miércoles, 30 de septiembre de 2020

Canción décima (Envío)


Estas canciones que llevé conmigo
y traigo a tu cuidado,
nacieron a tu abrigo
en un tiempo sin tiempo y a tu lado.
Y llegan del pasado,
y son presentes porque son contigo,
y están contigo como el ser amado, 
y son testigos de lo no olvidado,
como yo soy testigo.


Canción novena


Milagro y resolana,
amparo de tus ojos, 
misterio dulce con el que me herías.
Cercana, tan cercana,
ya beso esos cerrojos
de la prisión con que me apresarías.
Sonriente lo sabías.
Sonriente la mirada,
riente de ternura,
me gobierna de puro iluminada:
luz y rocío, me ata a tu cintura.
Ya, corazón de nido, 
cumpliste lo que habías prometido.



Canción octava


Si suena la guitarra,
su cuerda dolorida,
canta sin son el son la tarde quieta.
Con su acorde desgarra,
pena que no se olvida,
unas palabras mudas del poeta. 
La soledad secreta
en el verso callado,
abre un surco y florece:
en su silencio el aire desvanece
silencios del silencio que ha cantado.
Y así pasa una sombra,
la herida de un dolor que no se nombra.



martes, 29 de septiembre de 2020

Canción séptima


Un zorzal se deshoja,
hay la luna en el cielo
y el mismo cielo quieto suspendido.
Lenta, una nube roja
va desangrando el vuelo
del ave por el aire malherido.
Alisa su vestido,
la blusa almidonada;
su mano temblorosa
ya tiene esa nostalgia de la rosa
que aroma con dolor, recién cortada.
Y así, mientras espera,
se deshace otra vez la primavera.



lunes, 28 de septiembre de 2020

Eugenia y las abejas




Unos pasos nada más de la cueva, al este exacto, para ser preciso.

Allí está la Eugenia.

He visto con los años que a esta mirtácea la llaman de un modo u otro: Eugenia uniflora, Eugenia myrtiflora o aun Pitanga, gracioso nombre pero menos feérico.

Porque es planta feérica. Y por varias razones.

Por ejemplo, cambia de color durante todo el año, verde claro con frutos colorados en verano, vira al verde oscuro y rojo borgoña en otoño, estalla en plata en primavera.

Le tengo un cariño particular. Y por varias razones que ahora no vienen a cuento.

Era una planta de unos 30 centímetros cuando la traje a la casa, ya hace unos 10 años. Ahora, la planta madre llega a los 5 metros diría. Y planta madre porque he dejado que los pájaros o el viento la repartieran por todo el jardín en estos años, tanto la quiero.

He regalado ya 3 de esas hijas y todavía me quedan otras cuatro. Está terminantemente prohibido tocarlas siquiera. Se bastan solas, ni hay que podarlas y apenas si necesitan que se les remueva la tierra.


Sobre la cueva, desde hace dos o tres años, está una de mis colmenas. Literalmente sobre mi cabeza. Por las noches, mientras trabajo, algunas abejas entran a curiosearme y se van a la lámpara, sobre el escritorio, y revolotean fascinadas por la luz. Algunas, he visto, vienen a morir allí.

No hace mucho que la Eugenia más antigua florece en primavera de un modo magnífico y que conmueve. Pequeñas y brillantes estrellas blancas con tintes tenuemente amarillos. Y un aroma como cítrico y penetrante que hasta compite con los azahares del limonero que está a su vera. Hacen una linda pareja, visto así.

Pero para estos días, la Eugenia y la colmena se hacen una sola cosa, porque las abejas se zambullen en ella de un modo casi fanático.

Y entonces, con sus invitadas exultantes, la Eugenia zumba como si riera y festejara desde adentro mismo de su ramaje, durante todas las horas de sol. Y el zumbido rítmico e inquietante me acompaña como un bajo ruso, llegando por debajo de la música de la cueva o el sonido del viento. De tanto en tanto, hasta suprimo la música para que suenen a gusto la Eugenia y sus visitas.

Es como lírico, como un romance antiguo y delicado, blanco y dorado. De plata y oro. La Eugenia y sus abejas.

Sé, claro, que eso es un trabajo para ellas. Pero la Eugenia transforma eso en una visita cordial, festiva, aromada.

A veces pienso que si no tuviera tanto que laborar, podría estar horas oyéndolas (también a la Eugenia...), mirándolas habitar las flores y la copa de plata. Pero también a veces me digo que lo único que importa mientras hay esa fiesta a unos pasos de mi silla, lo único que tengo que hacer, es estar allí, oyendo, mirando, oliendo. Y nada más.

Lo curioso, me he dado cuenta, es que, cuando llega ese momento esperado del año (esperado por las abejas, esperado por la Eugenia y esperado por mí...), ni por un momento pienso en la miel.

