ¿De veras dijo eso?

Hace mucho ya que cabezas mejores, como la de C. S. Lewis, se dieron cuenta de que el postcristianismo es peor que el paganismo.

Pero los que usan el argumento de las iniquidades que hacen los estados con "nuestros impuestos", no parecen haberlo advertido todavía.

¿Hablan de impuestos que pagan cristianos en estados cristianos que gobiernan cristianamente con los cristianos impuestos? Hablan de estados cristianos que no existen, hablan de sociedades cristianas que no existen (así, como un colectivo potente y culturalmente homogéneo), hablan de costumbres cristianas que han perecido o se han pervertido. Como si vivieran en un mundo cristiano, en una sociedad cristiana.

El cristianismo tiene derechos universales sobre el entero cosmos. Porque Cristo los tiene. Nuestra Señora es la Reina del Cielo y la Intercesora universal, Reina de los Ángeles, la Esposa del Creador, Madre de su Hijo y Madre nuestra, los pecadores.

Y eso hace que el cristianismo tenga per se el derecho a proclamar esas y otra verdades sobrenaturales y naturales. Y a obrar según esas verdades. Y la Caridad por sobre todo, claro que sí. 

¿Lo sabe el mundo? ¿Lo sabe la Unión Europea y sus países miembros? ¿Lo sabe cualquier país, la pobre Argentina entre ellos? Lo sepan y lo rechacen, lo sepan y lo ignoren, lo han sabido y se han olvidado, o no lo sepan, tanto da.

Pedirle al mundo mundano que respete nuestros cristianos impuestos es una soberana estupidez.

Una cosa son los derechos inderogables del cristiansimo. Otra cosa es reclamar el uso cristiano de impuestos cristianos (y no cristianos) para que un estado postcristiano de una sociedad postcristiana con una cultura postcristiana (y, en el mejor de los casos, apóstata), tome medidas cristianas que abomina y respete al cristianismo que desprecia y combate. Zonceras, puras zonceras. Reclame, si quiere. Pero es una zoncera.

Para el caso, y fíjese lo que le digo, ¿por qué no?: ¿Y si se pide primero a la entera cristiandad y a quienes corresponda el uso cristiano de las cristianas limosnas, óbolos cristianos, donaciones y tal y tal? ¿Pedir que los cristianos –"todos" los que cristianos son–, den cristianamente lo que tienen para dar al cristianismo, para que el cristianismo haga con los bienes cristianos la obra cristiana que su Fundador le ha pedido con las cosas del Cielo y de la tierra?

¿Monedas cristianas para colegios de veras cristianos (dije "de veras cristianos", a ver si se me entiende...)? ¿Monedas cristianas para editar (como más le guste, en el formato que le venga mejor) cristianismo escrito, cristianismo oral, cristianismo visual? ¿Monedas cristianas para caridad cristiana? ¿Monedas cristianas para apoyar a quienes cristianamente quieren y quieren hacer y hacen mejor política, bien común natural, vida buena? Y entre otras cosas, al fin, but not least, ¿monedas cristianas para sostener sacerdotes cristianos que obren cristianamente su sacerdocio? ¿Monedas cristianas para que los sacerdotes primero (pontífices, obispos, sacerdotes, diáconos, lectores, acólitos, et al.) obren cristianamente y dignamente el culto debido a Dios en la liturgia cristiana?

No. De eso, nada. Cuando me llegue esa "campaña", les aviso.

Política, pura política, puta política, de la mala. La que puede imaginar quien viva y respire en un mundo postcristiano. Una especie de retórica de oportunidad con argumentos que pueden impresionar a un mundo postcristiano que cree de veras que la libertad es cosas así como pagar menos impuestos y que cada quien pueda hacer lo que quisiere sin que ningún poder de este mundo o del Otro le diga qué.

Es parte de la enfermedad. No del remedio. Mala suerte.



viernes, 24 de diciembre de 2021

Navidad, la indestructible




Claro que el dolor duele y el escándalo escandaliza. Claro que la hipocresía finge la bondad y el terror aterroriza. Claro que la desesperación desespera y el desánimo desanima. Claro que la perversión pervierte, la tergiversación tergiversa. Claro que la fealdad afea y el vicio envicia. Claro que la degradación degrada y la abyección envilece. Claro que la indiferencia disuelve y el odio lastima y que la mentira miente y la confusión confunde y el error engaña. Claro que lo torcido tuerce y la brutalidad embrutece y la ignorancia enceguece y la trivialidad trivializa. Claro que la decepción decepciona y el cansancio cansa y la tristeza entristece y la crueldad es cruel. Claro que el mal es malo.

