miércoles, 25 de abril de 2012

Quid est kirchnerismus? (VII)


Addenda


No hay modo de mirar la cuestión sin que salte a la vista. Para mí, al menos y usted disculpe. Es cosa mía.

De una parte, parece que hay un listado de medidas económicas y sociales (en ese orden, vi prego…) que se envuelven en la bandera y salen a decir a quien quiera oírlo que no hubo nadie más y mejor argentino que Néstor ni hay nadie más ni mejor argentina que Cristina.

No voy a hacer ahora la cuenta de las veces que los propagandistas de este turno de gobierno hacen el listado del infatigable crecimiento con inclusión que dicen que impulsan.

Lo dicen con una eficacia notable porque ya se ha hecho casi, y sin casi, un tópico inarrugable: el kirchnerismo es el único que ha hecho algo por los argentinos y por la Argentina en los últimos 50, 100 ó 200 años (el número depende del camote del militante…)

Y parece una verdadera revolución económica, financiera, industrial, laboral, previsional y socioeconómica, en suma. Tanto es así ya que para no pocos la naturaleza y el alcance de las medidas y las acciones políticas en este sentido son un verdadero problema de conciencia. Salvo para una ideología febril de libre mercado, salvo para un liberalismo sin fisuras y sin matices, salvo para quienes no solamente podrá haber muchas cosas de estas cosas que están mal hechas y por malas razones, sino que está mal que todas estas cosas se hagan en cualquier caso y por cualquier motivo. Fuera de ellos, hay muchos que sin ser kirchneristas (nativos o por opción interesada) tienen que admitir que –precisamente más allá de los motivos non sanctos y mentirosamente expuestos, como por las torpezas y baladronadas y porteñadas del trámite- muchas de esas cosas está bien que se hagan… bien y por buenos motivos. Que no es lo mismo, se entiende.

Sí, claro.

Muy bien.

Pero.

De otra parte, vea, está la verdadera revolución. La verdadera revolución social que impulsa y mueve el kirchnerismo y quienes respiran y laten con él y que no es ésa que acabo de listar.

La verdadera revolución del kirchnerismo y de quienes respiran y laten con él es cultural y política, es la de las finas hebras de la tópica social, la de lo que hay creer y no creer, la de lo que hay que decir y la de lo que hay que negar, la de lo que hay que admitir como bueno y como malo, la de las leyes que hacen sociedad, la de los ordenamientos jurídicos y legales que crean una sociedad nueva y un hombre nuevo. La verdadera revolución del kirchnerismo y de quienes respiran y laten a con él va en otra dirección y es paralela a la cuestión económica y socioeconómica.

Lo que hace más ruido es lo otro. Pero lo importante es esto.

El caballo era enorme, sí, pero lo peligroso de veras era lo que llevaba adentro.

Y le digo más: a la vista de las leyes de diseño social que se han impulsado en los últimos años, hoy por hoy, cualquier intento de reforma constitucional podrá tener o no intenciones re-re-reeleccionistas. Y seguramente las tendrá. Pero no es lo fundamental, aunque resulte ser útil y deseado en lo inmediato.

Aquello en lo que nadie se fijará cuando reformen la constitución, es lo que importa de veras. La re-re-reelección es nada más que el caballo.

Los que llegaron con el kirchnerismo –kirchneristas o no- no vinieron a hacer negocios y nada más.

Harán negocios para obtener $$, sí señor. Pero los que llegaron con el kirchnerismo –kirchneristas o no- quieren pesos porque quieren autonomía política, quieren autonomía y hegemonía política porque eso da poder y quieren poder porque quieren hacer una revolución y para eso se necesita poder.

Si acaso algún día alguien los podrá acusar y los sentará en un tribunal como reos por ladrones, por malversadores, por negociados incompatibles con la función pública. Podrá ser. No me fío mucho de esos jueces, si me permite que le diga.

Pero nadie los juzgará por la verdadera revolución. No serán llevados a juicio ante ningún tribunal por las acciones y las leyes que no tengan que ver con $$.

Si acaso (porque la rueda de la fortuna es así), habrá quienes un día más tarde o más temprano –sin que la sangre llegue al río…- podrán deshacer este contrato, aquel subsidio, esta licitación, este decreto y aquella ley que suponga asuntos de arcas públicas y $$. Sí, cómo no, por qué no. Incluso, entre ellos, si acaso, habrá muchos que hoy acompañan. Sí.

Pero difícil que haya quienes quieran deshacer el diseño social.

