miércoles, 23 de agosto de 2006

Orín romano

Recomiendo repasar la Epístola a los Pisones, es decir la famosa Ars Poetica de Quinto Horacio Flaco. Seguramente, la más afamada de sus 20 y tantas cartas dedicadas a cuestiones artísticas.

¿A quién le recomiendo? A cualquiera, creo. Siempre se recibe al modo de recipiente y siempre algo se recibe. ¿Por qué la recomiendo? En realidad, hay tantas cosas sensatas como otras con las que no concuerdo (como un dejo de cierta receta de 'sensatez' literaria que no me parece un buen consejo y que Horacio parece concluir de sus admiradísimos griegos...)

En cualquier caso, si hay algo imperdible en esa carta es el humor, tan poderoso y 'fresco' que me parece que lo pone a resguardo de males mayores. Así, cualquier 'servilismo' que no suene bien allí, suena considerablemente mejor que cualquier 'sensatez' semiótica o hermenéutica hodierna.

Además, no hay que menospreciar la grandeza. Un romano grande, a caballo del año 1, y por amodorrado que resulte, nunca llega a aburguesarse tanto como un estrepitoso intelectual del siglo XXI...

Por ejemplo, hablando de genio y arte, y de cuál de los dos prevalece (concluyendo al fin que de ambos hace falta), está este fragmento que me hace acordar a tantas cosas que uno conoce (y que tienen que ver con la poesía, tanto como con la vida del espíritu en general o la vida intelectual en particular, y hasta con la economía y la política, si me apuran):
A los Griegos la Musa dio el ingenio, a los Griegos dio el hablar con una boca pulida, a los Griegos, ávidos solamente de gloria; los niños Romanos aprenden con largos cálculos a dividir un as en cien partes. "A ver, que me diga el hijo de Albino: si de cinco onzas restamos una, ¿cuánto queda?... Ya deberías haber respondido. -Un tercio de as. -¡Muy bien! Serás capaz de conservar tu patrimonio. Se le añade una onza. ¿Cuánto hace eso? - Medio as." Cuando ese orín y esa preocupación del ahorro hayan impregnado los espíritus, ¿esperamos que podrá componer versos dignos de ser untados con cedro y de ser conservados dentro de ciprés bien pulido?
Hay cosas allí que bien pueden ser como símbolos de otras, aunque resulte oscuro si lo digo así.

Podrá parecer que Horacio se mofa de la falta de genio... solamente. Pero creo que eso mismo podría aplicarse a todo aquel que desdeña cierta dote y cree que a fuerza de fuerza puede forzar la dote. Y la dote no es sólo la que a cada quien le haya sido dada: también es lo que de más valioso tiene todo lo que existe.

Se me hace parecido a lo que Kierkagaard dice sobre la duda como principio negativo de la filosofía, miren lo que son las cosas.

Al fin de cuentas, diría el gaucho: no es pa' todos la bota 'e potro.

El orín viene en varios envases: la duda metódica, el racionalismo, el voluntarismo intelectual, y también el desprecio de los misterios, la manipulación del arcano, la suficiencia del metodólogo tanto como la del burgués presuntuoso que con dos cuentas más o menos bien hechas ya cree haber desculado el cielo y la tierra.