lunes, 15 de octubre de 2018

Comparaciones


A mediados de la década de 1920, Jorge Luis Borges publicó, en el periódico quincenal Martín Fierro, estos versos:
Montevideo

MI corazón resbala por la tarde como el cansancio por la piedad de un declive.
La noche nueva es como un ala sobre tus azoteas.
Eres el Buenos Aires que tuvimos, él que en los años se alejó quietamente.
Eres remansada y clara en la tarde como el recuerdo de una lisa amistad.
El cariño brota en tus piedras como un pastito humilde.
Eres festiva y nuestra, como la estrella que duplica un bañado.
Puerta falsa en el tiempo, tus calles miran al pasado más leve.
Claror de donde la mañana nos llega, sobre la dulce turbiedad de las aguas.
Antes de iluminar mi celosía su bajo sol bienaventura tus quintas.
Ciudad que se oye como un verso.
Calles con luz de patio.
A la vez, en aquellas mismas páginas, Jacobo Fijman publicó este poema de su autoría.
Mediodía
El sol
hace un motín sangriento.
Paisaje apisonado.
Luces malavenidas.
Paladeos chispeantes del arroyo.
Tierras blandas de lluvias perfumadas
donde cavan las luces como perros.
Sosiego
de mediodía.
    Guía de carreteras bifurcadas.
Surcos. Plantíos.
     Distancias.
Todas las heredades interrumpidas,
como en un paradero
definitivo.
Se enclavan en el sosiego los blancos, verdes y malvas
del suave caserío.
     Distiéndese el paisaje
martirizado
de luz.
Una horda de árboles dispara
sus flechas de bramidos
contra el sol, agujero
inconcluso,
desolación iluminada.
     Perspectivas insospechadas
que lamen el horizonte sensualmente.
     El silencio le ha puesto al viento
un candado de horas.
Bocas temblonas
del río.
Señorea la luz del mediodía.

Creo que hay que prestar atención al uso que hacen ambos de la comparación.

Y después vemos.