Por lo pronto, porque el diseño social es más difícil de ver y paladear. Si no es más bien que lo ven y lo aceptan tal y como se los están modelando. Pero, aun quienes lo aceptan, creen que es superficial o baladí o sin importancia suma.

Pondrán el grito en el cielo por los $$ y lo que signifique $$. Pero no por lo importante, porque no les luce muy importante.

Porque para casi todos –el casi es optimismo, reconozco…-, el diseño social es esa cosa pomposa pero poco importante que pasa mientras hablamos de $$.

Porque todos –sí, lástima, todos…- creen en el mejor de los casos que el diseño social es la corona de flores de la novia, el tul del tocado de la novia, la torta de bodas, el ramo, el cotillón, el souvenir o la liga de la novia. Y casi nadie –sí, lástima, casi nadie…- se da cuenta de que el diseño social es la novia misma.

Y si queda alguien a quien le importe lo importante, ya se enterará de eso en la noche de bodas, cuando desaparezcan la corona de flores y el tul del tocado y la torta de bodas y el ramo y el cotillón y la liga. 

Y quedé la novia a secas. A oscuras y desnuda.

Y me late que será tarde.

martes, 24 de abril de 2012

Está verde el amarillo

Así que me va a tener que perdonar, vea.

Sí. Algo de otoño medio invernado vino, eso es verdad. Tanto que ya estoy aprontando la salamandra oronda, que al presente luce silenciosamente sobria y serena, quemando a prueba lo que le doy, sin más trámite que los ajustes de su osamenta, ya harta del verano y sus arrabales.

Tiene toda la razón: había dicho que hasta que el otoño no apareciera no seguía con las cosas del país de hoy; por capricho, había dicho.

Y ahora que llegó lo dejo estar al asunto. Sí.

Que madure, vea: no me van a correr. ¿Qué es esa prepeada de querer que uno se ocupe a cada rato de cada cosa que se le cae del bolsillo a los madamases y mandamenos?

A los gobiernos hay que tenerlos con la rienda corta, cumpa. Y a los que no lo son, anche. No vaya a ser cosa que se les suba a la cabeza la historia y se crean históricos, nomás que porque los días pasan.

Historia es otra cosa, mi amigo. Historia lo que se dice historia no es el relato.

Mientras, y para historia, sigo con Aragón, por ahora. Y cuando le cuadre a un servidor, seguirá con lo otro. Faltaba más...

Lo veo entonces a San Martín yéndose para siempre de estos pagos en Creer en la soberanía.

Como veo una mirada retrospectiva, desde aquel 1978, sobre el sentido del papado en La sombra de Pedro. Y otra mirada igual, pero ahora sobre militares y civiles en estos pagos, en El juego de nunca acabar.

Al final, y para descanso de los días, poesía: y así viene ella en la remebranza de un Recuerdo de los versos de Etchebarne, que si se lo pierde se perdió algo de veras grande.


No se apure, cuate: todavía vamos a estar discutiendo en falso cosas verdaderas un rato y otro rato y todas esas seriedades mal paridas pasarán, pero esotras que le traigo ahora no habrán de pasar.

domingo, 22 de abril de 2012

Voz de un vino


No tiene voz este vino
ni dice palabras tintas:
si acaso, canta al venir
unas coplas como risas.

Ya en el tonel se madura
la mirada con que mira
y en la copa en la que yace
parece que se le anida
un resplandor tan oscuro,
dolor de tanta alegría,
que es como sangre que brota
de la más feliz herida.

No sé qué tiene ese mosto
que aroma hasta las hendijas
por donde viene hasta el alma,
que, cuando él llega, se entibia.
No sé por qué si en la noche
la copa borgoña brilla,
hay luz en todas las cosas
que se vuelven como niñas.

No tiene voz este vino
pero en silencio titila
como una brasa que duerme
debajo de sus cenizas.

No tiene voz este vino,
pero en él habla una viña
que no se mide con tiempo
y sabe lo que es la vida.

jueves, 12 de abril de 2012

Mi muerte canta


Pero el mundo,
como el humo, se torna cada noche
imperio del olvido. Señor, ésta
es mi casa mortal, mi hogar de humo.

Leopoldo Panero, La estancia vacía.




Hace tiempo lo sé: se irguió la muerte.
Y ya camina.

Y tiene rumbo.

Y veo que a mis ojos vuelve su mirada.

Ahora vaga las sombras de sus manos
por un prado en barbecho
que ya no tiene futuro ni presente.
Y siembra soledades.

