miércoles, 30 de junio de 2021

Réquiem y sal


Silencio de gaviotas, mar de acero.
Huellas sin tiempo que borró la espuma;
bruma de sal que hiere y que perfuma,
viento que abraza el corazón entero.
Tibieza de la arena y de la pluma.
Arpegio de las olas prisionero.
Dolor que boga y vaga marinero.
Turbión de hiel en soledad que abruma.
Y un fantasma sin sombra va sin nombre.
Habla conmigo sin palabra de hombre.
Sé que su acento es dulce y verdadero.
Y soy yo mismo. Y tú, que ya partiste.
Y el mar es pena y su rugido es triste. 
Y aunque sé que es inútil, te requiero.



lunes, 28 de junio de 2021

Planto


Hoy te ha llorado el invierno
gimiendo en ramas desnudas.
Y silbando voces rudas,
que en el aire hielo son,
cantó la desolación,
notas de lágrimas mudas. 

Hoy te ha llorado el invierno
y trajo a la tarde fría 
nubes de melancolía,
tristezas de tempestad,
tormentas de soledad,
relámpagos de elegía.

Hoy te ha llorado el invierno,
pues vio al sueño de la Muerte
herirme con tajo fuerte:
te dejó ante mí dormida.
Y, ensañándose en mi herida,
no dejó que te despierte.


 

jueves, 24 de junio de 2021

Gris y el fuego


De gris, junto a la piedra que te nombra.
Y gris el cielo, el árbol, la mañana,
y una llovizna gris que se desgrana
sobre mis hombros y me vuelve sombra.
Y es sombra gris la sombra que camina
sobre el camino gris que te ha alejado
de este lado del mundo y de mi lado,
mientras mi paso triste peregrina.
No alcanzará el calor de mi presencia
para entibiar la soledad y el frío
de la oquedad, que me labró tu ausencia.
Te llora el corazón. Pero aún es mío 
el fuego que ha dejado tu querencia,
llama sin duelo que arde en mí, vacío.


 

lunes, 21 de junio de 2021

Epitafio para la voz de luna


Apenas el milagro amanecido,
gloria del aire que en tu boca había 
y el silencio en mi pecho conmovido.

El tiempo se detiene, en elegía.
Solo en mi noche y a tu voz asido
vivo muriendo, pues tu muerte es mía.



 

jueves, 17 de junio de 2021

Elegía a la elegía


Es tiempo de que cante la elegía
–de que cante por mí–, porque ella pudo
llorar el llanto del dolor agudo
cuando el dolor agudo más hería.
Ya puedo oír su lamentar desnudo 
(y ahora siento lo que no sentía
cuando sufría y el dolor dormía)
entre los pliegues de su grito mudo.
Puede cantar con su aguijón de pena
y hendir la carne seca del desierto
hasta hacerlo gemir mientras verdece.
Y de hoy en más y con la copa llena,
mosto su pena a corazón abierto,
verá nacer el gozo mientras crece.