miércoles, 31 de agosto de 2005

Cosecha 1956

Para despedir agosto y recibir a septiembre, les voy a decir una cosa: me gusta el tango.

Digan lo que quieran, pero me gusta el tango. Hasta me gustan algunas 'pifiadas' líricas, de ésas que son como un recuadro de sus orígenes. Por lo menos las miro con infinita benevolencia.

Sin embargo, hay cosas. Por ejemplo, hay que ver estas letras que copio... y me van a tener que disculpar la abundancia.

Dos de ellas son 'tangazos', de esos que si no existieran habría que apurarse a componer.

ver

Afiches
Homero Expósito - Atilio Stamponi

Cruel en el cartel,
la propaganda manda cruel en el cartel
y en el fetiche de un afiche de papel
se vende la ilusión,
se rifa el corazón...

Y apareces tú
vendiendo el último jirón de juventud
-cargándome otra vez la cruz-.
Cruel en el cartel te ríes, corazón...
-¡Dan ganas de balearse en un rincón!-

Ya da la noche a la cancel
su piel de ojera...
Ya moja el aire su pincel
¡y hace con él la primavera!
¿Pero qué?
Si están tus cosas pero tú no estás
porque eres algo para todos ya
como un desnudo de vidriera.
Luche a tu lado... para ti,
-¡por Dios!- ¡y te perdí!

Yo te di un hogar...
Siempre fui pobre pero yo te di un hogar.
Se me gastaron las sonrisas de luchar,
luchando para ti,
sangrando para ti.
Luego la verdad,
que es restregarse con arena el paladar,
y ahogarse sin poder gritar.
Yo te di un hogar... ¡fue culpa del amor!
-¡Dan ganas de balearse en un rincón!-

Ya da la noche a la cancel


Maquillaje
Homero Expósito - Homero y Virgilio Expósito

Porque ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo, ni es azul.
¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza!
Lupercio de Argensola (1559-1613)

No...
ni es cielo ni es azul,
ni es cierto tu candor,
ni al fin tu juventud.
Tú compras el carmín
y el pote de rubor
que tiembla en tus mejillas,
y ojeras con verdín
para llenar de amor
tu mascara de arcilla.

Tú,
que tímida y fatal
te arreglas el dolor
después de sollozar,
sabrás cómo te amé,
un día al despertar
sin fe ni maquillaje...
-Ya lista para el viaje
que desciende hasta el color final-

Mentiras...
que son mentiras tu virtud,
tu amor y tu bondad
y al fin tu juventud.
Mentiras...
¡te maquillaste el corazón!
Mentiras sin piedad...
¡Qué lástima de amor!


La última curda
Catulo Castillo - Aníbal Troilo

Lastima, bandoneón,
mi corazón...
tu ronca maldición maleva.
Tu lágrima de ron me lleva
hasta el hondo bajo fondo,
donde el barro se subleva...
Ya sé... no me digás... ¡Tenés razón!
La vida es una herida absurda,
y es todo, todo, tan fugaz,
que es una curda ¡nada más!-
mi confesión...

Contáme tu condena,
decíme tu fracaso,
¿No ves la pena
que me ha herido?
Y habláme simplemente
de aquel amor ausente
tras un retazo del olvido.
¡Ya sé que me hace daño!...
¡Yo sé que te lastimo
llorando mi sermón de vino!
Pero, es el viejo amor
que tiembla, bandoneón,
y busca en un licor que aturda
la curda que al final termine la función,
corriéndole un telón al corazón.

Un poco de recuerdo y sinsabor
gotea tu rezongo lerdo.
Marea tu licor y arrea
la tropilla de la zurda
al volcar la última curda.
Cerráme el ventanal
que quema el sol
su lento caracol de sueño...
No ves que vengo de un país
que esta de olvido, siempre gris,
tras el alcohol.


Alguien

Eugenio Majul - Héctor Stamponi

¿De sal?... ¿de miel?... ¿de qué?
Mi boca se impregnó,
tentada por tus besos.
¿De sal?... ¿de miel?... ¡no sé!,
lo nuestro se quebró,
¡fetiche, al fin, de yeso!
Duele pensar que Dios nos llamará,
que el tiempo se nos va...¡cortón, igual que un rezo!
¡Amar... sufrir... rodar;
no hallar el buen amor
y hastiarse de esperar!

La calle me dio tu vida,
¡pasabas sola y herida!...
No sé por qué te amé... no sé por qué!;
acaso, porque en alguien busqué encontrarme...
¡En alguien... que me quisiera!
¡En alguien... que me creyera...!
¡Hubo una esquina, tú pasabas con tu mal;
te quise y fue mi amor... fatal!

Ya ves, recién, tú y yo
rasgamos ese tul
tan triste como vano.
Ya ves, recién voló
la mariposa azul
del sueño más cercano.
Fue torpe y cruel la juventud tirar,
y en el ocaso ya, buscar dos blancas manos,
¡Vivir... soñar... sentir
el barro a nuestros pies,
y en él los pies hundir!


Hasta con epígrafe barroco viene alguna de ellas, y tal vez resulte pretencioso, si no fuera que Homero Expósito es Homero Expósito.

Tienen algo en común, sin embargo.

Las cuatro son composiciones de 1956.

Y algo más en común: se ve que, a los muchachos, 1956 les resultó un año medio negro...

Una lástima, ¿saben?

Porque -más allá de lo que digan las letras, que sus motivos tendrán- 1956 fue un buen año.

martes, 30 de agosto de 2005

Camarón de la Isla

Ah, este cante por alegrías y esas cantiñas que hace el magnífico Camarón...

Con esas coplas mezcladas de aquí y de allá: Pericón de Cádiz, Melchor de Marchena...
Qué desgraciaito fuiste
ay, barrio de Santa María,
qué desgraciaito fuiste:
ay, un barrio con tanta gracia
ay, qué de bomba recibiste...

Que con la luz del cigarro
yo vi el molino.
Se me apagó el cigarro,
perdí el camino.
Perdí el camino, prima,
perdí el camino.
Que con la luz del cigarro,
yo vi el molino...

Aunque pongan en tu puerta
cañones de artillería,
que aunque pongan en tu puerta
tengo que pasar por ella,
aunque me cueste la vida.

Una tortola cantaba
en un almendro
y en su cante decía
viva mi dueño.

Viva mi dueño, prima,
Viva mi dueño
una tórtola cantaba
en un almendro...

En eso estaba sí. Qué cosa el flamenco. Qué maravilla. No parece hecho de mano de hombre. Parece un fenómeno natural, un prodigio de la naturaleza.

Cuando oigo flamenco pienso si Dios no habrá esperado a ver si el hombre inventaba la guitarra y si finalmente la usaba para tocar flamenco. Si no, si eso no pasaba, Dios la creaba por su cuenta para que acompañara el flamenco.

Y en eso estaba, terminando el día.

Flamenco (sí, lástima, en mp3, pero al menos con auriculares). Todo Camarón.

Buen frío. Buen mate, buen cigarro negro. Fin del día.

Qué más.

Hasta que.

Llegué hasta Galicia. O, para decir mejor, me llegó Galicia.

Lo que son las cosas...

Es interesante el artículo. Me sorprende que anden por allí las derechas. Y no me parece mal. Si es que lo que se dice significa lo que dice. Cosa que no sé. Lo que pasa también es que, aunque lo que dice significara lo que dice...

En fin. Creo, que se parece a las alegrías que está cantando Camarón, después de todo.
Que con la luz del cigarro
yo vi el molino.
Se me apagó el cigarro:
perdí el camino.
Y aun todavía esto otro:
Aunque pongan en tu puerta
cañones de artillería,
que aunque pongan en tu puerta,
tengo que pasar por ella,
aunque me cueste la vida.
Y por qué no podría ser España la tórtola del cante:
Una tortola cantaba
en un almendro
y en su cante decía
viva mi dueño.
Me digo que la pregunta está bien hecha. Pero no sé si se la dirigiría a las derechas. Y creo que no. No me gusta del todo el reclamo a las derechas. Ya no me gusta nada. No creo que las derechas hoy por hoy tengan algo que hacer al respecto. Por lo menos así dicho: las derechas, la derecha.

Aunque suene a fin de las ideologías, o a cosas peores según el gusto, lo digo lo mismo: me parece que derecha es un término (si no es una visión del mundo) que envejeció antes y peor que su oponente dialéctico (y no digo que éste no haya envejecido).

Y creo que envejeció más y peor porque creo que es más substituto la derecha que la izquierda. Y ser substituto es malo a mi paladar, tal vez es lo peor.

La izquierda, creo, tiene ese aire tan claro, tan sofisticadamente insolente de querer romper todo, que cuesta creer que quiera construir algo.Los que destruyen como si crearan.

El problema son los que dicen que quieren conservar. Los que conservan como si crearan, los que crean como si conservaran.

Por otra parte, hay por allí en el editorial una alusión a los 'falangistas' que no entendí y que si entendí no me gustó nada.

Se me hace que leí lo suficiente Primo de Rivera hasta que terminaron por gustarme sus discursos, el tono, la visión de España, la gravedad y la alegría de la política, el testimonio de la muerte. Esas ganas de que la poesía terminara hecha política, al fin. Y si fuera al revés, mejor.

Pero eso era Primo de Rivera, al menos el que leí, o el que creí entender.

Tal vez no estuvieran refiriéndose a eso en la nota. Pero si no se referían a eso, no sé a qué 'falangistas' se refieren. Yo no conozco otros.

En fin, mejor vuelvo al cante.

Tengo la idea de que a la luz del cigarro de cosas mejores que un modelo económico o político, se veía un molino que era más que el bienestar y el orden civilizado de un occidente civilizado, pulcro, próspero . Y que ese molino era más que una cultura, o que una religión, dicho esto en el peor sentido de la palabra. Y que el cigarro esra más que un cigarro.

Viva mi dueño, tendría que decir la tórtola española, viva mi dueño.

Pero si ya no conoce a su dueño, una cosa peor que no saber adónde van las derechas le va a pasar: se le apagará el cigarro, ya no verá el molino.

