lunes, 30 de mayo de 2022

Contraseñas





Este libro de 12 canciones, compuestas en silvas libres, fue publicándose en esta bitácora durante mayo de 2022 y se editó en este mismo mes.




domingo, 29 de mayo de 2022

Gilberto





Gilbert Keith Chesterton
1874  -  29 de mayo  -  2022

Gilberto, el corazón y tu mirada
son inmensos, muy más que tu estatura,
y andan buscando, en esta edad oscura,
alguien sonriente que les dé posada.

Si fuera un duende, sí, si fuera un hada,
podría regresarte y tu figura
batiría al Dragón, sin armadura:
al puro golpe de tu pluma espada.

Gilberto, amigo, yo no tengo nada.
Y sólo la salud de tu locura
y la alegría de tu voz alada,

pueden llevarme hasta tu misma altura,
al combate viril de tu ternura
y al gozo de seguirte en tu cruzada.




Buen amor bueno


Yo no sabía que el amor dormía
esperando su hora,
arropado en recuerdos,
ignorando el olvido.

Y lo vi entre las gentes
llegar hasta mis manos. Y ante mí
decir sus dos palabras, la tarde iluminando;
en presente, sin tiempo, porque viven
en su lugar secreto
del hondo corazón en que maduran.

Y allí vive el amor.
Paciente buen amor, vive en tu pecho,
donosa habitación que me cobija.

Es tu buen amor bueno,
discreto en su silencio y esperando
toda una edad del mundo,
sin desgarrar el velo de las flores,
sin aturdir la noche,
sin ni siquiera herir, de nada urgido, 
tibiamente apacible en su distancia,
benévolo en su luz, su reverencia...

Si hoy mismo yo muriera,
habré visto en tus ojos
un nuevo hogar en una patria nueva,
refugio de mis días,
el final del camino.



sábado, 28 de mayo de 2022

Ser Anzoátegui



Todo este día feliz me acompañó el recuerdo del entrañable Ignacio Anzoátegui, quién sabe por qué.

Se lo extraña, como a otros buenos y viejos amigos que ya se fueron de este valle: Raúl, Polo... Pero son tan presentes en tanto, cada quien a su aire y con su talante, que es difícil la nostalgia de los días y queda solamente la felicidad que dejaron y la que habremos de compartir, Dios queriendo.

Dos cosas dejo aquí.

Las líneas que escribí para él en su partida, en julio de 2009, que tenían el mismo título de esta entrada, y que rescaté ahora recordándolo.

Y uno versos –que creo son de sus mejores, si no los mejores–, dichos por él mismo, en su homenaje y por su memoria. 

Un poema feliz. Como el recuerdo de su amistad y su figura. 

Y como este día, tan parecido a sus versos en esto y aquello.  




____________________

Ser Anzoátegui 



Feliz en ti


¿Cómo inauguras todo?
¿Cómo le das al cielo esa ternura
de fuego y nube azul?
¿Cómo en tu mano crece
ese infinito que acaricia el mundo,
mientras besas mis ojos
y les das tu luz suave
y me aromas a nuevo
y siembras tu sonrisa
en el hueco callado de mi pecho?

Contigo huyó la noche,
conjuraste el dolor, la pesadilla
de no verte a mi lado,
o el temor a lo oscuro,
o el agitado sueño de la muerte,
o el fantasma malvado de la ausencia.

Sólo con respirar,
sólo el aliento tibio que le da vida al día,
sólo con tu latido que late si me nombras,
sólo con ser y estar,
sólo apenas con eso:
basta para ser libre,
basta para saber cada momento
cómo se es feliz.



 

jueves, 26 de mayo de 2022

Siempre, amar es por ti


Tengo palabras sueltas
que hacen torpe mi voz para cantar
un canto que deleite:
pero la voz es débil
y se encarna en el aire que balbuce
un canto apenas niño
que tropieza y a veces me avergüenza.

Tengo palabras nobles
que acechan gravemente en los renglones
de las tímidas hojas, los papeles
en los que voy buscando
una frase feliz, certera, nueva,
que diga la verdad
y, acaso conmoviendo,
pueda vivir desnuda, sin adornos.

Sujetos, predicados, verbos gráciles,
los severos adverbios
como pizca de sal, para que sepan
mejor esas insípidas
oraciones bimembres, unimembres...