Claro que sí. 

¿Quién pretende hacer de eso una noticia, una novedad, la develación de un misterio?

Yo lo sé. Cualquiera que quiera saberlo lo sabe.

Pero, si fuéramos todos idiotas y no supiéramos todo eso, Dios sí lo sabe. Y lo sabe desde que el hombre es hombre. Y aun antes.

Por eso le buscó remedio al dolor y al escándalo, a la hipocresía y al terror, a la desesperación, al desánimo, a la perversión, a la tergiversación, a la fealdad, al vicio, a la degradación y a la abyección, a la indiferencia y al odio y la mentira y la confusión y al error, a lo torcido y brutal, a la ignorancia, a la trivialidad, a la decepción, a la tristeza, a la crueldad. Al mal.

Y buscó un remedio que no tenía que estar en cualquier parte ni ser de cualquier manera.

Lo quiso en el corazón del hombre. Adentro. Bien adentro. En el lugar del que no puede ser removido fácilmente, salvo que el propio hombre quiera removerlo de sí. Lo hizo para que estuviera anclado en un lugar en el que el hombre fuera bien sí mismo, más sí mismo que en cualquier otra parte de adentro o de afuera. En el lugar donde sólo Él habla de veras con cada hombre. Porque el remedio tenía que ser para cada hombre. Del universo se ocupa Él y sus ángeles.

Y quiso que ese remedio fuera indestructible. No importa qué se quisiera hacer con él afuera. Allí, adentro, bien adentro, eso es remedio y es indestructible. Y en el universo lo es. Pero del universo se ocupa Él y sus ángeles.

No importa si el remedio figura y se declama en las leyes, si lo proclama y lo difunde la ONU, la OMS, la UE, no importa que esté en los discursos de los reyes y los príncipes o de los sindicalistas y los presidentes, o en las homilías de los prelados, no importa que esté en las encíclicas de los pontífices, no importa que esté en los brindis o en las tarjetas de saludos. No será ni remedio ni indestructible por estar allí, en ninguna de esas y tantas cosas de afuera. 

Sólo si está allí adentro, en lo más hondo de lo hondo del hombre y brilla allí, es remedio para el hombre. Y claro que desde que es remedio, es indestructible. Porque sale de una mente y de un corazón que ni se equivoca ni se arrepiente de sus obras, sale de una mano que no yerra ni tiembla ni duda.

No podemos destruirlo. Cada hombre puede dar vuelta la cara. Pero no puede destruir el remedio. Puede echarlo de sí, apartarlo, ignorarlo, hacer que no lo sabe ni lo ve. Despreciarlo, manosearlo hipócrita, trivial o malévolamente. Pero no puede destruirlo. 

Es lo que hace feliz a la Navidad. Es indestructible. Y es el único remedio indestructible contra el dolor y el escándalo, la hipocresía y el terror, la desesperación, el desánimo, la perversión, la tergiversación, la fealdad, el vicio, la degradación y la abyección, la indiferencia y el odio y la mentira y la confusión y el error, lo torcido y brutal, la ignorancia, la trivialidad, la decepción, la tristeza, la crueldad. El mal.

Yo soy de barro. Ella no. 

Yo puedo deshacerme y frustrarme eternamente. Ella, no.

Todas las cosas pasan. Ella no.

Es remedio.

Es indestructible.


Por eso es feliz. 



jueves, 23 de diciembre de 2021

Son canto y alas






Hay diez sonetos en este libro, con su dedicatoria, que son un homenaje a su vez.

Los pájaros y la aves, su canto, su plumaje, su vuelo, son todo eso. Pero vienen con otro significado. Cada uno de ellos. Y con una memoria que canta también. Y trae ámbitos, distancias, hechos, circunstancias.

En fin, la vida misma. O esa parte, al menos, que es con canto y alas.