Y la relación de España con los molinos, de un modo u otro, es emblemática. Y no es cosa de perder o confundir.

Aunque le pongan en la puerta cañones de artillería, España (no, no solamente España, ya lo sé) tendría que poder pasar por ella, a ver si ve a su dueño; como a la luz del cigarro tendría que poder ver el molino.

Y ver que no se le apague el cigarro, ni se le cierre la puerta.

Para semejante tarea, para semejante proeza lírica, a España (no, ya lo sé: no solamente a España) no le sirve de mucho preguntarse adónde van las derechas. Porque me parece -tengo esa fortísma impresión- que si uno se pregunta adónde van las derechas, a esta altura de la historia del mundo, se le apaga el cigarro, no verá el molino, se le cierra la puerta, pierde a su dueño.


En fin, ya está bien. Suficiente.

No me hagan mucho caso.

Porque, después de todo, aunque parezca que estoy hablando de poesía, en realidad estoy hablando de política.

Stiglitz (II)

Sólo muy lateralmente estas cuestiones tienen que ver con Stiglitz, aunque algo tienen que ver, por más que la relación sea de algún modo esotérica.

Estos otros textos que copio ahora pueden servir al propósito, pero antes hay que leerlos. Éste, por ejemplo, es también de The Well and the Shallows:
Por ejemplo, hay una influencia que crece cada día con más fuerza, que jamás ha sido mencionada por la prensa y que es inteligible incluso para los que tienen una mentalidad periodística. Y consiste en la vuelta de la filosofía tomista, la vuelta de una filosofía que comparada con las paradojas de Kant, Hegel y los pragmáticos, es la filosofía del sentido común. La religión de Roma es, en sentido estricto, la única religión racionalista. Las otras religiones no son racionalistas sino relativistas; afirman que la razón es relativa en sí misma y que no es fidedigna; declaran que el ser es sólo el devenir y que el tiempo no es sino un tiempo de transición; en el campo de las matemáticas amañan asteriscos para decir que que dos y dos son cinco y en el terreno de la metafísica y de la ética aseguran que hay un bien por encima del bien y del mal. En lugar del materialista que sostenía que el alma no existe, vamos a tener a un nuevo místico que lo que dice es que lo que no existe es el cuerpo. Con todas estas cosas de por medio, el regreso de la escolástica supondrá sencillamente el regreso del hombre cuerdo... Pero decir que no existe el dolor, ni la materia, ni el mal, o que no hay diferencia alguna entre el hombre y la bestia o incluso entre una cosa y otra distinta, es tratar desesperadamente de destruir la experiencia y sentido de la realidad; en cuanto deje de ser la última moda, hartará más y más al hombre que se volverá, una vez más, en busca de algo que dé forma a un caos semejante y se adapte a las dimensiones del hombre.

Sigamos siguiendo algunos materiales de Pearce. El 15 de marzo de 1936, en su última aparición en la BBC, Chesterton habló sobre Terminaremos con un estallido, dentro de una serie que se llamaba La sal de la vida.
A mí también me han recprochado el que defienda la sal de la vida contra lo que llamamos una vida simple. Me han denostado por erigirme en defensor de la cerveza y de los bolos. Afortunadamente, si yo defendiera el juego de bolos no habría peligro de que llegara a ser un campeón; por alguna razón nunca me he dedicado a ellos con la precisión con que me dedico a la cerveza; no obstante, he jugado a otros juegos tan corrientes como los bolos y muy mal siempre...

Sea como fuere, he disfrutado como cualquier otro con esos juegos, con esa sal de la vida. Ahora bien, estoy convencido de que el secreto que todos buscamos, el secreto de gozar de la vida no está en la sal de la vida de ustedes, ni en la mía, ni en cualquier otra actividad que nos distraiga de la vida. Nuestro mundo terminará sumido en la desesperación a menos que encontremos alguna manera de hacer que nuestros pensamientos, las ideas corrientes que se nos ocurren en los tiempos corrientes, sean más alegres de lo que parecen ser ahora, a juzgar por la mayoría de las novelas y de las poesías. Hay que estar contento en esos momentos de paz en que uno recuerda que está vivo.
Dice Pearce:
El título de la charla era una alegre respuesta al poema de T. S. Eliot, "Los hombres vacíos" y a su estribillo pesimista:

De esta manera terminará el mundo
De esta manera terminará el mundo
De esta manera terminará el mundo
no con un estallido, sino con un lamento.

A Chesterton le parecía una situación odiosa:

Les ruego que me disculpen si les resulta anticuado lo que les voy a decir y es que no me gustaría llegar a pensar nunca que el mundo está en peligro y a punto de acabarse... Pero si lo hiciera, no creería que se iba a terminar con un lamento, sino con el triunfo de la muerte, si es que realmente se fuera a acabar... Y sería incluso tan indecentemente frívolo que prorrumpiría en cánticos y diría a los jóvenes pesimistas:
Burlas, risas de conejo, sonrisas de medio lado;
nosotros de jóvenes reíamos y cantábamos.
Ellos podrán terminar con un lamento
pero nosotros acabaremos con un estallido.

Estas cosas que cito, me parece, se refieren a los tiempos nuestros, al talante de hoy, tanto como a la vida económica de nuestros días (y a la vida de los hombres que vivimos según la vida económica de nuestros días).

Pero, por extraño que parezca, creo que también se refieren a los textos que cité vez pasada sobre los papas y la radio y la televisión, como a los sermones de mi párroco sobre el sentido de la Cruz, y, si tengo que decir la verdad, creo que hasta se refieren a lo que puede estar detrás de las palabras de Benedicto XVI del último domingo, lo haya dicho en esta clave o no.

Sin embargo, sigue haciéndome ruido algo en el tono chestertoniano. Algo que por cierto Pearce no parece advertir, tal vez porque en buena medida su propio modo de ver coincida con ese tono.

Pero, en fin, qué remedio, otra vez me fui largo.

Para la próxima, entonces. Lo prometo.

lunes, 29 de agosto de 2005

Stiglitz


La era actual es evidentemente la era del disparate; los niños suministran los disparates más juiciosos y los adultos, los más necios. Llamamos al siglo XVIII el siglo de la Razón, y supongo que no hay duda de que el siglo XX es el siglo de la Insensatez...

Porque vivimos en lo que parece un mundo en el que se marchitan los huertos porque prosperan y en el que la abundancia de manzanas en un solo manzano las convierte en fruta prohibida y hace que el esfuerzo para su consumo sea infructuoso en todos los sentidos. Ésta es la moderna paradoja de la economía, llamada exceso de producción o saturación del mercado...

(...)

Y puesto que el precio es una cosa disparatada e incalculable mientras que el valor es algo intrínseco e indestructible, nos han arrastrado a una sociedad que ya no es sólida sino inestable, tan insondable como el mar y tan traicionera como las arenas movedizas. Ya no queda espacio para discutir detenidamente si la podríamos volver a construir sobre una filosofía de valores sociales, de lo que estoy seguro es de que es imposible edificar algo sólido sobre otra filosofía absolutamente irracional del comprar y vender a ciegas, de forzar a la gente a comprar lo que no necesita, de fabricar objetos sin calidad para que la gente los rompa y se imagine que los necesita de nuevo, de mantener la basura en rápida circulación como una tormenta de arena en el desierto; y que pretende que está enseñando al hombre a tener esperanzas, porque no le deja un momento de lucidez en el que desesperarse.

No, es verdad. No es Joseph Stiglitz.

Es Chesterton en Reflexiones sobre una manzana podrida, un artículo que recopiló en The Well and the Shallows (que se ha traducido como La Sima -o la Hondura- y los Bajíos) y que apareció en septiembre de 1935.

Estos textos los trae Joseph Pearce y los comenta:
Estas son las palabras de un hombre completamente desilusionado con la filosofía y la economía de su tiempo. Era un exiliado que se encontraba fuera de lugar en una atmósfera intelectual de escepticismo tan "traicionera como las arenas movedizas".

Contemplaba como si fuera un extraño "la tormenta de arena del desierto" desde las aguas tranquilas que fluían en el interior de su fe y de su propia filosofía: "Nosotros los católicos -escribió en otro de los ensayos de The Well and the Shallows- debemos darnos cuenta de que en la actualidad estamos viviendo en tierras paganas y de que los bárbaros que nos rodean no saben lo que hacen".

Y no dice Pearce nada más.

Tengo alguna que otra cosa que decir respecto de lo que dice Chesterton, y alguna que otra sobre el comentario de Pearce.

Pero, para eso, tendría que traer algún texto más y ya se haría muy largo.

Así que, mejor y entretanto, mastiquemos un poco estos asuntos.


(ACA VA TEXTO OCULTO!)

+ x - = -

La muchachita, con voz de animadora de misa católica, nos introdujo en la lectura del Evangelio:
-El apóstol Pedro no quiere asumir la perspectiva de la cruz...
Y no dijo más.

(Uau, pensé, si esto empieza así...)

Nos ponemos de pie y el Señor esté con ustedes...

El párroco leyó el atragantante texto de san Mateo y pasó a las palabras aladas de la homilía.

Ahora bien.

Lo que pasa es que, para ser franco, este buen hombre tiene una cosa dialéctica de pesimistas vs. optimistas, el pobre, que algún día le va a dar un disgusto. Tiene una cosa ideológica que más que nada creo que es escándalo frente al mal.

Por supuesto que esa cosa de flagelantes incontinentes, ese gusto por el atletismo moral de la resistencia al dolor, y de la búsqueda pseudovirtuosa del sufrimiento, todo eso es tan farisaico, tan teatral, es tan bastante estúpido, concedo, y es una caricatura de la Cruz, requeteconcedo.

Pero el buen hombre no para en gastos cuando de esquivar lo obvio se trata. Especialmente si lo obvio no le permite sacar adelante su tesis: Dios es amor (lo que quiere decir una cosa completamente distinta -aunque por un pelo de ángel de diferencia- de lo que ustedes están pensando que quiere decir...)

