sábado, 4 de junio de 2022

Romance de una despedida


Se disputaban azahares,
magnolias y siemprevivas,
abejas de cien enjambres
que, apenas amanecía
y furiosos de dulzores,
andaban a la deriva.
Él mira a ninguna parte,
ella ve pasar el día.
Se citaron con ternura
pero con su pena tibia,
que era como un aguijón
hincándoseles, herida
que no querían sufrir
pero siempre sufrirían.
Ella, un vestido azulado;
él, pantalón y camisa
y una boina verde musgo
de las que ella tejía.
La tarde paseó dolores,
y los sembró por la villa:
finas guirnaldas de lágrimas
que secaban alegrías.
Él caminó la vereda
para llegar a esa esquina,
cadalso de su esperanza;
ella anduvo por la orilla
de la acequia que lloraba,
o eso al menos parecía.
Ella demora su paso;
él, llegar tarde quería:
ilusión de que faltando
él, la hora convenida
ha de pasar y aquel pacto
que hicieron en noche fría,
será como polvo al aire
y ya no se cumpliría.
Pero tardaron los dos.
Juntos ya están en la cita,
con una sorpresa triste
por ambas tretas fallidas.
Él ya cruza por la plaza,
ella, del este venía.
Él va, su cabeza gacha;
ella finge la sonrisa.
Él, corazón desgarrado;
ella, en su dolor sumida.
Él que quiere alzar sus ojos;
ella, cerca, no lo mira.
La tarde se ha puesto roja,
mientras susurran sus cuitas.
Lo mucho que se querrán
de aquí y en más, de por vida.
Que el destino los separa,
que se muda la familia,
que la distancia es enorme,
que el amor jamás se olvida,
que el que ama siempre espera,
que no habrá otra, querida...
La tarde ya gris prepara
abrazos, besos, caricias,
y un vendaval de nostalgia
que pronto los regaría.
El momento, como un filo,
los taja con hoja fría
y les separa los cuerpos
lentamente, con malicia,
como si el tiempo gozara
el desgarrón, la partida,
las manos que se desanclan
y ya navegan vacías.
Ella camina al oeste,
él, hacia la plaza hundida
en un mar de soledad
al que azota la llovizna.
Ella no puede llorar.
Él, apenas si camina.
La noche canta en silencio.
Hay torcazas comedidas
con grillos tristes a coro
que ensayan la melodía.
El cielo se estrella oscuro.
Constelaciones dormidas
susurran como un enjambre
su canción de despedida.