sábado, 9 de mayo de 2020

Del tiempo sagaz


Una vez y otra vez, siempre llegando
al principio de todo, que es tan lejos:
la sucesión voraz de esos espejos
en los que el corazón se va secando.
Interminable agobio de cortejos
siempre rondando para ver si, estando
vencido el ajedrez que van tramando,
rinden de amor acaso a los trebejos.
Y una vez y otra vez. Se van ajando
las risas, las palabras, los festejos,
porque el tiempo sagaz los va olvidando.
Y una vez y otra vez. Y llega cuando,
del resplandor sin luz de tiempos viejos,
queda una niebla opaca sin reflejos.