miércoles, 21 de junio de 2006

Solsticio

Todo junto.

Mientras preparo una correría por la provincia de Buenos Aires -para estos días, hasta el sábado, por allá por la zona de Benito Juárez-, pienso cómo hago para decirles a los locales que los nombres tiñen. Pienso si le rendirán homenaje al patrono laico de su pueblo. Y qué dicen de él. Ay.

Entretanto, me llegan unos correos con saludos y regalos de lo más atentos y de lo más simpáticos.

Como un libro que espero me manden de El Salvador. Y unas músicas que llegan con fina generosidad: primero, Bebo Valdez & Diego El Cigala haciendo Vete de mí (bolerazo de Homero y Virgilio Expósito...), muy bien hecho. Entonces me engolosino y pido al remitente la versión de Bola de Nieve. Y viene la versión, nomás.

La letra es un clásico (y hasta una rareza entre compositores más bien tangueros), creo:
Tú,
que llenas todo de alegría y juventud
y ves fantasmas en las noches de trasluz,
y oyes el canto perfumado del azul:
vete de mí.

No te detengas a mirar
las ramas muertas del rosal
que se marchitan sin dar flor,
mira el paisaje del amor
que es la razón para soñar y amar.

Yo,
que ya he luchado contra toda la maldad,
tengo las manos tan deshechas de apretar
que ni te puedo sujetar:
vete de mí.

Seré en tu vida lo mejor
de la neblina del ayer
cuando me llegues a olvidar,
como es mejor el verso aquel
que no podemos recordar.
Y pasa la tarde de este día, entre suaves preparativos de viaje corto, mate, fútbol..., boleros y, por suerte, un poco de buen frío.

Así las cosas, le atribuyo esta suerte de bienandanzas -y algunas que pueden pasar en silencio- a la cercanía del solsticio de invierno.

Pero eso ya es preferencia mía, nada más.