martes, 21 de agosto de 2018

Del silencio herido


Hay voces bajo el cielo. Vanamente
agitan el silencio y lo mutilan
y lo quiebran, tumulto de oquedades,
hasta cubrir de gris el mismo cielo.
Huérfano al fin de luz y de belleza,
sufre: páramo hueco, vasto, herido
de sombras polvorientas, guturales,
que no saben cantar, mustias, sin gracia.
Y él insiste en callar, porque el silencio
es la presencia muda de lo ausente
que espera el día en que su voz se oiga.
Y es más vibrante que las voces vanas,
quieta su voz. Es la esperanza misma
de un canto eterno, amante y luminoso.