Queda este librito de versos aquí como agradecimiento a quien me mostró el canto. Y las alas.



miércoles, 22 de diciembre de 2021

Calandria y fin


Tu vuelo pardo y tu antifaz sonoro,
pecho de plata y trinos infinitos,
están preñando el aire de sonidos
que punzan la mañana con asombro.
Arpegios tornasol, aires no vistos,
modulación audaz tono tras tono,   
curiosa de gozar un son curioso,
vienes a mí en un silbo que persigo.
Y voy de ti al secreto de tu canto,
romero de tu voz, fiero de amante
que de cristal se vuelve si te alcanza.
Y cuando llego a ti, en tu voz estando,
enmudecen mis ojos de encontrarte
dormida en tu silencio que me canta. 



Tordo y siesta


En una catedral de tronco y ramas,
los molles infinitos, silenciosos,
se aquietan taciturnos y juiciosos
y oyen el coro con sus melodramas.
De a ratos, unos tordos sentenciosos
dan la estocada de sus epigramas
y baten alas, negros oriflamas,
o dan arias en trinos misteriosos.
Me acodo en un triclinio de raíces;
se mece el molle y huelo a resolana,
porque el sol huele cuando el tordo trina.
Y cada nota labra cicatrices
y en hilos de nostalgia deshilvana 
cada trama de un alma peregrina.



Frío y cormorán


Voy a un cielo y a un mar de cormoranes
de capa oscura y porte distinguido,
que en un acantilado embravecido
le protestan al viento sus desmanes.
Voy a una tierra yerma de guardianes,
oscuros en el aire; y, aterido,
llevo en el corazón mi propio nido
y tres palabras como talismanes.
Costa de un mundo que a este mundo ignora,
mar que está solo y barca solitaria,
sin marineros y sin capitán.
Solo en la piedra, luce tajadora
la efigie negra, libre, temeraria, 
que con desdén dibuja un cormorán. 


 

Jilgueros y cosecha


Voladura de espigas y jilgueros,
trojes de luz sinfónica y dorada,
se quiebra el aire con la clarinada
de los celos furiosos de los teros.
El verano llegó entre los primeros
ardores de la tímida mirada,
que a mirar con ardor está llamada
en la llamada azul de los jilgueros.
Jilgueros y jilgueros... La bandada
musical de silbidos prisioneros,
se libera de puro enamorada.
Por brumas de la tarde van fronteros
como nobles tenores y guerreros
a rendirse a las alas de la amada.



Torcaza y noche


Sombra de verde y gris tiñe el plumaje
de la torcaza que el laurel resguarda.
La noche llega, con la luna parda
y un vaho de rocío, a su hospedaje.
El viento prepotente la acobarda.
Se arrebuja con hebras del follaje
y otea inquieta el débil camuflaje,
mientras la noche dura y la luz tarda.  
Insomne, sueña el sol y el aire claro,
y la rama florida y el color
del lino en el vestido de las lomas. 
Imagina el arroyo o el amparo
del azahar y el sabor y los aromas
del campo que verdece. Y el amor.



Miel y zorzal


La miel está en sazón y en los panales
la abeja bulle en ceras y dulzores:
el corazón floral fue de las flores
y es oro ya traslúcido a raudales.
Oye el zorzal, sus ojos veladores,
zumbidos y murmullos y jornales
rumorosos en dulces arsenales,
vasallaje de mieles y furores. 
Quieto, en su rama, un aria triste entona.
Su canto es gozo y a la par es duelo:
mira el panal, pero a la vez el cielo.
La tarde es del zorzal, él la artesona
y cincela silbidos en su vuelo,
velando penas cuando trina celo.


Garza y sueño


Duerme mi garza en su almohadón de juncos,
blanca en su orilla y ávida de luna,
recostando su cuello entre la espuma
del oleaje que mece todo el mundo.
Y todo el mundo es todo y todo junto:
el húmedo nidal de tu figura
que silencia en el viento cada duda
cada vez que en silencio temo y dudo.
Tu sombra en vuelo, garza mía, esplende
y ciego de tus alas me cobijo
en el abrazo grácil con que hieres.
A serte tu laguna me destino,
cuando en la tarde a mi costado vienes
para soñar que a tu costado vivo.



martes, 21 de diciembre de 2021

Cantos y alondra


Hay un gorrión que anida en mis adentros
que con migajas de dolor se basta. 
Chilla isócrono, agudo y entusiasta.
Tirita en el invierno de mis centros.
Hay otro nido y un halcón atento
que custodia los bordes de una llaga
con su vista de fuego, hielo y daga,
y una lágrima seca de alimento.
Hay un rincón de torre y palomar,
perpetuo en sus arrullos manantiales
que se beben las penas en la aurora.
Y hay un trino imposible de callar,
puro en su acorde, mudo en sus señales,
de una alondra invisible y trovadora. 


