jueves, 31 de agosto de 2006

Dialéctica

En el capítulo 11 del libro I de los Tópicos -dedicado al arte de la dialéctica-, Aristóteles dice:
Por lo demás, no hay que tomarse el trabajo de examinar todas las tesis, todas las cuestiones; sólo debemos fijarnos en aquellas que pueden ofrecer duda a quien sólo necesita ser ilustrado por el razonamiento, sin que su opinión merezca ser castigada, o ya porque acuse un vacío en la sensación. Y así, por ejemplo, los que dudan si debe honrarse a los dioses y amar a los padres, tienen necesidad de ser castigados; y los que dudan si la nieve es blanca o no lo es, necesitan tan sólo de la sensación. Por lo tanto, la discusión no debe aplicarse a aquellas cosas cuya demostración esté demasiado próxima o demasiado remota; porque las unas no suscitan la duda, y las otras ofrecen dificultades que no convienen a simples ejercicios.
Aunque la traducción que ahora tengo a mano no es del todo feliz, alcanza. Primero, alcanza para entender que Aristóteles pertenece a un mundo de referencias que no son las nuestras. Lo cual ya sabíamos. Segundo, alcanza para entender que dice allí que no cualquier cosa es una tesis, es decir materia de debate y discusión según el arte de la dialéctica. Por ejemplo, porque no se discuten dialécticamente las cuestiones que sólo necesitan de ojos para ver o de piedad, tal el color de la nieve o lo que se le debe a dioses y padres.

Sin embargo.

Lo que me llama la atención es otra cosa. Me parece que no sabe Aristóteles cuán distinto es nuestro mundo con respecto al suyo. En particular por una razón que me resulta completamente paradójica: la confianza que tiene Aristóteles en la conversación, en el diálogo y en los debates. Una confianza que supone que, además de un arte de discutir a disposición cuidadosamente elaborado, los hombres tienen ganas de saber cómo son las cosas, y aun si es que son de alguna forma que pueda saberse. Incluso, como en este caso de las materias objeto de este tipo de discusión, cómo son probablemente siquiera.

Lo cual nos pone en la situación de tener que observar con mucha más atención qué quiere decir un contemporáneo nuestro cuando dice que quiere dialogar, debatir, discutir y cosas así.

Porque uno tiene siempre la impresión -no antojadiza, ni arbitraria- de que tales verbos están en lugar de otros que tienen un sabor bastante menos deleitable. E inconfesables.

No creo que se trate solamente de que se han perdido ciertos reflejos racionales. Es probable sí que sea más difícil ahora encontrar muchos que quieran ser ilustrados por el razonamiento, como dice Aristóteles, y quiere decir aquellos que se avienen a pensar una cuestión para ver realmente qué fruto pueden sacar de ello y están dispuestos a admitir las conclusiones cuando se topen con ellas. Y a alegrarse de ello y con ello.

No.

Mucho me temo que no es eso. Creo más bien que pertenecemos a un tiempo que es capaz de reproducir y hasta exagerar la mímesis, las muecas, de la discusión, del debate y el diálogo. Y un indicio de ello, por raro que suene, me parece que es precisamente el reclamo llorón de más diálogo, de más discusión. Cuando no la impúdica proclama agonal -usada como arma de batalla- de que yo sí soy abierto y dialogante y el que no está de acuerdo con mi punto de vista, no.

Una hasta podría decirse que inconsciente fallutería -no siempre inconsciente, es verdad- nos obliga a las genuflexiones del dialogante, mientras en realidad los gestos interiores son los del manipulador. Y a veces hasta los mismos gestos exteriores mal disimulados.

Palabras como tolerancia, diálogo, apertura, son la equivocidad misma. Y-tensando apenas la cuerda, aunque no mucho- hasta son signos transparentes de su antónimos.

Y son efectivamente un arma psicológicamente demoledora para un mundo atosigado de pensamiento débil. Prueba indirecta de la insinceridad más o menos habitual de las habituales posturas dialogantes.

¿Significa esto que no hay diálogo posible?

Al revés. Significa que en esas condiciones no será posible ningún diálogo.

Y no porque uno u otro lo rehúse. Sino porque no lo habrá.

Prada II

Para completar esta presentación de Amancio Prada, me parece justo agregar dos canciones.

La primera es una canción de san Juan de la Cruz, al que parece afecto, pues a más de un poema suyo le ha puesto música.

Copio aquí la canción original del santo, con dos estrofas que, según la crítica, son posteriores a su composición primera (los tiempos de la cárcel en Toledo, entre diciembre de 1577 y agosto de 1578), aunque auténticas.
Cantar de la alma que se huelga
de conoscer a Dios por fe


Que bien sé yo la fonte que mana y corre,
aunque es de noche.

1. Aquella eterna fonte está ascondida,
que bien sé yo do tiene su manida,
aunque es de noche.

[En esta noche oscura de esta vida,
que bien sé yo por fe la fonte frida
aunque es de noche.]

2. Su origen no lo sé, pues no le tiene,
mas sé que todo origen de ella viene,
aunque es de noche.

3. Sé que no puede ser cosa tan bella,
y que cielos y tierra beben de ella,
aunque es de noche.

4. Bien sé que suelo en ella no se halla,
y que ninguno puede vadealla,
aunque es de noche.

5. Su claridad nunca es escurecida,
y sé que toda luz de ella es venida,
aunque es de noche.

6. Sé ser tan caudalosos sus corrientes.
que infiernos, cielos riegan, y las gentes,
aunque es de noche.

7. El corriente que nace de esta fuente
bien sé que es tan capaz y omnipotente,
aunque es de noche.

8. El corriente que de estas dos procede
sé que ninguna de ellas le precede,
aunque es de noche.

[Bien sé que tres en sola una agua viva
residen, y una de otra se deriva,
aunque es de noche.]

9. Aquesta eterna fonte está escondida
en este vivo pan por darnos vida,
aunque es de noche.

10. Aquí se está llamando a las criaturas,
y de esta agua se hartan, aunque a escuras
porque es de noche.

11. Aquesta viva fuente que deseo,
en este pan de vida yo la veo,
aunque es de noche.

La otra canción es una versión más antigua -y más melodiosa- que la que le conocía del Romance del Prisionero.

Prada

Además de versos de otros autores, grabó Amancio Prada -Trovadores, místicos y románticos- algunos poemas de Agustín García Calvo.
Juraría

Juraría que he sido feliz
una vez en la tierra.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas.

No sé el día, el año tampoco,
ni el siglo siquiera,
ni si fue de mañana o de tarde
o noche serena.
Pero yo juraría que un día
fue la paz de la guerra.

No sé quién estaba conmigo,
si era blanca o morena,
ni si era de amor o del solo
temblor de la yerba.
Pero yo juraría que fue
verdad verdadera.

Yo de cierto no sé si fui yo
o fue otro cualquiera:
sólo que era feliz y que toda
la vida lo era.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas.

También tiene versos de García Clavo esta canción Libre te quiero, que fue una de las primeras que le oí y que ahora encontré dando vueltas por el aire.

La primera vez que oí a Prada -y habrá que disculpar mi ignorancia- fue en la televisión gallega, para el año Xacobeo de 1999, en un recital que dio en Santiago de Compostela. Cantó entonces varias canciones acompañado de una zanfoña, una joven al violín y su propia guitarra. De todo aquello, quedó especialmente una canción suya, Jaula en el pecho, que siempre me pareció una muy bella cosa y que fue su carta de presentación para mí.

miércoles, 30 de agosto de 2006

Pastor y cordero

Amancio Prada le puso música a esta suerte de villancico de Lope de Vega.
Zagalejo de perlas,
hijo del Alba,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?

Como sois lucero
del alma mía,
al traer el día
nacéis primero;
pastor y cordero
sin choza y lana,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?

Perlas en los ojos,
risa en la boca,
las almas provoca
a placer y enojos;
cabellitos rojos,
boca de grana,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?

Que tenéis que hacer,
pastorcito santo,
madrugando tanto
lo dais a entender;
aunque vais a ver
disfrazado el alma,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?


Y en esto estaba pensando. En particular en esa cuestión de 'pastor y cordero'.

Es notable que de Jesús se digan ambas cosas: es pastor y a la vez cordero.

(Digo esto sin haber releído a Dionisio o a Fray Luis de León, por ejemplo, lo que seguramente me habría sido más fructífero...)

El caso es que de allí pasé en general a la cuestión de los restantes nombres de Cristo, un asunto antiguo, anterior a la Encarnación, incluso. Con la importancia que siempre tuvo, además, la atribución de nombres y la potencia significativa cifrada en ellos.

Pero de allí pasé a que, de los muchos nombres que Jesucristo recibe en las Sagradas Escrituras (algunos dicen que son cerca de 160, yo no lo sé de cierto), me parecía tener el de Pastor su peculiaridad.

Tal vez en ninguno, como en el de Pastor, los hombres (lo mismo que Israel o la Iglesia) aparecemos en una posición tan significativa: ovejas.

Aunque es verdad que a Jesús se lo designa Cordero y Pastor por razones distintas -y es interesante verlas por separado y juntas-, también es verdad que en cuanto Cordero alguna asociación tiene con las ovejas.

Ahora bien: al mismo tiempo, se lo llama Maestro. Y entonces puede entenderse que en algo -no en todo- el Maestro y el Pastor tienen relación. Si bien es verdad también que la contraparte del Maestro (los discípulos) no es la misma en todo que la contraparte del Pastor (las ovejas), y, como quiera que, en algún sentido, ser 'ovejas' podría resultar menos que ser 'discípulo', el caso tiene alguna complicación en ese punto, porque es verdad que algo hay en la figura de la oveja que permite que sea el signo -y la ocasión- no sólo de la mansedumbre y la docilidad, sino de algo menos virtuoso.

De donde fui a dar en la conclusión de que, en todos los casos, los nombres que se le aplican a Jesús tienen en Él un sentido lleno e inequívoco, pero en pocos casos es tan claro que el sentido de un nombre es en Él inequívoco como en el de Pastor.

Que es como decir que solamente quien no habrá de tratar en ningún caso a los hombres como simples ovejas, puede llevar el nombre de Pastor.

Cualquier otro que aspire a semejante título, o se vea en situación de tener que usarlo, parece que tendrá que cuidarse. Entre otras cosas porque el mismo que puede usar sin temor el nombre de Pastor quiso usar también el nombre de Cordero, lo que no es poco abogado para las ovejas.

martes, 29 de agosto de 2006

Betania

No lo conté en su momento y parecería haber venido como a cobrarse el olvido. O el pudor, tal vez.

