sábado, 16 de abril de 2005

Una buena parte de lo que estoy pensando y quiero decir, está dicho. Lo trae el padre Castellani en el apéndice que puso en Doce Parábolas Cimarronas.

Ese ensayo es un texto fundamental. Cada vez que lo leo me pasa lo mismo: tengo objeciones a cada línea y estoy de acuerdo en todo. O en casi todo, y por cierto que en la tesis y en la conclusión.

El apéndice se llama "El Arte de las Parábolas" y es la condensación más tensa y certera que he leído sobre los problemas que plantea lo Bello y el Arte y sobre la natualeza de la Fe y hasta, si me apuran, sobre la misma naturaleza del cristianismo, fíjense lo que les digo..

Si no encuentro modo de hacerlo accesible, lo copio.

La cuestión es que llegué a eso porque una cosa lleva a la otra y me fui a dar con aquel pasaje en el que los discípulos le preguntan a Jesús: ¿Por qué les hablas en parábolas? (Mt. 13, 10), donde el 'les' no es lo menos importante.

Algo hay que escribir sobre eso, porque es evidente que los signos y las figuras tienen allí un papel fundamental, especialmente -aunque no solamente- por el hecho de haber elegido Jesús un género figurativo, para que las cosas se vean y no se vean a la vez.