Siembra y ave


En eras que surqué, un ave traza 
su vuelo a la simiente que dormita
aromando ya el germen que palpita, 
perfumando la tierra que la abraza,
abrazando la tierra en la que habita
la semilla que hiende y embaraza
el surco oscuro, al que en amor se enlaza
cuando su entraña mineral visita.
Palomas y gaviotas, golondrinas, 
golosas, a mi espalda, han estelado
la tierra fecundada, fresca, amante.
Mi pie camina el campo que iluminas:
tú, el surco abierto, el fruto enamorado;
yo, el vuelo, el beso que te di rasante.


 

Cortejo y ruiseñores


Adivinos de besos y colores,
sueñan silencios del ramaje oscuro
a canto limpio en su limón maduro,
con su fiesta de amor, los ruiseñores.
Tímida hembra de ese macho puro,
desdeña los requiebros y las flores
y a su canto se rinde y sus ardores
vuelan a él temblando, desde el muro.
Oigo su voz que cimbra de amorosa
y él su aleteo enciende, y una rosa
con lágrimas de sangre los festeja.
Oigo mi voz en esa dulce queja
y, de pronto, a mi lado, rumorosa,
crece una voz en flor que me corteja.



lunes, 20 de diciembre de 2021

En tu sonrisa (otra vez)


En abril del 2013, apareció aquí mismo una entrada con tres poemas del español Leopoldo Panero, poeta de veras, tan querido y admirado por su servidor.

Y pasó que un par de días atrás discutíamos sobre poesía. La cuestión que se trajo a la mesa de una taberna fue repetir o no palabras, aun giros, en un mismo poema. Si era poético, y quien lo decía quería decir que repetir era imperfecto o pobre.

No es lo que yo sé ni lo que me enseñaron mis maestros y los poetas que conozco. Dejemos aparte las anáforas o la repetición misma, u otras tales, como figuras retóricas o poéticas. No es cuestión de preceptiva o de uso de recursos. Eso está en los manuales (y por algo está allí, claro...)

La cuasiqueja era más llana: repetir es como no tener palabras para decir las cosas.

Y no. Y no. Y no, definitivamente. Puede pasar que un hacedor de versos tenga pocas palabras. Y será un pobre hacedor de versos pobres. Eso es verdad. Pero no toda repetición es pobreza. Y más: la repetición es potencia paradojal. Con menos, más.

Un poeta no yerra. Repite porque quiere repetir. Llamar a eso recurso suena a poco. Es más que eso.

Es una intención deliberada, un gesto y no de la voz. Es un gesto de la mirada. De lo que el poeta está viendo, afuera, ante sí. Y adentro, en el alma. En su alma. Es presencia, es clave, es camino hacia lo cantado.

Gentes bisoñas tienen el prurito del sinónimo, el horror a la repetición. Y, así, se embarcan en lo que creen (y les es) la difícil tarea de no repetir. Eso es artificial como premisa y principio. No es artístico. Se pone el recurso por encima de lo poético. Mala cosa. Trivial.

De hecho, repetir –saber repetir– es más difícil y más acorde cuando cuadra con la potencia poética de un poema.

Y entonces me acordé de Panero (y de Banchs, y de...). Como mi memoria es pésima (suponiendo que existiera mi memoria...), apenas pude citar algunos ejemplos que recordaba (es un decir...)

Por eso, con Panero, aquí está de nuevo un ejemplo de arte, con todo y la repetición. Lo prometí y aquí cumplo.