El año pasado, para fines casi de febrero, estaba terminando mis trabajos y mis viajes en México. Y pensando ya en volver estaba cuando un querido colega y amigo -y espléndido anfitrión- de aquella tierra me pidió una 'plática' más. Era suya en realidad la comanda. Pero por una razón que no sé, me pidió que la diera yo. Se suponía que él no podía cumplir y me estaba pidiendo que lo reemplazara.

No resultó así. Finalmente, conseguimos una camioneta de la universidad y nos fuimos una media mañana hacia Betania, cerca de Atotonilco el Alto -está también 'el bajo'-, en los Altos de Jalisco. El corazón de la tierra cristera. Y vaya si se nota.

Confieso que todo el programa era extraño y lo es todavía, creo. El pedido -que demoré en contestar, por cansancio más que nada- era difícil, además. Como si no lo fuera tanto, mi amigo suponía que podría solventarlo sin mayores problemas. Me quejé, lo reté. Fue inútil.

Así que para el 24 de febrero subíamos a los Altos por una ruta libre y llena de cosas pintorescas. Unos 200 y tantos kilómetros con un parada para comer en una enorme 'parrilla', a mis ojos, y aunque no había allí exactamente asado al estilo argentino, las carnes asadas y algunas achuras hicieron un magnífico papel para un paladar pampa. La charla fluía durante el almuerzo y en la sobremesa con una natural cordialidad y franqueza, pero teníamos que llegar a eso de las 5, de modo que algo hubo que apurarse. Y llegamos tarde, igual.

A medida que subíamos, el frío era decididamente más invernal que en el valle del que habíamos salido, donde suelen decir que hay dos estaciones: la primavera y la del tren. Cosa que es bastante cierta.

Pasamos los pueblitos y los campos hasta que cruzamos Atotonilco el Alto. Más allá, un pueblito simpático: Betania. Y en medio de Betania, un colegio de madres dominicas, sufrido y persistente.

Los alrededores son de gentes de campo, agricultores. Entre ellos, parece que estudiar no cuenta mucho y los hijos son más bien brazos que se necesitan en la faena. De modo que, después de 50 años casi, los alumnos no son muchos. Además, es zona muy castigada -todavía ahora- por su fervor cristero desde fines de la década del '20, en el siglo pasado. De hecho, una simpática plaza frente a la parroquia está casi completamente ocupada por la escultura de un ranchero local -espontáneo 'general' de huestes cristeras- a quien los 'federales' del gobierno recién pudieron echar mano más de diez años después de terminados los combates, ya en la década del '40. De esa zona, salen muchos jóvenes de los que pueblan el contingente mexicano del otro lado del Río Grande. La pobreza es tal que los obliga. Y así me lo contaron por allí.

La tarea de aquellas monjitas es de una santidad que pasma.

El asunto es que, en los días anteriores -plagados de las cosas de último momento-, sólo había podido apenas 'pensar' en la charla. Y era terrible mi empeño: tenía que hablar a las madres, mujeres del pueblo y del campo que, además, en esa zona tienen una peculiaridad que sólo advertí cuando ya estaba frente a 80 caras que me miraban tiesas y atentas, aunque a mí me parecía que lo hacían con un escrutinio de juicio final: la inmensa mayoría era descendiente de europeos y había muy pocos mestizos, que es el tono habitual de la gente en México. Después de mes y medio de otra cosa, el paisaje cambió tan abruptamente como para causarme una impresión fuerte y atolondrarme más que lo ya estaba. Me sentía completamente fuera de lugar, si acaso no era verdad que estaba fuera de lugar.


Hoy, llegué temprano a casa para poder empezar a preparar algunas cosas de los días y meses que vienen. Entre los papeles que se filtran cuando uno está buscando otra cosa, aparecieron dos hojas, frases cortas a casi tres espacios. Y todo el asunto volvió fresco y vigoroso como entonces.

Dos hojas: fue lo único que pude escribir, agarrotada el alma ya antes de saber -y sin saber- lo que me esperaba en un aula humilde y limpia, completamente llena de madres de familia, que permanecieron en un silencio de tribunal antes durante y después, en medio del frío vigorizante de una tarde de invierno -bastante parecida a la de hoy- allá en los Altos de Jalisco.

El tema que me daba mi amigo era: Enseñar a amar, lo que yo transformé en Saber amar, tal vez porque lo primero no lo sé y lo segundo me gustaría aprenderlo algún día.

Había que explicarles a aquellas madres que debían -y podían- enseñarles a sus hijos a amar, en particular a sus hijos adolescentes. Parte de la cuestión tenía algo que ver con la vida sexual más o menos incipiente. Pero ni mi buen amigo ni yo queríamos un vademecum de cómo detectar condones o escapadas sin aviso. Es decir, estábamos de acuerdo, él y yo, respecto de qué cosa no había que hacer en la charla. Pero se negaba él -como que se negó- a auxiliarme para ver qué había que decir.

Una de las noches anteriores, solo en mi casa, dando vueltas por la casa vacía en medio de mi desasosiego, solamente atiné a escribir un versículo de san Juan que era lo único que me daba vuelta en la cabeza, bastante seca de todo después de tantos trajines, y sin que pudiera avanzar un paso más allá de lo que el versículo decía. Igual lo anoté en la hoja angustiantemente blanca y vacía:
Nadie tiene mayor amor que éste de dar la vida por sus amigos.
Para darme ánimos -y cubrir más blancos- anoté al final del versículo: Jn. 15, 13.

A la mañana siguiente, el día anterior a la 'plática', apenas pude escribir unas pocas líneas:
Amor y vida aparecen aquí asociados.

Dar la vida y el amor.

Usamos la misma expresión para nacer que para morir: dar la vida.

Y en ambos casos aparece el amor como condición para dar la vida.
Y, más adelante, algunas cosas más; pero sin salir de estas ideas primeras. No tenía muchas más.

De vuelta ya, impresionado por aquella escena y aquel viaje, manejaba por la ruta oscura, mudo, ya de muy noche, bajando al valle desde los Altos.

Mi amigo nunca me explicó cuál era su propósito, si es que tuvo alguno. Se reía de mí amablemente porque las pocas veces que hablaba, era para decir que había sido para mí la experiencia más impresionante, en todo el tiempo que pasé en México aquel año, y me llamaba la atención que me esperara 'eso' al final de mi estadía: como una piedra angular que habían despreciado los arquitectos.

Parecía complacido, pero no tanto porque, lejos de arrepentirme de haber ido, estaba deslumbrado con lo que había visto y oído. Seguramente, algo que no sé lo complacía más que mi complacencia.


Veo ahora, entretanto, que cosas así pasan habitualmente y uno sólo recuerda algunas de ellas, quién sabe por qué razón.

No puedo pensar en aquel viaje, en aquellas madres -monjas y madres-, en aquellos campos, en aquella tarde fría, sin volver a sentir la misma emoción, la misma sensación de completa pequeñez e inutilidad. Y la misma sobrecogedora impresión de misterio.

No reniego de lo que dije entonces. No podría, creo.

Digo solamente -ahora- que me va a llevar mucho tiempo entender lo que dije allí.

Tanto como entender lo que vi.

Trinidad

Buenos Aires es un puerto. El de Santa María Bonaria.

En realidad, la ciudad se llama de la Santísima Trinidad.

Mismo nombre, cosa distinta.

Por lo de la Trinidad, digo. Porque la tribu psi bien pudo haber traducido el yo, el superyó y el ello y, en una pirueta semántica, pudo haber logrado entronizar una nueva divinidad.
Porque creen que Freud es un ícono de la ciudad de Buenos Aires por la gran cantidad de psicoanalistas que en ella trabajan y por la impronta del psicoanálisis sobre sus habitantes, los miembros de la comisión civil que impulsó el cambio de nombre (para un tramo de la calle Medrano) solicitaron en la Legislatura este homenaje, en coincidencia con el 150° aniversario del nacimiento del padre del psicoanálisis.
Mezquino, me parece. Ahorrativos y tacaños estos muchachos psi.

Si es eso lo que piensan, ¿no deberían ir a por "Ciudad Freud" en vez de esos tímidos casi 100 metros apenas de homenaje? Incluso regateando, aunque más no fuera para que les quede un barrio o una avenida, al final. Es negocio, me parece.

(Y eso de padre del psicoanálisis, ¿no andará necesitando unas sesiones de lo mismo?)

lunes, 28 de agosto de 2006

Honestas superficialidades

También Eduardo Aliverti está pensando en que hay ciertas profundidades que atender en esta cuestión.
El punto de cuándo empieza la vida, de si un embrión es un ser y de a partir de qué instancia podría definírselo como tal, implica consideraciones científicas y filosóficas que exceden o podrían exceder la capacidad de estas líneas. Pero además, no es ésa la intención. Porque un debate vale cuando lo rige la honestidad intelectual, y éste no es el caso. En consecuencia, lo primero que debe hacerse es quitar la paja del trigo para recién después inmiscuirse en otras profundidades.
Pero precisamente se ve allí cómo son las cosas en este mundo y en estos tiempos.

Le tengo simpatía a Aliverti, no pocas veces lo sigo por la radio. Y me pasa con él como con este pasaje de su nota: allí donde estamos de acuerdo es donde más en desacuerdo estamos. Y casi siempre estamos de acuerdo...

No es una cuestión de 'agenda', de cuáles son los temas que importan. Porque muchas veces su agenda es necesariamente marxista y ajustada a los cánones de la tristemente manoseada 'defensa del campo popular'. Y así, es medio difícil: su reduccionismo materialista e historicista lo obliga a llamar pecado original a cosas de las que hablarían los contadores públicos y le hace llamar gracia o redención a cosas de las que hablaría un fabricante de armas o una nutricionista. Con todo, a mis papilas estragadas les da que el hombre es honesto en su furia, aunque esté por completo equivocado.

Alguna vez dije que la izquierda no puede con el escándalo que le produce el mal en el mundo.

Ahora bien, no me importa lo que digan los diccionarios de términos políticos con respecto a la izquierda. Digo yo que un hombre se revela de izquierda no sólo cuando siente un deseo irrefrenable de destruir el mundo con tal de destruir el mal (de la injusticia visible, sobre todo) que lo aqueja. También es de izquierda cuando no distingue que parte del mundo es modificable y cuál no, y quiere que todas sean modificables hasta que él decida que son inmodificables. O, tal vez peor aún, cuando lo que es verdad solamente vale si le sirve para destruir algo que no le gusta o solamente vale para sostener algo que le gusta.

