Me quedé pensando. Por ejemplo acerca del debate infinito sobre las notas de lo poético. Hay centenares de disputas sobre esta cuestión.
A la cabeza me viene, al azar, la de los jóvenes del movimiento martinfierrista de la década del '20 del siglo XX, entre los que militaba Leopoldo Marechal.
No vayan a creer que principalmente los límites o el dinero o el poder levantan guerras fratricidas, parricidas o filicidas...
Como alguna vez recordé por acá, los insolentes muchachones de 20 años llegaron a mortificar amablemente hasta a su 'maestro', otro Leopoldo, Lugones, y su pasión por el metro y por la rima, particularmente la rima 'rica', esa rima difícil, lujosa, de pocas palabras que rimen, que suele hacerse con 'diccionario de la rima' o un vocabulario envidiable.
Como sigo sin tiempo, lo dejo anotado para no olvidarme.
Pero antes de salir corriendo, y sin afán polémico ninguno, dejo un par de cuartetas bien medidas y bien rimadas:
Los afganos recónditos y lívidosEn fin.
pavonean sus danzas y enarbolan
los gritos guturales con que engolan
sus ululantes carcajeos vívidos.
Arrumban en vorágines versátiles
unas cabras que traen de Crimea
para una esclava sorprendida y rea
que deglute cansina algunos dátiles.
Qué sé yo.
Tiene que haber algo más que música, algo más que metro con acentos, y algo más que rima.
Si no, estas cuartetas serían poesía.
Y no lo son.