Y creo entender que hay parábola en eso. Y creo saber por qué.







domingo, 27 de septiembre de 2020

Canción sexta


Ay, dueña de tu mar
y de su sal señora,
domadora del aire, hija del viento.  
Jugosa de volar,
el mar que te enamora
te dio el ritmo de espuma en movimiento.
Verde tu advenimiento,
verdes tus ojos verdes,
mar verde y puerto amado:
te dono el canto para que recuerdes
mi pecho marinero enamorado
y este amor navegante
que goza el muelle de tu mar amante.



 

sábado, 26 de septiembre de 2020

Canción quinta


Hablo d’aquel cativo
de quien tener se debe más cuidado,
que ’stá muriendo vivo,
al remo condenado,
en la concha de Venus amarrado.

Canción V 
Ode ad florem Gnidi

Garcilaso de la Vega

La voz canta la lira
y el son tan triste que en el canto suena
de quien teme y suspira,
lamenta que la pena
sea verse libre ya de su cadena.

Ya no habrá cerca o lejos.
El espacio y el tiempo suspendidos,
engañan con reflejos
que burlan los sentidos
los recuerdos con niebla entretejidos.

El mar llora en la playa
mientras el cielo gime en el ocaso.
Y la lira desmaya
plañiendo su fracaso
de no poder penar con Garcilaso.



Canción cuarta

 

Paloma te nombré,
torcaz en tu alegría,
espuma volandera, arrulladora.
Sé que no lo soñé:
la noche te traía,
pluma y tibieza que el amor rumora.
Ay, ala cegadora,
tu silencio de nido
y el nido de tu pecho,
emboscada de luz, moreno acecho
que me acecha, feliz desprevenido.
¡Qué lejos de la sombra
se aquieta el corazón cuando te nombra!


 

viernes, 25 de septiembre de 2020

Canción tercera


Sabor de pensamiento
tiene esta lluvia fina
que habla juiciosamente a la llanura.
Esparce su argumento
y el sauce, que se inclina,
asiente con su llanto en curvatura.
Repaso su tristura,
su agobio de ramaje
al que nada consuela,
el velo verde que su tronco vela,
el luto verde que eligió por traje.
Y aunque la lluvia cese,
sé que hallará otra pena que le pese.

 

jueves, 24 de septiembre de 2020

Canción segunda


Mientras el aire cimbre
y la luna me alumbre
en luz alada y clara con tu nombre;
y tu talle de mimbre
de mis ojos sea lumbre
y me haga ser más niño y ser más hombre;
y a tu amparo me asombre
y a tu tallo me abrace
en savia florecido,
tan de nuevo otra vez contigo urdido
que a tu gozo me enhebre y me entrelace:
germinando a mi vera
serás raíz como la vez primera.


miércoles, 23 de septiembre de 2020

Espina y aroma




Nada que no se vea por allí, en cualquier parte.

Al menos, en la comarca, es común verlo en calles y jardines. Nada inédito.

Eso que se ve ahora en la fotografía es el tala que se empina en medio de la casa. Tendrá unos 10 ó 12 metros arriba. Tiene un laurel a la vera que se le cuela.

El tala es un árbol difícil. No en el monte o en la sierra. Allí, repara, da leña, hasta sirve para poste.

Pero.

En medio del jardín, tan entusiasta, es otro asunto. Porque pura espina es.

De hecho, sobrevive hace años porque un servidor lo defiende de las propuestas reiteradas de arboricidio. En temporada de verano, ya desde final de la primavera, con los pies descalzos de casi todos o en alpargatas, rumbo a la pileta, o algún fulbito, o jugando los más chicos, o porque sí, el tala está en la boca de todos. Y en los pies de todos. Y le mentan a la madre una y otra vez. Y las miradas de reproche buscan mi mirada, custodio de las espinas, y mi mirada queda indiferente como si fuera ciego.

Pero, nada. Allí está y mientras allí esté él (y aquí esté yo), allí donde está se queda él. Y no voy a decir por qué.

Desde no hace tanto, uno de los jazmines del cerco, de un modo inusual y algo inexplicablemente, se trepó primero a las ramas del laurel, no por el tronco y sí desde el pie. Rarísimo. Como si hubieran pegando un salto las hebras del jazmín. Y así pasó al ramaje espinudo del tala.

Entonces, para estos días y por bastante tiempo, el tala se emperifolla de jazmín, de abajo hasta arriba.

Y aroma. ¡Viera cuánto aroma el pinchudo! Orondo, como de domingo. Especialmente al atardecer y durante la noche. Cuando empiezo a regar, fresco, intenso, se pone a tirar flores y perfumes como si fueran piropos.

Desde la cueva (lo tengo enfrente) no dejo de mirarlo de día y sentirlo de noche.

Y cuando se termina el día (o la noche) y hay que volver a la casa, el último saludo es el de su guirnalda blanca y penetrante. 

¿Cómo quiere Ud. que tale el tala? Ni hablar de eso.

Pero lo miraba ayer al atardecer, mate en mano y cigarro en boca.

Y le vi la parábola al asunto. Y parábola de tantas cosas.

Y pensé que, al menos, querría esa suerte del tala.

En esta vida. Y en la otra, claro.