Pero entre todas las palabras, una
sólo se dice junto con tu nombre:
siempre, amar es por ti.
Porque si soy el yo que la conjuga
no tengo más que un .  


 

Enemigos



La expresión está tomada de las palabras de Jesucristo y figura en los evangelios de Mateo y Lucas. Y antes en el Levítico: amar al enemigo. Y es clave en el cristianismo, porque dice claramente Jesús que es un requisito para la perfección semejante a la perfección de su Padre y para la filiación con Él.

Hay dos ingleses que se han tomado la cuestión del amor al enemigo con cierto humor: Gilbert Chesterton y Oscar Wilde.

Cada uno a su modo, por supuesto. Uno más chisposamente, el otro con acidez que bordea la blasfemia, salvo que uno entienda (no solamente inglés, sino a Wilde, cosa que, creo, ni la mayoría de los amigos ni los enemigos han hecho del todo...)

Dos paráfrasis.

Chesteron decía que se nos manda el amor al prójimo y también el amor a nuestros enemigos, porque frecuentemente son la misma persona.

Wilde decía que hay que perdonar a los enemigos porque no hay nada que los moleste más.

Fenomenológicamente (y son dos frases humorísticamente fenomenológicas...), tienen razón ambos. 

Claro que entiendo el límite filoso y peligroso por el que camina Wilde. Pero tengo la impresión de que, a la vez, Dios se valió de eso mismo al final de sus días para inspirarle el De profundis. No se puede ser grande si se es mediocre.

Por cierto que un desborde de pietismo caerá sobre Wilde. Así como, siendo que Chesterton es Chesterton, por cierto que nadie le caerá con la excomunica en ningún caso, al menos los partisanos, que son una especie de pietistas.

Ahora bien, si hubiera dicho piedad, con razón caerían sobre mí también aun los pietistas. Pero he dicho pietismo y entonces no tendrían razón. Aunque de todos modos me parece que más bien no la tendrían ni en éste ni en otros casos, porque el pietismo es precisamente lo que queda de la piedad cuando el discernimiento ha huido.



miércoles, 25 de mayo de 2022

Sectas y sonrisas





Tal vez unos 30 años atrás, hubo que pensar asuntos acerca de las sectas, particularmente las religiosas. Particularmente, sí, pero no exclusivamente. Soy de la opinión –como en aquellos días– de que hay más sectas que las religiosas y muchas son solamente un espíritu o una modalidad (personal y comunitaria) y nunca llegan a cristalizar institucionalmente. No que esas modalidades no tengan ritos, contraseñas, iniciaciones, esoterismos, jerarquías y mandamientos, preceptos y códigos de sanciones y premios y hasta "sacramentos", y tampoco es necesario pensar que son agrupaciones deshilvanadas, como hilachas de gentes que se juntan al azar, informalmente. Hay de esto en clave política, cultural y hasta literaria. Tampoco hay que confundir estas sociedades con camarillas, menos con contubernios o conspiraciones. Pueden tener algo de todo eso, llegado el caso, aunque unas y otras formas solamente comparten una raíz común: la pulsión humana por asociarse a otros, la vis politica natural, es decir necesaria. En no pocos casos –y en algunos gravemente– el apetito desordenado de poder y control, la pretendida apropiación de las llaves del cielo y de la tierra, es el motor de agrupaciones y conglomerados. Pasa en la política, en la Iglesia, en la política eclesiastica, dentro y fuera de las jerarquías establecidas y formales.

Y a quien le quepa el sayo que se lo ponga, claro.

Pero.

Hay un pelo de ángel (claro que es un pelo formal y que define formaliter), entre una reunión de amigos o conocidos con afinidades e intereses comunes y el espíritu de secta. Aunque no haya aquí y ahora que solventar esas diferencias (cada cual puede pensarlo, si gusta o lo está necesitando), sí hay que repetir que una cosa es la necesidad societaria de los hombres (porque ninguno agota en sí las posibilidades y necesidades de la natura humana) y una determinada concepción que empuja a esas floraciones tan frecuentes desde hace bastante, aquí y en el entero mundo. Se habrán sofisticado, estilizado o pulido. Seguirán siendo brutales y torpes. Tanto da.  Pero que las hay, las hay.

De aquellas meditaciones y deliberaciones de unos decenios atrás surgió, entre otras cosas, un escrito que actualmente está alojado en la página de Sebastián Randle (et voilà!), más precisamente en la sección Misceláneas, bajo el título El espíritu sectario.