Finalmente, después de tratar de cubrir los >15 minutos canónicos que parece se necesitan para que la prédica resulte 'seria', llegó a un escalón de lo más interesante:
-Miren, les voy a decir una cosa que suena a herejía, que es una herejía: no es la cruz lo que nos redime, es el Amor de Dios. Sí, claro, por supuesto que está eso de que "...por tu santa cruz redimiste al mundo", y todo eso que siempre decimos... Pero no es la cruz, es el amor...

Y así siguiendo un ratito más.

En fin, ¿qué quieren que les diga?

Tiene razón y está completamente equivocado.

Ahora bien, como + x - = -, resulta que está completamente equivocado.

Porque, al fin de cuentas, con tanta prevención ante la cruz y los dolores, con tanta ansiedad por corregir y resignificar el "misterio" de la Cruz (como del mal y de la muerte y del dolor), este buen hombre -como bien le indicara ya al principio la muchachita con voz de animadora de misa- parece que no quiere asumir la perspectiva de la cruz.

Ridículo, como las buenas costumbres

Bonitamente ingeniosa es esta torpeza. Tiene méritos para figurar entre mis meditaciones sobre los nuevos mandamientos.

Pero esta noticia es curiosa no solamente por las normas tan típicamente ridículas que aparecen allí. Por otra parte, sería interesante saber en qué circunstancia y por qué razón se han generado semejantes pavadas. Nos llevaríamos más de una sorpresa, creo. Me gusta pensar que hay historias de lo más interesantes que fueron a terminar allí, en una norma desopilante.

Creo, sin embargo, que lo más importante es la relación. Si uno mira con atención, a la derecha, abajo, aparece otra información que se pretende relacionada con esa nota de color que se divierte rescatando normas absurdas o risibles.

Por supuesto, como se trata de una relación, se verá que ambas se remiten mutuamente.

Por supuesto.

No sea cosa que alguno se pierda la oportunidad de ver lo ridículo de la moral y de las buenas costumbres. Aunque haya que usar para eso costumbres ridículas.

sábado, 27 de agosto de 2005

Polvo serás, mas polvo abrillantado

Perdón, Gustavo Adolfo.

Inspirador, sumamente inspirador. Irresistible.

Granada huele a tomillo,
a yerbabuena, a clavel:
aroma de tu joyel,
y perfume de tu brillo.

Granada blanca y en mí
sube mi sangre de toro
que avasalla tu decoro
hasta tu boca rubí.

Granada se rinde gualda
a mi otoñal sementera
que busca la primavera
en tus ojos de esmeralda.

Granada, por donde miro
me cortejan tus balcones:
granadina, son tus dones
más que perlas, un zafiro.

Granada de oro y de plata,
mora de voz de marfil,
tu requiebro es un buril,
que me cincela y me mata.

Granada, voy de conquista.
Granada, dame valor.
Granada, engarza mi amor,
ay, Granada, en amatista.

Una guitarra, Granada,
un cante y un limonero,
pa' decirla que la quiero
como fruta abrillantada.

Granada, que voy de amante
y soy polvo enamorado,
que va mi amor sepultado
de cenizas a diamante.

viernes, 26 de agosto de 2005

La luz de la voz

Sabía de esas voces. Yo sabía
que los ecos sonaban. Que la suerte
eran ecos, no voces; que solía
tañir el desencanto. (Que la muerte
era el límite al fin. Pero temía.
Y todo era tan simple: era ser fuerte.
Más fuerte que la muerte, me decía.
Y temía la luz que me despierte...)
Hasta que al fin la voz sonó más clara,
más sutil, más veraz, más fiel. Más rara.
Y por sólo esa vez fue rumorosa.
Y por única vez me vi librado
del eco del silencio ya opacado
por la voz que ilumina silenciosa.

jueves, 25 de agosto de 2005

Otro memo...

Hace unos días me hicieron algunos comentarios sobre la poesía en general y sobre los versos al modo de Quasimodo, en particular.

Me quedé pensando. Por ejemplo acerca del debate infinito sobre las notas de lo poético. Hay centenares de disputas sobre esta cuestión.

A la cabeza me viene, al azar, la de los jóvenes del movimiento martinfierrista de la década del '20 del siglo XX, entre los que militaba Leopoldo Marechal.

No vayan a creer que principalmente los límites o el dinero o el poder levantan guerras fratricidas, parricidas o filicidas...

Como alguna vez recordé por acá, los insolentes muchachones de 20 años llegaron a mortificar amablemente hasta a su 'maestro', otro Leopoldo, Lugones, y su pasión por el metro y por la rima, particularmente la rima 'rica', esa rima difícil, lujosa, de pocas palabras que rimen, que suele hacerse con 'diccionario de la rima' o un vocabulario envidiable.

Como sigo sin tiempo, lo dejo anotado para no olvidarme.

Pero antes de salir corriendo, y sin afán polémico ninguno, dejo un par de cuartetas bien medidas y bien rimadas:
Los afganos recónditos y lívidos
pavonean sus danzas y enarbolan
los gritos guturales con que engolan
sus ululantes carcajeos vívidos.

Arrumban en vorágines versátiles
unas cabras que traen de Crimea
para una esclava sorprendida y rea
que deglute cansina algunos dátiles.
En fin.

Qué sé yo.

Tiene que haber algo más que música, algo más que metro con acentos, y algo más que rima.

Si no, estas cuartetas serían poesía.

Y no lo son.

miércoles, 24 de agosto de 2005

Memorandum

Tengo que acordarme de esto:

En diferentes combinaciones, según el gusto y la mirada de quien lo mire, si uno mezcla de diversos y variados modos estos tres grupos de términos:

1
obispo

2
asunto homosexual

3
progresista
conservador
tradicionalista
de derecha
moderado
de izquierda
con preocupaciones sociales
sin preocupaciones sociales
amigo del poder (de derecha o variedades afines)
enfrentado a los poderosos (de derecha o variedades afines)
comprometido (progresista o de izquierda o variedades afines)
liberal
neoliberal
no liberal


no da el mismo resultado.

Para nada.

Tengo que acordarme de, si puedo, hacer la prueba; es decir, si puedo, demostrarlo.

martes, 23 de agosto de 2005

Ver para creer

Pío XI fue el primer papa en hablar por radio y Pío XII fue el primero en dirigir un mensaje a través de la televisión.

Fue el 17 de abril de 1949.
Grande fue la emoción el 12 de febrero de 1931 cuando, por vez primera, la voz de nuestro predecesor Pío XI, de inmortal memoria, llevada por las ondas de la radio, hizo escuchar desde las extremidades de la tierra el Evangelio de la paz y del amor para la reconciliación de los corazones divididos. Ya no era leer la palabra sólo en los fríos resúmenes de las páginas de los diarios; desde aquel momento la voz del Padre común llegaba directamente a cada uno de sus hijos(...) ¿Cuánto camino recorrido desde entonces! El contacto con la voz no apagaba todo nuestro deseo. En el fondo de nuestro corazón sentíamos siempre la misma impresión que había expresado San Pablo de modo tan conmovedor: Testigo me es Dios, decía, que nunca dejo de hacer memoria de vosotros en mis oraciones... Ansío veros (Rom. 1, 9) Nos conocemos la reciprocidad de ese deseo. Etapa por etapa, los progresos de la ciencia y de la técnica, radio y cine, han conducido a la consecución de la televisión de la que hoy gozamos (...) De la televisión esperamos efectos de la mayor importancia, para la revelación cada día más luminosa de la verdad a los entendimientos sinceros.

Apenas cinco años después, el mismo papa formulaba preguntas programáticas sobre el destino de la televisión y su incidencia en la sociedad, preguntas que ya encierran advertencias y temores.

Lo hizo al dirigir un mensaje en ocasión de la inauguración de los programas de Eurovisión, el 6 de junio de 1954:
La televisión puede lanzar una mirada curiosa hacia todas las cosas y meterse en el corazón de los acontecimientos. Así se convierte en un instrumento privilegiado de la exploración humana, un medio eficaz para poner a los hombres en contacto unos con otros y para revelarles de modo más rápido y seguro, y con una fuerza inesperada de penetración, las innumerables formas de la vida contemporánea. Apenas se percibió la gran envergadura de este medio de difusión de hechos e ideas, apareció un delicado problema: ¿cuáles son los valores morales del mundo, en parte todavía nuevo, que se abren a la televisión de un modo más completo y más atrayente que la radio y el cine? ¿No es posible, tal vez, que con estos bienes se entremezcle algo que podría ofender el sentido moral del espectador? Por lo tanto, ¿no sería el primer y natural deber de las entidades de la televisión y de los telespectadores el de proceder a una cuidadosa selección? La sociedad de hoy tiene ya demasiadas llagas abiertas, inferidas por el influjo corrosivo de cierta prensa y de análogos productos del cine y de la radio. Este nuevo y eficaz medio de telecomunicación, ¿agrandará el mal o tal vez sus promotores sabrán dar a la empresa, ya desde sus comienzos una orientación realmente constructiva y genuinamente sana?

Así, 40 años después de aquella intervención de Pío XII, Juan Pablo II, en su Mensaje para la XXVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, "Televisione e famiglia: criteri per sane avitudini nei vedere" (L'Osservatore Romano, 24-25/01/94), dice esto:

La televisión puede tener efectos negativos en la familia, aun cuando los programas televisuales en sí mismos no sean moralmente criticables. Ella puede llevar a los miembros de la familia a aislarse en mundos privados, apartándolos de auténticas relaciones interpersonales, también puede dividir la familia alejando a los padres de los hijos, y a los hijos de los padres. (...) Formar los hábitos de los niños significará a veces, simplemente apagar el televisor porque hay cosas mejores para hacer, o porque la consideración por otros miembros de la familia lo exige, o porque la visión indiscriminada de la televisión puede ser dañina. Los padres que hacen uso regular y prolongado de la televisión como una especie de 'niñera electrónica' abdican de su papel de educadores primeros de sus hijos. Tal dependencia de la televisión puede privar a los miembros de la familia de oportunidades de interactuar uno con el otro por medio de la conversación, de actividades y de la oración en común?.