Tener un jazmín que nos abrace. Que nos arome, que nos ame, que se entregue a nosotros sin reservas, aun sabiendo ese ramaje doloroso que nos adorna, ese ramaje que nos crece del mismo tronco de lo que somos, y que hiere. Que el jazmín se prenda a él haciéndolo más dulce, lindo de ver. Que nos hermosee y nos perfume. Por adentro, saliendo de nosotros mismos, de entre lo mismo que somos. No de afuera nomás.

Y así llegar a la otra vida.

Y que allí nos reciban viendo sin disimular todas esas espinas crueles que llevamos en las ramas.

Y que nadie disimule tampoco el jazmín que llevamos entreverado entre lo que punza y hiere, lo que duele, y que saluden a la vez el jazmín con el que llegamos a comparecer al final. 





lunes, 21 de septiembre de 2020

Canción


Canción, yo he dicho más que me mandaron
y menos que pensé;
no me pregunten más, que lo diré. 
Canción Segunda
Garcilaso de la Vega


Y llegué a tu presencia.
Distante en la distancia,
el tiempo parecía demasiado.
Tu gesto de clemencia,
finísima elegancia
caminar en silencio y a mi lado.
Y fue nube el pasado.
Y una brisa morena,
que tu mano movía,
con gracia, toda ausencia deshacía,
y volví a otra edad, pero más plena.
Al final del camino,
tu mirada sonrió. Y llegó el destino.


 

A grievous British grudge


No tengo tiempo para ocuparme del asunto. 

Pero, solamente como curiosidad, me gustaría saber si este joven Anthony Horowitz tuvo alguna mala experiencia en la Argentina... como british, claro. (Malas experiencias en la Argentina, y con los argentinos, los argentinos tenemos a cada rato desde hace unos, qué diré... ¿doscientos y pico de años?)

En 2001, en la temporada 8, capítulo 1, de esta producción de la que ya hablé y que se inspira en el Hercule Poirot de Agatha Christie, Horowitz –como en el caso anterior de 1993– vuelve a dramatizar una novela de las de la inglesa. 

Ahora es el turno de Evil under the sun, unas 250 páginas de 1941, una típica trama de crimen por codicia, ambientada en un hotel de mar en Devon al que va a pasar sus vacaciones el detective belga.

En la novela (lo digo por las dudas, pero es obvio) no hay un argentino ni para remedio. Pero..., en la serie... 



Tal vez Horowitz lo hace de británico que es, nomás. O tal vez de veras estaba buscando colgarse la OBE al pecho para fanfarronear en los casamientos o en los cocteles y, con oportunismo, eligió a los argies como ariete de su fama y nos tomó de punto.

¿Quién puede saber lo que pasa por esa cabeza? 

En tren de conjeturas, prefiero, veramente, que haya detrás un drama de ópera, pastoso, trágico, terrible. Un episodio que marcó su vida para siempre y la nubló de rencor. Tal vez un mate frío en una visita fugaz a Cutral Có, tal vez haya querido prender un fueguito reparador una tarde de junio en una isla del Delta y le ofrecieron madera de ceibo o de mora para quemar. O quizás, estando alguna vez en el campo de un compatriota suyo de él, creo que en Saladillo, lo invitaron a una promenade pampa y los peones le ensillaron un matungo que no galopaba. O, lo que sí sería de veras traumático y justificaría su resentimiento sin más, quiso ver un partido de fútbol en Buenos Aires y lo llevaron a la cancha de River, en vez de llevarlo a la de Boca. 

No sé. No me lo explico. Dígamelo alguien si lo sabe. Pero tiene que haber sido alguna cosa por el estilo.  






domingo, 20 de septiembre de 2020

Carta de niñas a merced de estrellas


Estaban en los toros la delgada colina,
la rosada provincia de luna vespertina
que componen las niñas sentando los corderos,
las albas cristalinas, las figuras del cerro.

Con la tierra de estrellas y las nubes de rosa
tú, seráfica triste de carbón encendido
que tienes servidumbre en el sentido,
ponme el amor beato de la niña penosa,
por amor en amor, beata candorosa.


s/f

Jacobo Fijman

(De Romance del vértigo perfecto)



 

sábado, 19 de septiembre de 2020

Baile


Con tu flor, con tu flor.
Tu porción es ceniza
de crepúsculos finos.
El alba tañe en flor
una flor de tañido
de varón y mujer.

Tu porción es ceniza
de los troncos cavados
y las lumbres ardientes.
El alba tañe el alba
con la flor de su llanto,
con la flor, con la flor
de varón y mujer.

Tu porción es ceniza de los años
atados y quitados
que se dan en los ramos de la angustia
que separan los tajos de los días
con la flor, con la flor
de varón y mujer.

Tañe el alba la tierra
con tu flor y la flor
la porción de ceniza
de los troncos cavados
de varón y mujer,
con la flor, con la flor.


