domingo, 18 de junio de 2006

Reino

Este fragmento del libro del Éxodo, fue la primer lectura de la misa de hoy:
En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: "Haremos todo lo que dice el Señor."

Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió:
-Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.
Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo:
-Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.
Este fragmento de la carta de san Pablo a los Hebreos, fue la segunda lectura:
Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.

No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.

Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen el poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo.

Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.

Se leyeron en la misa de las 7 de la tarde en mi parroquia, y son dos de los textos de la fiesta de Corpus Christi.

Las que siguen, entretanto, son las letras de tres de los cantos que se cantaron a la entrada, en el ofertorio y en la comunión, respectivamente.
Tu pueblo

Tu pueblo reunido todo
te canta con alegría,
a vos, el Dios de los pobres,
a vos, el Dios de la vida.

Todo tu pueblo celebra
con alegría y amor,
esta fe que nos anima
a hacer tu Liberación.
Tu presencia entre nosotros
se hace fiesta popular
compartiendo vida y canto,
luchas y fraternidad.

Jesucristo, Hermano nuestro,
que conoces el dolor
y la injusticia que sufre
el pueblo trabajador.
Danos tu fuerza en la lucha
por el trabajo y el pan
queremos vivir unidos
con justicia y dignidad.


Quiero ser pan

Es joven el que espera,
el que sabe caminar,
el que lucha por el Reino
sin volver la vista atrás.
El que da su mano a otro,
el que sabe transformar,
el que es pan para los pobres,
defendiendo la verdad.

Quiero ser pan,
para el hambre ser el pan
de mi pueblo y construir
el escándalo de compartir.

Es joven el que arriesga,
el que sabe caminar,
el que siempre pregunta
sin volver la vista atrás.

El que sabe hacer historia,
el que sabe transformar,
el que es voz de los pequeños
defendiendo la verdad.


Sembremos esperanzas

Pá traerles a los pobres sus esperanzas
vino Jesús al mundo y dio su palabra,
de que serán felices los hambrientos,
que no es camino el de los violentos,
que la justicia se instaurará.

Él bajó de su trono a los poderosos
la sombra de su amor venció a la muerte,
¡que se haga río de vida todo el llanto!
Y mar de amor con fuerza nueva nueva,
la sangre joven de mi gente.

Vení, hermano,
animáte a construir
¡Hay tantos corazones
para armar de nuevo!
¡Tanto dolor
para cambiar por dicha!
¡Hay tanta vida
para seguir viviendo!

Vení, hermano,
que Jesús venció a la muerte,
juntos podremos
desterrar el desaliento,
vení, sembremos
con semilla de esperanza:
el horizonte nuevo
es nuestro pueblo.

Si la soberbia
el fuego cambió en cenizas,
tendremos que encenderlo con alegría
que el señor de la vida con brazo fuerte
puede cambiar nuestra antigua suerte
y alzar a mi pueblo de entre sus ruinas.

Él andará borrando rencores viejos
y nosotros cuidando viejas heridas
que ya es hora de darle alas a la vida,
la vida que abre nuevos caminos,
la vida que nos ofrece Cristo.
Así las cosas, digo que -y sin simplificar, salvo por la formulación sintética- una cosa no tiene que ver con la otra. Y creo que son opuestas, incluso de tal manera que una niega a la otra. Y si no lo parece por las palabras -que pueden resultar equívocas-, lo son por el espíritu y el sentido. A tal punto que, diría y creo que sin exagerar, bien podrían tenerse por profesiones de fe diferentes. Y opuestas, insisto.

A mi entender, la palabra clave de las letras de esos cantos es Reino. El sentido de esa palabra está también en la carta a los Hebreos.

Como resultado de mirar ambas cosas, digo lo que digo.