viernes, 19 de octubre de 2018

¿Cualquier cosa? (II)


Hay que hacer más precisones.

Por un lado, hay que decir que, en materia de poesía, no todo es poesía lírica. Cualquiera sabe que hay poesía épica narrativa, por ejemplo.

Si hubiera que ser algo más preciso preceptivamente hablando, hay que aclarar que poesía es el nombre genérico de la composición literaria, y eso significa poesía en griego, porque ποιέω (poieō) es hacer o componer. Y las especies son poesía épico-narrativa (que incluye desde la Ilíada hasta el cuento y la novela); la poesía dramática (el teatro en todas sus formas) y por cierto la poesía lírica (lo que vulgarmente se llama poesía, sin más). Los cruces entre esas especies también existen. Por caso, el romance es una composición tradicionalmente épico-lírica.

Lo que distingue cada especie de poesía es en parte la materia sobre la que se poematiza y en ocasiones la forma que se le da a la composición. Por ejemplo, es propio de la poesía dramática la forma de acción representada con diálogos. Si un poema lírico o narrativo tuviera diálogos de cierta naturaleza, tendría un sesgo dramático, pero substancialmente sería un poema narrativo. Por ejemplo, el ciclo de romances de Los siete Infantes de Lara, intensamente dramático pero no por eso deja de ser un poema narrativo. 

Otra cosa es la distinción entre verso y prosa. A cualquiera de las especies poéticas le cabe la prosa o el verso. Aunque estemos acostumbrados a que la poesía (vulgarmente concebida, es decir la poesía lírica) se escribe en verso, hay que decir que La Ilíada o La Eneida o el Cantar de Mio Cid, todos ellos poemas épicos, están escritos en verso. Como también, por poner un solo ejemplo, el teatro de todo el Siglo de Oro español. Allí están Lope de Vega, Tirso de Molina o Calderón de la Barca. Al margen hay que anotar que existe la llamada prosa poética, esto es, lirismo en prosa y no en verso.

Pero en último término es la finalidad del autor lo que pondrá el sello de cualquiera de las especies a la obra. Si el autor quiere narrar, cantar o poner en escena un asunto, irá a su turno por alguno de los tres caminos, aunque haya elementos o momentos de los otros en el camino que ha elegido, sin que la intención predominante se vea afectada por eso. Como es verdad que, al optar por alguno de los tres, debe sujetarse a ciertos requerimientos que cada especie tiene, no por preceptiva sino por naturaleza.

Ahora bien.

¿Hay materias que piden preferente o exclusivamente alguna de las tres formas en las que se encarna una composición? Es decir, ¿para hablar de determinados asuntos tengo sí o sí que recurrir a la lírica, o al drama, o a la narración?

Y a decir verdad la respuesta es un rotundo no.

Así, por ejemplo, los trágicos griegos tomaron de los mitos y de las narraciones épicas asuntos que volcaron en moldes dramáticos.

Como así también se puede tomar de la tragedia de Hamlet al personaje y su peripecia y volverlo un poema lírico, enfocando su duda o el amor fatal de Ofelia, por mencionar dos asuntos.

Otra cuestión, ahora más próxima a nuestro problema.

¿Hay asuntos, objetos, situaciones que no son aptos para la poesía, en cualquiera de sus especies?

Y a decir verdad la respuesta es nuevamente un rotundo no.

Se puede cantar la gloria de la Santísima Virgen. Pero se puede cantar la soledad de una calesita a la que ya no van los niños, tragados por una tablet...

Todos los conflictos que se nos ocurran pueden ser materia de una obra dramática.

Cuentos y novelas se pueden hacer de cualquier asunto y cualesquiera personajes, reales o imaginarios.

Y para terminar por ahora con estas preguntas, ¿hay palabras que no es posible incluir en poemas líricos, narrativos o dramáticos?

Aunque hay que ser cuidadoso con las distinciones, que ahora no haré, lo cierto es que, por ejemplo, Marechal puede hacer un poema con Robot, así como a Lugones lo vimos muy suelto de cuerpo poner pantuflas o nene o clara de huevo en sus versos, más bien amorosos. Para extrañezas están los poemas contra la usura de Ezra Pound o la pícara poesía goliárdica medieval. Y ni que decir de algunas de las acepciones que ambiguamente trae del termino Will, el soneto 135 de William Shakespeare, que mencioné en otra entrada cercana.

Los ejemplos son infinitos para cualquiera de las tres preguntas. Pero quedan planteadas y sin mucho detalle respondidas para ver de embretar en algo el asunto.