Complementario de ese escrito, un servidor compuso, por su parte y en aquellos días, otro ensayito acerca de un asunto particular que me parece todavía notable (por favor: el asunto, no el escrito...): la sonrisa perpetua de quienes integran (de pensamiento, palabra u obra...) una secta religiosa.

Como creo que esa cuestión se renueva y no cambia su naturaleza, he resuelto dejar aquel escrito en la bitácora, por lo que fuere menester y por si a alguien le aprovecha leerlo. 

Aunque no es muy extenso, preferí alojarlo en un sitio externo (como se ve), para no fatigar demasiado a los benévolos lectores.



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De gaudio in sectis





martes, 24 de mayo de 2022

Cerca es lejos todavía


Estaba la distancia.

La medimos en el fulgor del ave
y en las constelaciones.

Eran pasos del viento,
veloces y fugaces.

Eran la misma floración de estrellas
en medio de la noche,
los pasos incontables,
interminablemente demorados
una vez y otra vez,
centinelas del alba
que ven cada mañana como el fin.

Trazamos la distancia en soledades.
La distancia eran horas
en el anhelo del que espera en vano.

O era el gozo inaudito del regreso
de los ojos amados
a los ojos amantes,
por un camino incierto cada día.

Pero hay otro dolor:
no hay distancia mayor que estar tan cerca
y ser inalcanzable,
con un lejos presente
en un cerca de ausencia.  




Será un día


Y volveré a mi fuegos
y atizaré sus brasas,
inútilmente. Nunca se consumen.

Veré crecer su incendio en esa noche,
mis ojos en el rojo de las llamas,
ardiendo soledad,
hiriendo el aire en lágrimas de savia.

Y esperaré los días,
porque un día será que llegue el día
en que el tiempo no corra por mis venas.

Y esperaré los días, uno a uno,
podando cada brote de tristeza,
pena en cogollos secos,
viña que no dará
el vino fuerte aquel de la alegría
que libaba contigo.

Opaco el mundo, con su luz menguante,
de ti se irá apagando,
baldío de tu nombre,
y huérfano del sol de tu sonrisa.

Y yo, solo conmigo.

Así será cuando no estés, un día.




lunes, 23 de mayo de 2022

Soñar no puedo


Querría un roble antiguo.
Tan fuerte y alto, fronda verdecida
que cobije la tarde y sea el amparo.

Echarme yo a su vera,
recostarme y dormir. Es imposible.

Nada es soñar ahora.

Es todo tan real, es tan de veras:
con el eco de todo amaneciendo,
bramando en aguaceros,
hiriéndome los ojos sin memoria
que ven todo naciente,
recién nacido y este mismo día,
en el instante mismo
en que pronuncias cada nuevo aroma
y las alondras tienen nombre nuevo.

¿Cómo soñar? No puedo.
Porque soñar es haber visto antes
la rosa, el cerro, el río:
haberlos visto ser,
haber sabido el sol de terciopelo,
haber oído el mar,
y saber de la sal, saber del fuego,
de la furia del viento en torbellinos.

Es esta eternidad de tu presencia,
nostalgia de mañana
que evanesce recuerdos,
sabor a eternidad siempre presente.


Como si fuera un sueño. Y es real.




Desde el silencio de esta noche vengo


Desde el silencio de esta noche vengo
y supe que no existe.

Y supe que hay en todo
un resplandor de voz, una mirada
que es una voz que espera.
Conciertos infinitos, sinfonías
trazando sus acordes. Amorosas
pisadas, huellas tuyas
en el vacío de este firmamento
sonoro, musical y luminoso.

Vengo en este silencio
que no existe. Y oigo sembrarse el aire
de un murmullo que ruge
su manantial de voces,
en la noche que mira mi mirada
como otra voz que espera,
y que en silencio canta
y traspasa lo oscuro,
hasta llegar a mí con el sigilo
del paso del amor.

Alrededor, la noche.

Alrededor, el intangible beso,
ese rumor amante,
las hebras de un silencio que no existe.




domingo, 22 de mayo de 2022

Tu promesa


Me hiciste una promesa
un día. Y otro día y otro día.