Me dirán que, así puestas las cosas, hay una buen cantidad de derechistas de izquierda.

Y, sí. De hecho, alguno que otro conozco.

domingo, 27 de agosto de 2006

Desbande

El discurso del Pan Vivo, como se lo suele llamar, está dividido en la liturgia de estos dos domingos en dos partes. El discurso mismo se leyó la semana pasada, y el efecto del discurso y la explicación de Jesús, es la lectura del evangelio de san Juan que se lee hoy. También tenemos a mano el comentario de los Padres de este pasaje difícil.

Días pasados, comentando unos dichos del Papa, dije que precisamente cuando el cristiansimo da las buenas noticias, cuando el cristianismo dice aquello que de más positivo tiene para decir, es cuando resulta monstruoso.

Pues, he aquí un ejemplo bastante claro de eso mismo. No debe haber buena noticia tan buena como la de la Eucaristía. Y de eso está hablando Jesús, para empezar. Quizá en este caso resulte un agravante el que de los propios seguidores de Jesús sea de donde sale el escándalo. Aunque no sé. Parece claro allí que haya quienes crean que 'tienen la justa' hasta que Jesús habla. No es la primera vez que se ve eso en la prédica y en las acciones de Jesús y en el efecto que eso produce en sus propios discípulos.

El caso es que, habitualmente, cuando Jesús dice '¡Alegráos!' -y lo repite el cristianismo porque Jesús lo ha dicho-, es cuando se produce el desbande.

sábado, 26 de agosto de 2006

Composición tema: la vida humana

Con la vida -y en particular con la vida humana- pasa -creo que no casualmente- lo que con el lenguaje, humano claro. Una vez que lo hemos descripto exhaustivamente o usado de diversas formas, creemos haberlo ya definido. Lo damos por sabido. Incluso para no tener que definirlo.

Porque pasa que hablamos de la vida humana sin haberla definido. Hablamos de millones de aspectos laterales a la cuestión. De la Inquisición y de los males cósmicos, de los pobres del mundo y del fascismo, de la deuda externa y del inmanestismo stalinista, hablamos de todas las formas abyectas o sublimes de la vida humana, de los milagros de la ciencia y de la técnica o de los logros culturales de la antigüedad. De lo que yo siento sobre tal asunto o de lo que les despierta a los otros lo que otros dicen de los otros que hablan del asunto. Y así, y más y más cosas. Muy bien.

Ahora.

Una definición de la vida humana, por favor. Una sola, si es posible (aunque a esta altura se podría comenzar por siquiera alguna...)

Convendría, creo.

Por lo pronto para saber de qué estamos hablando. Y tiene que ser unívoca, en principio, para que quienes se refieran a la vida humana se refieran a la misma cosa cuando hablan de la misma cosa. Es decir, un término definido de tal manera que se aplique a todos los individuos a los que se les aplica, con la misma significación.

¿Es acaso posible definir la vida humana? ¿Hay alguna disciplina a la que le sea pertinente definir qué es la vida humana? ¿Ninguna puede? ¿Cualquiera puede? ¿Algunas pueden?

(Entiendo, claro, que es más cómoda la conversación cuando no hay que definir exactamente de qué estamos hablando y podemos decir todo lo que queremos decir, tanto sobre eso de lo que estamos obligados a hablar o como sobre aquello de lo que queremos hablar, aunque no se tratare de aquello de lo que decimos estar hablando. Entiendo también que de ese modo la conversación es posiblemente más enfática, variada y conmovedora. Sí. Entiendo.)

Ceros y unos

Me van a decir algunos que la tengo contra Mar del Plata, si digo que el gobierno hizo allí un Primer Congreso Argentino de Cultura. Y peor si me fijo en pasajes de la verba de Cristina de Kirchner que trae la noticia. Pero, sean honestos: no es culpa mía.
Para la primera dama la cultura letrada "tiene códigos que la mayoría no podemos descifrar" y consideró que "abrir la cabeza a nuevos hechos nos permite ver un mundo diferente".

En ese sentido opinó de la internet, "que muestra determinadas conductas que no pueden ser ignoradas en el mundo", y puso en duda que "los terribles hechos ocurridos en los 'años de plomo' hubiesen pasado si existiese en aquel momento este importante instrumento".
De todo lo que se dijo allí, me da pereza inmensa hablar y hasta enterarme. Pero apenas una cosa apunto, y que no me parece un signo despreciable de más cosas, porque es un ejemplo de cómo la ideología tritura la inteligencia hasta hacerla robótica y combinatoria como una ruleta rusa. Aparte el hecho de esta colusión entre tecnología e ideología (aquí en combinación sinergética, aunque no siempre es así...)

Razonemos con lógica (y dejemos la gramática noticiosa para cuando no tengamos nada que hacer...): ¿de veras quiso decir esta señora que de haber habido internet en la década del '70 no habrían ocurrido cosas como las que ocurrieron? ¿Internet podría haber impedido algo? ¿Por qué? ¿Hay internet ahora y es ésa la razón por la que no pasan cosas como las que pasaron en la década del '70 cuando no había? ¿Ni cosas peores que cuando no había internet? ¿Sí? ¿De veras? ¿Dónde? ¿No será que pasan cosas, hay internet e internet no impide que ocurran cosas por el hecho de existir, nada más?

Estimada señora: sé por experiencia que el aire marino convierte en polvo las rejas de hierro, por ejemplo. Pero me niego a decir que el aire marino pueda tener efectos tan profundos. Se me hace que ese deterioro lo trae usted de antes y de otro lugar (y hasta podría ser que -siquiera por ósmosis- la lógica de ceros y unos -tan ideológica, si vamos a ver- tuviera su papel..., ¿por qué no?)

viernes, 25 de agosto de 2006

Lo uno y lo otro

Repaso el Diario de S. Kierkegaard. Y, a medida que voy leyendo, se me aparecen otras lecturas que creo que tienen en los fragmentos del danés un correlato que se me hace bastante afín.

El ejercicio es complejo, en buena medida porque los textos de SK son difícilmente aplicables. Y el que sean fragmentarios no quiere decir que no sean parte de una línea de pensamiento. Por esa razón, muchas veces, hay que o ver cómo sigue más adelante o decidirse a desgajar algunos párrafos, tomándolos aparte, con el riesgo de hacer flaca justicia al autor.

Por ejemplo.

Hace unos días transcribí un soneto de Leopoldo Marechal, aquel Del Amor Navegante. Creo que están relacionados con este fragmento del período 1842-1844:
Solamente es posible dar al principio de identidad un significado de anulación del principio de contradicción, como Pitágoras lo hizo, pues para él lo Uno no era un número; el Uno precede a la separación y sólo con la separación comienza el número. La unidad precede a la contradicción y únicamente con la contradicción comienza la existencia.
El texto de K. -la última oración- podría complicar en algo los corolarios del soneto (aunque los sonetos no tienen tal cosa...) Pero la complicación podría ser fructífera, en este caso. Veremos.

Por su lado, algo central de 'Hoja', de Niggle de John R. R. Tolkien -e incluso de El gran divorcio de C. S. Lewis-, creo que aparece en estos textos:
Mi desdicha estriba en que tengo una cabeza demasiado buena para no sentir los dolores del conocimiento y demasiado mala para experimentar su beatitud. El conocimiento que conduce a la beatitud, así como la beatitud que conduce al conocimiento de la verdad, hasta ahora son un misterio para mí. (1840)

En general la imperfección de toda cosa humana estriba en que el deseo jamás alcanza su objeto sino a través del contraste. No me detendré en la variedad de informaciones que podrían dar los psicólogos (el melancólico es el que está mejor dotado de un sentido cómico; el voluptuoso, a menudo posee un sentido idílico; el libertino, sentido moral; el que duda, sentido religioso), pero sólo a través del pecado se descubre la beatitud. Por lo tanto, la imperfección no depende tanto del contraste como de nuestra incapacidad para considerarlos contemporáneamente: para ver al mismo tiempo el contraste y lo demás. (1841-1842)
E incluso esta otra entrada, pese a su sabor conocido (y aplicable a millones de cosas, empezando por esta mismísima bitácora, sí...)
Me impresiona cuán extrañamente un lejano recuerdo puede surgir de improviso en la conciencia; por ejemplo, el recuerdo de una falta de la cual casi no tuvimos conciencia en el momento de la acción; relámpagos precursores de un fuerte huracán. No se trata de comparecer simplemente, sino de un irrumpir que oprime con inmensa fuerza y que exige que se le escuche. En tal sentido, más o menos, ha de entenderse el texto del Evangelio que dice que, en el Juicio Final, el hombre deberá rendir cuentas de todas las palabras indebidas que haya pronunciado. (Mt. 12, 37.) (8 de octubre de 1836)

jueves, 24 de agosto de 2006

Pero

Ayer, la Comisión Permanente del Epicospado argentino emitió una declaración que tituló Una cuestión de vida o muerte.

Me pareció floja, un poco ñoña (o haciéndose la boba...) y hasta improvisada, signo de lo cual creo es la mención de El grito silencioso, como argumento efectista.

Allá ellos. O yo estoy muy equivocado.

De todos modos, un párrafo me llamó la atención. Y algo en él que remarco:
Muchas veces se nos quiere hacer aparecer como retrógrados o fundamentalistas ante el tema del aborto. Se acepta y valora el trabajo de la Iglesia en favor de los pobres, pero se nos descalifica cuando defendemos el derecho a la vida. ¿Qué nos pasa como sociedad? Toda la tradición judeocristiana basada en los mandamientos de la Ley de Dios por miles de años consideró que el aborto es un crimen. ¿Qué luces ha recibido esta nueva cultura, qué revelaciones se nos han manifestado para descubrir que lo que siempre fue un mal tan grande hoy ya no lo es? También en otros tiempos hubo abortos, pero siempre se consideró que era un mal a desterrar. Las culturas cambian, pero los fundamentos esenciales de las personas permanecen. La Ley de Dios y el sentido común nos han enseñado que la vida es un gran bien que debemos preservar desde el momento que comienza.

Muy bien.

