Estaba la distancia.
La medimos en el fulgor del ave
y en las constelaciones.Eran pasos del viento,
veloces y fugaces.Eran la misma floración de estrellas
en medio de la noche,
los pasos incontables,
interminablemente demorados
una vez y otra vez,
centinelas del alba
que ven cada mañana como el fin.Trazamos la distancia en soledades.
La distancia eran horas
en el anhelo del que espera en vano.O era el gozo inaudito del regreso
de los ojos amados
a los ojos amantes,
por un camino incierto cada día.Pero hay otro dolor:
no hay distancia mayor que estar tan cerca
y ser inalcanzable,
con un lejos presente
en un cerca de ausencia.