lunes, 19 de junio de 2006

De lo perdido y hallado

Hay que agradecerle a Juan Ignacio la gentileza y su fina atención.

Encontró con muy buena memoria el soneto que se me había perdido.

Me dice que efectivamente estaba en el
LP de "Los Chalchaleros": 20 años de canto.
Grabado en vivo en el Teatro Victoria, Salta, 1968.
Copió también estas
Palabras de Dávalos antes de la cueca "Entre San Juan y Mendoza":

A "Los Chalchaleros" y también en homenaje a los "consumidores" de "ese perfumado y violento yapador de sangre".
y finalmente este soneto al vino...
Viene un color de vena desolada
nombrándote crepúsculo entre flores
y tocas al amor con resplandores
de sangre y tinta azul martirizada.
Como un monstruo inocente, la mirada
te duele de tan honda; en los albores
de tu cuerpo crisol hay ulteriores
reflejos de alarido y puñalada.
Entre la piel y el alma te me pegas
como la sombra de un abuelo triste
que en mi vengara todas sus tristezas.
Y desde el pozo de tu vida ciega,
un toro antiguo de jazmín embiste
mi corazón sin tiempo y sin cabeza.
Era como mi destartalada memoria lo recordaba.

Especialmente, en la salteñidad de su dicción, esta especie como de pompa lírica, que se dice con la voz grave, pastosa, cantada. Hasta con unos reflejos que serían surrealistas si no fuera que uno sabe que es ese modo de decir tan propio de aquellos pagos. Si no me falla mucho el recuerdo, hasta Luis Landriscina solía parodiarlo con gracia, ahuecando la voz, arrastrando las sílabas entonadas, jugando con las definiciones de las cosas más triviales -una silla, una bombilla, una damajuana..., bueno, no tan triviales- 'al modo salteño', tan decidor, florido, barroco.

Un modo que va envolviendo en retórica rococó la sencillez de los objetos corrientes, para ver si entran a paso de ganso, con capa, con galas y circunstancia, con paso de desfile a los versos o a la frase sentenciosa. Eso hacen: transforman en literatura la charla de café. Y les sale bien.