Ahora, por otra parte, veo una columna de opinión -que a mí gusto es una chupada de medias ideológica a un sector del episcopado- en la que el columnista elogia lo que considera lenguaje directo del documento de los obispos.
Otro talante, un lenguaje pastoral directo, un tono diferente. Eso es lo que respira la declaración episcopal sobre el aborto. Los obispos se alejaron de la arenga principista sin renegar, claro, de la defensa de la vida. Es eso lo que bautiza de novedad el texto de la Comisión Permanente.
Se ampara, incluso, para su razonamiento, en una frase suelta de una reciente entrevista a Benedicto XVI, y la culpa tal vez no sea suya del todo -aunque da la impresión de que no leyó todo o no le importó lo que leyó- porque es una típica culpa periodística: la pasión por el tituleo.
El documento es el de una jerarquía católica abierta al diálogo que busca distanciarse de otros tiempos y modos de concebir el servicio episcopal. Hace pocos días, dijo el Papa a periodistas alemanes: "El cristianismo, el catolicismo no es un cúmulo de prohibiciones sino una opción positiva... Es importante que nuestro mundo laicista se dé cuenta de que la fe cristiana no es un impedimento, sino un puente para el diálogo".

Entonces.

ver


Voy por partes.

1. Seguramente es impresión mía, pero se me hizo que estos señores obispos parecen decir que esperaban hacerse perdonar lo que tienen que sostener sobre el 'derecho a la vida', por el hecho de que muestran suficientes pruebas de sensibilidad social. Parece que esperaban que con un acto en San Cayetano o un homenaje a Angelelli, se ganaban el premio de no ser considerados (¿por quiénes?, me pregunto; ¿a quién le tienen tanto miedo?) fundamentalistas o retrógrados. Estoy seguro -es decir, lo sé positivamente-: hay quienes se relamen cuando los llaman 'trogloditas', hay quienes quieren ser antiguos -ya lo he dicho muchas veces- porque ser antiguos les hace parecer que es una inmejorable causa de martirio per se o razón suficiente para saber que están diciendo la verdad o, lo que es peor, para asegurarse de tener razón. Muy bien. Es decir, muy mal. Pero. Nada de eso impide que este lloriqueo de "...no, no..., 'retrógrados' no..., por favor, no..., y eso de 'fundamentalistas'...no, menos...", sea una mariconada ideológica. Me parece que solamente a quien tiene un afecto desordenado por el tiempo le puede hacer tanto daño el tiempo.

2. La pregunta que se formulan los obispos en su declaración es clave. Y creo que la respuesta -y no estoy jugando a la retórica- es: Señores, en el mismo lugar y tiempo donde empezó el proceso que hizo posible que tan luego los obispos hagan semejante pregunta estúpida, es muy probablemente el lugar y el momento donde y cuando comenzaron a recibirse esas luces que ha estado recibiendo esta nueva cultura, esas revelaciones que se nos han manifestado para descubrir que lo que siempre fue un mal tan grande hoy ya no lo es. Porque parece que en vez de preguntarlo ustedes deberían contestarlo ustedes, señores. Y si no lo saben, o se hacen los preguntadores retóricos ante una parte de la sociedad perpleja y angustiada, son ustedes parte del problema, tanto como yo o como cualquiera. Y entonces no episcopean nada haciendo preguntas estúpidas sino que simplemente acomodan su cuerpo al sol, y esa falta de luz y de coraje es una razón por la cual han aparecido en la historia nuevas luces en nuevas culturas y esas revelaciones que ahora los desazonan malamente.

3. Está claro que lo que para José López es lenguaje directo, para mí no lo es. Pero se da el caso de que la arenga principista que él llama también pudo haber sido en algún caso un lenguaje demasiado directo. Estoy de acuerdo con que hay arengas que quieren ser más arengas que otra cosa y que son, por ello mismo, infelices, irritantes y torpes. Y que hay un modo de ser principista que no es cristiano y que daña y exacerba hasta a aquellos que están de buena voluntad. Y sé que hay un modo de haber sido obispo que no me gusta por su apañamiento velis nolis con los poderes conservadores de los poderes de este mundo. Bien. ¿Y? Porque una vez que las haya censurado y haya renegado de las arengas, una vez que haya repudiado a los obispos conservadores y menemistas, me quedará todavía la pregunta estúpida de este nuevo lenguaje directo que hablan los que no solamente no quieren ser obispos menemistas sino que quieren ser obispos progresistas, y sobre todo quieren serlo no tanto porque esa sea una forma mejor de ser cristiano sino porque es una forma mejor de no ser conservador. Todavía quedarán doctrinas y principios que son irritantes, y no porque sean arengados. Y quedarán las cosas, que son más irritantes todavía. Pero me quedará también la sensación horrible, pesadillesca, y alguno dizque injusta, de creer que he oído a un laico plumífero hacerle campaña -en ocasión del asunto de vida o muerte- al cardenal Bergoglio que quiere ser papa nuevo (pero, claro, siempre será posible que eso sea un fantasma que se me aparece a mí, nada más...)

4. Y está la entrevista al Papa. Voy a dejar de lado cualquier consideración acerca del lenguaje que tiene que hablar un Pontífice en estos tiempos, y más en una entrevista periodística; o si el lenguaje de la Iglesia después del II Concilio Vaticano esto y aquello; y si la filosofía de Ratzinger o la teología que aprendió... y tal y tal. Simplemente quiero hacer notar dos cosas, porque creo que son pertinentes a este asunto. Dice el Papa en esa entrevista que se difunde (el subrayado es mío):
El cristianismo, el catolicismo no es un cúmulo de prohibiciones, sino una opción positiva. Es muy importante que esto se vea nuevamente, ya que hoy esta conciencia desapareció casi completamente. Hemos oído tanto hablar de lo que no está permitido que ahora hay que decir: Pero nosotros tenemos una idea positiva que proponer; que el hombre y la mujer están hechos el uno para el otro, que la escala -por decir de algún modo-: sexualidad, eros, ágape, indica las dimensiones del amor y sobre este camino crece desde siempre el matrimonio, como encuentro entre un hombre y una mujer, culmen de la felicidad y de la bendición, y después la familia, que garantiza la continuidad entre generaciones, en la que las generaciones se reconcilian entre ellas y en la que también las culturas se pueden encontrar. Por lo tanto, es importante poner de relieve lo que queremos. En segundo lugar, es necesario reflexionar por qué nosotros no queramos algo, porque no se trata de una invención católica el que un hombre y una mujer estén hechos el uno para el otro para que la humanidad continúe viviendo: lo saben todas las culturas.

En relación al aborto, no pertenece al sexto, sino al quinto mandamiento: "No matarás". Y esto tenemos que presuponerlo como obvio y debemos afirmar siempre que la persona humana se inicia en el seno materno y permanece persona humana hasta su último respiro. El hombre tiene que ser respetado siempre como hombre. Pero todo esto queda más claro, si antes hemos explicado lo positivo.

Lamento decirlo, Su Santidad, pero -con todo afecto y respeto- tengo algunos comentarios:

a. Precisamente lo que un cristiano afirma como positivo es lo que se ve como más negativo. Más negativo que la restricción y la prohibición. La definición es lo más restrictivo que existe. Y declarar ya algo acerca de un hombre y de una mujer en relación con el amor, resulta restringir de un modo cruel, inhumano y fulminante. Y eso es apenas el matrimonio, casi sin tocar la cuestión de la procreación.

Es precisamente cuando el cristianismo explica lo positivo que tiene para ofrecer que se quejan de que el cristianismo es monstruoso. Y ya no importa cómo se formule. Salvo que el cristianismo diera una versión distinta de lo que sabe y cree respecto del amor, el matrimonio, la familia, el pecado, la gracia...

Hubo un tiempo en que no fue así. Cierto. Y está referido en la entrevista el proceso que hizo que ya no sea así. En cualquier caso, con cierta velocidad se va notando de más en más que estamos discutiendo sobre el color verde de las hojas verdes de los árboles. Y la aspiración de sentar bases éticas comunes globales no parece estar dando resultados muy alentadores, al punto que podría ser hasta indeseable que hubiera bases éticas globales, si es que son de naturaleza tan amplia que provengan de aquello que tanto aperpleja a los obispos argentinos: "...revelaciones se nos han manifestado para descubrir que lo que siempre fue un mal tan grande hoy ya no lo es..."

b. Hoy por hoy, la cuestión sigue siendo importante en sí misma, pero aplicar el sexto o el quinto mandamiento es lo mismo, en términos dialécticos. No hace diferencia. En la misma línea de lo que vengo diciendo está el hecho de que la noción misma de mandamiento es irritante y negativa. Mucho más en relación con la materia del sexto y sus alrededores. Si se impugna como se impugna un mandamiento acerca de la fornicación (y la palabra misma que designa la acción), no puede no impugnarse -en relación con el sexto- la aplicación del que se refiere a no matar, si precisamente lo que se busca desgravar y despenalizar es el acto sexual mismo -o cualquiera de sus substitutos- y sus eventuales y no deseadas consecuencias, tales que lo aten a un orden, a un 'cosmos', que sin duda es algo positivo.

Positivo es. Aunque despreciado -incluso si se lo desprecia por ser una visión del mundo que le resulta inverosímil al hombre de hoy-, tanto como agresivo -incluso para un hombre que sin motivaciones ideológicas tenga de la autonomía humana un concepto distinto del que tiene el cristianismo.



Creo haberlo dicho ya alguna vez: alrededor del sexo hay cuestiones graves. Como creo que todavía no estamos viendo exactamente cuán graves.

miércoles, 23 de agosto de 2006

Orín romano

Recomiendo repasar la Epístola a los Pisones, es decir la famosa Ars Poetica de Quinto Horacio Flaco. Seguramente, la más afamada de sus 20 y tantas cartas dedicadas a cuestiones artísticas.

¿A quién le recomiendo? A cualquiera, creo. Siempre se recibe al modo de recipiente y siempre algo se recibe. ¿Por qué la recomiendo? En realidad, hay tantas cosas sensatas como otras con las que no concuerdo (como un dejo de cierta receta de 'sensatez' literaria que no me parece un buen consejo y que Horacio parece concluir de sus admiradísimos griegos...)

En cualquier caso, si hay algo imperdible en esa carta es el humor, tan poderoso y 'fresco' que me parece que lo pone a resguardo de males mayores. Así, cualquier 'servilismo' que no suene bien allí, suena considerablemente mejor que cualquier 'sensatez' semiótica o hermenéutica hodierna.

Además, no hay que menospreciar la grandeza. Un romano grande, a caballo del año 1, y por amodorrado que resulte, nunca llega a aburguesarse tanto como un estrepitoso intelectual del siglo XXI...

