sábado, 1 de julio de 2006

Das alte Europa (oiropa)

Gajos de erudición rotunda, redonda. Como gajos de un balón, de una pelota...


Ventajas del ocio del que gozan los que ya no tienen que agitar su propia divisa. Por ejemplo que Portugal le ganó a Francia por última vez en 1975, y que Francia ganó los últimos 7 encuentros... Hmm... O por ejemplo, que debería anotarse con ojo avizor que se juega el XVIII campeonato mundial de fútbol, de los cuales 17 anteriores, en 9 ocasiones ganaron equipos sudamericanos y en 8 equipos europeos.

Suspenso. Terrible expectativa. ¿Qué pasará en esta ocasión que es el 'desempate'?


Y debe dispararse la conspiración, necesariamente, cómo no.

Es curiso ver cómo quienes se reirían de los protocolos de los sabios de Sión, o de la Comisión Trilateral, o de la masonería y de los poderes sinárquicos, de pronto se vuelven viejos espías que saben a la perfección que Blatter es grado 33 de la FIFA... y cosas así. Y no es 'la gente', nada más. Los diarios, la tele, la radio están plagados de estas maravillosas piezas de geopolítica del balompié escatológico.

Tal vez no anden tan-tan descaminados, frivolidad, pasiones y malosperdedores al margen.

Miren, si no me creen.

Me decía hoy a la tarde el chofer de un tanque cisterna (y no es chiste: de veras...):
¡Lo que es el fútbol, señor! ¡Tengo trabajo atrasado por los partidos...! ¡Los países se paran para ver el mundial, qué cosa...! ¿No parece que lo hicieran a propósito, que ellos paran el mundo cuando quieren? Es más que una guerra, ¿no le parece, señor?
(Y mejores perlas tenía. Entre la ametralladora de reflexiones que disparaba mientras ocupaba sus minutos, hablando de sus idas y vueltas, de si compraba camiones o si cambiaba de rubro, me contó que cierta vez le pagó a un abogado que le había hecho la sucesión de su padre con una finca que tenía en Mendoza: "Era muy buena tierra, soy loco por el campo. Le pagué con eso, qué iba a hacer... Y fíjese que perdí plata yo, y mi abogado ganó... Pero ganó bien, porque me ayudó... Y está bien. Total, como decía mi abuelo, un vasco, pampeano, más que cabeza dura: 'Nieto, los bienes están para remediar los males...' Y tenía razón, ¿no le parece, señor?"

Pues claro que sí, hombre, claro que sí... No sabe la razón que tenía el vasco-pampeano... Y la razón que usted mismo tiene, nieto del vasco-pampeano...)


Con los partidos definidos y otros asuntos en sazón, me zambullí en las reflexiones hondas y redondas. No supe cómo encarar el asunto, ni cómo resolverlo. Pensé en historia o en versos. No estaba en vena. La conspiración, además, se me disparaba para el lado humorístico o chusco, siquiera (como que había que tener algo más o menos rojo en la bandera para llegar a semifinales...), con lo cual me divertía yo solo.


Al final, maravilloso y siempre rentable expediente, la música me pareció un buen homenaje a los clasificados.

Y resultó que me puse a buscar, primero, las músicas nacionales. Y en el repaso mental venían fácil las más conocidas -para mí-: Italia y Portugal. Pero menos imaginación o memoria tuve para Alemania y Francia.


La pereza desalentó una ricerca profunda por mi archivo magnetofónico. 'Mejor google...', dijo mi esfuerzo fláccido de tarde templada de sábado.

Francia me costó un poco. Bastante. Pero me pareció recordar que había algo alemán que podría servir. Alguna vez Pío, el chamán-médico brujo de mi automóvil, un alemán de Entre Ríos peritísmo en 'fierros', me ilustró en su propio taller acerca de las melodías que le oía oír incansablemente.

El resto lo hizo Wikipedia.

Para cuando llegué allí, mi módico esfuerzo estaba bastante premiado: la misma danza se bailaba en Alemania, Portugal, Italia y Francia.

Más no podía pedir. 'El nombre de la danza no es inapropiado del todo', me dije tratando de guardar una ecuánime vertical.

De modo que, esperando nuevas iluminaciones, di la jornada por hecha y me fui a comer con unos amigos.