18 de diciembre de 1957

Jacobo Fijman

(De Romance del vértigo perfecto)


 

viernes, 18 de septiembre de 2020

Tú la buena manera

 

Tú la buena manera
del cordero y la niña
de la flor.
Los campos son azules,
el cordero de plata
y la niña de oro,
y la flor colosal.

Había por los campos
un ciprés de los campos,
unos puentes de sueño
con un río olvidado;
había por los cielos
un cordero de cielos
y una niña de oro más celeste
que la flor colosal.

s/f

Jacobo Fijman

(De Romance del vértigo perfecto)



Soneto /XX


Inútilmente, el lirio persevera.
Donde el ave su canto tuvo un día,
flota ralo el ramaje y en silencio.
El azahar no vendrá ni habrá su aroma.
Jirones hay, caminos inconclusos.
La piedra ahogada gime en la foresta.
Ya no crujen las hojas, ya no hay pasos
porque hay la hierba que borró senderos.
Donde hubo un manantial, queda la arcilla.
Y hay guijarros que alfombran las quebradas,
memorias de un torrente que se ha ido.
Y el lirio persevera, inútilmente:
ya el aire lo advirtió con parsimonia
con ráfagas de brisas en metáforas.



jueves, 17 de septiembre de 2020

Soneto /XIX


Estaba el campo azul, todo de lino.
Estaba el monte y los aromos de oro.
Estaba el zaino, el ruano, el flete, el moro.
Estaba el aire con su aroma a pino.
Estaba el trino de un zorzal sonoro.
Estaba el viento que adornaba el trino.
Estaba el cielo, el trigo y el camino.
Estaba el hondo lamentar del toro.
Pero estaba también en el paisaje 
el corazón vagando entre las cosas
que la tarde amansaba con dulzura.
Y vio que el puerto del peregrinaje
eran cuatro palabras amorosas
y el abrazo, el ocaso y la llanura. 



¿Y tú qué sabes?


Ay de los pueblos

Ay de los pueblos de los niños tardíos
y la luna difusa de campos y de vientos.
Arriba de los pueblos
los tiempos desprendidos y los astros lejanos
arriba de los campos la soledad consciente
de nueva soledad y la audición creada
de envolturas simpáticas,
la razón emotiva.
Ay los niños tardíos
y la luna difusa de los vientos
que bajan en los signos irreales del mundo.

24 de diciembre de 1957

Jacobo Fijman
(De Romance del vértigo perfecto)

¿Así que un poeta loco no puede ver a la distancia del espacio y el tiempo y acertar con lo que bien puede ser el dictamen lírico sobre una patria desdichada?




miércoles, 16 de septiembre de 2020

Soneto /XVIII


Abrazo el litoral de tu figura
en el límite exacto de tu sombra;
y esa tibieza que te cubre, nombra
veladamente el don que me conjura.
Misterio en la belleza que me asombra,
vino al trasluz que embriaga, tu hermosura.
¿Qué manantial inventa tu ternura
y con cada susurro la renombra?
Navego a ti por ti, mi vela al viento,
buscando el puerto en el que espera sola
una mirada que jamás me pierde.
Un mar a nuevo nace en tu contento,
y en verde y sal me alumbra en cada ola
para que en todo y siempre te recuerde.



Soneto /XVII


La caricia torcaz nace en el cedro
donde requiebra al aire la paloma,
ala de nube y pluma de tibieza,
niña en su vuelo, luz de la mañana.
Suave en el verde ardor de sus olivos,
es tierra en llamas, grávida y madura,
arrullo en el ramaje que palpita
su pecho al sol abierto sobre el mundo.
Está llenando el día con claveles,
cien besos rojos riegan de suspiros
una distancia que disuelve el tiempo.
Nombre que el ángel le sembró en la sangre
es esa voz de brisa entre la miel  
que canta su homenaje ante mis ojos.  



martes, 15 de septiembre de 2020

Soneto /XVI


Feliz desierto en soledad de arena;
travesía de luna hasta la orilla
espumosa de cielo y maravilla
donde se vuelve gozo toda pena.
Serenamente sol, alba serena,
tramo de viento, el corazón de arcilla
se modela en amor, flor y semilla
de una mirada que germina y truena.
Un desierto feliz, presente el aire,
mientras resuena con la voz presente
la presencia, su hondura, su donaire.
¿Quién ha llamado a esta extensión vacío?
Esta solemnidad que tengo enfrente
me es más todo que el mundo y su gentío.


 

domingo, 13 de septiembre de 2020

Soneto /XV


Calle de aromos y jacarandás,
sombra, color, perfume y aire suave,
pasos en el silencio, tarde quieta,
primavera, gorjeos melancólicos.
Las flores blancas de un alcanforero,
noche en la rosa roja y los jazmines,
compás de luna, estrellas, grava rítmica,
y deshacer el tiempo y la distancia.
La memoria otra vez celeste y oro
entre el cielo y la tierra, florecidos  
los zorzales de nuevas madrugadas.
Presencia viva que abrazó la huella,
y halló la puerta y encontró el camino
a la celebración de su regreso.