Las conclusiones, cuando tenga más tiempo.

domingo, 21 de agosto de 2005

Mt. 16, 13-20



¿Juan el Bautista, Elías, Jeremías?
No lo creo: Tú eres el Mesías,
el que antes de todo ya vivías.

No habla tu carne, Simón Bar Jonás,
habla la Fe, la Piedra que serás:
las llaves de mi Iglesia llevarás.

sábado, 20 de agosto de 2005

Cantata, finale, molto cantabile, maestoso ma non troppo

"Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinación de sus principios hasta llegar a su último fin...", dice Cervantes en el capítulo final de su Quijote.

Y es así.

De modo que, por ahora, y con esta Cantata, dejo la "preferencia lírica" con que fatigué estas páginas en estos ultimos días.

Los versos que copio -si valiera la pena hacerlo notar- tienen una marcada intención musical. Y, hasta donde sé, algunos de ellos ya tienen música y se han vuelto canción en manos diestras que los tienen que haber mejorado, sin duda.

Las melodías -'interiores', digámoslo así- tienen procedencias melódicas y resonancias diversas: gallegas, caribeñas, trovadorescas.

En todo caso, insisto, pretendieron ser básicamente musicales, lo que no es poca pretensión teniendo en cuenta lo que uno entiende por música.

Aires


I

Esta barca de nadie
por esta ría
dice amor en los remos
mientras marisca.

Y este mar que la lleva
lamenta a coro.
Mientras el mar suspira,
yo mientras lloro.

Niña, ¿adónde te fuiste?
Te estoy buscando,
dice la quilla vieja.
Adónde te perdiste
que yo te amo,
dice la mar en pena.


II


Esta barca de nadie
por esta ría
mi corazón navega,
porque ahora es mía.

Y es todo lo que tengo,
lo que me queda,
corazón marinero
que nadie espera.

Niña, ¿adónde te fuiste?
Te estoy buscando,
dice la quilla vieja.
Adónde te perdiste
que yo te amo,
dice la mar en pena.


Canción de mar

I

Ya no quieres despertar,
junco que tiembla en la espuma.
Leve y morena de luz.
enhebrada con mi luz,
arrúllame sobre el mar.

Cómo supiste que ahora
raya este día de amor
inocente, fiel, mayor,
silencioso de demora.
Terrible color tu cielo
inocente, fiel, mayor,
nacido de cada amor,
anidado entre mi cielo.


II

Arcilla que das calor,
nueva estrella, día nuevo:
dóname el cielo del sur,
rocíame un viento al sur,
antes que llegue el dolor.

Cómo supiste que ahora
raya este día de amor
inocente, fiel, mayor,
silencioso de demora.
Teñido voy de tu cielo
inocente, fiel, mayor,
nacido de cada amor,
anidado entre mi cielo.


Son del son

Si me dejaran llover
una lluvia sobre el mar,
llovería luz de sol.
Si me dejaran llover...

Son del son, y son del ti:
suena el son y suenas tú.
Son del son, si fuera son...
Si fuera son, sería así

Si me dejaran sembrar
un nombre para decir,
yo sembraría tu voz.
Si me dejaran sembrar...

Son del son, y son de ti:
suena el son y suenas tú.
Son del son, si fuera son...
Si fuera son, sería así

Si me dejaran sufrir
un dolor para morir,
yo sufriría tu amor.
Si me dejaran sufrir...

Son del son, y son del ti:
suena el son y suenas tú.
Son del son, si fuera son...
Si fuera son, sería así

Si me dejaran cantar
un son sin sal para amar,
yo cantaría tu son.
Si me dejaran cantar...

Son del son, y son de ti:
suena el son y suenas tú.
Son del son, si fuera son...
Si fuera son, sería así


Canción de aromas

I

Ya no llevo tu voz, llevo tormentas
para que estallen cuando tú me cantes.
Traigo lluvias de cedros y de mentas
como antes.

Ya no me llevas con temblor de viento.
Soy la sangre que late tu costado.
Traigo lluvias de pino al paso lento
del amado.

Refugio tibio si vienes
por la noche, como azahar,
entibia de azahar mis sienes
con la tibieza que tienes.
Y el pecho entibia de mar.


II

Mi sangre de tomillo va en tus venas
te aroma de romero, de jazmines,
la piel sin pena, el corazón sin pena.
Tus confines.

Y ya no llevo nada, y soy en todo
cazador que te busca sin que duela,
y a mi modo eres todo y a mi modo
mi corzuela.

Refugio tibio si vienes
por la noche, como azahar,
entibia de azahar mis sienes
con la tibieza que tienes.
Y el pecho entibia de mar.


Madrigal

Ausencia tengo y en ti
ausencia vengo a morar,
ausencia vengo a morir
por amar.

En cada vuelo subir,
en cada vuelo olvidar,
en cada vuelo partir
sin llegar.

Ausencia y en cada vuelo,
paloma, que has de volar
de mi a la ausencia, mi cielo.
Y en mi cielo no has de estar.

viernes, 19 de agosto de 2005

Explicit

El venerable Concilio de Sabios está dividido.

Unos reclaman una explicación. Otros, de talante más afín a mis propias inclinaciones, se quejan: "explicaciones dan los giles..."

Por eso.

Resulta que en mis años de estudiante, cursando Literatura Italiana, leía bastante a Salvatore Quasimodo, tanto como a Giuseppe Ungaretti y otros poetas contemporáneos italianos. Curiosamente, (y tal vez porque a mí me gustaban) ninguno de los dos era muy popular entre los 'chicos modernos'; estoy casi seguro de que esto se debió a la antipatía del profesor, un itálico, lamentablemente.

Lo cierto es que me impresionaban. Son potentes. De una terrible condensación. Imágenes tensas, sintaxis exigente y exigida. Nada confortable. Van bien con una edad de experimentos y de sorpresas estéticas. Por supuesto que la inevitable carga ideológica va por sus cuentas (en particular, Quasimodo). Pero es verdad que, al fin y al cabo, no se gana un Premio Nobel de Literatura (1959) así como así.

Ahora, algunos cuantos años más acá, volví a leer a Quasimodo.

No puedo negar que sigue produciéndome una fuerte impresión.

Pero tampoco voy a negar que algo que -creo que ya entonces- me parecía impostado, me lo parece hoy mucho y más todavía.

Un mecanismo, más que una inspiración, diría. Un gesto, una mímesis y no en el mejor sentido de la palabra. Y en rigor, una imitación de sí mismo.

Tanto que, y por esa misma razón, mientras leía una antología de Quasimodo en el tren, esta mañana, apareció ante mis ojos -como si nunca lo hubiera visto- el 'mecanismo' lírico del italiano.

Y así salió lo que salió "al modo de Quasimodo".

Es verdad que no es inédita la composición "al modo de..."

Tiene una antigua raíz didáctica, se ha usado mucho como ejercitación, hasta que aparezca el propio estilo. También se usa como recurso humorístico. Nalé Roxlo, por ejemplo, llenó dos libros con antologías apócrifas usando de su habilidad de copista.

Pero esto que aparece en la entrada anterior es otra cosa.

Porque lo hecho, hasta cierto punto, es como pararse frente al director de orquesta en medio del concierto, detener la música, y espetarle al levitudo con cierto desengaño: "Vea usted, señor Quasimodo, más bien me va pareciendo que es usted un poco bribón y bastante farsante..."

Y no por iconoclasia, precisamente.

Pero.

Lo que pasó, también (y debería considerarse justicia poética... aunque vaya a saberse de quién hacia quién), es que parte del Concilio de Sabihondos preopinantes, tuvo por bastante respetables las falsías.

Así que, como castigo, me impuse hacer el papel de gil por esta vez y dar las explicaciones del caso.

Al modo de Quasimodo

He visto hoy a un hombre

El hombre que en la playa
desierta, en sus espumas salitrosas
y en sus arenas gruesas
y grises como lágrimas de viuda,
ha dejado su huella
aromada de estrellas, de jazmínes,
de olivos como cruces,
de naranjos:
Ese desesperado ya no existe,
es el ala de un ave que se pudre,
avutarda sin rumbo, pelícano vacío,
en la playa barrida
por un viento africano.


Frente al estrecho de Mesina

El mar, todos sus truenos,
todas sus olas viejas, partisanas,
nunca derrocarán nuestros sueños de guerras
ni podrán con el niño,
ni vencerán al hombre
que llevamos dormido,
erguidas como un álamo las manos
y mudas como bocas de muertos de metralla.

El mar nunca suspira,
nunca vela sus muertos.

Solamente susurra y hace arenas...


Simiente de tierra

Y tú, mujer,
plagada de Sicilia,
sembrada de Mesina,
de simiente de sol en tus entrañas,
temerosa, fecunda,
como flores que espinan,
tan fértil de azahares:
debes reír tu sangre,
tu fortuna de raza que, invadida,
da frutos de naranjos
rojos como tormentas.


Enemigo del tiempo

Trasiego toda hora.
Me bebo los amargos minutos.
Los momentos.

En un rosario laico
ninguna cuenta duele.
Todas duelen.

Epitafios de lunas sucesivas,
días en hierbas verdes y en el heno
seco de los mortales que trashuman.

Y vosotros, que vais
sin mí a ninguna parte,
ballesteros de tiempos flechadores de sangre,
arqueros de recuerdos que punzan como picos
de pájaros en frutos de estos tiempos
que pasan como agujas
de pinares sin vientos, demorados...

Vosotros no sabéis de dónde y hacia dónde
viene la sangre y va.

El aromo

Me acerca Juan Martín unos versos de una milonga a la que Atahualpa Yupanqui le puso música. Tal vez podrían -tal vez deberían- explicarse algunos términos 'gauchos', sobre todo si el que los lee no lo es.

Pero como esta milonga habla sola -igual que la poesía siempre-, hay que dejarla hablar.
El aromo
Milonga
(Romildo Risso - Atahualpa Yupanqui)


Hay un aromo nacido
en la grieta de una piedra.
Parece que la rompió
pa' salir de adentro de ella.