Por ejemplo, hablando de genio y arte, y de cuál de los dos prevalece (concluyendo al fin que de ambos hace falta), está este fragmento que me hace acordar a tantas cosas que uno conoce (y que tienen que ver con la poesía, tanto como con la vida del espíritu en general o la vida intelectual en particular, y hasta con la economía y la política, si me apuran):
A los Griegos la Musa dio el ingenio, a los Griegos dio el hablar con una boca pulida, a los Griegos, ávidos solamente de gloria; los niños Romanos aprenden con largos cálculos a dividir un as en cien partes. "A ver, que me diga el hijo de Albino: si de cinco onzas restamos una, ¿cuánto queda?... Ya deberías haber respondido. -Un tercio de as. -¡Muy bien! Serás capaz de conservar tu patrimonio. Se le añade una onza. ¿Cuánto hace eso? - Medio as." Cuando ese orín y esa preocupación del ahorro hayan impregnado los espíritus, ¿esperamos que podrá componer versos dignos de ser untados con cedro y de ser conservados dentro de ciprés bien pulido?
Hay cosas allí que bien pueden ser como símbolos de otras, aunque resulte oscuro si lo digo así.

Podrá parecer que Horacio se mofa de la falta de genio... solamente. Pero creo que eso mismo podría aplicarse a todo aquel que desdeña cierta dote y cree que a fuerza de fuerza puede forzar la dote. Y la dote no es sólo la que a cada quien le haya sido dada: también es lo que de más valioso tiene todo lo que existe.

Se me hace parecido a lo que Kierkagaard dice sobre la duda como principio negativo de la filosofía, miren lo que son las cosas.

Al fin de cuentas, diría el gaucho: no es pa' todos la bota 'e potro.

El orín viene en varios envases: la duda metódica, el racionalismo, el voluntarismo intelectual, y también el desprecio de los misterios, la manipulación del arcano, la suficiencia del metodólogo tanto como la del burgués presuntuoso que con dos cuentas más o menos bien hechas ya cree haber desculado el cielo y la tierra.

Eternidad a diario

Un poco más de S. Kierkegaard, de su Diario que ya cité, ahora del período 1841-1842.
Constituye un punto de partida positivo para la filosofía el de Aristóteles cuando dice que la filosofía comienza con el asombro, y no como en nuestros tiempos con la duda. En general el mundo debe aprender aún que no aprovecha comenzar por lo negativo, y si hasta ahora el método no ha fracasado se debe a que no se ha encarado lo absolutamente negativo, y de este modo, tampoco se ha llevado a cabo en forma seria lo que se pretendía hacer. Su duda es pura coquetería.
Tiene razón: eso que la modernidad llama la modernidad será una verdadera y completa revolución -como pretende ser- cuando se deje de 'negociar' sus ideas y sus sensaciones. Que las lleve a las últimas consecuencias y después que se las arregle. Me parece que se le teme a la catástrofe. Pero eso, creo, es por desprecio de la eucatástrofe. Me acuerdo ahora de que, en un sermón, hace poco, el sacerdote parecía sostener esta curiosa idea: los cristianos tenemos la esperanza porque no somos pesimistas.
Muchos sienten gran temor de la eternidad -pero cuando se logre hacer frente al tiempo, será posible sojuzgarla. Tan cierto es que el juramento cambiado entre amantes de amarse por toda la eternidad es un poquillo menos grave que un compromiso para el tiempo presente; pues aquél que promete para la eternidad, puede responder en todo caso: "¡Dispénsame por ahora!..."
Y tan así es (y tan poco sólida es la doctrina de nuestro buen sacerdote respecto de la razón del 'pesimismo' y la razón de la esperanza del cristiano...) que solamente a la luz (y al amparo de la noción y de la sensación) de la eternidad el tiempo tiene algún sentido.
Te lamentas porque muchas de tus esperanzas han sido defraudadas, porque ninguno de tus ardientes deseos se ha realizado. Tan pobre eres que has perdido hasta la voluntad y el coraje de esperar; no queremos negarlo; débase a que todos tenemos muchos necios espejismos, débase a que el Señor nos enseña a esperar que no todo nos será concedido. Pero existe una esperanza que no puede verse defraudada: porque esperas la resurrección de los muertos, que para ti representa la nostalgia de reunirte con tus seres queridos; la nostalgia que te hace esperar que algún día verás transfigurada tu vida en Dios; aguardas que Dios quiera lo mejor, porque tu vida no ha terminado aún y tú no conoces "ni el día ni la hora". (Mateo, 25, 13.)
Explicar el cristianismo siempre parece posible, en ciertos términos. Y a veces puede y hasta debe hacerse. Aunque nos hemos acostumbrado tanto a explicar el cristianismo y no a tanto a nosotros mismos. En realidad, es comprensible: nos apoyamos en lo más seguro, en lo que admite -a nuestros ojos- una plasticidad que nosotros no tenemos. En 1842-1844, K. advierte:
La tarea no consiste, como cree la humana estupidez, en justificar al cristianismo ante los hombres sino en justificarse a sí mismo ante el cristianismo.
Y una más:
Otro motivo de risa (una buena presa para el ironista) sería decir, por ejemplo, que un rey ha "introducido" al cristiansimo en su reino, como si se tratara de la más preciada raza ovina. Por desgracia, el cristianismo es lo único que no permite ser introducido.

No tiene arreglo

Tal vez, el problema esté en la palabra misma.

Aborto, aunque parecería para algunos tener una carga, no dice demasiado. Etimológicamente, para empezar, está despenalizada.

Si orior es nacer, ab-orior es no nacer.

Ni siquiera el diccionario puede hacer mucho:
Interrupción del embarazo por causas naturales o deliberadamente provocadas. Puede constituir eventualmente un delito.
De modo que, discutan todo lo que quieran sobre el momento en que efectivamente se está matando a una persona indefensa. Discutan todo lo que quieran sobre los derechos del niño, sobre el código penal, la lay natural o el código de ética.

Una vez que se hayan puesto de acuerdo o no sobre el asunto, por lo pronto cambien la palabra.

Si de lo que están hablando es de matar a una persona indefensa, porque es eso lo que se está haciendo, ya no usen la palabra aborto.

Porque o es un eufemismo, o es políticamente correcto (aunque parezca raro...), o es un error de concepto o es un error retórico.

Cuando se trata de matar a una persona indefensa, hay que decir matar a una persona indefensa.

Se dirá entonces
como médico estoy de acuerdo con matar a una persona indefensa,
tengo objeción a que se mate a una persona indefensa,
estamos defendiendo el derecho de la mujer a matar a una persona indefensa,
queremos que cualquiera tenga derecho a matar a una persona indefensa,
es preferible resolver el asunto matando a una persona indefensa,
estoy a favor de la vida, por eso propongo que se mate a una persona indefensa.

O, en la redacción del articulado penal, por ejemplo, podría decirse incluso que
no será punible matar a una persona indefensa en tales y cuales casos.

Mientras se siga usando la palabra aborto, no tiene arreglo. Será primero un derecho y después será obligatorio.

No es mucha la diferencia, sin embargo.

Empecemos sí al menos por las palabras. Pero es posible que usar un término u otro apenas alcance para retrasar lo que parece ineludible.

Porque al fin final no se trata de palabras.

martes, 22 de agosto de 2006

Trama

Está este poema de Luis Gorosito Heredia, que el insigne tucumano incluyó en su pequeño volumen sobre La Poesía Religiosa Argentina.

El revés de la trama

(Ad Rom. XII, 1)

Este pobre suicida,
marchito ya, que entre la espuma aflora,
es una hostia que ha caído al río:
su cuerpo es una hostia.

Esa mujer que vende sus caricias,
barro de nieve y tumba de la rosa,
es también una hostia profanada:
su cuerpo es una hostia...

Estos mis ojos a la vida abiertos,
mi corazón que canta en esta boca
y este silencio de mis manos juntas
son una hostia.

Estos muchachos que a la guerra envían
bajo la hoz de la ametralladora
ay, son miles, millones de hostias santas.
¡Dios mío, cuántas hostias!

Víctimas todas del rencor que saben
o del amor que ignoran,
en su jardín de margaritas blancas
Dios las comulga a todas.

Nos llega Dios por todos los caminos.
Él es eso: una Hostia.

domingo, 20 de agosto de 2006

Silencio

En su Diario Íntimo, al comienzo del período 1842-1844, Sören Kierkegaard tiene unas cuantas reflexiones (sueltas, parecen, y no lo son), acerca de varios asuntos en torno al silencio, al secreto y al estadio religioso.

Aunque sería embriagador comentarlas, mejor es leerlas, releerlas, entenderlas, gustarlas.
El Amor se despidió de Psiquis diciéndole así: "Si callas, tendrás un niño que será hijo de los dioses; pero si hablas será simplemente un hombre". Aquellos que saben callar, se convierten en hijos de los dioses, pues sólo con el silencio nace en nosotros la conciencia del origen divino; aquel que habla se convierte en un hombre. ¿Cuántos saben callar? ¿Cuántos comprenden, tan sólo, el significado de guardar silencio?

(...)

Cuando uno incuba una idea es preciso ocultarla de toda mirada profana, de toda ingerencia extraña. El pájaro no sigue incubando si alguien toca su nido.

(...)

Después de mi muerte no se encontrará entre mis papeles (éste es mi consuelo), una sola explicación de lo que en realidad ha colmado mi vida. No se hallará entre los repliegues de mi alma el texto que todo lo explica y que a menudo convierte en acontecimientos de enorme importancia las que son para el mundo simples bagatelas y que yo mismo considero fútiles si les quito la nota secreta que es su clave.

miércoles, 16 de agosto de 2006

Fiesta

Que ya no estamos en las edades en que el tiempo de fiesta y de trabajo a lo largo del año se repartía con beneficio para las celebraciones, no es una noticia.

Que se han reemplazado en todo el mundo los días santos por otras 'santificaciones' de profanidades, tampoco.

Que a este curso de las cosas la propia Iglesia le ha dado algún pie, no parece discutible.

Que entre los argentinos las cosas fueron de igual modo, es verdad.

Con todo eso, ya tendríamos para un discursete sobre la sacralidad del tiempo y la desacralización de la sociedad: orígenes y secuelas.