Decías: yo seré
el amor verdadero tras la sombra
del tiempo y de este mundo, en esta vida.
Seré quien te amará.
Y seré en cada abrazo
tu primavera, siempre
seré tu primavera, ahora, siempre...

Decías: yo seré
siempre, un día y otro día, siempre.

Oigo tronar zorzales,
gozo del día son, serenamente
cantan gozos del día;
me trinan y me truenan
tormentas de promesas en zorzales.
Verdad en silbos verdes,
como un brote de ayer que ya es tu flor.

Me hiciste una promesa
un día. Y otro día. Y la cumpliste:
va pasando la sombra de este mundo,
el tiempo se marchita.

Y estás allí naciendo cada día,
sigues naciendo niña,
la primavera siempre.

Siempre, un día y otro día, siempre.






sábado, 21 de mayo de 2022

Antaños que vivimos


¡Aquí de los antaños que he vivido!,
son cosas del poeta...

No tenemos antaños,
no tenemos presentes ni futuros.

En nada hay la frontera,
ni una línea de límite,
como el mar. Es el mar..., y lo decías   
mientras el viento por la arena andaba
borrándonos las huellas...

Intemperies velaban nuestro tiempo
y eran sendas de mar:
de todo el mar. De todo el mar... Y el mundo,
cegado en la clepsidra
que llevaban tus ojos, desvelados
de tanto amar. Y el mar...

Nos era eterno el mar. Y cada día
siempre era el mismo día,
con las tardes soñando
con las noche de plata...,
que siempre fueron noches y un instante.

Ayer no sé que es.

Porque nada es ayer en tu presencia,
las horas detenidas.

Y mañana ya es nunca, si no estás.



viernes, 20 de mayo de 2022

Soledades de mayo


El mar está vacío.

Ya no es arena el tiempo. Es casi nada
y se despeña por las horas huecas
y va de cosa en cosa
y araña cada instante
que sangra soledad baldía. Y niebla.

Y veo unas sonrisas:
fantasmas me parecen. Escenarios 
en los que actúan sus sonrisas grises
las bocas transparentes,
los labios cenicientos.
Sonidos sordos de alegrías mudas. 

Y ya la flor no aroma.
Ya no hay niños que jueguen.
Mayo es invierno ahora en este mundo.

Y en este cielo inmóvil, ya la luna,
que en todo ayer fulgía,
no es otra cosa sino luz menguante,
sin su corte de estrellas y galaxias.

Soledades de mayo. Va la ausencia
poblando el universo,
sembrando su simiente de oquedades
en todo el aire opaco.

En los gestos del viento, 

En las raíces de tus pasos leves.

En cada cosa que amansó tu mano...

Y aquí. En el mismo centro
de un corazón que ya partió contigo.



jueves, 19 de mayo de 2022

Contraseñas


Habla el sauce un idioma.
Conozco el viento que lo agita. Y clama.
Y en vano disimula.

Replican su murmullo,
expanden la congoja de su llanto,
palomas, golondrinas y gorriones.

Secretamente atentos,
en su otoño oxidado
que borda el verde de sus corazones,
en su rumor, los robles, los cipreses,
y araucarias vigías
y alcanfores oscuros,
de boca en boca ocultan
arcanos tiernos de tu amor y el mío,

Y arrullos son de aromas, las verbenas,
velando sus misterios
con la tinta invisible de sus flores.

Y dicen las magnolias,
en su dialecto blanco
que envidian los azahares,
con la nostalgia de los limoneros,
unas pocas palabras: contraseñas
que solamente algún zorzal entiende.

 

Y tú.

Y yo.



miércoles, 18 de mayo de 2022

Lo que nunca te dije


Mirabas colibríes
y ya olía la miel y su perfume:
mi corazón zumbaba en tu mirada,
toda néctar tu voz,
todo cuenco mi pecho
conmovido de luz, porque decías
que la mañana gris era un refugio.

Yo era gris para ti.
Y me volvi mañana.

Eras el mismo sol.

Tu risa me abrazaba
como el fuego y la nube, como un bosque;
palomas en la espuma
eran tus manos tenues,
lloviznas de tu cielo,

Si la noche era eterna,
hacías malabares con la luna
que jugaba conmigo
a flecharme con rayos de tu gozo,
a traspasar mi dicha,
a descubrir senderos y jardines
como si un niño descubriera el mundo.

Y hay un secreto, sí,
que duerme silencioso.
La última línea de mi testamento
que está escrito en el aire.