Está en un alto pelao,
no tiene ni un yuyo cerca,
viéndolo solo y florido
tuito el monte lo envidea.

Lo miran a la distancia
árboles y enredaderas,
diciéndose con rencor:
Pa´ uno solo, cuánta tierra.

En oro le ofrece al sol
pagar la luz que le presta.
Y como tiene de más,
puñaos por el suelo siembra.

Salud, plata y alegría,
tuito al aromo, la suebra,
asegún ven los demás
dende el lugar que lo observan.

Pero hay que dir y fijarse
como lo estruja la piedra.
Fijarse que es un martirio
la vida que le envidean.

En ese rajón, el árbol
nació por su mala estrella.
Y en vez de morirse triste
se hace flores de sus penas...

Como no tiene reparo,
todos los vientos le pegan.
Las heladas lo castigan,
l'agua pasa y no se queda.

Ansina vive el aromo
sin que ninguno lo sepa.
Con su poquito de orgullo
porque es justo que lo tenga.

Pero con l'alma tan linda
que no le brota una queja.
Que en vez de morirse triste
se hace flores de sus penas.

¡Eso habrían de envidiarle
los otros, si lo supieran!

jueves, 18 de agosto de 2005

Fado

Después de bastante tiempo, recuperé unos fados portugueses que hacía tiempo no oía.

No son Amalia (la Amalia Rodrigues del taxista portugués de Buenos Aires), pero son buenos, a mi gusto.

Están -eso sí- bastante remozados en las letras y en la dicción. Las voces son muy atinadas, aunque una de ellas - la de Mísia- no es exactamente portuguesa, salvo "por opción", como las ciudadanías.

Hay dejos como si dijera sincretistas, creo, en la intención de las letras. Hay una melancolía que podría ser pagana, o tal vez puramente natural, como hay cierta alusión de fondo, cierto rumor atávico, cierto paisaje como si dijera de 'terra meiga' (por usar una expresión gallega); pero -puedo equivocarme porque no soy experto- no sé si de eso no hay bastante en el fado en general, después de todo.

Están más que bien dichos, en cualquier caso. También hay, en Pontes aquí y allá, un poquitín de política -reivindicaciones por tristezas de los 'coloniales' o pobrezas campesinas- que no llega a molestar.

Dulce Pontes y Mísia son las intérpretes y, en el caso de la portuguesa Dulce, a veces también compone. Aquí hay muestras de las letras, dos de la primera y una de la segunda.
Garça perdida
João Mendonça/Leonardo Amuedo

Anoiteceu
no meu olhar
de feiticeira,
de estrela do mar,
de céu,
de lua cheia,
da garça perdida na areia.

Anoiteceu
no meu olhar,
perdi as penas,
não posso voar,
deixei filhos
e ninhos,
cuidados,
carinhos,
no mar...

Só sei voar
dentro de mim
neste sonho de abraçar
o céu sem fim,
o mar,
a terra inteira!

E trago o mar
dentro de mim,
como o céu
vivo a sonhar
e vou sonhar
até ao fim,
até não mais acordar...

Então, voltarei
a cruzar
este céu e este mar,
voarei, voarei
sem parar
á volta da terra inteira!

Ninhos faria
de lua cheia
e depois,
dormiria na areia...


Porto de mágoas
Dulce Pontes/Dulce Pontes, Leonardo Amuedo

Esperar como quem sonha
um río a correr,
un lirio aberto a ser na alvorada,
um caminho, uma estrada
para além-mundo.
Querer no silêncio do nada
o sentimento fundo.

Mas no sentimento fundo do som
o mismo riso, o mesmo pranto,
meu ser em alvoroço
vai navegando as horas, uma a uma...
E as notas que se perdem sem querer,
se o mar não o quiser,
há sempre o espanto e a espuma.

E as mãos como gazelas, como pombas,
dedilhando a guitarra
com a benção da água.
E o tempo a envolver-se em minhas sombras,
neste amor que me amarra
ao teu porto de mágoa,
ao meu porto de mágoas.


Da vida quero o sinais
A Amir Hosseinpour
(Fado Tango)
Mário Cláudio - Joaquim Campos

Ó Deus do fado menor,
que reinas dentro de mim,
faz com que a taça da dor
se encha de um vinho em flor,
me mate a sede do fim.

Da vida quero os sinais
de uma gaivota na areia,
o aroma dos laranjais,
e a morte em que durar mais
o amor sem eira nem beira.

No espelho nu que me encante,
que fique um sopro de neve,
que uma estrela se levante,
quando este fado se cante
e a terra me seja leve.

miércoles, 17 de agosto de 2005

Homo viator


Entre pequeñas muertes, esparcido.
Entre demoliciones, restaurado.
Entre adioses risueños, bienvenido.
Entre renacimientos, sepultado.

Entre el día y el sol, anochecido.
Entre la negra noche, iluminado.
Entre desiertos secos, florecido.
Entre forestas vivas, desolado.

Entre tantas urgencias, demorado,
Entre tantas demoras, siempre urgido.
Entre tantos olvidos, recordado.

Entre muchos dolores, confortado.
Entre las alegrías, contenido.
Entre el cielo y la tierra, esperanzado.

martes, 16 de agosto de 2005

Quan jo era petit

Siempre me ha pasado que descanso en la poesía. En la poesía en verso, pero también la poesía en prosa. Será que, a veces, el sistema necesita distensiones.

Ahora, picoteando lecturas, me encontré con Las lecciones amigas, unos trabajos de Guillermo Díaz Plaja.

Entre ellos, hay uno sobre Joan Maragall (1860-1911), de quien me entero, entre otras cuestiones, que escribió siempre en catalán y que vivió siempre en Barcelona, donde nació, y que casó allí con una descendiente de ingleses con la que tuvo 13 hijos.

Bien.

Pero, entre las citas breves que hay del poeta en el trabajo, una me llamó la atención inmediatamente:
Quan jo era petit
vivía arraulit
en un carrer negre.
El mur hi era humit
pro el sol hi era alegre...
Veo el parentesco con aquello que, también refiriéndose a su infancia, decía Albert Camus, sobre la miseria y el sol.

Veo ahora que lo aludí hace un tiempo y, haciendo memoria, después me di cuenta de que lo había citado años atrás en una colaboración espontánea para aquellas Fotos del Apocalipsis de feliz memoria.

La idea, por su recurrencia en mi imaginación, se ve que es persistente y que me explica, bien que 'poéticamente', un montón de cosas del cielo y de la tierra.

Alejandra Feodorovna

En 1976, el Padre Castellani publicó, en las Ediciones Penca, de Buenos Aires, un homenaje a su amigo y compañero de colegio, Horacio Caillet Bois ("Una gloria santafesina", dice el título).
En 1915 conocí a Horacio en el Colegio Inmaculada, de Santa Fe, por su primer triunfo de poeta, quizá el mayor de todos (las 25 estrofas de "Nostalgias imperiales", un homenaje en sextetos alejandrinos a Napoleón Bonaparte, leído junto con otras dos composiciones de otros tantos jóvenes estudiantes, tras la representación de Verdugo y Víctima, obra del siempre mentado Padre Juan Marzal, promotor literario del colegio y organizador de aquel homenaje).

Él estaba en Cuarto y yo en Tercer año, él era "externo" y yo "pupilo". Todo el Colegio lo conocía como "delantero" del equipo 5º, gambeteador insigne, flexible e invencible. Pero nadie sospechaba al poeta, que apareció de golpe. El mismo Padre Marzal que lo produjo, estaba asombrado.
Un personaje extraño para la literatura fue Caillet Bois. También cuenta Castellani dos "persecuciones" fieras que llevaron contra él.

Como algunos pocos otros, empezó triunfando en verso muy temprano, a los 16, para 'callarse' a los 23. Como Enrique Banchs o como Arthur Rimbaud pero distinto, dice Castellani.

Dice también que es un eximio poeta y el mejor poeta de su tiempo. En realidad, no puedo decir que su pluma sea de mi gusto y tal vez en otro momento explicaré por qué.

Lo cierto es que leyendo la segunda parte de la Vida y Obra, me di con una verdadera rareza: en Poemas, el primero de los tres libros que publicó, hay unos Poemas Exóticos, que son siete Elegías y una Antífona final, dedicadas a los miembros de la familia imperial de Rusia, ejecutados por aquellos años tras la Revolución de Octubre del '17.

Me imagino que los textos son del mismo año, 1918, aunque no se dice.

La segunda Elegía es la que más me gustó.
A Alejandra Feodorovna
(Zarina de Rusia, Virgen fuerte de las Escrituras)

Tu leyenda fue triste, como aquéllas
de las nórdicas sabanas de plata
donde hay castillos de encantadas huellas.

Allí mi espejo iluso se retrata,
en un país de torres seculares
cuyo hechizo de ensueño se desata

para que partas hacia regios lares
sin la luna invernal de tus baladas
ni el joyante cendal de tus pinares...

Llegaban a tu alcoba las celadas
del monástico claustro de la corte,
y el grito precursor de las manadas

desde los hondos páramos del norte,
mientras un monje, como un lobo hambriento,
acechaba tu armiño de consorte.

Ni el íntimo dolor de tu tormento
logró embotar las garras del felino (*),
ni tu sexo inspiró remordimiento.

Y en el supremo trance del destino
-lirio orgulloso de su propia albura-
bebiste todo el cáliz que te advino

sin abdicar tu sacra investidura,
y así diste a vasallos y enemigos
la lección de tu inmensa dsventura.

De tu pueblo de esclavos y mendigos
sacerdotisa y reina a un tiempo eras,
y en medio de tus mágicos abrigos,

bajo cetros y púrpuras y esferas,
ilustraba tu efigie de santuario
una luz de antiquísimas vidrieras.

Allí, bajo nubes de incensario,
y el doble cortinaje de blandones
cubro en lirios de plata tu sudario,

Princesa de ortodoxas religiones.