El caso es que, anoche, al final de una séance culturelle, con tristeza y furia indisimulada me pedía un amigo que mencionara aquí la cuestión. Con palabras -castellanas, eso sí- que bien puedo traducir gracias a mis buenos maestros en lenguas clásicas, casi me exigía -si es que no me estaba suplicando- que recordara de qué modo cuando en 1976 desaparecieron algunos feriados religiosos en el país, nadie dijo ni pío (algo poco pío, por cierto...), con el posible agravante -que yo mismo creo recordar, aunque no he podido documentar...todavía- de que por unos años se le quitó a la fiesta de la Asunción, por ejemplo, su calidad de fiesta de guardar y su consiguiente precepto.

Si así fue, lo fue hasta 1991 cuando, con un decreto general promulgado el 5 de julio de 1991, la Conferencia Episcopal Argentina fijó los días de precepto anuales. Muy bien.

Valiente cosa, en verdad, que además da para pensar en asuntos como el diálogo entre la Iglesia y el mundo...

Pero no es todo.

Como si hiciera falta -que no hace-, echemos una mirada a lo que pasó en unos 90 años en el país a este respecto.

Hay un Apéndice I sobre las Fiestas en un documento episcopal de 1902, que dice:
FIESTAS DE GUARDAR EN TODA LA REPÚBLICA

La Circuncisión de N. S. J 1 de enero
La Adoración de los Santos Reyes 6 de enero
La Purificación de Nuestra Señora 2 de febrero
La Fiesta del Patriarca S. José, único día de oír misa y trabajar 19 de marzo
La Encarnación de Nuestro Señor 25 de marzo
La Ascensión de Nuestro Señor Movible
Fiesta de Corpus Christi Movible
La Natividad de S. Juan Bautista 24 de junio
San Pedro y San Pablo 29 de junio
La Asunción de Nuestra Señora 15 de agosto
Santa Rosa de Lima 30 de agosto
La Natividad de Nuestra Señora 8 de septiembre
Todos los santos 1 de noviembre
La Inmaculada Concepción de Nuestra Señora 8 de diciembre
La Natividad de N. S. Jesucristo 25 de diciembre
Entretanto, para aquel decreto de 1991 que menciono, y que es el que rige hoy entre los católicos argentinos, los fiestas de precepto son:
1- Todos los Domingos del año.
2- 1º de Enero: Solemnidad de Santa María Madre de Dios.
3- 15 de Agosto: Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María.
4- 8 de Diciembre: Inmaculada Con­cepción de María.
5- 25 de Diciembre: Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
La incorporación de los 'domingos' -que no figura en 1902- tiene su flanco. Aunque podría tener su explicación, corrido el tiempo y sus circunstancias, tal como corrieron.

Sin embargo.

Me quedan algunas tareas para el hogar.

Por ejemplo, confirmar si durante unos 15 años, la Fiesta de la Asunción no fue entre nosotros fiesta de guardar, como creo recordar (y mi celoso amigo remarca con furia...)

Pero, además, me queda pensar si la calidad de aquella santificación del tiempo que aparece en el documento de 1902 tiene alguna relación -incluso causal- con lo que vino a ocurrir 90 años después, ejercicio que bien podría hacer mirando más lejos hacia atrás. Y algunas otras cosas de este tipo.

martes, 15 de agosto de 2006

Il Palio della Madonna Assunta

Recuerdo a la hueste innúmera de atentos seguidores del Palio de Siena que, mañana, 16 de agosto, se corre il Palio della Madonna Assunta, el segundo de este año.

Aquí está il drapellone de esta carrera, que según dicen, el autor dedicó a la UNESCO (¡¡¡¿¿??!!!).

Ay, estos tanos...

Y hay que oír esa facundia verbal, esa retórica funambulesca, quizá sólo equiparable al punto de honra hispánico en su magnificencia y estrambote o -por contraste- a la falsa humildad del complejo de superioridad británico (ese que alardea de concisión e ironía.) Y, por derivación cultural -que significa recibir de todo un poco-, tal vez equiparable a las notas rimbombantes del genio propio de alguna otra nacionalidad, que callo por pudor y piedad filial.

Pero, vean, si acaso les divierte, este fragmento del texto que preparó la comuna de Siena para la ocasión, describiendo il Palio de agosto:
Il blu del fondo domina, insieme al bianco usato per la figura della Madonna, il drappellone realizzato da Tino Stefanoni per il Palio di mezz'agosto. Unico elemento definito la Torre del Mangia, ammorbidita, nella sua staticità, da tre nastri, sul lato opposto della seta, che ripropongono le contrade senza ricorrere all'iconografia tradizionale. Tino Stefanoni, nato a Lecco nel 1937, e presente, a pieno titolo, nel panorama internazionale dell'arte, è riuscito, ancora una volta, ad affrontare un argomento: il Palio, e un sentimento: l'amore/passione, con la sua tavolozza di disarmante ovvietà.

Ancora una volta la magia è uscita dal suo pennello impastato di colore pieno. Tonalità di mistero, di sogno svelato, ma non raccontato. Così l'immagine assurge il ruolo di "suono", creando un connubio tra visibilità ed emozionalità.

La Vergine è pura luce, non ha tratti che la definiscono. Ed è giusto così. Anche gli elementi-soggetto della corsa non ci sono. Al loro posto il simbolo della città.

L'elemento peculiare: la torre ai cui piedi si corre il Palio. Anche l'ambientazione temporale non è quella calda del pomeriggio, ma quella della sera inoltrata. E' la penombra amata da Stefanoni e proposta nel drappellone quasi come una lettura diversa della Festa. Quella dei vincitori e quella dei vinti. "Un momento di tensione e di attesa silenziosa -come lui stesso la definisce-, non sinistra ma solenne dell'evento, perché il Palio è ricco, anche e soprattutto, di chiasso sfrenato e di profondo silenzio".

Un'opera d'impatto, la sua, che stimola la mente ad immaginare quello che l'essenziale ha volutamente dissolto dentro una calma innaturale, la stessa che precede la corsa.

L'artista è riuscito, infatti, a raccontare non quello che gli occhi vedono, bensì quello che il cervello percepisce senza registrare.

"Se avessi dovuto dare un titolo al Cencio -ha detto- sarebbe stato 'la notte prima'. Dopo il frastuono del giorno la città, all'imbrunire, inizia il suo riposo rigeneratore, dove c'è il tempo di pensare e riflettere sulle forti tensioni del giorno dopo". L'attesa, dunque. La stessa che vede i cavalli allineati per la partenza, quando nessuno tra le migliaia di persone presenti riesce a sentire il silenzio che incombe sulla piazza, se non coloro che ne sono al di fuori. Oppure la calma improvvisa dopo un'overdose di gioia, quella spossatezza che segue dopo il te deum di ringraziamento e le lacrime versate per gioia o rabbia. Attraverso questa estrema razionalità nel rappresentare la realtà, Tino Stefanoni riesce a far vivere l'arte nella sua forma più pura, riportando il suo stile a presentare e non a rappresentare. Una sorta di rispetto assoluto verso una concettualità che deve appartenere a tutti, e dove tutti possono riconoscersi. Palese, quindi, leggere nel drappellone la città nella notte della vigilia, quando l'eco dei canti e dei brindisi si è dissolto nel buio, e quella che è in attesa del corteo serale della contrada che ha vinto. La Siena che il pittore ha visitato prima della realizzazione del Palio "per captare quanti più segnali possibili, vivendo la città di giorno e passeggiando di notte fra quelle strade tenute gelosamente buie, così da dare a questa meravigliosa città, almeno la notte, la possibilità di essere solo, e gelosamente, dei senesi".

Facile capire che la Festa senese è difficile da raccontare, sia con le parole, che con le immagini. Più facile invitare a vederla, come, in fin dei conti, ha fatto Tino Stefanoni con quest'opera: un vero e proprio preludio caratterizzato da un intenso lirismo.
Está bastante claro, aun en estas líneas, que Italia no puede dejar de reírse un poco de ella misma, me parece. Creo también que, por esa vía -no tomándose tan en serio las plumas de la cola del pavo real-, la conversión siempre puede estar más cerca.

Pero esto, para algunos, no tendrá que ver con il Palio.

Y se equivocan.

Feriados nacionales

Me voy a aprovechar, para decir esto, de que la izquierda no lo va a hacer. No importa qué izquierda ni de cuál de las distintas capillas y denominaciones. Ni siquiera importa si es una izquierda religiosa o una izquierda laica. Ninguna de ellas se animaría a levantar su puño para denunciar las cosas muy importantes.

Tampoco la izquierda entiende por qué debería hacerlo y, en muy buena medida, por eso la izquierda es la izquierda.

Aunque esto es, apenas, la mitad: tampoco lo harán otros que no sean de izquierda y estén en contra de la izquierda o crean que lo están o digan que lo están.

En realidad, es viejo el asunto, y en más de una cosa se cumple la sentencia: en aquella hora se hicieron amigos...

¿Quiénes? Pues, por ejemplo, los militares -y los civiles- del último gobierno militar y las izquierdas varias.

El caso es que la madre de los feriados actuales es la ley 21.329, que fue sancionada y promulgada el mismo día: el 9 de junio de 1976.

(Después vinieron otras cosas, remiendos, parches: 22.655; decreto 901; 24.445; 25.370...)

Así llegamos hasta hoy. Y poco más o menos así seguirán las cosas.

Pero fue aquella ley 21.329 la que puso el marco y la que eliminó el feriado de la Asunción del 15 de agosto (y el del Corpus Christi, por ejemplo...) y lo hizo aduciendo, como razón importante y seria, que había que dejarse de festicholas y producir más.

Un riesgo siempre será que se me acuse de pietismos y tradicionalismos. Qué remedio, no tengo cómo evitarlo. Como habrá quien diga que una fiesta no arreglará occidente. Como también podrán decir que es mejor que una 'cultura' se parezca lo más posible a ella misma y, entonces, mejor que no parezca que la nuestra es una sociedad piadosa y cristiana. Con las dos últimas razones estaré en parte de acuerdo, aunque el valor intrínseco de ciertas cosas no tiene que ver con su aceptación o su utilidad social extrínseca.

En fin. Lo que quieran. Pero lo que es, es.

Sobre el 'hijo' remolón

El año pasado, hablé de Santo Tomás apóstol y referí un episodio que trae Ana Catalina Emmerich: la segunda llegada tarde de Tomás, esta vez para el día de la Asunción de la Virgen.

Precisamente hoy es cuando tengo que hacerle justicia al apóstol.

