jueves, 31 de marzo de 2022

Cenizas de marzo


El aire silba su esmeril opaco.

Cubre marzo,
ya escamado de niebla a mis espaldas.

Navegan con el viento las cenizas,
como la nada, sutiles.
Una proa, sin embargo, surca las horas, 
taja el tiempo adelante, 
lo convoca,
va a su encuentro.

En un lecho de otoño,
a mí, timonel de abril,
me espera el epitalamio de hojas doradas,
que celebra el amor 
más fuerte que la muerte.





miércoles, 30 de marzo de 2022

Secretos

 

Murmuran entre salvias taciturnas,
colorean de rumores la mañana fría.

Si supiera ese dialecto,
si sus voces perfumaran en voz alta,
oiría secretos en la savia y en los tallos,
conocería mi pasado.

Pero quién fui lo mantienen oculto
esas pocas flores, sentenciosas,
que dicen mi nombre susurrando,
escondidas del viento del sur
y de mí.




Lluvia de vísperas


Hoy, ahora. El día.
En vísperas del alba de las vísperas.

Hoy, la tarde,
manantial de la estrella vespertina,
vísperas del firmamento.
Y la noche, 
vísperas de la mañana.

Mañana: la mañana del día de las vísperas.

Y el arco tenso del corazón en ascuas
que bebe las horas de las vísperas,
como se bebe, sediento, 
la lluvia.




 

martes, 29 de marzo de 2022

Vestido de novia


Lo trama el sol en hebras:
cielo marfil en hilos tenues,
brillo otoñal de la tarde.

Es una límpida llanura nueva
de un abril que aguarda.

Sin flores, sin hojas,
sólo la memoria del aroma
del trigo de noviembre.

Puedo tomar el talle blanquecino
y abrazar en él la tierra de la siembra
y esperar la luz de una promesa.




 


Augurio


Vuela hacia el sol que tarda
una paloma.
Tiemblan en su quietud los tilos 
y el sauce reverdece.
Sobre la tierra húmeda, anhelante,
hay un súbito resplandor de niebla. 
Lloran diamantes de rocío en las hojas del ceibo.
Y esas nubes nacientes, tormentosas,
como brasas de nubes...

Ahora es claro.

En esta luz primera
en la que crece tu otoño,
has hablado. 




 

lunes, 28 de marzo de 2022

Esa ternura

 

No es la suave palabra dulce.
Ni la misma suavidad es.
No es la caricia, ni el beso es.
No es la mirada.
No es la serenidad de la mirada.
No es el rumor atento de los pasos.
No es la canción inefable.
No es el abrazo quieto.

La presencia 
y a mi vera la callada presencia
y el silencio mismo es 
esa ternura.




 

 

domingo, 27 de marzo de 2022

La noche


La noche fue como la alcoba de tu pecho.
Tibia y silenciosa fue la noche.

Y me dormí sobre hierba.
Salvaje, trasmina 
la menta misma de tus manos;
y también ella me abraza,
y me dice bienvenido entre aromas. 

Es oscuro el regazo de la noche.

Es el abismo de estrellas de tu mirada,
mientras navego,
insomne,
hasta los lindes de tu cielo.




 

Una hoja


Y oí que en el árbol de tu voz
sólo una hoja sola
el otoño de los años no marchita.

Y vi que se empecina el viento,
como el tiempo, que la agita en vano.

Sólo la hace cantar.
Sólo una nota sola.
Sólo un solo amor.

En cada otoño de los años,
en el árbol de tu voz
sólo una nota canta una hoja sola.

Y sólo nombra lo que ama.

 



martes, 22 de marzo de 2022

Lo sé


Son apenas el instante,
y punzan como flechas.

Ciertos murmullos cuando cae el día.
Un aroma que destila la luz:
alucinaciones, pienso.
O el roce de una mano descuidada.
Un gesto, una risa, 
la gracia de una silueta.
Alguien se dio vuelta en la calle.

Lo sé.

Después, silenciosamente,
el tiempo vuelve a sus rutinas
y el mundo sigue siendo el mundo:
ese lugar deshabitado.




