miércoles, 30 de agosto de 2006

Pastor y cordero

Amancio Prada le puso música a esta suerte de villancico de Lope de Vega.
Zagalejo de perlas,
hijo del Alba,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?

Como sois lucero
del alma mía,
al traer el día
nacéis primero;
pastor y cordero
sin choza y lana,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?

Perlas en los ojos,
risa en la boca,
las almas provoca
a placer y enojos;
cabellitos rojos,
boca de grana,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?

Que tenéis que hacer,
pastorcito santo,
madrugando tanto
lo dais a entender;
aunque vais a ver
disfrazado el alma,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?


Y en esto estaba pensando. En particular en esa cuestión de 'pastor y cordero'.

Es notable que de Jesús se digan ambas cosas: es pastor y a la vez cordero.

(Digo esto sin haber releído a Dionisio o a Fray Luis de León, por ejemplo, lo que seguramente me habría sido más fructífero...)

El caso es que de allí pasé en general a la cuestión de los restantes nombres de Cristo, un asunto antiguo, anterior a la Encarnación, incluso. Con la importancia que siempre tuvo, además, la atribución de nombres y la potencia significativa cifrada en ellos.

Pero de allí pasé a que, de los muchos nombres que Jesucristo recibe en las Sagradas Escrituras (algunos dicen que son cerca de 160, yo no lo sé de cierto), me parecía tener el de Pastor su peculiaridad.

Tal vez en ninguno, como en el de Pastor, los hombres (lo mismo que Israel o la Iglesia) aparecemos en una posición tan significativa: ovejas.

Aunque es verdad que a Jesús se lo designa Cordero y Pastor por razones distintas -y es interesante verlas por separado y juntas-, también es verdad que en cuanto Cordero alguna asociación tiene con las ovejas.

Ahora bien: al mismo tiempo, se lo llama Maestro. Y entonces puede entenderse que en algo -no en todo- el Maestro y el Pastor tienen relación. Si bien es verdad también que la contraparte del Maestro (los discípulos) no es la misma en todo que la contraparte del Pastor (las ovejas), y, como quiera que, en algún sentido, ser 'ovejas' podría resultar menos que ser 'discípulo', el caso tiene alguna complicación en ese punto, porque es verdad que algo hay en la figura de la oveja que permite que sea el signo -y la ocasión- no sólo de la mansedumbre y la docilidad, sino de algo menos virtuoso.

De donde fui a dar en la conclusión de que, en todos los casos, los nombres que se le aplican a Jesús tienen en Él un sentido lleno e inequívoco, pero en pocos casos es tan claro que el sentido de un nombre es en Él inequívoco como en el de Pastor.

Que es como decir que solamente quien no habrá de tratar en ningún caso a los hombres como simples ovejas, puede llevar el nombre de Pastor.

Cualquier otro que aspire a semejante título, o se vea en situación de tener que usarlo, parece que tendrá que cuidarse. Entre otras cosas porque el mismo que puede usar sin temor el nombre de Pastor quiso usar también el nombre de Cordero, lo que no es poco abogado para las ovejas.