Además de lo ya sabido y siempre citado, hay dos momentos que están relatados en el evangelio de san Juan.

Uno es cuando Jesús -ya perseguido a muerte por los fariseos- decide volver a Judea ante la noticia de que su amigo Lázaro había muerto. Los apóstoles se resisten a volver: le temen a los judíos.
Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: "Vayamos también nosotros a morir con él." (Jn. 11, 16)
Un poco más adelante, Jesús habla con sus discípulos y les anuncia que pronto se irá, en lo que suelen llamar 'las despedidas de Jesús'. Es el pasaje en que Pedro, inflamado, quiere saber adónde irá y por qué no puede ir con Él, y le asegura que irá igual y no lo abandonará y morirá por Él. Jesús le contesta con la profecía de las negaciones y el canto del gallo.

Pero Jesús retoma su anuncio de la partida:
Y dijo a sus discípulos: "No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones. Si no, os lo hubiera dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo; para que en donde esté yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino."
Es allí que vuelve a hablar Tomás y es él quien le da ocasión a Jesús para anunciar una verdad difícil y consoladora:
Le dice Tomás: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?"
Le dice Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí." (Jn. 14, 5-6)
En la Catena Aurea, los Padres comentan ambos episodios.

Dice san Juan Crisóstomo respecto del entusiasmo de Tomás:
Todos los discípulos temían a los judíos, principalmente Tomás: "Tomás, pues, llamado Dídymo, dijo entonces a los otros condiscípulos: vamos también nosotros y muramos con Él". Él era el más débil de todos y el menos firme en la fe. Más tarde llegó a ser el más fuerte y el más heroico, porque él solo recorrió todo el orbe, llevándolo su celo en medio de pueblos que querían su muerte.
Y san Beda:
(...) O bien los discípulos reprendidos con las anteriores palabras del Señor no se atrevieron a replicar más. Pero Tomás, sobre todos, exhortó a sus compañeros a ir a morir con Él, en lo cual se deja ver su gran constancia, pues hablaba como si fuera él capaz de hacer lo que a los otros exhortaba, olvidándose de su fragilidad como Pedro.
Mientras tanto, dos textos de san Agustín hablan del camino, la verdad y la vida:
Como diciendo: ¿Por dónde quieres ir? Yo soy el camino. ¿A dónde quieres ir? Yo soy la verdad. ¿En dónde quieres permanecer? Yo soy la vida. Todo hombre comprende la verdad y la vida, pero no todos encuentran el camino. Hasta los mismos filósofos del mundo vieron que Dios es la vida eterna, y que es la verdad digna de saberse. Mas el Verbo de Dios, que con el Padre es verdad y vida, se hizo el camino tomando la humanidad. Camina por esta humanidad para llegar a Dios, porque preferible es tropezar en este camino, a marchar fuera de la vía recta.
Más adelante, el obispo dice esto mismo de modo más extenso, más claro (y más difícil):
Sabían el camino, porque conocían al mismo que es el camino. ¿Para qué, pues, añadir lo de verdad y vida sino porque sabido ya por dónde se debía marchar, convenía también saber a dónde se había de marchar? ¿Quiso decir que iba a la verdad y a la vida? Iba a sí mismo por medio de sí mismo. Pero ¿acaso, Señor, para venir a nosotros te habías separado de ti mismo? Porque yo sé que recibiste la forma de siervo y viniste en carne mortal, permaneciendo donde estabas, y a este lugar tornaste sin dejar tampoco aquél al que habías venido. Luego si por esta vía volviste y por ella tornaste, fuiste camino, no sólo para que nosotros fuéramos a ti, sino también para tu venida y tu vuelta. Cuando, pues, te dirigiste a la vida, que eres tú mismo, llevaste tu propia carne de la muerte a la vida. Y así, en tanto que la carne pasa de la muerte a la vida, Cristo viene a la vida. Mas como el Verbo es la vida, Cristo vino a sí mismo. Porque Cristo es una y otra cosa, a saber: el Verbo es carne en la unidad de la persona. Dios había venido a los hombres por medio de la carne; la verdad había venido a los mentirosos. Porque Dios es la verdad, y todo hombre mentiroso. Al separarse, pues, de los hombres para irse allí donde nadie miente, levantando su carne, Él mismo se dirigió, en cuanto el Verbo se hizo carne (Jn. 1,14), por sí mismo, esto es, por su carne, a la verdad que es Él mismo. Verdad que logró mantener intacta aún después de su muerte entre los mentirosos. Ved cómo, al hablaros cosas que entendéis, me dirijo a vosotros en cierto modo, sin dejarme a mí mismo. Cuando dejo de hablar, vuelvo a mí en cierta manera, y permanezco con vosotros si conserváis los preceptos que habéis escuchado. Si esto puede la imagen que Dios hizo, ¿qué no podrá la imagen nacida del mismo Dios? De aquí que Cristo va a sí por sí mismo, y por sí mismo al Padre, y nosotros por Él vamos a Él y vamos al Padre.
Todo lo cual hemos de agradecerle al bueno de santo Tomás.

Y se alegrará la Virgen si precisamente hoy se lo reconocemos a su 'hijo' remolón.

lunes, 14 de agosto de 2006

Odi et amo

Tiene más bien toda su gracia en ser un asunto particular. Porque, como doctrina, no es novedoso. Pero igual sirve para tomar de ello alguna universalidad, que es el lindo modo como la poesía busca ver las cosas.

Está el rápido de las 18:27.

Me lo han oído tantas veces: los vagones portugueses me gustan, la English que los tira en la Flecha de Plata, también.

Pero el servicio es definitivamente deficiente. No hay vuelta: así como está, esta encarnación desdichada de todas esas cosas es nefasta.

Entonces.

Hay que dejar lo amado para no odiarlo y para no odiar cosas mejores y mayores que en lo amado se significan y se cifran.

Claro.

En la bonita estación de Hurlingham pensaba que es un caso al que puede aplicarse la doctrina. Allí, arrojado, desalado, desolado, pensaba cuántas cosas pueden pasar por ese mismo tamiz.

Al final, es así como pasa con otras cosas. Los vagones son lindos y buenos, la máquina también. El servicio rápido es un buen 'concepto'. Hurlingham es, como dije, una estación agradable. Y, más arriba todavía, me gusta Portugal y me gustan mucho los trenes.

Pero.

Juntamos todas estas cosas en una situación determinada y chueca y mal parida y acaece el desastre. Y la 'forma' que toman estas cosas -que por separado resultan apetecibles y podrían serlo más todas juntas en armónico conjunto-, se vuelve tan ácida y tan intragable que contamina a cada cosa en sí y las vuelve indeseables a todas ellas.

Antes de que Portugal se vuelva insípido y enemigo, antes de que el tren se vuelva una infame oruga malévola, antes de que Hurlingham sea el nombre del infierno en la tierra, antes de que el propio amor a las mismas cosas -todas juntas en su realidad de hecho (un bonito tren portugués, rápido hasta Hurlingham)- se pudra en fastidio y en amargura, y en rezongo y en desprecio: hay que abandonar el rápido de las 18:27, hay que dejar a un lado del camino esta realidad contingente que llamé la Flecha de Plata.

Podría aplicar esto mismo a tantas otras cosas de la vida, tan importantes como esto, y más si acaso. Pero por ahora no me deja hacerlo la conmoción de la resolución que tomé: no odiaré lo que amo. Mejor será que mi amor se purifique en la ablación sensible y espiritual y que la oblación lo purifique.

Estaré viendo ahora su cara más desangelada, su miseria, su falibilidad. Sí. Claro. No serviría negarla: este tren así no vale y no sirve. Pero no es en esa combinación infeliz, en la que han caído todas estas cosas, donde están clavados los cimientos de mis amores.

No tengo que rescatar mi amor por esas cosas. Por noble que pudiera ser. No es eso. Aunque hasta podría mirar mi amor por semejante esperpento y llegar a odiar incluso el amarlo, porque no es amable, así.

Lo que vale la pena es lo que son y lo que valen. Y amo lo que estas cosas son y lo que representan. Y no amo lo mal que se las puede combinar.

A alguno, mi declaración podría resultarle extravagante. Y estaré de acuerdo con el que me tache de exagerado. Como habrá quien piense que huele a ironía todo esto. Allá él.

Pero no se apuren tanto: no hay cosas sin sentido ni amores pequeños.

domingo, 13 de agosto de 2006

Con el número Dos nace la pena

En los Sonetos a Sophia, publicados en 1940, Leopoldo Marechal incluye el soneto Del Amor Navegante.
Porque no está el Amado en el Amante
ni el Amante reposa en el Amado,
tiende Amor su velamen castigado
y afronta el ceño de la mar tonante.

Llora el Amor en su navío errante
y a la tormenta libra su cuidado,
porque son dos: Amante desterrado
y Amado con perfil de navegante.

Si fuesen uno, Amor, no existiría
ni llanto ni bajel ni lejanía,
sino la beatitud de la azucena.

¡Oh amor sin remo, en la Unidad gozosa!
¡Oh círculo apretado de la rosa!
Con el número Dos nace la pena.

Es una joya rara, exquisita. Ideas similares, aunque más extensamente dichas hay en la Érotica de su Heptamerón, por ejemplo. Es cierto que esta meditación amatoria, en varios niveles, es una de las claves de toda su obra y una clave de las claves que sembró Marechal en ella.

El verso final -con ese remate inconmensurable, misteriosamente abrupto y sentencioso- me acompaña casi como una jaculatoria lírica -y no sólo- desde hace muchos años.

Un memento de lo que es. Y de lo que no debe ser. Y de lo que debe ser y no es, al mismo tiempo.

Una especie de trazo de la existencia humana, en clave de amor. Y también de Amor, como que lo menos es lo menos de lo que es más. De allí incluso que importe que, pudiendo elegir géneros distintos para Amante y Amado, no lo hace; con lo cual -siguiendo una tradición, también- enhebra lo humano con lo divino, casi límpidamente, que no quiere decir fácil de entender.

Pero, además, está la destreza de haber dicho Amante desterrado y Amado navegante.

Podrá parecer una tontería libresca, pero que al sustantivo en participio activo le caiga el adjetivo en participio pasivo y al pasivo en activo, creo que es ya un hallazgo de visión, voluntaria o no, pero poderosa.

Tanto más si no son solamente participios en un verso sino personas en la vida, y así es que el Amante padece y el Amado actúa, cuando que suele ser a la inversa, no sólo en las cosas humanas.

