jueves, 14 de abril de 2005

Finalmente, llovió. Empezó ayer a la tarde.

Sin demasiado frío, me lamento.


Y recién hoy se asomó 'esa' lluvia, la que no cae, la que vuela..., mansamente.


Algo es algo.



No llueve cuando uno quiere, ni llueve como uno quiere. Llueve y listo.



Cabe lo de san Agustín sobre el mejor siervo, si uno quiere ser al menos un buen siervo: ama lo que le dan, aunque no le den lo que ama.


Lo que no está del todo mal es que los sabios no lo sepan todo acerca de la lluvia.