(*) Simple ignorancia de mi parte. Pero no sé cuál es el 'felino'. El 'lobo', no es, seguro.

lunes, 15 de agosto de 2005

De Maria numquam satis

Así se llamaba una sección permanente que había en aquella revista entusiasta.

Aquel amigo que aportó tiempo atrás la mayoría de los materiales para la Temporada Otoñal de Sonetos, tenía a su cargo -por gusto y propia devoción- esa sección, De Maria numquam satis (*), en la que incluyó versos marianos de Rafael Alberti, Del Valle Inclán y Edgar Poe.

Eran homenajes a Nuestra Señora.

Éste que traigo en primer lugar tiene importancia. Precisamente, y además de lo que vale, pertenece al último número que se escribió y que permanece inédito. Fue hace unos siete años, y la prueba de galera que conservo está fechada para estos días de 1998.
Dios te salve, preciosa reina de gran valía,
esfuerzo e conorte de quien en Ti se fía;
a Ti viene tu siervo ofrecer este día
una pequeña prosa do dice "Ave María".

María muy graciosa, tu nombre es loado,
así te llamó el ángel que a Ti fue enviado
cuando te saludara e te traxo recado
que Fijo de Dios e omne en Ti serié encarnado.

Gracia de Dios contigo fue aquella sazón;
maguer hobiste espanto en el tu corazón,
con mucha humildanza e firme devoción
dexiste: "Dios lo compla según el tu sermón".

Llena de Espirtu Santo fueste, Señora mía,
e fincaste preñada del Salvador Mexía,
Virgen siempre e doncella, que atal parto cumplía
al nacimiento santo de quien esto facía.

Señor Dios que crió el cielo e la mar,
te quiso de tal don e de tal gracia doctar
que Tú fueses la madre del que venía salvar
el humanal linaje, que fizo Adán pecar.

Contigo Trinidat allí fue ayuntada:
la corte celestial en Ti fizo morada;
Madre de Dios, Esposa, Fija, fueste llamada,
así eras de los santos antes profetizada.

¡Bendita Tú, la madre, que a Dios concebiste!
¡Bendita la mujer, que tal fijo pariste!
¡Bendita la doncella, que nunca corrompiste!
¡Bendita e loada, que tal fijo nos diste!

En las mujeres todas, Tu fueste escogida
sola, Señora mía, por quien hobieron vida
los que yacían en pena e en cuita dolorida,
en los baxos abismos, por la culpa debida.

Bendito es el que ayudas e en Ti tiene esperanza;
los que a Ti se acomiendan, acorres sin dubdanza;
por Ti llegan al puerto de toda buenandanza:
¡Señora, Tu me vale en esta tribulanza!


Pero López de Ayala, Rimado de Palacio (Siglo XIV)

Dos había de Rafael Alberti, por otra parte, y merecen un lugar.
Día de tribulación

¡Oh Virgen remadora, ya clarea
la alba azul sobre el llanto de los mares!
Contra mis casi hundidos tajamares,
arremete el mastín de la marea.
Mi barca sin timón, caracolea
sobre el tumulto gris de los azares.
Deje tu pie, descalzo, sus altares,
y la mar negra verde pronto sea.
Toquen mis manos el cuadrado anzuelo
-tu escapulario-, Virgen del Carmelo,
y hazme delfín, Señora, tú que puedes...
Sobre mis hombros te llevaré a nado
a las más hondas grutas del pescado,
donde nunca jamás llegan las redes.


Días de amor y bonanza


Que eres loba de mar y remadora
Virgen del Carmen, y patrona mía,
escrito está en la frente de la aurora,
cuyo manto es el mar de mi bahía.
Que eres mi timonel y eres la guía
de mi oculta sirena cantadora,
escrito está en el frente de la proa
de mi navío, al sol del mediodía.
Que tú me salvarás, ¡oh marinera
Virgen del Carmen!, cuando la escollera
parta la frente en dos de mi navío,
loba de espuma azul en los altares,
con agua amarga y dulce de los mares
escrito está en el fiero pecho mío.

_______________

(*) La expresión significa "Acerca de María jamás se dirá lo suficiente".
Se le atribuye a
San Bernardo, aunque, según se dice, la expresión literal no es suya sino que figura -atribuida por el autor a 'los santos', lo que incluye a San Bernardo- en el Tratado de la Verdadera Devoción a María, de San Luis María Grignion de Monfort.

domingo, 14 de agosto de 2005

Mt. 15, 21-28

Como un cachorro -lo leo en san Mateo-
vengo a hablarte, confiado y cananeo,
para decirte que también yo creo.

Y a traerte la pena que me pesa
y está a tus pies. Mientras mi boca besa
la migaja que cae de tu mesa.

sábado, 13 de agosto de 2005

Es verso

Me parece que este aviso cordial es mejor hacerlo más temprano que tarde.

Por las dudas.

Para que después no se me vuelva comentario lateral, ácido o malhumorado. Mejor lo digo antes y cordialmente porque, aunque no me gustan los prólogos, uno conoce cuántos pares le son tres botas...

Lo cierto es que no estoy para la prosa en estos tiempos. De modo que lo que vendrá en estos días es más bien verso.

A veces será poesía. Pero poca prosa, lo menos posible.

Así que me disculparán los respetables prosaicos: mejor abstenerse. Salteen o abandonen la lectura. Protesten.

En fin: hagan lo que mejor les parezca. Por mi parte, voy a hacer eso mismo.

Hasta que se me pase.

viernes, 12 de agosto de 2005

Notificación

Bajarás por la senda de la melancolía
abriéndoles veredas a todos los amores
para subir la escala de una tenue alegría
como brillos opacos, un gris de mil colores...

Subirás por la nube que oscurece tu día
librándote con furia de gustos y sabores,
en alto la bandera que te arrastra y te guía
a pasos de tormenta a un campo de dolores.

Vigila que amanezca. Y estrellas en el cielo.
Vigila que las ramas del roble den su sombra.
Vigila el corazón, y su hondura y su vuelo...

Vigila vanidades y el viento que te escombra.
Vigila toda mano, todo amor y su celo.
Vigila que vigilen el nombre que te nombra.

miércoles, 10 de agosto de 2005

Impaciencia

Mientras, y aun cuando, este señor Saramago se empeña en considerarse un aguijón en las nalgas de las religiones, humildemente diré que estoy convencido que de que el señor Saramago no representa ningún problema para Dios. Por lo menos, ningún problema que Dios no pueda finalmente, es decir, al final, resolver.

Por algún motivo, el señor Saramago espera castigos religiosos que no estoy para nada seguro de que hayan de caer sobre él. Ni porque tenga los merecimientos que él cree tener para ser de ese modo castigado por las hordas creyentes, ni porque haya quien esté en condiciones de propinárselos.

No creo, en absoluto, que el señor Saramago sea, finalmente, una especie de mártir laico de la irreligiosidad y que vaya a rendírsele el culto correspondiente.

Creo sí que, más allá de la dicción arenosa con que formule su grito de batalla, el señor Saramago postula lo que otros muchos han postulado antes que él y hasta con más ingenio, si se me permite la irreverencia Nobel:
El mal es un misterio y no me deja creer en Dios con toda tranquilidad, el hombre hace el mal y eso no sé cómo pega con la existencia de Dios, si es verdad que lo hizo a su imagen y semejanza.

Y parvas de asuntos de este tono existencial o programático, filosófico, moral o cotidiano.

Incluso, el señor Saramago dice algo que yo mismo me atrevería a decir: las religiones suelen ser la maza con la que se puede muy bien abollar la fe en Dios.

Y aún algo más (ahora en tono más personal):
Mire usted, amigo Saramago, también yo quiero que Dios me revele los secretos y misterios de galaxias y estrellas, de sus planes creadores y de su 'aventura humana'; también yo quiero una audiencia a solas con Él y que me dé las explicaciones del caso y disuelva las molestas perplejidades y los apabullantes "non senses" de la entera existencia cósmica...

Claro que sí.

Pero, ¿sabe una cosa, señor Saramago? Allí en ese rincón hay una artefacto colorado, que da números y turnos. Hágame el bien: saque un número y espere su turno. Hace milenios que estamos haciendo la fila para recibir las explicaciones que usted está pidiendo a los gritos, tan a los gritos y con cierta petulancia, si me disculpa la adjetivancia...

Mire, señor, yo sé que van a venir los que le digan no sé qué cosas de utopías y progresismos, de conservadores y derechas o izquierdas o centros.

Nada de eso, ni los oiga. No les crea.

Aquí hay mujeres embarazadas por soldados invasores, madres que han perdido a sus hijos pequeños, viudas jóvenes, señores con una pierna menos por mala praxis, niñas violadas, deficientes mentales, locos babeantes, niños abandonados, leprosos, amantes engañados, trabajadores esclavizados, inocentes condenados a la horca...

En fin, ¿qué le digo? Quien más quien menos, aquí estamos todos.

Así que hágame la caridad, ¿quiere? Retire su número y espere que lo llamen.

Porque es cierto que va lento, admito.

Pero que lo llaman, lo llaman.

martes, 9 de agosto de 2005

Nagasaki

En un artículo que tituló "¿Debería la ciencia tomarse unas vacaciones?", y que publicó el 11 de octubre de 1930 en el periódico World Wide de Montreal (durante un extenso viaje que hizo entre 1930 y 1931 por Norteamérica), Chesterton dice:
En la mitad de la guerra, dejaron escapar súbitamente gases venenosos entre los seres vivos, desde los laboratorios que los habían fabricado y conservado en el mayor de los secretos y donde los controlaban unos cuantos privilegiados. Los hombres a los que habían soltado esos gases, jamás pudieron decir una sola palabra para opinar si aquella nueva arma iba a ser tolerada o no en la guerra honorable. Desde entonces no han tenido nada que decir quienes tienen probabilidades de sufrirlos, es decir, los pobres, ignorantes y valerosos.