Allí, entonces, se abren honduras que -como dije- me parece que no son simples artilugios líricos.

sábado, 12 de agosto de 2006

El verdadero secreto



En un suplemento mistongo que apareció para el 9 de julio pasado, había un fragmento de una carta inglesa de 1816.
El siguiente texto fue tomado de una carta del jefe de la flota inglesa en el Río de la Plata, William Bowles, al rey de Inglaterra, fechada en Buenos Aires, agosto de 1816.

"Será quizá sorprendente para Su Excelencia el hecho de que el Gobierno existente (...) haya elegido este momento preciso para declarar su independencia, no solamente de España, sino de toda otra potencia. Pero pienso que esto puede fácilmente explicarse por el hecho de que eso fue necesario para aplacar el entusiasmo revolucionario de aquellos que constituían un peligro, a quienes de ningún modo podía confiarse el verdadero secreto. Las ceremonias públicas fueron sin embargo postergadas hasta el 13 del corriente, cuando ya fue absolutamente necesario continuar con ellas para evitar sospechas; fue fácilmente perceptible advertir que los actores que tomaban parte en esta ceremonia sentían ciertamente muy poco interés por el papel que venían representando."

Fuente: John Street, "Gran Bretaña y la Independencia del Río de la Plata". Buenos Aires, Paidós, 1970.
...el verdadero secreto...

¿Secreto? ¿En 1816? ¿Bowles le dice al rey que es un secreto que los ingleses creían que su boca tenía el mismo tamaño que el mundo y que tenían hambre...? ¿Secreto? ¿De veras? ¿Qué pasaba? ¿No le llegaba el Times a William Bowles?

Ay, estos ingleses...

Por esas cosas que tiene la vida y la historia, aquellos planes de Pitt de ampliar el Imperio al infinito y su comercio usque ad finem, cambiaron drásticamente en parte por culpa de Napoleón pero, en muy buena medida, por el resultado desastroso de sus aventuras de 1806 y 1807 en el Río de la Plata (el bueno de Whitelocke, primero degradado, fue declarado en 1809 indigno de servir con sus armas a HMS como militar del Imperio...)

A los británicos la cuenta les daba mejor si, con planes "secretos", en vez de ampliar su Imperio a los mamporros y moviendo flotas enormes con miles de soldados, se ocupaban de deteriorar la situación de sus competidores y eventuales enemigos. Y les salió bien, vaya si no...

¿Secreto? Humor inglés de William Bowles, me imagino.

Dos cosas más.

Por un lado, me alegra saber que Manuel Belgrano fue uno de los pocos criollos que se negaron a jurar en 1806 lealtad a Jorge III, por lo que, y para no cumplir con la imposición británica, pasara a la Banda Oriental.

Por otra parte, está claro que el que una de las primeras cosas -si no la primera- que asegurara el vizconde de Beresford al entrar a Buenos Aires el 27 de julio de 1806, fuera la libertad de comercio, y la libertad de profesar la religión católica, no habla tan mal de los británicos -claro, después de todo, estamos hablando de los ingleses...-como de Buenos Aires y de su renguera burguesa.

Me dirán que soy injusto, porque las invasiones terminaron como terminaron y todo eso...

Sí. Entiendo.

Pero.

Una vez salvado lo salvable, habrá que repasar mejor las fechas y ver cuándo 'terminaron' las 'invasiones' inglesas.

Si acaso terminaron.

viernes, 11 de agosto de 2006

Carraighfergus

Carrickfergus es una canción irlandesa muy bonita. Hace años la tengo siempre a mano.

Sabía que era muy antigua. Pero no sabía que era una piedra en el camino hasta que encontré algunas variantes en la letra que me alarmaron.

De allí me fui a buscar información. Y como quien pasa a través del fondo de un ropero a otro mundo, aparecí en medio de debates apasionados por comas y puntos, que son un contento.

Ah, tener tiempo para estas batallas...

jueves, 10 de agosto de 2006

Hijos del oficio más antiguo

El que peca por la paga o el que paga por pecar...

Si yo fuera Sor Juana, estaría chocha.

Miren, si no.

Días atrás Kirchnerpresidente le espetó a los States que la Argentina "no tiene relaciones carnales", y estaba hablando de plata. Le contestaba así a un matoneo yanqui sobre productos sin aranceles para entrar al Imperio.

Qué feo, viejo: poner calderilla sobre los fuegos pasionales (como su socio Menempresidente, eso sí...)

Pero siguen.

Horas después, Fernándezjefedegabinete, en una reunión de la Cámara de Comercio y The Council of the Americas (de los States, claro...), en un dulce requiebro, guiñador y querendón, dijo que "estamos enamorando a los inversores, porque esta Argentina, con reglas, es más estable y previsible..."

Y estaba hablando de plata, otra vez.

Yo digo: ¿qué es esto de que cada vez que hablan de 'viyuya' echan la mano a los pantalones, para subírselos o para bajárselos?

Además las cosas se les mezclan. Porque está el asunto aquel de que fogonean la orgía del jolgorio y el cachondeo general, y hacen negocios fantásticos mientras reparten condones y ligan las trompas del Gabrielle (y todo a la vez, no vaya a ser cosa..., son más raros...), y eso mientras los varones -gracias a una fecunda tarea legislativa- exhiben sus esterilidades con orgullo, mientras además promueven toda suerte de 'diferencias' y toda clase de asuntos, como si dijéramos, del ombligo pa' abajo.

De verdad: estos tipos son 'carne de diván', qué puedo decir.

Sexo y 'guita', y más sexo y más 'guita'. Parece que no pueden hablar de lo uno sin lo otro. Tienen un problemón por lo menos retórico, que no es poco.

Y todo lleva más o menos el mismo rumbo: evitar las situaciones embarazosas (sobre todo para los que manejan la plata, por ejemplo), conseguir placer a cualquier precio y evitar todo costo con tal de obtener placer.

Placer por el poder y placer del impotente. Fecundos negocios de hombres estériles.

Me parece que acá está pasando algo raro, ¿no?

Falopieros

Son tiempos como aquellos de la eugenesia que mentaba Chesterton, allá por 1922 cuando publicó su ensayo.

Y, por otra parte, pobre don Gabrielle Falloppio: menos de 40 años de vida para pasar a la fama por unas trompas, y no por lo que valen sino ahora levantadas hasta lo alto del mástil, para que ondeen como emblema de libertad: 'las trompas de Falopio son para los que las trabajan...', podrían decir; o, también: 'con las primeras trompas de Falopio ligadas por una anarquista ahorcaremos en vasectomía el miembro viril del último fértil reaccionario...'

Sí, señor.

La superstición del divorcio suele publicarse con La eugenesia y otros males. Son textos distintos de tiempos distintos. Hay que volver a leer el segundo, hoy por hoy.

Lo volví a ver por un artículo de un amigo que lo menciona.

Allí extracta unas partes referidas a que
la única literatura que evoca el tono y el lenguaje reales de las clases trabajadoras está representada por la canción del café cantante inglés.
A partir de esto, Chesterton analiza una de ellas:
Echaron a padre de las Aguas Corrientes
por fumar su vieja pipa de cerezo;
echaron a padre de las Aguas Corrientes
porque capaz incendiaba las Aguas Corrientes.
Y lo hace palabra por palabra.

Cuando llega a 'de las Aguas Corrientes, por fumar', dice:
Las Aguas Corrientes son, normalmente, una gran institución oficial e impersonal. Desde luego, nacionalizada por el gobierno laborista. Si es probable que el empresario capitalista despida a 'Padre', el funcionario socialista con toda seguridad le prohibirá fumar. Con lo que no sólo se atribuye el derecho de echarlo, sino también de vigilarlo como a un niño. El gobierno se niega a asegurarle pan pero, eso sí, en nombre de la pureza de las costumbres se toma la libertad de prohibirle la cerveza.
Y sí.

El viejo asunto de cómo nos 'cuidan' los gobiernos, de cuánto saben ellos sobre lo que les conviene a los hombres, especialmente a los hombres comunes.

Desde la eugenesia hasta la pipa, desde Falopio hasta la ideología.

miércoles, 9 de agosto de 2006

Vete de mí porque fuimos...

La tarde está que ni pintada.

Gris, fría, húmeda: un bocado de cardenal para un porteño. Y con un tanguito y mate y unos Gitanes sin filtro de regalo, ni hablar...

El caso es que fue en 1945 que Homero Manzi escribió esta letra a la que le puso música José Dames.

Y salió un tangazo, nada de tanguito; y, aunque hay versiones para todos los gustos, la de Adriana Varela a mí me gusta mucho. Me lo crucé sin querer.

ver
Fuimos

Fui como una lluvia de cenizas y fatigas
en las horas resignadas de tu vida...
Gota de vinagre derramada,
fatalmente derramada, sobre todas tus heridas.
Fuiste por mi culpa golondrina entre la nieve
rosa marchitada por la nube que no llueve.
Fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza
que no puede vislumbrar su tarde mansa.
Fuimos el viajero que no implora, que no reza,
que no llora, que se echó a morir.

¡Vete...!
¿No comprendes que te estás matando?
¿No comprendes que te estoy llamando?
¡Vete...!
No me beses que te estoy llorando
¡Y quisiera no llorarte más!
¿No ves?,
es mejor que mi dolor
quede tirado con tu amor
librado de mi amor final
¡Vete!,
¿No comprendes que te estoy salvando?
¿No comprendes que te estoy amando?
¡No me sigas, ni me llames, ni me beses
ni me llores, ni me quieras más!

Fuimos abrazados a la angustia de un presagio
por la noche de un camino sin salidas,
pálidos despojos de un naufragio
sacudidos por las olas del amor y de la vida.
Fuimos empujados en un viento desolado...
sombras de una sombra que tornaba del pasado.
Fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza,
que no puede vislumbrar su tarde mansa.
Fuimos el viajero que no implora, que no reza,
que no llora, que se echó a morir.

En eso estaba cuando me acordé de que para el solsticio de invierno, una mano generosa me había hecho llegar dos versiones de Vete de mí.

Me picó esa tara de oficio de las literaturas comparadas y busqué y encontré ambas versiones, la de Bebo Valdés & Diego el Cigala y la de Bola de Nieve.

Ay, si no fuera por los papeles que se acumulan impiadosos y sordos al alambique porteño que destila bandoneón y melancolía (y por un insufrible tribunal de exámenes suburbano...)

Me queda para otra vez comparar las letras (salvo que alguno quiera adelantar trabajo...)