Hay un secreto, sí.

Y sólo yo lo sé:
un día, en un murmullo,
dijiste flor y floreció la tarde.


Eso ya es para siempre.


Y nunca te lo dije. 




viernes, 13 de mayo de 2022

José Pérez




Lo conozco. Creo que desde siempre. No puedo decir la cantidad de años. Desde siempre, diría.

Conviví con él. Fue la presencia presente tantísimos días. Presente muchas noches incluso. Juntos en la celebración y en la desgracia; en el dolor y en las felicidades menguadas (cada vez más...) en este valle de lágrimas.

Lo distinguiría en medio de la multitud, inmediatamente. Imposible no.

Y ahí está. Sé quién es. 

Cambiará su cara en esto y aquello, su apariencia. Hasta su edad, de algún modo, si quiere que le diga. 

Pero no su condición. Siempre es José Pérez. Siempre.

Es Brown en la Inglaterra de Chesterton, por ejemplo. Un nadie. Un Don Nadie. Un invisible. Migaja de la masa, apenas, si acaso. Es el José Pérez de los demócratas, de los revolucionarios, de los monárquicos, de los ácratas, de los contrarrevolucionarios, de los siervos del caos, de los adoradores del orden, de los modernosos, de los tradicionalistas. De la izquierda. De las derechas.

A José Pérez, en realidad, no hay que mirarle la fortuna o el barrio. No hay que pedirle título o legajo.

Porque no importa. No hace falta. Se confundiría quien lo hiciera, porque, si lo hace, no sabría que está hablando con José Pérez.

Es José Pérez. Y listo.

De él, realmente de él, no se ocupa nadie. Nadie del todo. Y, en general, se ocupan de él porque, precisamente, es José Pérez. Que es como decir Nadie y Todos, un nombre genérico. Un caso, un emblema, un ariete, un calmador de la conciencia, una excusa. La mención políticamente correcta de que se está del buen lado. 

Es un nombre en un discurso para hablar de José Pérez. Del José Pérez esencial, raíz, sangre, carne y huesos de la patria, del país, de cualquier cosa numérica (importante: que sea numérica...). 

Pero no están hablando de José Pérez. Están hablando de un José Pérez. Y le están hablando a un José Pérez.

Están hablando de lo que un José Pérez les significa. De cuánto importa y vale (importante que valga... votos, por ejemplo, guarismos de estadística, masa crítica, tal vez, y así..., importante que sean muchos José Pérez.)

José Pérez es algo que hay que mostrar. Como hay que mostrar la preocupación por los José Pérez. Es lo que hay que hacer (que quiere decir que es útil hacerlo...)

Pero después...

Después es otra cosa. No hay que mezclar. La política es así. Hasta acá llegamos con José Pérez. De acá en más, no es cosa de los José Pérez. Seamos serios: negocios son negocios. Aunque el negocio sea simplemente el poder.

Eso sí: le mejorarán la vida, en todo. Su cuerpo que come, se viste, se guarece bajo un techo y cobra un sueldo o ningún sueldo. Su mente que hay que educar y adiestrar. Su alma que hay que elevar y nutrir de gloria y consignas de gloria y grandeza, gloria y grandeza de la patria terrestre y hasta de la celeste, claro que sí, si cuadra. Su dignidad que ha perdido a manos de la manipulación de los sinvergüenzas y de los ideólogos a la violeta. Su futuro que está allí al alcance de la mano y que le roban los que ya sabemos, los de siempre. Su patria, sepultada bajo los escombros que deja la vileza y la corrupción, la perversidad o la imundicia... Todo le mejorarán a los José Pérez.

Pero.

No conocen la vida-vida de José Pérez. La leen, la escriben, la pronuncian. No la padecen. No la com-padecen.

Si acaso, los que no hacen política (ni nada), hablan con unción de José Pérez y de la vida del hombre común que es José Pérez, o la miran por la pantalla de sus pantallas, cuando miran fascinados la vida de José Pérez, dicha en los discursos de los que hablan de José Pérez y que oyen en sus pantallas. Hasta hay quienes rezan por José Pérez, por los José Pérez. O lo enarbolan en las andas de la procesión de los pobres José Pérez de este mundo. Y no mucho más, si acaso hay más.



Pero José Pérez existe. 

Lo conozco. 