Como por un camino de sirga,
merodea entre alisos y fresnos;
es un viajero amable, distraído,
que arrastra la barcaza de mis días,
acechando el cansancio de las horas.

Yo creo que es ella quien respira
ese aire fresco,
de tormenta en el mar,
que siento cada tarde.

Pero mi muerte canta.

Y oigo de tiempo en tiempo
su voz entre las hojas,
melodías,
hebras de viento y noche
trenzadas en susurros y recuerdos
y olvidos como aves sin reparo.

Bajo un roble que sabe de mis cosas,
a veces duermo sueños vivos
y espero despertar
detrás de aquella puerta misteriosa
que ella entreabre y cierra a mis espaldas.

Pero también conozco sus veredas
y sé que voy hacia sus pasos.

Como quien enfrenta
sin temor y sin prisa
a la muerte.





martes, 10 de abril de 2012

Capriccio

Me decía un cumpa nomás ayer, mientras surcábamos caminos del conurbano: "...es mi preferido el otoño..."

Claro. Y cómo no. También para mí.

Pero el otoño no se decide y anda de remolón, distraído en tormentones del cielo y de la tierra, de afuera y de adentro...

Así que me encapriché. Y no voy a seguir con lo que estaba hasta que no vengan los primeros aires decididos, el otoño de veras.

Mientras, me ocupo de plantas en estos días, noble cosa. Porque voy yendo a la caza de unas salvias y de unas damas de noche y de unos pastos nuevos, para hacer matas.

Y, en los ratos de escribir, me ocupo de seguir con las huellas de Aragón (siempre son mejores que las que voy dejando de mí mismo, así que es ganancia y no pérdida de tiempo...)

Así encontré esta memoria de Mariano Cordero, en Un héroe sin homenaje. Y esta aguafuerte sobre otro tucumano en Avellaneda descubre el pueblo.

En La reorganización de 1955 lo veo hacer un equilibrio que la historia habitual no suele perdonar.

Por fin, la figura de Mariano Necochea y su táctica en un combate menor pero significativo durante la campaña en Chile, aparecen en Recordemos Las Coimas y ¡viva la patria!

martes, 3 de abril de 2012

Hay tiempo

El otoño no tiene apuro, se viene viendo.

Tal vez razón no le falte: quizá sabe que andamos en tiempos en que parece que la noche se reparte el aire por mitades con la luz. Y mientras eso siga así, dirá él que bien puede esperar porque tarde no ha de llegar.

Y si él no tiene apuro, un servidor bien puede ampararse en eso y andar quedo y medio al garete por un rato. Porque también en estos melindres en los que me metí hay equinoccios y hay tanta luz como noche.

Así que vuelvo la mirada a las cosas de Aragón, como siempre, para que él mire por mí, y yo con él, cosas que si no nos las ponen por delante, pasan invisibles, mal de nuestros pecados...

En un boceto, por ejemplo, nos cuenta de la Pascua marzal, no la que tarda, sino la que se apura. Y lo que pasó por estos pagos cuando llegó temprana cierta vez.

Yendo por otras veredas -y no sé si tanto, fíjese a ver si me equivoco mucho...- queda dicha una semblanza de Lisandro de la Torre, en Un liberal consecuente.

Para completar el trío de esta vez, en Soy gaucho y entiendanló, y a propósito de sustantivos y adjetivos, hay una pincelada de la paleta que más le gustaba al insigne tucumano: nuestro Martín Fierro.

domingo, 1 de abril de 2012

Quid est kirchnerismus? (VI)

Algo que pasó y algo que no pasó (1)


En muchas partes de mi jardín despuntan de tanto en tanto zapallos y tomates, por decir algo. ¿De dónde salen? Pájaros, a veces, o un botija que deja caer el tomate de su emparedado. Y listo. Bastaría con eso para dar la impresión de que soy un aplicado y feraz hortelano. Otra: una de las más chicas de casa, fíjese por dónde, enterró cierta vez en un macetón tres semillas de mandarina que no sabía dónde poner, mientras pasaba voraz al gajo siguiente. Allí está ahora el árbol incipiente. Y ella ni se acuerda y nadie sabe de dónde salió. Nadie, no.

A más de uno podría sonarle extravagante. Pero, supongamos que llevamos la raíz de una cosa presente a lejanías históricas, incluso en apariencia inconexas. Como si le dijera: no hay Marx si no hubo Ockham o Protágoras, que en cierto modo es como si dijera que no hay petróleo sin hidrógeno y carbono.

Como en todo, en política existen estas cosas. Porque causas hay en todo.