Con el perfeccionamiento de la aviación especializada y el perfeccionamiento de los explosivos especializados, han decidido que se puede aniquilar con fuego y veneno a los hombres y mujeres de las poblaciones civiles indefensas... Las mujeres y los niños no han expresado el ardiente deseo de que esto ocurra; salvo en rarísimas ocasiones, las poblaciones civiles no han aprobado ese capricho ni tampoco han aceptado invitar a dichos visitantes mediante una votación democrática. Todos esos seres humanos no han dicho absolutamente nada sobre el cambio, y jamás les han consentido expresar la más leve opinión. Se trata simplemente de la ley del progreso científico, las máquinas son mejores y las masacres, por tanto, han de ser peores.
Por supuesto que a Joseph Pearce, como a otros, la cualidad profética de este tipo de afirmaciones les resulta impresionante. Pero el sentido mismo de la afirmación es tal vez más impresionante y eso se les escapa habitualmente.

La crueldad futura podría haber sido una visión profética.

Pero detectar la crueldad detrás del progreso, detrás del avance científico, de un tipo de civilización, es algo diferente.

Sin embargo, y por este tipo de cosas, sigo teniendo algunos motivos de queja contra Joseph Pearce.

En el capítulo dedicado en buena medida a Hitler ( el 29, Justicia y Alemania), Pearce trae un fragmento de un artículo incluido en el libro que Chesterton publicó en 1934, Avowals and Denials (una colección de notas ya aparecidas en el Illustrated London News.)

Dice Pearce:
Hacia el final del libro, en un artículo titulado "La gran recaída", Chesterton predice con extraordinaria exactitud los principales agresores de una guerra que aún tardaría cinco años en desencadenarse:

"...No son muy comunes estas opiniones en los últimos tiempos, acaso porque no son opiniones que puedan gozar de popularidad ni siquiera ahora. Y sin embargo yo jamás he vacilado en cuanto a ellas se refiere y las he reforzado recientemente. Recuerdo haber escrito al respecto hace mucho tiempo, antes de la guerra de los Balcanes o de la gujerra ruso-japonesa, que en el mundo había dos grandes potencias que suponían una amenaza para la paz, debido a su historia, a su filosofía y a su situación al margen de la moral cristiana. Dichas potencias eran Prusia y Japón. Recuerdo haber horrorizado a todos mis amigos liberales en mi juventud, al decir todo esto del Japón en el Daily News. Con todo, no he modificado mi punto de vista entonces y no es probable que lo modifique ahora, desde luego..."
El caso es que Pearce escribe sesenta años después de todas estas cosas y tiene toda la obra de Chesterton a su disposición, como tiene a su disposición la historia posterior a la muerte de Chesterton.

Lo que Chesterton pudo haber entrevisto y hasta profetizado -todo lo que pudo haber entrevisto o profetizado-, Pearce lo tiene a la vista como hechos, como hechos pasados y presentes.

Pearce tiene que saber -porque hasta yo lo sé- que Prusia, el nazismo y su eugenesia (un punto que trae especialmente en su biografía) fueron castigados.

Pero tiene que saber que no fueron castigados en su eugenesia, precisamente. Y el destino posterior de Alemania muestra que si algo había de cruel en aquella Prusia no todo murió precisamente en el Bunker de Berlín.

Como no fueron castigados los apetitos imperialistas ni de Prusia-Alemania, ni de Japón.

Creo que tiene que saber que en lo mismo que Chesterton acertó, se equivocó.

Porque, Japón, por ejemplo, fue castigado. Duramente. Pero lo fue precisamente en aquellos lugares donde probablemente menos los japoneses "suponían una amenaza para la paz, debido a su historia, a su filosofía y a su situación al margen de la moral cristiana".

Sabe también Pearce que Japón fue castigado por los enemigos de Japón, usando para el castigo aquello mismo que los alemanes usaron, aquel mismo poder cruel que provee el progreso, y que parece haberse cohonestado solamente con el hecho de cambiar de mano.

Eliminada la amenaza para la paz que suponían Prusia y Japón, se convirtieron en prósperos países capitalistas. Alemania incluso, se convirtió en uno de los adalides de la unidad europea, de esta unidad europea.

No parecen haber avanzado mucho en aquellas materias en las que Chesterton advertía que eran una amenaza. No parecen haber avanzado mucho en su "situación al margen de la moral cristiana".

Chesterton lo habría visto, lo sabría si lo viera hoy.

Pearce lo está viendo y, creo yo, sabe que Chesterton lo habría sabido. Pero Pearce no lo dice.

* * *

En 1887, Chesterton tenía 12 años cuando entró al colegio Saint Paul, y estuvo allí hasta 1892.

En aquellos años -por cierto que no era católico, y apenas si era religioso-, le premiaron un poema: A San Francisco Javier, apóstol de las Indias.

Si hubiera vivido para verlo, Chesterton sabría por ejemplo que San Francisco Javier estuvo en las playas y en las sierras de Nagasaki. Y que, pese al fracaso que podrían estimar los hombres, allí sembró el cristianismo del Japón, sembrado de mártires por más de tres siglos.

No lo habría olvidado el 9 de agosto de 1945.

lunes, 8 de agosto de 2005

Diez Palabras

A ver, a ver...

Veamos un poco esta cosa.

Aquí aparece una notita de promoción de un libro de lo que parece ser humor judío.

La primera impresión, después de leer con cierta atención, es que hay un error grosero en la mención de lo que los cristianos llamamos Cuarto Mandamiento, una de las "Diez Palabras" que Dios le dictó a Moisés en el Monte o que que Él grabó con su dedo en las Tablas.

Más allá de todo, en la notita -y su "exégesis" tan 'psi' ella, y tan burlona con los fantasmas del folklore judíos de la culpa o la madre, por ejemplo- al cuarto lo llaman Quinto.

Si no se tratara de un error -varias veces se refiere al 'quinto'- el asunto se vuelve más complicado.

Y de hecho no se trata de un error.

La respuesta fácil es que se trata de una cuestión casi de procedimiento, de codificación, casi una cuestión administrativa.

Igual, el asunto de cuántos y cuáles son los Mandamientos da para todo, hasta para cierta torpeza y ligereza. Cosas como esto, por ejemplo.

Por otra parte, si uno se fija en la versión católica de los Mandamientos, puede ver que hay, por ejemplo, varias fuentes para la codificación. Y hasta codificaciones acumuladas en el Antiguo Testamento, desde las primeras del Éxodo, pasando por las del Levítico o las Deuteronomio. También aquí hay un resumen de este asunto.

Sin embargo -y creo que no está para nada de más decirlo-, Jesús mismo -que muchas veces se refiere a la Ley y a los Mandamientos (y a los mandamientos, así con minúsculas)-, zanja esa aparente superposición de preceptos que marea y desconcierta o escandaliza a algunos, precisamente en el episodio del joven rico y en el recitado abreviado de los Mandamientos que le dice ha de cumplir. Y así aparece en Mt. 19; Mc. 10; Lc. 18.

Y si alguno quiere seguir profundizando en esta línea erudita, no es poco lo que tendrá que batallar. Pero, adelante, adelante, que se puede...

El asunto que a mí me llama la atención es que Página 12 presente la cuestión así sin más, como si fuera el boletín parroquial de una sinagoga, como si no hubiera advertido que, pasados los siglos, finalmente, hay al menos 'dos' listas de 'palabras'.

Y de verdad que no me interesa para nada una o la otra, en el sentido administrativo (que para algo, y por algo, Jesús simplificó en Dos Palabras, las Diez Palabras, y hasta los 613 preceptos de la Ley...)

Me interesa como sorpresa y por la sorpresa que me causó.

De pronto imaginé, por ejemplo, tuve la sensación de que el cristianismo no había existido jamás.

sábado, 6 de agosto de 2005

Inocencia

Se queja Joseph Pearce de Chesterton, en su Biografía.

¿Por qué?

En realidad, porque Chesterton fue a Roma y tuvo una entrevista a solas con Benito Mussolini en 1929 y porque al volver escribió La Resurrección de Roma.

Y, más en realidad todavía, porque parece que, a juicio de Pearce, allí Chesterton no resulta lo suficientemente antifascista y hasta, por tramos, peligrosamente -no dirá ya solamente ambiguo o confuso sino- sospechoso de alguna suerte de simpatías fascistas.

Ahora bien.

Son conocidas las definiciones de Chesterton respecto de Prusia, el poco afecto que le tenía, las innumerables ocasiones en que quiso dejar en claro lo que pensaba de lo que él llamaba el espíritu prusiano -y a veces hasta simplemente alemán, a secas-, o de la relación que consideraba nefasta entre ese espíritu e Inglaterra. Y muchas otras precisiones que habrá que ver con más detalle. Incluso lo que suele considerarse profético respecto del posterior nazismo, cuyo desarrollo no vio porque murió en 1936.

Muy bien.

En una línea en parte diferente, pero no que no supiera qué significaba lo que estaba diciendo, no es poco lo que dice en La Resurrección de Roma, no son pocos sus temores, desconfianzas y sus dudas. Varias son también las distinciones y puntualizaciones respecto de lo que el fascismo estaba encarando bien a su juicio y las razones de ello. Así como algunas de las razones de su posible fracaso.

Bien.

Pero a Pearce esto lo hace tropezar, lo escandaliza, lo pierde. Y creo que esto mismo lo obliga, no sólo a ser descortés, sino a ser implacable e injusto con Chesterton.

Sabe que Chesterton está mirando la cuestión, que la está rodeando, que la está mirando todo alrededor -como hace con otras tantas cosas- y que eso lo obliga a dar rodeos. Y a decir qué le parece y qué no le parece del fascismo. Y Pearce sabe esto no porque tenga una especial acuidad y penetración. Lo sabe en primer lugar porque Chesterton mismo no se cansa de decirlo, por ejemplo, varias veces a lo largo de esta obra que escribió a su vuelta de Roma, especialmente en el extenso capítulo V, The Return of the Romans.

Pero, una cosa es Pearce y otra es Chesterton.

Y, del capítulo de la biografía en el que trata la cuestión (el 25, Roma y romanticismo), lo que surge es más bien Pearce que Chesterton.