 

sábado, 12 de septiembre de 2020

Soneto /XIV

 

Dejemos que la noche sea secreta,
que apenas llegue oculta en los susurros,
que diga en luna las palabras mudas
y prometa presencias más felices.
Dejemos que la tarde transfigure
crepúsculos, con luz de advenimiento;
que anuncie que las voces se aproximan
con la primera estrella hasta la aurora.
Dejemos al silencio acomodarse
de vez en vez y voz en voz, callando,
mientras el gozo estalla con estrépito.
Dejemos para el viento la caricia.
Dejemos que la espera nos espere.
Dejemos todo. Hasta el dejar dejemos.



viernes, 11 de septiembre de 2020

British bad milk


En 1937, Agatha Christie publicó en la revista Strand (número 559, de julio de ese año) un cuento policial, Iris yellow; allí aparecía su detective Hercule Poirot, uno de los dos emblemáticos de su obra. Hubo casi inmediatamente versión dramática de ese cuento. Unos años más tarde, en 1945, y con varias modificaciones (no aparece Poirot, por ejemplo), usó el mismo asunto para una de sus novelas famosas Sparkling cyanide (en los States se llamó Remembered death). Con el tiempo, en 1991, el cuento corto inicial apareció en una recopilación british de la autora idem.

Muy bien.

Entre 1989 y 2013, la ITV inglesa, entre otras varias productoras, difundió una serie de aventuras de Hercule Poirot en entregas unitarias tomadas de los relatos de Christie. Fueron 70 capítulos de una hora promedio y la serie se llamó Agatha Christie's Poirot.

Poirot siempre fue protagonizado allí por el excelente y multipremiado actor inglés David Suchet (Suchedowitz, en realidad, de padre judío de origen letón y madre inglesa de origen francés, anglicana como lo es su hijo actor).

Entonces.

Hay un episodio de la serie que digo (el tercero de la quinta temporada) que apareció a fines de enero 1993 y que se ocupa de aquel cuento, en su primera versión, es decir aquella en la que parece Hercule Poirot. El capítulo fílmico se llamó The Yellow Iris.

Varios guionistas y directores participaron de esa serie a lo largo de casi 25 años.

En este caso de The Yellow Iris, el guionista y adaptador de la historia fue el escritor inglés Anthony Horowitz (cumplió ese papel 11 veces en la serie entre 1991 y 2001) y el director fue Peter Barber-Fleming, que sólo dirigió dos capítulos, éste incluido. 

Perfecto.

¿Y?

Que es un verdadero disparate de mala leche lo que se filmó con la excusa de pasar a cine el cuento de Agatha Christie.

¿Productores, guionista, director?¿De quién fue la idea de cambiar el argumento de ese modo? ¿A quién se le ocurrió trasponer la acción de Nueva York o Londres a una desopilante Buenos Aires en la Argentina de los años '30, con semejante jerga inverosímil, pases de opereta y fusilamientos disparatados? No tengo idea. Lo único más o menos creíble es la corrupción de los ingleses a funcionarios argentinos. Aunque es del todo inverosímil e hipócrita el escándalo inglés por la corrupción de los funcionarios argentinos. Por lo demás, el único que no sale del todo tan mal parado es, casualmente, Hipólito Yrigoyen, aunque maltratan fechas y circunstancias, desluciendo la luz que podría haber tenido, si acaso.

Los ingleses no son ignorantes en lo que a la Argentina se refiere. Estoy dispuesto a sostener firmemente que saben de la Argentina cosas que los argentinos (comunes, al menos) no sabemos, ni sospechamos. Y han sido (y en parte son) la causa de muchas cosas que aquí han pasado y la mayoría malas. Porque ellos mismos las han planeado y realizado. Claro que no solos, se entiende, sino con una rastrera conexión local.

¿Tengo que pensar entonces que este disparate es producto de la ignorancia? Esa idea me insulta a mí. Y más insulta a los ingleses, claro.

No hay más remedio: es mala leche. Británica mala leche, o british bad milk, si prefiere.

Por otro lado, Anthony Horowitz luce una OBE y David Suchet una CBE. Para los ignaros, la Excelentísma Orden del British Empire, en distintos grados (Horowitz (O) es menos que Suchet (C)).

¿Horowitz la habrá conseguido por su creatividad en los guiones? May be.

En fin, chaps, enjoy yourself as much as you can...!