Y sé que no es ése.



martes, 10 de mayo de 2022

Dios (y nosotros)


Algunos lo saben. Otros lo han olvidado. Otros prefieren no recordarlo.

Pero lo cierto es que es imposible lastimar a Dios. En nada. No hay modo. No se puede.

Es el Único. Y eso es mucho decir. Infinitamente mucho decir (aunque no tengamos idea de lo que eso realmente significa...).

Y también porque es eternamente el Único, nada (ni nadie) hiere su felicidad eterna.

Nada. Nadie.

No se lo puede atacar. No se lo puede vencer. No se lo puede adular. No es posible engañarlo, amenazarlo, sobornarlo, partirlo, comprarlo, trampearlo, seducirlo, mentirle, someterlo.

Porque es el Único, se alegra en la verdad. Con la verdad. Y es verdadera su alegría en la verdad.

Nada lo hiere. Nada. No lo alcanza ni la espada ni la lisonja. No lo lastima nada. Ni la mentira vital, ni el desprecio malvestido de devoción, ni el resentimiento enmascarado en conversión, ni el insulto envuelto en plegaria, ni el odio disfrazado de celo. Ni lo solemne hueco. Ni la humildad hinchada. Ni las lágrimas perfumadas con la miel de las avispas venenosas. Ni la oración frívola.

Nada.

Ni siquiera lo hiere la mueca perfeccionada e impecable de amarlo como al único amado. Como al Único.

Ni siquiera lo hiere la humillación de que para algunos sea la segunda opción, el no hay más remedio, el último refugio, cuando ya no se encuentra ni opción ni remedio ni refugio en nada más, en nadie más. Porque no queda nada más, nadie más. Que si hubiera...

Él sabe que es el Único.

Por eso, no hay caso: es imposible lastimar a Dios. 

A Él nada lo hiere. Nadie.

Ni puede ser engañado por nuestras estrategias untuosas, teatrales. Por nuestra hipocresía de tahúres de barrio, de mercachifles de la Gracia. Todas las estrategias infantilmente arteras o sinuosas, desplegadas al viento, son inútiles. 

Como si Él no supiera de veras lo que sabe de veras: todo.

Si Él no existiera, nuestras mentiras y falsedades no podrían sostenerse. Nuestra hipocresía sería volátil, desnuda, ridícula. Todas ellas, de un modo tortuoso, viven de Él. Y por eso, si Él no existiera, todas ellas serían el agujero de un queso. Sin el queso.

Él también sabe eso. Y sabe que si no lo sabemos, si lo hemos ignorado o preferimos no recordarlo, si acaso, en la tarde de la vida, el daño será nuestro. 

A Él nada lo daña. A Él nadie le quita la Vida. Ni la felicidad inarrugable.

Su felicidad es inmutable, sin tiempo. Siempre. Cuando es Justo. Cuando es Misericorde. Cuando se humilla y perdona. Cuando reina y juzga. Siempre.

Porque es el Amor mismo. El verdadero Amor mismo (aunque no tengamos ni la más remota idea de lo que eso realmente significa y sólo mencionemos la palabra, hasta enmelarla, gastarla y perderla...)

Y por eso nada lo daña. Nadie. Nunca.


Y todo esto, algunos lo saben. Otros lo han olvidado. Otros prefieren no recordarlo.



lunes, 9 de mayo de 2022

Borrachera



Si lo buscan, lo encuentran. Está en el archivo de la bitácora: domingo, 10 de octubre de 2004.

Es un relato de un episodio de hace casi 20 años. Lo que importa ahora es que, en esa ocasión, el Kolla Mercado dijo una copla que me ha vuelto en los últimos días, con insistencia, al magín. Y no lo viene soltando.
Le tengo miedo al coraje
que me da la borrachera;
miedo a que nadie me ataje
o a que me ataje cualquiera.


Estoy que la digo y la repito.

Es una maravilla.

Y pienso (no se puede no...) 

¿Qué cosas son una borrachera?

De veras hay cantidad de asuntos y cosas que son una borrachera. ¿Y el coraje? Anche: cantidad de cosas que son coraje de borrachera, según y conforme se entienda borrachera...

Borrachos de miles de cosas podemos estar. Y que cada una de esas borracheras nos empuje desde adentro a quién sabe qué, a qué corajes.

