martes, 29 de marzo de 2005

Llegó un poco de frío, y está algo más fresco, más al tiempo. Pero llegó en medio de un revoltijo de agua y viento. De nubes que pasan rápido.

De alguna manera, esa liviandad, esa violencia en los cambios y en las sucesiones, crea cierta intranquilidad.

Así vistas, las cosas siguen teniendo un aire provisional, qué puedo decir. Todo parece prendido con alfileres sutiles. Cuelgan los temas y las cosas que pasan como cuelgan, en las maderas de mis bibliotecas, decenas de papeles y anotaciones sin tiempo. Cosas que parece que hay que hacer en poco tiempo más y que sin embargo envejecen a poco nacer o se pierden con la sucesión de anotaciones que las cubren.

Será cosa mía, pero no puedo dejar de ver por momentos cierta inestabilidad en las cosas de este mundo: desde las tormentas (en esta nueva versión tropical de la llanura sureña) hasta los golpes del mar y los crujidos de la tierra.

Una mirada a los asuntos de los hombres no echa mejor luz. Ni qué decir. Hay una inquietud desasosegada -así me suena, por lo menos-, y las caras parecen haber pasado de largo, por ejemplo, la Pascua, la Resurrección.

* * *

Hace mucho tiempo oí una canción por la radio. Primera y única vez en un programa extravagante, de modo que era casi imposible encontrarla. Nadie la conocía. Pasaron los años y, conversando con un elegante y simpático español -circunstancial colega de un congreso, fuera del país-, le pregunté por la catalana que cantaba aquella melodía. Por cierto que la conocía. Al poco tiempo me llegaban de España dos discos con parte de la obra de Marina Rossell. Despareja su obra y fabulosa su voz. Pero allí estaba la canción. Es del canario Pedro Guerra la letra y suya también la música.

Ha llovido

Ha llovido
bolas balas velas
risas rosas rezos
luces lazos líos
ha llovido
penas pinos panes
lunas llenas llanos
brazos tuyos míos
más tendrá que ser
más

Ha llovido
pisos pasos pesas
radios rubias rabias
sables y silbidos
ha llovido
cantos cuentas quintas
guerras garras grúas
partos y perdidos
más tendrá que ser
más

Más en estos años
tan tacaños
fueron pocos los peldaños
más tendrá que ser
en estos tiempos
tan violentos
fueron pocos los momentos
más tendrá que ser

Ha llovido
frutas fresas frases
rayos rollos rancios
dados y destinos
ha llovido
camas lanas cunas
setas sotas botas
pero poco ha sido
más tendrá que ser
más

Y estos días que corren me hicieron acordar a la canción de Guerra. Porque, por alguna consonancia que viene de vaya a saber uno dónde-, se parece mucho el mundo que veo alrededor a esos versos. Así pinta la historia en estos días.


* * *

Felizmente, la historia, esa historia, no es todo. Y no todo es historia (así vista), como diría Camus: Miseria y sol.

Pero me preguntaba en estos días, entre otras cosas, si acaso -pasando el tiempo- las Navidades y las Pascuas no habrán de parecerse cada vez más a la primera Navidad y a la primera Pascua (*). Y si el mundo alrededor de las próximas, no habrá de parecerse cada vez más al mundo alrededor de las primeras. Y los hombres coetáneos de las que vayan pasando, no habremos de parecernos cada vez más a aquellos.

Y nuestra ignorancia (en el doble sentido de la palabra) no se hará aquella.

Resurrexit sicut dixit.

Surrexit Dominus, vere.

¿Qué más podríamos querer si ya tuviéramos todo, si ya tuviéramos lo mayor de todo, si ya eso no pudiera sernos arrebatado?



(*) La Primera, sí. El modelo de todas las Pascuas, el arquetipo, aquella Pascua por la cual son todas.