Estoy mirando de tanto en tanto los capítulos como distracción, mientras practico oyendo el british english, para reposar de los trabajos y estos días. Están bien hechos y son un momento simpático. No recordaba (sí viendo ahora varios seguidos) la recurrente – y un poco machacona – idea de los crímenes por plata que acucia a la buena de Agatha Christie. También me sorprendí con algunas cuantas menciones de la Argentina en los relatos. ¿Serán fieles al original? No sé. Y no tengo tiempo para tanto. Con esto que he dicho, es bastante.




jueves, 10 de septiembre de 2020

Soneto /XIII


Y fue sobre la piedra. Era septiembre.
Apenas aire y lo demás altura,
y el viento en esa música del agua
y valles de ramajes y rumores.
Era joven septiembre bajo el cielo,
y jóvenes abejas y panales,
y eran niñas las flores en los campos,
y la miel y el dulzor eran promesas.
Y fue sobre la piedra. Peña fría, 
promontorio secreto en gozo puro,
alegría irisada, risa ardiente.
Peñasco todo luz y alumbramiento.
Gloria de un día, amparo silencioso.
Raíz de piedra, que el tiempo no ha secado.


miércoles, 9 de septiembre de 2020

Yrigoyen y el loco

 

Romance de énfasis

Vamos bien por el sueño
cuanto más por la muerte.
Tantos años habemos
en sí mismos con otros.
En tal muerte de muerte
de encantorio o de sueño 
en los flacos sentidos.

¿Para cuándo las torres
sobre todas las cosas?
A los nuestros amigos
que encaraman la gloria
suenan de ellas los nombres
con el nombre del sueño.

¿Para cuándo las torres
sobre todas las cosas?
A los nuestros amigos
suenen de ellas los nombres.
Menester es el sueño,
menester es la muerte.

14 de febrero de 1958


Práctica

Prácticamente eternos
reales plenamente
se describen los mundos
ilustres comprensores.

Prácticamente bellos
se ensayan prosperando razones y destinos
circunscritos a ley en dominios impávidos
en sintaxis perfecta
conversan de Dios
en la luz infinita
prácticamente eterna.

10 de febrero de 1958
Dedicada a S. E. Hipólito Yrigoyen


Jacobo Fijman

(De Romance del vértigo perfecto)


Y uno se pregunta por qué Fijman le dedica a Hipólito Yrigoyen unos versos en 1958. Y esos versos.

Mientras ensaya una respuesta (claro que, sin información, es muy difícil acertar), vaya pensando, mi estimado, que en cualquier caso para leer poesía, y en particular la poesía de Fijman, hay que esforzar la concentración y de algún modo la imaginación también. Y puede llevar tiempo, años, ir entendiendo. Al menos, a un servidor le pasa y por eso lo digo.

El lector curioso (y que no supiera de Jacobo Fijman hasta verlo aquí) puede haber buscado referencias del sujeto y haberse enterado ya de que a los 20 años tuvo sus primeras crisis psiquiátricas (tal vez siempre deficientemente tratadas) y que, agravado, a principios de los años '40 ingresó en el antiguo loquero del Borda donde estuvo años, luego en Open Door, y después otra vez en el Borda, de donde salía y adonde volvía a ingresar intermitentemente hasta su muerte en 1970, a los 72 años.

Con esos datos, fácilmente podrá engañarse cualquiera y atribuir lo que no entiende en los poemas a la locura del poeta. ¡Ay, mis queridos! ¿Y si la locura no tuviera directamente que ver con sus imágenes y metáforas entre místicas y tensas, en ocasiones febriles y hasta crípticas? ¿Y si lo más poético de su poesía tuviera relación más bien directa con su mente disociada? (Attenti...! las dos preguntas parecen contradictorias... parecen, nomás.)

La locura nos espanta, en general, y a la vez, a veces, nos fascina misteriosamente, en particular cuando entra en connubio con el arte. Y claro que en ese terreno se podrá simplificar, y peligrosamente diría. Y hasta habrá una explicación psiquiátrica de su locura, casi un alarde de dizque sensatez que intente calmar nuestra propia inquietud ante la locura del poeta loco.

Pero no hay que simplificar tanto que nos quedemos sin una explicación poética de su poesía, que es de lo que se trata.




Soneto /XII


Tierna de amar en vuelo, mi paloma,
dulce de arrullo, tibia de frescura,
ala de madrugada, suave y pura,
blancura y luz que con la luna asoma.
Tan sílaba y suspiro de tu idioma,
con la solemnidad de tu cintura
que germina en la flor de tu figura,
mis manos brotan de tu mismo aroma.
Vienes a mí, sembrada de infinito,
distante como el sol tu cercanía,
y el aire canta tu candor de cielo.
Ya puerto de tu abrazo, sueño; habito
contigo el palomar de tu alegría,
paloma mía, dueño de tu vuelo.



martes, 8 de septiembre de 2020

Soneto /XI


Va el corazón al este desandando
el surco de tu nombre en la memoria.
Los años son medida transitoria,
amando siempre, el corazón amando.
Ojos de cedro que me están mirando,
ay, mirada que fue premonitoria...
¿Sabía de este día de victoria,
amando siempre, el corazón amando?
Ya está el ángel y el sol, que va trazando
en tu cielo naciente luz temprana,
mana el nombre feliz que va nombrando.
Y en la gloria que esparce tu mañana
se rinde al gozo de tu voz cercana,
amando siempre, el corazón amando.





lunes, 7 de septiembre de 2020

La vacuna no está, pero ya nos vacunaron




–Oiga, cumpa, ¿y usted qué carachos fue a buscar en el boletín oficial?