En tu sonrisa

Ya empieza tu sonrisa,
como el son de la lluvia en los cristales.
La tarde vibra al fondo de frescura,
y brota de la tierra un olor suave,
un olor parecido a tu sonrisa.
Un pájaro se posa entre el ramaje,
y comienza a cantar en tu sonrisa
y a mover tu sonrisa como el sauce
con el aura de abril; la lluvia roza
vagamente el paisaje,
y hacia adentro se pierde tu sonrisa,
y hacia adentro se borra y se deshace,
y hacia el alma me lleva,
desde el alma me trae,
atónito, a tu lado.
Ya tu sonrisa entre mis labios arde,
y oliendo en ella estoy a tierra limpia,
y a luz, y a la frescura de la tarde
donde brilla de nuevo el sol, y el iris,
movido levemente por el aire,
es como tu sonrisa que se acaba
dejando su hermosura entre los árboles...



domingo, 19 de diciembre de 2021

A quien corresponda


Hay los que hacen versos. Y hasta hay quienes los hacen acordados y sonoros, con gracia, diría.

Pero hay otras gentes que hacen una cosa distinta: hacen poesía.

Parecido no es lo mismo.

La poesía es algo que se hace porque se tiene. Y si no se tiene, no se hace. Se hace otra cosa. Versos, por ejemplo. Porque no se tiene poesía porque se hace poesía. Se hace porque se tiene.

No se hace poesía porque se quiera. Se hace aunque no se quiera. Querer no es poder. Hacer es poder hacer.

Y eso quién lo dice. Yo, por qué no. Hasta un ciego distingue una serpiente de una flor.


Vengo oyendo y trayendo a las bitácoras cosas de Jaime Dávalos.

Ahí tienen a uno que tiene y por eso puede hacer.

Y es a los que tienen, a quienes les va este acompañamiento que dejo aquí.

Oigan bien, oigan despacio, no escruten, no midan, no ensayen imitar: saboreen. Verán y oirán cómo el que puede le ve a las cosas lo que tienen de poético. Porque tener es tener cómo ver, cómo oír cantar a las cosas el canto que interpreta el que puede.

Vean adentro, no afuera. No recorran el contorno eficaz del sonido y la floración de las voces. Miren adentro, vean adentro: Dejen que la fuente hable. Que la fuente les hable. Callen, no hablen con los versos. No hablen en verso. Callen. Oigan.

Porque, dijera Paco Bernárdez:
El mundo nos despierta y al oído
nos confiesa el afán de cada cosa
por empujar la puerta misteriosa
y escapar de la muerte y del olvido.
Nos dice que la piedra y que la rosa
buscan la voz del hombre dolorido:
la piedra inerte para ser sonido,
y palabra la rosa misteriosa.
Y nos dice también que, sólo cuando
las cosas hallan lo que van buscando,
alcanzan toda su naturaleza.
Porque, sólo en la voz que las asume,
tiene la piedra toda su firmeza,
tiene la rosa todo su perfume.

A quien de veras carga el cuenco terrible de la poesía que le han dado, le dedico esta entrada, porque le sirva.







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Quince años atrás, publiqué aquí otro de los sonetos al vino que compuso Dávalos y que recitó en Salta en la fiesta de los 20 años de Los Chalchaleros:
Viene un color de vena desolada
nombrándote crepúsculo entre flores
y tocas al amor con resplandores
de sangre y tinta azul martirizada.
Como un monstruo inocente, la mirada
te duele de tan honda; en los albores
de tu cuerpo crisol hay ulteriores
reflejos de alarido y puñalada.
Entre la piel y el alma te me pegas
como la sombra de un abuelo triste
que en mi vengara todas sus tristezas.
Y desde el pozo de tu vida ciega,
un toro antiguo de jazmín embiste
mi corazón sin tiempo y sin cabeza.

Y está este Temor de sábado que no puede faltar, si de vino se trata, aunque sea el vino amargo que dice Dávalos. Pero decir bien una cosa amarga, también es poder hacer porque se tiene con qué.




viernes, 17 de diciembre de 2021

La secreta belleza de lo triste




Cuando el día es largo, muy trajinado, agridulce y casi triste sin casi, me es costumbre la música o la pintura al final del día. Largo, larguísimo rato.

Porque la belleza salvará al mundo, claro. Siquiera esta belleza terrena, imperfecta y sublime. Porque hay cosas en este mundo que parecen no tener arreglo (no digo salvación, que quién soy yo para repartir medallas...) y la belleza nos hace la ilusión de que, hasta aquellas cosas que nos entristecen, caben en la alegría, si pasan por el lienzo o las armonías.

