lunes, 1 de agosto de 2005

El Pan, los panes, la ley

Este fragmento del capítulo XIV de San Mateo, es parte de lo que se leyó ayer en la misa del Domingo 18º del Tiempo Ordinario.

Está precedido del episodio del encuentro de los discípulos con el rey Herodes y de las fatigas que pasan, entre las muchedumbres que reclaman milagros y enseñanzas y las requisitorias e intrigas políticas, todo lo cual oye Jesús -a quien se lo cuentan-, además de ver Él mismo el cansancio de sus seguidores en medio de semejantes trajines.
Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras él viniendo a pie de las ciudades.
Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos.
Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.»
Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.»
Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.»
Él dijo: «Traédmelos acá.»
Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente.
Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos.
Y los que habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños.

Muy bien. Es la conocida primera 'multipanificación'. Un texto de aquellos considerados centrales. Muy socorrido. Su sentido Eucarístico es casi total. Incluso, el pez de estos peces, junto con el pez de las pescas milagrosas, está en la raíz de aquel Ijzüs (Ichthus) del que se habló hace un tiempo, como emblema del cristianismo primitivo.

El sacerdote, este domingo, arrancó su homilía con estas exactas palabras: "Las estadísticas mundiales sobre el hambre..."

Y no es un simpatizante del progresismo católico, ni menos todavía de teologías liberantes. Diría más bien, milita módicamente en el otro 'rincón'.

Como quiera que fuere, el sermón se deslizó por el hambre hasta llegar a la disposición de nuestros bienes y la generosidad al compartirlos con los demás y cosas de ese estilo.

No hará falta decir que el pasaje es rico en sentido por donde se lo mire. Hasta apunta a la escatología -y tal vez, principalmente a la escatología- con el mismo sentido tipológico con el que Jesús dice sus cosas habitualmente.

La posición histórica del episodio, entre la Pascua en la que fue decapitado Juan el Bautista y la Pascua en la que será crucificado Jesús, tiene su sentido también.

En cualquier caso, la Catena Aurea nos trae el comentario a la versión de san Mateo. Y a la de san Marcos, a la de san Lucas y finalmente el comentario a la versión de san Juan.


Hay allí mucho para leer y meditar.

Pero si alguno quiere tomarse el trabajo de ver de qué modo entienden los Padres el significado de este episodio, entenderá tal vez por qué diré lo que voy a decir.

Como anticipo, propongo que se busque en los comentarios el papel que juega el tema de las estadísticas mundiales sobre el hambre o cosa parecida. Y no es que no pudieran incluirse. Pero hay que ver en qué sentido se adecua el pasaje a la lectura 'horizontal', 'ética', al código de conducta.

Ya más de una vez he dicho algo que han dicho otros antes y que en cieto sentido me limito a repetir: antes que un código de convivencia el cristianismo es algo. Y porque eso es, resulta también un código moral.

Exactamente. También los cristianos hemos probado hacer códigos nuevos, con mandamientos nuevos, o con viejos mandamientos entendidos a nuestra manera, muchas veces de espaldas a lo que son, eligiendo el sentido que más nos conmueve o que más nos conviene, forzando leve o brutalmente las cosas. Y, como en el caso de este sacerdote, estoy seguro de que con buena voluntad, tratando, digamos, de abrir la bolsa de sus feligreses, y en parte también ablandar su corazón. O una cosa para la otra, pero, en este caso, pensando que el corazón solidario y generoso entiende el cristianismo último, el corazón del cristianismo. Y esto, que tal vez es absolutamente cierto en un sentido, tal vez es peligrosamente erróneo en otro.

Trato de decir que por lo menos también, sino principalmente, la voluntad legisladora del propio cristianismo, así entendido, está en la raíz de nuestras modernas búsquedas de legislación y de nuevos mandamientos, y hasta de una nueva religión.


En fin, irremediablemente, hay una segunda parte de esto.