–No fui a él, él vino a mí. Y me contó que el 4 de septiembre publicó una resolución conjunta, la N° 6/2020, que firmaron el día anterior el ministerio de salud, la dirección nacional del registro nacional de las personas y la anses, para crear una cosa que tiene un nombre espantoso, ése que ve ahí: certificado digital de hechos vitales.

–¿...?

–Espere y ya va a ver. Por lo pronto, se me hace que cuando llegue la vacuna (la que llegue primero o todas juntas) va a ser obligatoria y guay del que se resista y no tenga su constancia de vacunado en el certificado digital de hechos vitales.

–Nombre raro, ¿no?

–¿Raro? ¡Transparente, diría mejor!

–¿Y qué quieren con eso? ¿Por qué lo hacen?

–Si quiere, pinche en ese pedazo de papel con la marca en azul y le aparece la resolución completa y lo que ellos dicen. Pero, salvo que sea muy chambón, no les crea del todo, y casi nada. 

–¿Usted dice que hay gato encerrado?

–Gato suelto, diría más bien...

–No le entiendo del todo...

–El nombre, mi amigo, el nombre...: se les fue la mano con lo obvio...

–...

–Mire, ríase de mí, pero le voy a decir una cosa: para cuando Elon Musk tenga listo el chip del cerebro y lo repartan, por ejemplo y va a ser dentro de poco, acá en la pampa ya va a haber un certificado obligatorio de hechos vitales. Y adiviné qué...

–¿Qué...?

–Adivine, le digo. Conspire un poco, no sea nabo, no sea tímido... Cualquier cosa que se le ocurra, ya va a estar inventada. Hágame caso. O hágale caso a Aristóteles: en el capítulo XI de la Poética dijo que es evidente que relatar lo que ha sucedido no es el trabajo del poeta, sino contar lo que podría haber sucedido, lo posible según la verosimilitud o lo necesario. Pues el historiador y el poeta no se diferencian por expresarse en prosa o en verso sino en decir uno lo que ha sucedido, y el otro lo que podría suceder. Y recuerde también que porque en el capítulo XXIV Aristóteles dijo que es preferible lo imposible verosímil que lo posible inverosímil, muchos siglos después Boileau dijo aquello de que le vrai peut quelquefois n’être pas vraisemblable, que quiere decir que lo real a veces puede ser inverosímil.

–Tomá... chupáte esa mandarina...

–Ja, ja..., sí..., pero ojo con lo que toma: porque eso también va a ir a parar al certificado digital de hechos vitales...




De luna mayor


Con la luna mayor
empujaron las torres en el mar;
y volcaron la muerte despojada
de muerte en soledad
con la luna mayor.

Echaron luna abajo
las torres y la luna;
y quedaron arriba lo bajo de las torres,
lo bajo de la luna.
Y lo bajo del mar
con la luna mayor.


3 de enero de 1958

Jacobo Fijman

(De Romance del vértigo perfecto)


 

domingo, 6 de septiembre de 2020

Soneto /X


Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

(Verrà la morte e avrà i tuoi occhi...)
Son los versos de Cesare Pavese,
melancolía de su desengaño.
Y a cada quien la muerte, nos decía,
lo mira con mirada diferente;
y eran los ojos de Constance, su amada,
los del viso terrible de su fin.
No sé si eso es verdad. Y no lo creo.
Yo sé que ahora tú, sobre la noche,
estás mirando un cielo, el de mi luna.
Sé tu mirada y vivo en ella en gozo
y sé que en ti la muerte no vendría
y que no hay muerte que tus ojos tenga.



Soneto /IX


Celebro con un silbo de zorzales
el susurro en el alba, tu presencia;
el ritmo en la penumbra y tu cadencia,
la voz de tus silencios manantiales.
Celebro que en tus ojos habituales
germine un verde quieto y sin urgencia;
celebro tu mandato y mi obediencia
y tus modos serenos, musicales.
Celebro que la noche no termine
y duerma en el aroma de tu pelo,
que, si te miro. se te estrella y brilla.
Celebro que la luna te ilumine,
rayo de amor, espejo y sobrevuelo
de luz morena oliva en tu mejilla.
.


sábado, 5 de septiembre de 2020

Soneto /VIII


Antes
no dice mucho. ¿Cuándo ha sido?
¿Los días de los años turbulentos?
¿Las horas que la paz sembró en sus días?
¿Lustros ajados por el mar sin rumbo?
Hay que saber cuál antes ha venido.
Parece que fue agosto, el de los vientos.
Sabe a sus meses de caballerías.
Quizá después, cuando de tumbo en tumbo...
Y entonces, cuando el antes aparece,
todo de blanco, como entonces era,
es el único en todo verdadero.
Y antes ahora brota y acontece
y germina su propia primavera,
distinto, pero el mismo y duradero.

 

 

Decreto


Acordemos las vacas
en inmóviles sueños de materia celeste
penetrados de lluvias incisivas
y rayos disminuidos
entre cabras que gritan las olivas
y los soles que balan las ovejas
que duermen a las cóncavas angustias
en los espacios lentos sin límites de mundos.

