sábado, 6 de octubre de 2012

Lucía


Con las Baladas líricas, dicen, entró el romanticismo en Inglaterra, aunque hay quienes sostienen que antes que su autor, William Wordsworth (junto con S. T. Coleridge), estuvo Blake, otro William, unos años mayor que Wordsworth y para algunos, más talentoso.

En lo que a mí respecta, pueden seguir discutiendo los críticos y literatos.

Lo que me interesa ahora es uno de los misterios de la obra de Wordsworth: Lucía. Obviamente se trata de una mujer muerta supuestamente joven a la que desde 1798 le dedicó unos cinco poemas sueltos. Nadie sabe nada de ella, aunque algunos versos la sitúan en algún lugar de la norteña Cumbria, cercano a Dove Cottage, la casa donde Wordsworth y otros poetas lacustres vivieron un tiempo.

Reticente, el poeta jamás dijo nada acerca de ella. Tampoco ninguno de sus allegados. Nadie sabe entonces si hay una Lucía real o es el nombre de algo o de alguien que Wordsworth nombró y cantó. El secreto de Lucía sólo es un secreto si hubo una Lucía, pero puede no ser un secreto si el poeta recurrió a un bonito nombre de mujer para hablar de asuntos distintos.

Los versos tienen una sencillez típica del autor, que escribía así a propósito, y creo que son conmovedores, misterio aparte, aunque eso importa. El ritmo, en inglés, siempre llama la atención: escandidos, tienen a la vez la sonoridad antigua y un aire musical bastante menos grave.

Dejo dos ejemplos de esos poemas. A alguna Lucía le gustarán. Pero no hace falta ser mujer o llamarse así para apreciarlos o para interesarse por el misterio que llevan. 
She dwelt among the untrodden ways

She dwelt among the untrodden ways
beside the springs of Dove.
A Maid whom there were none to praise
and very few to love;

A violet by a mossy stone
half hidden from the eye!
—fair as a star, when only one
is shining in the sky.

She lived unknown, and few could know
when Lucy ceased to be;
but she is in her grave, and, oh,
the difference to me!

Traveled among unknown men

I traveled among unknown men,
in lands beyond the sea:
Nor, England! did I know till then
what love I bore to thee.

This past, that melancholy dream!
Nor will I quit thy shore
a second time; for still I seem
to love thee more and more.

Among thy mountains did I feel
the joy of my desire;
and she I cherished turned her wheel
beside an English fire.

Thy mornings showed, thy nights concealed,
the bowers where Lucy played;
and thine too is the last green field
that Lucy's eyes surveyed.

En una Revista Alicantina de Estudios Ingleses, encontré dos traducciones (*) de un tal Tomás Ramos Orea. Para decir verdad, no me gustaron mucho. Lucía merece algo más lírico. Veremos si con un poco de tiempo se lo podemos regalar.


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(*) El amor perdido

Vivió entre los parajes nunca hollados
y hontanares del Dove.
Doncella a la que nadie hiciera halagos
y llegasen poquísimos a amar.

Violeta al lado de musgosa piedra
medio ocultada de la vista;
igual de pura que la sola estrella
que en el empíreo brilla.

Anónima vivió y pocos supieron
cuando dejó Lucía de existir.
Mas ella está en su cementerio
y, oh, la diferencia para mí!

(*) Viajé entre gentes ignotas

Viajé entre gentes ignotas
por tierras allende el mar;
no supe, Albión, hasta entonces
cuánto te podría amar.

Ya pasó aquel sueño triste.
No abandonaré tus márgenes
por segunda vez, pues siempre
más y más parezco amarte.

El júbilo de mi afán
sentía entre tus montañas,
y aquélla, a quien celebré,
junto a un fuego inglés hilaba.

Muestran tus albas y tus noches cubren
las florestas do Lucía retozaba;
tuyo es también el verde y postrer prado
que los ojos de Lucía contemplaran.