lunes, 22 de octubre de 2018

¿Cualquier cosa? (III)


A primera vista, parece que la narración y el drama permiten ampliar los temas y su expresión a cualquier asunto. No parece que -en términos comunes- la lírica permita semejante ampliación.

Hay de todo, se entiende, pero en general la lírica destila más finamente los temas y el lenguaje en que expresarlos.

Y en eso de que hay de todo habría que detenerse un momento.

Por decirlo rápido, la naturaleza primera de la lírica es el canto. Y entiendo por canto la expresión artística de una cierta percepción individual, instransferible en términos de percepción, aunque no en términos de expresión, claro.

La conmoción que una determinada percepción causa en el artífice es el cultivo del que surge la expresión de esa conmoción. De allí que la lírica se asocia a la subjetividad del artífice. Pero eso mismo podría llamar a engaño. Es la calidad y naturaleza de esa percepción y de la conmoción consecuente lo que está en la génesis del poema. Esto significa que no es cualquier percepción ni cualquier conmoción. De modo que no cualquier percepción y conmoción resulta en una expresión lírica. Por subjetivas que sean ambas realidades.

Visto de otro modo, hay que decir que el poema se origina ya en la percepción y en esa conmoción. Que es lo mismo que decir que el artífice o poeta es tal en la misma medida en que percibe y se conmueve ante lo percibido, de una determinada manera.

Hay algo en las cosas que es de las cosas y que el artífice percibe, algo que al percibirlo, conmueve al poeta. Pero aunque eso es del poema resultante, y también va a dar a él, no es lo único.

Se necesita una materia modulada, moldeada, que haga percepctible a otros esa percepción y conmoción. De no producirse ese descenso a la materia, de no encarnarse esa percepción, permanece inaccesible para todos cuantos no son el poeta mismo. Y vale aquí decir algo más.

El poeta tiene muchas más percepciones y conmociones espirituales y afectivas que las que van a dar a una obra, a un poema. ¿Se pierden? ¿Son inútiles y baldías? No. Son el sedimento y el acopio. De allí vendrán matices y formas que aparecen cuando aparece un poema. Podría decirse que es un entrenamiento del poeta, constante y hasta cierto punto involuntario, porque pertenece a su forma mentis, a su plexo perceptivo y asu capacidad de conmoción ante lo percibido. Una sensibilidad espiritual que va tomando formas que se hacen perceptibles cuando se encarnan. Porque la obra literaria -particularmente la lírica- es sintética por naturaleza. Y en cuanto tal, en gran medida está formada por múltiples momentos anteriores incluso a su composición y que van a dar a ella.

Los medios expresivos son otro asunto. Existen allí dos cosas. Las palabras que posea el poeta, que sean suyas en el sentido de que las conoce y puede hacer uso de ellas. Por otra parte, está la decisión práctica, la elección de esas palabras, porque el arte es antes que nada un producto del entendimiento práctico. Con la elección de las palabras aparece la figura, la imagen y, claro, la reina de la expresión lírica: la metáfora.

Pero de eso, tan importante, hay que hablar en otra ocasión, más adelante.

Ahora hay que concluir. Y a ese respecto creo que lo que hay que señalar es que la mera subjetividad no hace lírica. La expresión de la subjetividad, tampoco. Todos tenemos ambas cosas: subjetividad y su expresión. Pero no todos somos poetas por eso. De algún modo, esto vale también para la narración y el drama. Pero en un modo distinto y con un resultado diferente.El dominio del arte de narrar, así como el arte de representar un asunto, tienen ingredientes distintos a la lírica.

En una afirmación que podría resultarle a algunos arbitraria, creo que puede decirse que la lírica es el núcleo de la expresión literaria, la forma más alta de dicha expresión, no el único modo pero sí el modo más depurado de hacer belleza con palabras.