lunes, 20 de diciembre de 2021

En tu sonrisa (otra vez)


En abril del 2013, apareció aquí mismo una entrada con tres poemas del español Leopoldo Panero, poeta de veras, tan querido y admirado por su servidor.

Y pasó que un par de días atrás discutíamos sobre poesía. La cuestión que se trajo a la mesa de una taberna fue repetir o no palabras, aun giros, en un mismo poema. Si era poético, y quien lo decía quería decir que repetir era imperfecto o pobre.

No es lo que yo sé ni lo que me enseñaron mis maestros y los poetas que conozco. Dejemos aparte las anáforas o la repetición misma, u otras tales, como figuras retóricas o poéticas. No es cuestión de preceptiva o de uso de recursos. Eso está en los manuales (y por algo está allí, claro...)

La cuasiqueja era más llana: repetir es como no tener palabras para decir las cosas.

Y no. Y no. Y no, definitivamente. Puede pasar que un hacedor de versos tenga pocas palabras. Y será un pobre hacedor de versos pobres. Eso es verdad. Pero no toda repetición es pobreza. Y más: la repetición es potencia paradojal. Con menos, más.

Un poeta no yerra. Repite porque quiere repetir. Llamar a eso recurso suena a poco. Es más que eso.

Es una intención deliberada, un gesto y no de la voz. Es un gesto de la mirada. De lo que el poeta está viendo, afuera, ante sí. Y adentro, en el alma. En su alma. Es presencia, es clave, es camino hacia lo cantado.

Gentes bisoñas tienen el prurito del sinónimo, el horror a la repetición. Y, así, se embarcan en lo que creen (y les es) la difícil tarea de no repetir. Eso es artificial como premisa y principio. No es artístico. Se pone el recurso por encima de lo poético. Mala cosa. Trivial.

De hecho, repetir –saber repetir– es más difícil y más acorde cuando cuadra con la potencia poética de un poema.

Y entonces me acordé de Panero (y de Banchs, y de...). Como mi memoria es pésima (suponiendo que existiera mi memoria...), apenas pude citar algunos ejemplos que recordaba (es un decir...)

Por eso, con Panero, aquí está de nuevo un ejemplo de arte, con todo y la repetición. Lo prometí y aquí cumplo.

En tu sonrisa

Ya empieza tu sonrisa,
como el son de la lluvia en los cristales.
La tarde vibra al fondo de frescura,
y brota de la tierra un olor suave,
un olor parecido a tu sonrisa.
Un pájaro se posa entre el ramaje,
y comienza a cantar en tu sonrisa
y a mover tu sonrisa como el sauce
con el aura de abril; la lluvia roza
vagamente el paisaje,
y hacia adentro se pierde tu sonrisa,
y hacia adentro se borra y se deshace,
y hacia el alma me lleva,
desde el alma me trae,
atónito, a tu lado.
Ya tu sonrisa entre mis labios arde,
y oliendo en ella estoy a tierra limpia,
y a luz, y a la frescura de la tarde
donde brilla de nuevo el sol, y el iris,
movido levemente por el aire,
es como tu sonrisa que se acaba
dejando su hermosura entre los árboles...