martes, 24 de agosto de 2004

Merlín (II)

Allí lo dejamos al señor Dimble hablando con su mujer sobre la complejidad del universo y discutiendo el lugar que ocupa Merlín, no sólo en su tiempo, sino en el nuestro.

Pero estaban hablando de la variedad de seres espirituales. Y su mujer le preguntaba...
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-¿Crees que existen cosas así?

- Creo que existieron. Creo que había espacio para ellos entonces, pero el universo se ha definido más. No eran todos seres racionales, quizás. Algunos serían meras voluntades inherentes a la materia, apenas concientes. Más parecidos a los animales. Los otros... pero en realidad no sé, no sé. En todo caso, ese es el tipo de situación donde uno ubica a un hombre como Merlín.

- Me suena bastante horrible.

- Era bastante horrible. Quiero decir que incluso en la época de Merlín (él apareció al final de ella), aunque uno aún podía utilizar ese tipo de vida del universo con inocencia, no se lo podía hacer con seguridad. Los seres no eran malos en sí mismos, pero ya eran malos para nosotros. Era como si marchitaran al hombre que trataba con ellos. No a propósito. No podían evitarlo. Merlinus está marchito.

Es muy piadoso y humilde y demás, pero algo le han sacado. Esa serenidad suya es un poco letal, como la serenidad de un edificio saqueado. resulta de haber dejado su mente abierta a algo que ensancha el medio que te rodea un poco demasiado. Como la poligamia. Estaba bien para Abraham, pero uno no puede dejar de sentir que hasta él perdió algo por su culpa.

- Cecil -dijo la señora Dimble-, te parece adecuado que el Director (se refiere al Pendragon de este tiempo, a Ransom, el protagonista de la trilogía) emplee a un hombre así? Quiero decir, ¿no es un poquito como si combatiéramos a Belbury con sus mismas armas?

- No. Yo había creído eso. Merlín es lo inverso a Belbury. Está en el extremo opuesto. Es el último vestigio de un orden antiguo en el que la materia y el espíritu estaban, según nuestro moderno punto de vista, mezclados. Para él cada operación sobre la Naturaleza es una especie de contacto personal, como mimar a un niño o acariciar al propio caballo. Después de él apareció el hombre moderno, para quien la naturaleza es algo muerto: una máquina a poner en funcionamiento y a la que se puede desarmar si no funciona como él quiere. Por último entra la gente de Belbury, que se hacen cargo de ese punto de vista del hombre moderno sin alterarlo y simplemente desean aumentar su poder agregándole la ayuda de los espíritus: espíritus sobrenaturales, antinaturales. Desde luego esperaban contar con los dos medios. Creían que la antigua magia de Merlín, que trabajaba con las cualidades espirituales de la naturaleza, amándolas y reverenciándolas y conociéndolas desde adentro, podría combinarse con la nueva goeteia: la brutal cirugía desde afuera. No. En cierto sentido Merlín representa lo que tenemos que recuperar de modo distinto. ¿Sabes que las reglas de su orden le prohíben utilizar cualquier tipo de instrumento cortante sobre cualquier ser en crecimiento?