Misterio grande es. Yo no lo sé decir. Pero hay consuelo y hasta esperanza en los trazos y en los sonidos bien acordados. A un servidor, al menos, eso le pasa.

Oí que Pieper decía que Goethe decía (cito al voleo) que lo bello no es tan operante como prometedor. Será, si ellos lo dicen. 

Pero yo soy hijo de Il Mare no del Rin. Y para los hijos de Il Mare la belleza no es un subterfugio, no es una excusa, no es un instrumento o un cartero, así, sin más, una herramienta, una paloma mensajera para mandar mensajes. Para nosotros la belleza es operante, casi ex opere. Y es prometedora a la vez, porque la belleza recorre el tiempo y el mundo desde adentro, desde las raíces y las entrañas. La belleza lleva al mundo, no solamente lo salvará, lo sostiene, lo conduce al puerto y al fin. Y nos espera al final, y eso mismo significa que lo bello es prometedor. Solamente la belleza sabe que lo que promete es más verdad que el pan y la tierra. Porque lo que ella promete es ella misma.

El caso es que quedé atónito con la belleza que es capaz de hacer Pietro Annigoni, a quien descubrí hoy paseando por los rincones donde se acumulan los consuelos de la belleza. Era capaz, murió hace unos 30 años. Mientras vivió, fue un eximio retratista que adoptó una técnica renacentista y ahondó en un realismo elegante y así se escapó de su tiempo con prestancia y acierto, diría. Vayan a ver quién es y vean lo que hizo.

Pero recorriendo su galería extensísima, noté que casi la totalidad de sus mujeres tienen un aire de tristeza. Bella tristeza y belleza melancólica y nostálgica. Mujeres distintas de todas partes, ¿todas melancólicas y tristes? ¿Es posible? ¿Son ellas? ¿Es su pincel, su paleta? No sé eso. Pero allí están para verlas. Y para ver lo que él vio. 

La secreta belleza de lo triste..., dice Jaime Dávalos en un poema bellísimo que introduce a La Nochera, bellísima zamba que compuso con Ernesto Cabeza. Lo dejo aquí también, porque cabe.

Y será como él dice. Aunque un servidor cree que no hay tristeza alguna en la belleza. Hay nostalgia de un futuro que colma toda la sed de belleza que estas migajas espléndidas en este valle apenas si logran calmar a la vez que la hacen crecer. Esa tristeza bella existe y esa belleza triste existe. 

Pero no es triste. Porque es belleza.












miércoles, 15 de diciembre de 2021

El terrible amor (o La música del hijo)


La historia de Hikari Ōe me es conmovedora. 

Y en medio de esa historia estuve dando vueltas mientras regaba el jardín, oscureciendo.

Vinieron entonces como un relámpago unos viejos versos de 1992, precisamente, y me hizo gracia la coincidencia con la fecha en que fue grabado el primer álbum de Hikari, que se distribuyó al año siguiente.

Fui a buscar los versos en esta bitácora. Aquí había publicado algunos que aparecieron en los números de El Druida de aquellos años. No estaba aquel soneto. Busqué en 140 Poemas, porque también allí hay versos que no estuvieron en otra parte. Nada.

Lo encontré en el número 2 de El Druida, de septiembre de 1992, porque sólo está allí.

Hijos

No saben que los miro mientras duermen.
Tampoco que mi gesto me delata
ni que mis brazos quietos desesperan,
o que busca mi oído si respiran.

A veces juego a oscuras con sus manos
en una soledad que se despierta
para soñar sin luces el futuro
de cada gesto apenas insinuado.

Desde que crecen mi dolor no cesa
y mi alegría busca más caminos
y la esperanza no se queda muda.

Cada nombre me suena como un trueno,
cada risa se rompe entre mis ojos,
cada beso me abona y me desangra.


Me sorprende que no lo haya publicado ni aquí ni en los otros libros de versos. Y mientras lo copio ahora me preguntó por qué.

Tal vez porque pasados año tras año y después de 30 años es una verdad esencial. Y que se hizo existencial en estos tantísimos años, de un modo único. 

No digo que uno acierte siempre y digo que uno falla tantísimas veces. Pero es tan de cada día, de cada hora, de cada momento, eso que dice el soneto respecto de los hijos, que es imposible su ausencia.