No alcanza a poner en off side a su biografiado (y curiosamente lo intenta con cierto empecinamiento y mal humor), pero es el propio Pearce quien, creo, no logra salir con donaire.

Creo que la razón de esto es cierta ceguera, cierto enceguecimiento. Si no se tratara más bien de cierta falta de coraje, intelectual y del otro. De no poder sufrir que Chesterton afirmara lo que afirma. O preguntara lo que pregunta.O que dudara cuando duda. Y mucho menos en este tópico.

Porque, vamos a ver: Si lo que el fascismo dice de las finanzas internacionales o del modelo sindical o los mecanismos de representatividad y del Estado -que es parte de lo que a GKCh le llamó la atención particularmente-, a él le parece más bien acertado, resulta que lo que el fascismo dice de las finanzas internacionales o del modelo sindical, a él le parece más bien acertado. Y si a Chesterton le parece que eso es una posible vía contra el capitalismo o ciertos industrialismos o ciertos imperialismos, y si Chesterton está viendo si eso es una salida para lo que detesta del mundo que representa la Inglaterra que no le gusta y le duele, pues a Chesterton le parece que eso es una posible vía contra el capitalismo o ciertos industrialismos o ciertos imperialismos, y Chesterton está viendo si eso es una salida para lo que detesta del mundo que representa la Inglaterra que no le gusta y le duele.

Y punto.

Ni un sólo escándalo levanta Pearce por la Revolución Francesa, por ejemplo. Y vaya si podría, si quisiera.

Chesterton afirma,y acierta, o no acierta, y se corrige o no se corrige nada y duda. O afirma algo equivocado o fundamenta mal. Pero eso es Chesterton, al fin de cuentas. Que no espera con desesperación estar del lado correcto o quedar del lado del sol.

Nadie me lo va preguntar, pero, si me lo preguntaran diría que tomarse 600 páginas para ponderar su Sabiduría e Inocencia, salvo cuando habla del fascismo -y porque no lo hace con la suficiente sujeción políticamente correcta al dictado de los mandamientos- no es muy, al menos, inocente.

Lástima.


(ACA VA TEXTO OCULTO!)

viernes, 5 de agosto de 2005

Evolution

Si digo que me parece mal, no va a faltar el preceptor policial que me pegue un reglazo en los dedos.

Porque es Bush, porque pasó en los EE. UU., porque es un tema muuuuuuy importante, porque el tópico es conservador, porque es de derecha, porque les conviene a los católicos o a los creacionistas (no es exactamente lo mismo), y al partido católico y al partido tradicional o a las derechas.

O porque los enemigos de mis enemigos son mis amigos y los evolucionistas son enemigos y todo creacionista es enemigo de los evolucionistas.

Pero a mí me parece mal lo mismo.

Porque pienso que a quien le importe tanto el origen divino del hombre, debería importarle mucho más el destino divino del hombre y su tránsito 'adivinado' por este valle de lágrimas. Por decir lo menos.

El día que cualquier creacionista o filocreacionista profese el credo completo de lo que al hombre le atañe, en esta tierra y en el cielo, volvemos a hablar.

Es tan inconsistente ser creacionista y capitalista como es inconsistente hablar de justicia social y aborto a la vez.


La versión más o menos completa, no es mejor.

Dávalos

En un quiosco de revistas, en Av. de Mayo y Perú, venden películas y compactos de música de rezago o usados. Varias veces revolví las cajas de cartón. Y, de tanto en tanto, algo aparece, desde antiguo 'roots' norteamericano (monótono y desangelado, aunque típico) hasta música israelí, tangos o miríadas de canciones celtas.

Ahora parece que se 'avivaron' y lo que costaba monedas, cuesta billetes. Desgraciada oferta y demanda, otro de los mandamientos que -como el sistema métrico y más- pide la vida de sus fieles cumplidores.

El caso es que me encontré con una caja sin marcas, sólo el disco compacto adentro que dice Jaime Dávalos.

Me gusta Dávalos, mucho en muchas de sus letras y poemas. Pero eso no quiere decir que no sea él mismo uno de los sumos sacerdotes de esa típica poesía salteña tan frondosa, barroca, engolada, exuberante. E ideológica, de izquierda en este caso, esa izquierda folklórica, tan típica que fue entre los '60 y los '80.

Poesía original, si se quiere. Mezcla, también, de Lugones con Darío en los dejos modernistas o novistas, de Miguel Hernández con León Felipe en esa floración ingeniosa para decir los dolores proletarios y las ansias libertarias.

Nada religioso. Apenas alguna mención extraña y anfibia sobre origen divino del hombre. Y, por eso mismo, como ya se sabe, poesía de cuestiones religiosas, al fin de cuentas.

Parece claro que el vino -tan compañero de ruta- ha sido el coautor, cuando no el autor, de varias de las líneas.

Dávalos tiene costumbre de hacer poemas a las canciones (muchas son canciones propias) y los dice como prólogo, antes de que se cante la canción. Lo ha hecho en grabaciones de otros y lo hace en ésta que es de obras propias, cantadas por él mismo y acompañado en la guitarra por Eduardo Falú, socio musical, muchas veces.

Dejo aquí unos cuantos poemas que sirven de antología, me parece.
ver


Soneto

De mínimas heridas lastimado
me voy muriendo a ratos tan ligero
que me siento lejano y extranjero
del que ayer fuera alegre y confiado.
Tengo un niño en el alma rezagado:
No quiero endurecerme, ay, no lo quiero...
Ni ser mi padre, ni tener sombrero
sino ser un cantor enamorado.
Quiero permanecer en la tristeza
y en la angustia de andar como los bichos
perdido por el mundo de la leña.
Llevar como una novia mi pobreza
y morirme del gusto y del capricho
de ser un animal que canta y sueña.


América

Nadie la para ya. No pueden detenerla
ni la calumnia ni el boicot ni nada.

Este es un continente de aventura
que a los aventureros se los traga.
Les sube por la sombra despacito
y el ojo codicioso le socava.

Vendrán los desahuciados de la tierra
buscando sus riquezas legendarias,
hasta que un día en una sola greda
se confundan las lenguas y las razas.

América, animal de leche verde,
por la gran cordillera vertebrada,
hunde su hocico austral bajo del polo
y descansa en su fuerza proletaria.

Camina hacia la luz lenta y segura
con el polen del sol en las entrañas
y su destino torrencial fijado
está en el tiempo por la Vía Láctea.

Que el hambre, la violencia , la injusticia
la voluntad del pueblo traicionada
no harán sino aumentar su rebeldía,
no harán sino apurar en sus entrañas
el hijo de la luz que viene a unirnos
en una sola espiga esperanzada

Porque, América, tierra del futuro,
igual que la mujer, vence de echada.


Para La nochera

La secreta belleza de lo triste
con el recuerdo de tu amor me llega
cuando la tarde agónica naufraga
bajo cielos de fuego y humareda.
Pensar que juntos como salteadores
amábamos la noche, compañera,
porque la luz era ese pan robado
que compartimos como la pobreza.
Desde lejos veníamos buscándonos
y nuestras soledades paralelas
no pudieron asir el tiempo vivo
que en todo lo que amamos se nos niega.
Pero, guitarra adentro, te rescata
mi corazón: en la húmeda cadera,
en el olor a lluvia que trasmina
tu pelo y sus entrañas madereras.


Para El jangadero

Desde los bosques vírgenes que incuba el sol del trópico
y sahuman en verde musgos y enredaderas,
como una boa líquida el Paraná meloso
baja entre las barrancas rojas de sus riberas.

A veces en sus márgenes rompe el verdor ingente
una desbarrancada peladura costera.
Es la explanada viva de un obraje o un puerto
donde se arman las balsas para fletar madera.

Ahí nace la épica vida del jangadero,
de aquel que río abajo navega la jangada,
a quien se lo devora la mboi tatá golosa,
viborón de la fiebre y el hambre legendaria.

El horizonte lejos se esfuma sobre el río
y el jangadero siente su voz alucinada.
Ir más allá flotando se vuelve un desafío
del destino en su vida a una pasión jugada:

Navegar río abajo y volver río arriba
para emprender de nuevo su viaje a la deriva.


Para Las golondrinas

Amo las golondrinas porque son como mi alma:
fugaces visitantes de lo desconocido.
Aparecen de pronto cuando la primavera
en el aire decide la derrota del frío.

Me traen de los cielos remotos de la tierra
la nostalgia despacio y el ansia de infinito
con que mi sangre viene venciéndola a la muerte
y afirmando la vida a través de los siglos.

Las veo entre celajes de nubes ampulosas,
que copia en el espejo de las aguas el río,
festejar la tormenta que presienten, volando
al ras del agua, ebrias de liberar su instinto.

Porque son como flechas del arco iris, jugando
en el azul abierto su secreto destino,
yo creo que a mí vienen desde el fondo del tiempo
para que no me olvide de mi origen divino.


Sobre el vino de los mineros

El patrón tiene miedo que se machen
con vino los mineros.
Él sabe que les entra como un chorro
de gritos en el cuerpo,
que enroscado en las cuevas de la sangre
les hallará el silencio:
el oscuro silencio de la piedra
que come sombra socavón adentro.
Que volverá morado con bagualas
del fondo de los huesos,
su voz golpeando dura como un puño
en el tambor del pecho.
Con pupilas abiertas como tajos
le pedirán aumento,
mientras quiebren girando entre las manos
el ala del sombrero
y los ojos de polvo y pena, tristes,
les caigan como manchas sobre el suelo.

Hay que esconder el vino como un crimen.
El vino pedigüeño.
Que ni una gota más caiga en la boca
desierta del minero,
donde el grito se tapa con la coca
y con alcohol la sed de amor y besos.

El patrón ha mandado que lo guarden
y se ha vuelto vinagre en el encierro.
De noche tiene vómitos y duendes
de luna que se bañan en su cuerpo.

Los ojos del patrón lo custodiaban
por encima del sueño.

Los ojos del patrón tienen dos ángeles
desvelados de miedo.