Claro que el lector no se da cuenta de la diferencia, casi nunca.
A veces el cielo calla.
A veces la sombra enciende
por la huella de la noche
tus ojos como dos sierpes
quemantes como candelas
y de luna en luna ardientes.
Ay, cómo engaña al amor
la luna con su fulgor.
A veces tus ojos callan
y en el cielo se enardecen
las estrellas que los suplen,
silenciosas de desdenes,
para que yo llegue al alba
y nunca a tus ojos llegue.
Ay, cómo engaña la mar
si dice que he de llegar.
Y de callar como callan,
el cielo y tus ojos tienen
tal hambre de voces claras,
tanta sed de voces fuertes,
que no saben del silencio
que tengo para ofrecerles.
Ay, cómo engaña al amor
el silencio y el dolor.
Y, de voz en voz, me pasan
el secreto a voces tenues
de que la noche y tus ojos
confabulan mientras pueden
para que yo llegue al alba
y nunca a tus ojos llegue.
Ay, cómo engaña la mar
si dice que he de llegar.
A veces la sombra enciende
por la huella de la noche
tus ojos como dos sierpes
quemantes como candelas
y de luna en luna ardientes.
Ay, cómo engaña al amor
la luna con su fulgor.
A veces tus ojos callan
y en el cielo se enardecen
las estrellas que los suplen,
silenciosas de desdenes,
para que yo llegue al alba
y nunca a tus ojos llegue.
Ay, cómo engaña la mar
si dice que he de llegar.
Y de callar como callan,
el cielo y tus ojos tienen
tal hambre de voces claras,
tanta sed de voces fuertes,
que no saben del silencio
que tengo para ofrecerles.
Ay, cómo engaña al amor
el silencio y el dolor.
Y, de voz en voz, me pasan
el secreto a voces tenues
de que la noche y tus ojos
confabulan mientras pueden
para que yo llegue al alba
y nunca a tus ojos llegue.
Ay, cómo engaña la mar
si dice que he de llegar.