El terrible amor son. El más amor que cualquier amor a cualquiera otra criatura. Ningún amor es como ese amor. 

Se puede hacer muchas cosas con ese amor. Incluso nada. Incluso nada bueno, aun creyendo que se hace lo mejor para ellos. Pasa, sí. A los padres les cuesta admitirlo. Los hiere esa posibilidad y los traspasa si llegan a poder admitir que es algo más que una posibilidad. Y hay tantas veces que otros amores y otros dizque amores pasan adelante. Hay tantos amores a los que se les puede robar la vida, quitársela. Hay tantos amores que pueden serle al que ama y al amado todo el sentido de la vida.

Pero hay sólo un ser al que puede dársele la vida. Hacer que tenga vida. 

Por eso será que, como con ningún otro, también con ese amor se puede hacer música. Y no lo sé, pero creo que finalmente es el único amor que puede hacerlo realmente. Y no lo sé, pero creo que si no puede hacerse música de ese amor, no vale mucho la pena cualquier otra música.

Tal vez los padres de Hikari pudieron hacerlo. Y será que su música fue Hikari, porque verdaderamente fue su amor mayor. Mejor para Hikari, si fue así. Y para sus padres, claro.




Hijo de la música (o El terrible amor)






Seguramente, habrá quien crea que esto debería estar en marenostrum.

Pero, mis queridos, la música a veces es mucho más que música. 

Un servidor sabe a qué persona agradecerle el haberme encontrado con esta historia. Cumplo gustosamente con ella con estas líneas, también en su obsequio.  

Claro que es música y no desmerece en nada su calidad y fineza el asunto que la trae a esta bitácora.

¿Qué decirles? ¿Cómo quieren que presente el caso?

Un Premio Nobel de Literatura japonés (1994) y su mujer tuvieron, en 1963, un hijo que se dedicó a la música. 

Un matrimonio japonés tuvo un hijo con fieras discapacidades, destinado por los médicos a ser apenas un vegetal si se operaba de sus males. Los médicos aconsejaron dejarlo morir. 

Un niño autista, casi ciego, que no puede hablar, que no tiene habilidades motrices, que sufre epilepsia, se encanta un día con el canto de los pájaros, que puede reproducir con exactitud y con gracia, y sus padres advierten que la música puede ser, más que una terapia, la voz de un hijo encerrado en un cuerpo deficiente y malformado.

Un matrimonio japonés ama a su hijo deficiente de tal modo que se dedican con amor constante y dolor hondo a estar a su lado y acompañarlo en su vía dolorosa de todas las maneras posibles. El padre, decide escribir ficción para "darle una voz a su hijo mudo" y termina con el Nobel en sus manos. Mientras, descubren sus padres una rara habilidad de su hijo para los sonidos y la música y la acompañan sin descanso, hasta que su hijo encuentra en ella la voz que no tenía.

Y así siguiendo.

En fin, quien quiera algo más, puede empezar viendo este artículo que encontré en el Orlando Sentinel, y que su autora, Lindsley Cameron, escribió allá por marzo de 1995.  

Hikari Ōe tiene hoy 58 años. Estas composiciones de su autoría, que traigo y dejo aquí (porque aquí cuadra que estén), integran dos discos de principios de los '90.


A esto llegó el hijo de Kenzaburō Ōe y Yukar Ikeuchi.


Y a esto llegaron sus padres, claro.



viernes, 10 de diciembre de 2021

Caminos que fui





En estas páginas que dejo a la vista, hay los versos que atestiguan –a su modo, claro– algunos caminos que fui.

No son todos los caminos que fue un servidor, se entiende. Como se entiende que uno no es sólo los caminos que fue.

Como quiera uno entenderlo, aquí quedan estos caminos.


Justo donde –buen reposo mediante– principian otros nuevos.



jueves, 9 de diciembre de 2021

Camino del lino


Vera del camino
azul en que voy.
Ya florece el lino
y al azul me doy.

Desde que la vida
me dijo quién soy,
por huella sabida
con tu azul me estoy.

Y una tarde clara
al azul volví.

Ah si yo olvidara
que en azul te vi.
Ah si recordara
que de lino fui. 