Y que pase, en ese coraje de borrachera, que nadie nos ataje. Que no haya cómo ni quién, salvo uno mismo y mal, porque está borracho. Y así, borrachos, que nos despeñemos. Tal vez hasta lo hondo. Aunque creamos que vamos en la dirección opuesta. Porque hay borracheras de lo alto, claro. Y no son infrecuentes. Y si nadie ataja el coraje que da esa borrachera, más temprano que tarde llega la locura. La que Chesterton decía: no perder la capacidad de razonar, sino la realidad. Y vivir en el mundo propio y fantasmagórico de un borracho...

¿Y si nos ataja cualquiera? Peor, diría. En todos los casos. Querer aprender de quienes no debemos o ir por caminos disparatados en cosas que nos exceden (cosas de la mente o del corazón), hiere al alma. Y si no me creen, vean el tratado de la modestia de santo Tomás de Aquino, en la Suma Teológica (II-II), cuando trata la virtud de la templanza. Y cuánto y cómo no que la hiere, sí, señor...

Y así siguiendo.

Pónganse a pensar.

Le tengo miedo al coraje
que me da la borrachera;
miedo a que nadie me ataje
o a que me ataje cualquiera.




jueves, 5 de mayo de 2022

S







De lo verdadero y tu voz


Apenas dos palabras, sólo apenas
dos palabras que, casi sin sonido,
tronaron el silencio y el olvido
y en tropeles de luz van por mis venas.

Apenas dos palabras tan serenas
que hallé, de sólo oírlas, lo perdido.
Y no eran dos palabras en mi oído:
eras tú misma, que en tu voz resuenas.

Y fue verdad, entonces. Verdadero
cada gesto impensado. Y el dolor
de tanto ser de nadie cada hora,

hasta llegar tu nombre, todo entero,
tu nombre verdadero y el sabor
verdadero en tu voz reveladora.



De este otoño primavera


Feliz entre las hojas, tu reposo
de otoño. Y el otoño se estremece,
pues le hablo al aire. Y en tus ojos crece
un gesto tierno, cálido. Y celoso.

Descubriste que el tiempo me obedece.
Si digo primavera, temeroso
el sol se empina más y hay un furioso
bullir de abejas, que no desaparece. 

Y si era otoño ayer, ya es primavera.
Y las hojas brotaron a tus pies.
Y viste azahares nuevos. Y después

que el jazmín en aroma te vistiera,
oíste un ruiseñor acompasado,
primaveral, celeste, enamorado.


 

martes, 3 de mayo de 2022

Del mar y nosotros


Estaba el mar y ese turbión de arena
que te hería la piel. Y ya es la tarde.
El viento es frío, quiero que te guarde
el sol. Él sólo ve a la luna llena,

le enrojece su cara en un alarde
por ser ardiente, con pasión terrena.
Con el verde salado es más morena
la sombra fina de tu piel, que arde

toda de sal y viento y sol y frío.
Y busco tu mirada que me mira
mirar inmensamente ese vacío,

que no sé si me aterra o si me admira.
Y está tu corazón rozando el mío
que, con sólo rozarlo, ya respira.




lunes, 2 de mayo de 2022

De la mujer dormida


Yo sabía tu pelo negro al viento.
Conocía tus ojos de pradera
verde, del verde claro de la espera.
Oía los rumores de tu acento.

Vi tu mano morena, el movimiento
de tu paso. Y, antes que lo sintiera,
el cielo de tu beso. Y la manera
de sonreír con cada pensamiento.

Dormida, el negro de tu pelo es suave.
Tus ojos vagan sueños de llanura.
Tu voz respira como un vuelo de ave. 

El beso ausente. Toda la dulzura
de tu mano en silencio. Y esa grave
y amorosa quietud de tu figura.




domingo, 1 de mayo de 2022

De tu calle y el tilo


Nos esperaba el tilo de tu calle.
Todavía es amparo y a él volvimos.
Repetimos los gestos. Repetimos
mi mano en el refugio de tu talle, 

tu silencio esperando que me calle,
y callar lo que nunca nos decimos,
y decir una vez por quién vivimos
y otra vez, y otra vez. Cada detalle

es el mismo detalle conocido,
como abrazar al árbol y decirte:
"si te abrazara así, te mataría...";

y decirme, y tu aire contenido:
"y cuántas veces tengo que pedirte 
que me abraces, si no no viviría..."