Mirabas colibríes
y ya olía la miel y su perfume:
mi corazón zumbaba en tu mirada,
toda néctar tu voz,
todo cuenco mi pecho
conmovido de luz, porque decías
que la mañana gris era un refugio.Yo era gris para ti.
Y me volvi mañana.Eras el mismo sol.
Tu risa me abrazaba
como el fuego y la nube, como un bosque;
palomas en la espuma
eran tus manos tenues,
lloviznas de tu cielo,Si la noche era eterna,
hacías malabares con la luna
que jugaba conmigo
a flecharme con rayos de tu gozo,
a traspasar mi dicha,
a descubrir senderos y jardines
como si un niño descubriera el mundo.
Y hay un secreto, sí,
que duerme silencioso.
La última línea de mi testamento
que está escrito en el aire.
Hay un secreto, sí.
Y sólo yo lo sé:
un día, en un murmullo,
dijiste flor y floreció la tarde.
Eso ya es para siempre.
Y nunca te lo dije.