viernes, 3 de junio de 2022

Romancillo de un perro sin pastor


Anda por las noches
detrás de las huellas,
sospecha unos pasos,
por esas veredas
que traza el vacaje
por sobre la hierba.
Cada noche busca,
cada noche deja
rastros que le alumbran
un millón de estrellas
y ha perdido todo
y ya nada encuentra.
Ni el amo que había
ni sus veinte ovejas,
ni las 15 cabras
de moras guedejas.
Ni aúlla ni ladra,
guarda sus endechas.
Tal vez se despierte
la serpiente negra
que caza de noche
suculentas piezas.
Huele los juncales,
rodea las peñas,
demora su paso
si algo se queja,
tal vez un borrego,
o una liebre de esas
que andan por el rumbo
cada primavera.
Cuando la mañana
ya se despereza
vuelve por el monte
hasta la dehesa.
Se echa en las pajas
que dejó la avena
y con ojos tristes,
sueña que te sueña,
cree oír el tranco
del amo que llega
y se alza de un salto,
y alza las orejas
y, la cola en ristre,
corre a hacerle fiestas.
Sobre el campo fresco
no ve más que niebla
y el vaho en los robles
le abre la tristeza
de la soledad.
Y otro día empieza.