lunes, 13 de septiembre de 2004

Encuentro en unos trabajos de una argentina doctora en letras, uno en el que comenta un artículo de Albert Camus (L'artiste en prision, 1952) sobre Oscar Wilde y específicamente sobre De Profundis y la Balada de la Cárcel de Reading.

Entre otras cosas, dice el francés con perspicacia que la primera de estas obras es "la confesión de un hombre que declara haberse equivocado, y no tanto acerca de la vida, sino acerca del arte, del que habría querido hacer su vida exclusiva".

La autora aclara que confesión está aquí usada con el sentido que tenía para los primeros cristianos: una declaración pública de su fe.

Para hacer más comprensible el artículo, traduce algunos pasaje de De Profundis, y entre varios, estos dos:
Recuerdo, durante mi primer término en Oxford, haber leído en el Renacimiento de Pater... cómo Dante coloca bajo, en el infierno, a los que voluntariamente vivieron en la tristeza; y haber ido a la biblioteca del colegio y llegado al pasaje de la Divina Comedia en que, debajo del pantano lúgubre, yacen aquellos que fueron 'sombríos en el aire dulce', diciendo por siempre jamás a través de suspiros:
Tristi fummo
nel aer dolce che dal sol s'allegra.
(...)
Sabía que la Iglesia condenaba la acedia, pero la idea en conjunto me parecía fantástica, justo el tipo de pecado -imaginaba- que hubiera inventado un sacerdote que no conocía nada sobre la vida real. Ni podía entender cómo Dante, quien dice que: 'la pena vuelve a casarnos con Dios', pudo haber sido tan duro con los que fueron enamorados de la melancolía, si es que tal existía. No tenía idea que algún día esto se habría de convertir en una de las mayores tentaciones de mi vida.