 

domingo, 20 de marzo de 2022

Algún día de estos


No volveré a mirar la sombra 
que me sigue los pasos.
No buscaré las flores de la noche.
No dejaré puertas abiertas.
No hablaré sino con personas desconocidas.
No mediré más distancias.
No encontraré más caminos.
No guardaré hojas secas.
No tomaré sino el vino de mis manos.

Ningún recuento más haré.

Y nunca más diré tres palabras.




 

sábado, 19 de marzo de 2022

Última canción en marzo


Soñé una canción en marzo.

Vi una sonrisa triste.
Bajaba por el otoño de tu pelo.
Te surcaba la frente,
lagrimeaba silencios en tu mirada perdida.   
Y era triste la luna.
Y un rumor tiritaba en tus labios
para decir palabras olvidadas.


Ahora, 
en la noche,
con los ojos en sueño,
mojados de rocío
y ardientes como estrellas,
oigo una voz que no sabía
y una canción que no he compuesto.



miércoles, 16 de marzo de 2022

Memorias del bodegón (I)




Es el primer cuaderno de las Memorias del bodegón.


Si llega a continuar la serie, ya me enteraré.

Como los demás escritos, está alojado en la página que los agrupa.




jueves, 3 de marzo de 2022

La Argentina 420

 



¿Para qué pasar por erudito? Todo el que quiera saberlo sabe que marihuana y 420 son hermanos. Al menos primos. Después están los eufemismos del cannabis recreativo, la cultura cannabis, la cultura 420. Y así recorriendo la jerga, que se afana en disimularse detrás de motes biensonantes como si tuviera algún complejo de culpa retorcido entre las hebras de la hierba. Como si en el fondo supieran por qué necesitan contraseñas, palabras en clave que adecenten lo indeseable. Extraña conducta elusiva de los que promueven el daño y la muerte quemando pasto o a pinchazos o a nariguetazos o con el paco criminal.

Que 4:20 era la hora de la tarde a la que se citaban unos estudiantes californianos para fumarse un porrito (o muchos porritos) en algún colegio de California, allá por mediados de los '70, ¿quién no lo sabe? Que el 20 de abril (secuela numérica poco ingeniosa) terminó siendo un día de celebración marihuanera, ¿hace falta mucho ingenio para descubrirlo?

No perdamos tiempo con estas obviedades. Vayamos a asuntos más obvios todavía.

La Argentina se va pareciendo (¿pareciendo?) demasiado rápido a un narco-país. Y eso no puede hacerse si los dineros y las amenazas no fluyen como ríos hacia los que toman decisiones (y las ejecutan o no) en los más altos niveles, en los niveles medios o en los más bajos. Las drogas solamente pueden ofrecer dinero o adicción. No tienen muchos más argumentos. Y, eso sí: el inmenso poder de coacción que logran con ambas cosas y que usan cruelmente y sin escrúpulos. Poder que también reparten como caramelos, a los golosos insaciables de poder.

El tráfico de drogas no es un entretenimiento privado como coleccionar estampillas, no es un hobby como armar casitas con fósforos de madera, algo a lo que uno se dedica en la soledad y la tranquilidad inocente de su casa.

Es un monstruo grande y pisa fuerte. Y ocupa un espacio enorme. Y está dispuesto a cualquier cosa con tal de expandirse proteicamente. Al infinito y más allá.

Sí. La Argentina está muy cerca de ser deglutida por semejante animal, que ya se ha desayunado aquí a funcionarios de todos los ámbitos posibles, y por cierto que también a varios de aquellos que deben combatir al monstruo. Recién está despertando su apetito. Todos ellos son un aperitivo. ¿Es un fenómeno argentino? ¡Pero, no y no...! ¡Qué va a ser argentino!

Pero a un servidor le interesa la Argentina, antes que nada. De modo que no me dicen mucho ahora las guerras por imponer el opio que el narco-imperio británico haya hecho a la China imperial en el siglo XIX, como no me aflige demasiado que hoy los pulcros funcionarios holandeses hagan profilaxis de agujas con narco-camionetas por las calles de Amsterdam. Salvo porque los damnificados y las víctimas son, como diría Kierkegaard, "mis hermanos los hombres".