viernes, 1 de abril de 2005

En los próximos días, (ya han aparecido, aun cuando -y tal vez porque- en la ventana no apagaban la luz, siempre encendida...), vendrán las especulaciones sesudas. Y más que de ésas, de las otras.

Pero primero serán los espectáculos y los homenajes, las imágenes y las músicas que -con un patetismo que ya se saben de memoria- televisión y medios en general no podrán evitar: está en el manual del espectáculo.

Por unos días.

Después -ansiosa espera, adrenalina mediática-, la jauría volverá tras la presa, sin resuello.

Habrá que pasar por las más o menos tediosas etapas de la política y de la geopolítica y de los "expertos", de los que saben tantas cosas de adentro y de afuera de Roma. Y de adentro y afuera de este mundo.

Y habrá que pasar por Roma y las luchas y las dentelladas. La tómbola de los nombres, las facciones en pugna, las 'operaciones' de prensa, las preferencias, los odios, los intereses, las expectativas. Tantas cosas parece que dependen de todo esto...

Sí, ya lo sé, ¡cómo no! Tantas cosas dependerán de 'esto'. Si es lo que más sabemos. Lo más fácil de saber. Si es lo que no podemos olvidar. Lo que no nos dejan olvidar. Lo que casi estamos obligados a pensar y esperar. La paz y la guerra. El petróleo y el hambre. El aborto y las mujeres sacerdotes. La deuda externa y el fin del celibato...

Claro que vendrán después -siempre vienen- las profecías y vaticinios. El obispo irlandés, San Malaquías, volverá a ser nombrado. Porque en aquella lista que se le atribuye, parece que el 111 -De gloria olivae-, es el último (de la lista de 111 que se conoció 450 años después de muerto su presunto autor), y antes del 112, Pedro Romano. Y el que venga será el 111. Y se termina la lista, y así.

Nadie querrá saber cuánto de cierto tiene la lista, o si acaso es realmente del obispo de Armagh. Para el caso, ya algunos tendrán a mano a Nostradamus. Y a otros, y a otras...

Para el que esté 'muy' interesado en la política de este mundo sublunar, la lista ya está hecha. El que quiera sacar cuentas, que las saque. Hay unos días para jugar a esa ruleta. Cuántos africanos, cuántos italianos, cuántos americanos... Que si conviene uno de acá o de allá, que si será más progresista o menos... Quién se queda afuera...


Hasta que el humo blanco inaugure otra etapa.

Y entonces habrá más especulaciones y nuevos "expertos".

Más biografías, más fotos e imágenes, más amigos de la infancia y vecinas de cuando era seminarista y más 'documentos especiales', 'inéditos'. Más homenajes, más música.



Sin embargo, pienso ahora en Belén. En las mañanas y en las noches de Belén, antes de que Belén fuera Belén.

Pienso en las gentes que esperaban, por aquellos días, alrededor de Belén. Aunque no supieran que sería en Belén. Ni cuándo sería.

Pienso en los que esperaban Belén. No sin alegría.

Reyes, pastores, sacerdotes, amas de casa, carpinteros, soldados. Judíos, gentiles. Esperando lo que esperaban. Gentes de buena voluntad.

También en Jerusalén, treinta y tres años después.

También allí había gentes de buena voluntad que esperaban. No sin dolor.

Me gustaría no distraerme demasiado. Dios lo permita. Esperar lo que vendrá, como las gentes de buena voluntad esperaban Belén. Como esperaban en Jerusalén.

Estar del lado de esas gentes. Esperando lo que esperaban, como ellos lo esperaban. No sin dolor. No sin alegría.