Camino del amanecer


Vereda de los tilos,
altísimo perfume de la corteza oscura,
flor al vuelo: nieves que aroman la vereda.
La hora de la luz apenas luz, 
toda en promesa, camino sin estreno,
hace la ciudad a nuestro paso
y mece resplandores en la mirada.
Tu música destila, 
gota a nota,
un licor de tiempo, mosto de silencio.
Y esa hora de la luz apenas luz
acaricia las manos que acarician;
delinea el trazo tenue de tu figura firme.
Y entonces destreza su esfumino:
te libra de sombras suavemente
y retrata tu voz en tu ventana abierta,
batiendo soledades amorosas, por las que voy al día
traspasando la hora de la luz apenas luz.



miércoles, 8 de diciembre de 2021

Camino de la cumbre


Si fuera cielo sería,
este camino de cielo,
camino de andar al vuelo:
ala, nube y alegría.
Toda una noche y el día
tracé a vuelo este sendero:
pie amoroso, paso fiero,
en el aire, eternidad;
silencio y la claridad
para el corazón romero.

Si fuera cielo la cumbre,
le diera a este cielo frío
la tibieza del rocío
y el fuego con que se alumbre.
Y una ardida dulcedumbre
que siempre sube conmigo,
puro clavel y su abrigo
que traigo yo sé de dónde
y que conmigo se esconde
en la cumbre, sin testigo. 



martes, 7 de diciembre de 2021

Camino del mar


Tanto sufrir el mar.

Casa de nadie, soledad y espuma,
Bullicio, sal, arena, invierno y bruma.
Y en resplandor vagar.
Y a su rumor, callar...
Y esa costa infinita que se esfuma.

Tanto sufrir el mar.

Y ese dolor de mar que sólo abruma.
Y andar y andar y andar y andar y andar,
sin ir y sin llegar.
Y no saber qué flor el mar perfuma,
qué osamentas en flor el mar exhuma.
Y el silencio que grita hasta bramar...

Los ojos han dejado de esperar,
tanto sufrir el mar.



lunes, 6 de diciembre de 2021

Camino de la tormenta


Pronto lloverá, decía.
Pronto los truenos y el rayo
y habrá estrépitos y luz
sobre los surcos del campo.
Pronto serán los barriales
celebraciones del barro,
y astillas del agua el cielo
vendrá con lluvia tajando,
cortando el aire con lágrimas
que llorarán a mi paso.
Pronto..., me digo. Habla el viento,
y camino descuidado:
sordo al grito de los teros,
ciego al árbol y al reparo,
mudo al ruego del abrigo
que piden mis pies cansados.
Camino con la tormenta
que atormenta mi costado,
que viene del cielo arriba
y que brota desde abajo,
que se agazapa adelante
y viene de atrás bramando.
Pronto..., dice el corazón.
Pronto..., dice y esperando.




sábado, 4 de diciembre de 2021

Camino del regreso


volver
volviendo el tiempo 
atrás y más atrás y más. 

a entonces.

a una decena 
y otra 
y otra y otra
y más.

a decenas de años 
y de noches y de tardes y mañanas
a la semilla del tiempo
oculta bajo la tierra de mis ojos
al cielo de una madrugada
al escenario cielo
al abrigo del cielo
a las estrellas
a un bosque de laureles 
alcanforeros en flor
y un pinar
y un sendero interminable de grava
y rosedales como brotes de sangre. 

a la sonrisa sin tiempo de ese tiempo
al lugar sin lugar 
siempre a la mano el corazón
siempre el aire en el aire.

a la mirada limpia 
como un campo de trigo en septiembre.

a tu mirada
como una espiga que brotó del viento.


 

jueves, 2 de diciembre de 2021

Camino de la meseta


En soledad feliz, este desierto,
este sinfín que la mirada pierde,
es puro cielo, inmensidad sin verde,
de piedra y mata, pero nunca muerto.
Silencio y sin memoria que recuerde,
en este espacio claro, gris y abierto,
(donde yo mismo he sido descubierto),
el aire es frío y todo viento muerde.
Y siente el corazón la dentellada 
y la noche tirita en el camino
y de luna y arena me ilumino.
¡Qué manera de andar esta jornada!
¡Cuánto destino es este sin destino!
¡Qué plenitud de todo es esta nada!