miércoles, 15 de diciembre de 2021

Hijo de la música (o El terrible amor)






Seguramente, habrá quien crea que esto debería estar en marenostrum.

Pero, mis queridos, la música a veces es mucho más que música. 

Un servidor sabe a qué persona agradecerle el haberme encontrado con esta historia. Cumplo gustosamente con ella con estas líneas, también en su obsequio.  

Claro que es música y no desmerece en nada su calidad y fineza el asunto que la trae a esta bitácora.

¿Qué decirles? ¿Cómo quieren que presente el caso?

Un Premio Nobel de Literatura japonés (1994) y su mujer tuvieron, en 1963, un hijo que se dedicó a la música. 

Un matrimonio japonés tuvo un hijo con fieras discapacidades, destinado por los médicos a ser apenas un vegetal si se operaba de sus males. Los médicos aconsejaron dejarlo morir. 

Un niño autista, casi ciego, que no puede hablar, que no tiene habilidades motrices, que sufre epilepsia, se encanta un día con el canto de los pájaros, que puede reproducir con exactitud y con gracia, y sus padres advierten que la música puede ser, más que una terapia, la voz de un hijo encerrado en un cuerpo deficiente y malformado.

Un matrimonio japonés ama a su hijo deficiente de tal modo que se dedican con amor constante y dolor hondo a estar a su lado y acompañarlo en su vía dolorosa de todas las maneras posibles. El padre, decide escribir ficción para "darle una voz a su hijo mudo" y termina con el Nobel en sus manos. Mientras, descubren sus padres una rara habilidad de su hijo para los sonidos y la música y la acompañan sin descanso, hasta que su hijo encuentra en ella la voz que no tenía.

Y así siguiendo.

En fin, quien quiera algo más, puede empezar viendo este artículo que encontré en el Orlando Sentinel, y que su autora, Lindsley Cameron, escribió allá por marzo de 1995.  

Hikari Ōe tiene hoy 58 años. Estas composiciones de su autoría, que traigo y dejo aquí (porque aquí cuadra que estén), integran dos discos de principios de los '90.


A esto llegó el hijo de Kenzaburō Ōe y Yukar Ikeuchi.


Y a esto llegaron sus padres, claro.