Esto que hoy llamamos kirchnerismo, tiene en su genética azarosas semillas de mandarina, como tiene sus pájaros y sus botijas. No es lo único que tiene. Más atrás -y más adentro- nos fuéramos y más cosas hallaríamos.

Pero tiene también, además de las mediatas e indirectas, ciertas causas inmediatas y directas. A veces pasa también que las causas directas e inmediatas no pesan o no significan tanto como los arroyos laterales por donde vino fluyendo el agua que ahora indivisa es agua de un mismo río.

Por ejemplo, y ya lo dije: viene del peronismo, no simpliciter (es decir, no absolutamente), sino secundum quid (es decir, según y conforme). Y eso no parece tener discusión. Porque los peronistas simpliciter también lo consideran peronismo (aunque más bien secundum quid…, que son peronistas pero no comen vidrio). Los no peronistas, con mucha más razón los antiperonistas (no es lo mismo: a ver si se entera…), por cierto que o porque les conviene o porque así lo ven, también lo ven peronista al kirchnerismo, aunque en general simpliciter.

Y no parece que eso le sea problema a ninguno (salvo tal vez al propio kirchnerismo…)

Problemas sí podría haber si las causas que uno le atribuye a su existencia ya no son las canónicas y de cajón.

Y a eso voy, Dios ampare.

Pero.

Antes de entrarle a esas cuestiones, vine andando otras veredas en estos días.

Pensaba, por ejemplo, si estaba bien ahora ocuparse de algo de lo que ya en el 2003 podría haberme ocupado. ¿No dije ya que debería haberme ocupado de esto antes y que tendría que habérmelo sacado de encima? Años y materia hubo para hacerlo.

Y fue precisamente trabajando con las plantas cuando me di cuenta de por qué ahora se me impone el asunto, tanto como para vencer el cierto fastidio de ponerse a escribir –cosas tan largas y difíciles- sobre el caso, habiendo como siempre hay otras materias que se saborean con mejor sabor.

Mirándolo como lo veo ahora, creo que eso que se llama kirchnerismo está a las puertas de una encrucijada histórica y es una encrucijada –si no estoy del todo equivocado- definitoria.

Hasta ahora, a los Kirchner les fue dado más que nada cumplir los tiempos históricos formales que la ley les permitía. Y si no agotaron las posibilidades de la ley, fue nada más que porque Néstor Kirchner murió. Existiera o no, no hacía falta que existiera. Y no digo que no quieran o hayan querido su constitución. Y su hegemonía real y operante en todo, más que su constitución. Pero lo cierto es que no era necesario, aunque les hubiera resultado conveniente.

En esto y aquello, el kirchnerismo que hubo hasta aquí, entiendo, fue más que nada una superposición entre los modos de mandar y gobernar –de los provinciales y de los peronistas, cosa de la que ya hablé- y los brotes de un movimiento posible y deseado por ellos, entendido a su modo, claro.

Pero.

Recién ahora, recién ante el cumplimiento del segundo mandato de Cristina Kirchner será preciso dirimir ese asunto, sin poder esquivarlo.

Recién ahora se verá si la existencia del kirchnerismo alcanza la cota que históricamente podría darle –en cualquier caso- cierta carta de ciudadanía.

Porque cualquier cosa que hiciere ahora para dirimir su sucesión y su continuidad una vez que termine este período, tendrá que hacerla para dirimir a la vez ese punto genético: o lo hace como kirchnerismo o no.

Que pueda hacerlo, que las cosas le salgan como querría –en todo o en parte-, es harina de otro pan. Y qué signifique lo que pase a partir de ahora tampoco es cosa fácil de postular, siquiera de adivinar.

No es ahora cuando haya que verlo, porque pienso tratarlo más adelante, pero es cierto que la historia transcurre enredando y enhebrando imponderables que dependen de asuntos y actores que están más allá de cualquier previsión. La libertad del hombre, menguada y tan condicionada como se quiera, es inescindible de su natura. Como es cierto que hay más ángeles en el cielo y el aire que hombres sobre la tierra, de los buenos y de los otros. Y, claro, está el designio divino inescrutable siempre, incluso a veces hasta cuando se cumple ante nuestros ojos velados y cortos.

Mientras le busco sitio a unos pastos raros y nuevos y acomodo la nueva dirección de un jazmín viejo que se me indisciplina, me digo, entonces, que, al fin de cuentas, no fue solamente pereza e indolencia lo que me trajo hasta este tiempo para tratar recién ahora estas quisicosas de la Argentina de los últimos años.