Acordemos palabras que muevan los espacios
y los campos envueltos de esferas y manzanas.
Acordemos las tierras exteriores
favorables de cóndores andinos
en medidas convexas y monedas de plata.

Acordemos los campos inminentes de rayos
en las partes supremas de la gloria.


20 de noviembre de 1957

Jacobo Fijman

(De Romance del vértigo perfecto)





viernes, 4 de septiembre de 2020

Soneto /VII


Si a cuándo digo pronto y amanece;
si a dónde digo en todo, floreciendo;
si a cómo digo tanto, renaciendo;
y si a quién digo un que me enternece:
ese día de amor está ocurriendo,
noche de acíbar que desaparece,
tiempo antiguo, dulzura que verdece,
milagro de encontrarte aún latiendo.
Una vez y otra vez rejuvenece
el mismo manantial, siempre naciendo
una vez y otra vez, y permanece.
Agua de sol que nace y te embellece
una vez y otra vez, y estoy bebiendo,
mientras el ángel de tu nombre crece.

 

 

Soneto /VI


Tal vez el mar sin límites podría
sonar su bronca voz de sal rugiente.
Tal vez la nube en truenos que galopan.
Tal vez el viento que atropella el aire.
Tal vez el tintineo de los álamos.
Tal vez en su temblor la tierra misma.
Tal vez en su avalancha el monte ciego.
Tal vez el ave, el puma, el grillo acaso.
¿Qué inmensidad será? ¿Cuál será el eco
que en frondas, valles, muelles o quebradas,
repetirá tal vez la voz certera?
¿Quién te dirá en palabras cadenciosas
que ya no habrás contigo otro sonido
en este mundo, sino el del silencio?




Castilla


Canción de las cosas arduas

Echáronte en el saco los reales
y soledad incierta
que no descansa de los arduos males
con el dolor eterno de Castilla la muerta.

Soledad, soledad de toda gente
que estorbas en cualquier marfil que fue en el viento
los troncos se sacuden en sombra removida,
tú Castilla la muerta, Castilla conmovida.


22 de abril de 1958


Solar de la raza

Vamos cerrando leguas en los montes
y la tarde eminente con las mulas y ríos.
El solar de la raza nace en signos de España.
Felipe escribe en tablas su voluntad católica harmoniosa.
Castilla viste por trompeta
a las sombras indígenas sobre el agua potente
de la paz y la guerra;
y las espadas brillan desnudas en los fuertes.
Supinación auténtica paralela a la cruz del horizonte,
las hidalguías fuertes
sobre el atlas tremendo del Imperio de Cristo


20 de mayo de 1957

Jacobo Fijman

(De Romance del vértigo perfecto)


Unas cuantas son las veces en que Fijman se ocupa de Castilla – por esto o aquello otro – en este volumen nuevo de sus versos, casi todos de los últimos 15 años de su vida que finó en 1970, el año mismo en que Marechal partía.

Sería raro que el lector atento y desideologizado (palabra fea) no encontrara la veta curiosa de humor que destilan sus dichos. Así en estos dos casos que dejo arriba y en otros que espero copiar más adelante.

¿De qué humor se trata? Me parece que hay algo de antigua solera en la mirada aguda (y febril, claro) con la que Fijman, hombre y judío de Besarabia, observa lo hispano. Y a Castilla como su emblema.

Humor benevolente, por cierto, claro. Y reconocimiento benevolente al coraje abnegado de los hijos de Castilla. Pero con él, con Fijman y en Fijman, habla una voz remota, más vieja que Castilla, una voz descendente, diría. Tal vez como la de un galileo, discípulo de Cristo, que hablara de la suerte que correrán los gentiles bisoños, andando el tiempo.



jueves, 3 de septiembre de 2020

Niña de blanco, niña de rosa


Por fuera las virtudes montuosas de la tarde
y las nubes rosadas de los ríos
traen juicios de sombras arrancadas
de flor limonera.
Tú vestías de rosa.

Por dentro se fue el alba
debajo de la noche de los ríos.
Tú vestías de blanco;
y los árboles verdes y ramosos
altrenaban los frutos abriéndose en el mundo.


Jacobo Fijman

26 de diciembre de 1957.

(De Romance del vértigo perfecto)




Soneto /V


No es el silencio. Es más bien la nada.
Ni olvido, ni recuerdo. Inexistente.
No es ayer, ni mañana. Ni presente.
Ni gesto ni palabra aun callada.
El desierto es desierto. Y hay arena.
Agua en la inmensidad del mar vacío.
Y nieve en el extenso espacio frío.
Y en el aire se esparce la luz plena.
En todo lo que es, hay algo. En todo.
Todo tiene sentido cuando existe.
Y todo significa de algún modo.
Nunca hay hueco ni sombra ni hay ausencia;
no hay la feliz nostalgia, ni la triste,
si en la raíz no late la existencia.