martes, 7 de septiembre de 2004

Dos poemas de Jacobo Fijman. Son de su libro Estrella de la mañana, de 1931, el segundo de los tres que publicó.


Pampa de una noche y un día con su noche

Saltaban los caminos en las moradas,
y alumbraba la tierra,
y otra vez la vida daba la paz a los corderos
en espanto.

Saltaban los caminos,
aguas y estrellas.
Y para sí saltaban los caminos y el alma
que suspira en el camino,
y para sí los días de su muerte.

Sobre mis ojos y en mis ojos
ardían las criaturas.
La tierra y el cielo se abrazaban en el camino,
y ante mis ojos.
Venía el alba, corderos y palomas,
el bosque, la luna y las estrellas,
y en la misma luz de cielo las albas y corderos
y palomas.

Saltaban los caminos,
aguas y estrellas, albas, corderos y palomas,
albas y niños y palomas,
albas y días y palomas, albas y noches
y palomas.

Saltaban los caminos
en el cielo y la tierra, en la tierra
y el cielo;
gracia en la tierra, gloria y el cielo;
saltaban albas, corderos y palomas.

Día del nacimiento
del nuevo pan, del nuevo vino, del pan eterno
y vino eterno.

Cruzo las manos, y extiendo las manos;
gozo en la luz la luz de las estrellas;
gozo en el agua el agua de la gloria;
gozo el amor que alumbran los caminos.

Ruega en amor mi oscuridad profunda.
Han quedado los vuelos de las palomas idas
sobre mi llanto.

Nuestros pies andan en la noche y el día, en la
noche y el día de los corderos.
En la noche y el día revestidos de albas y corderos.


Canción de la visión real de la Gracia

Niño, tú tienes el oído junto al amanecer
de la tierra y el cielo.
Amén del bosque, y Amén el mar, y Amén
a las estrellas.

La tierra canta y el cielo, y la vida
y la muerte.

Niño, tú tienes en el signo que trazan tus manos
el día y la noche, y la tierra y el cielo,
y la vida y la muerte.

Amén, Amén, Amén,
niño del alba de la tierra y el cielo.