martes, 22 de noviembre de 2005

Música

Hay que decirle 'la' Bartoli a Cecilia Bartoli. Porque, a las que cantan bien, el artículo antes del apellido, y sin el nombre de pila, las consagra.

La oía cantar anoche tarde una canción italiana del siglo XVIII. Raro, una melodía anónima.
O leggiadri occhi belli

O leggiadri occhi belli,
occhi miei cari,
vivi raggi del ciel
sereni e chiari,
poiché tanto bramate
di vedermi languire,
di vedermi morire,
occhi belli che adoro,
mirate ch'io moro.

O serene miei luci,
o luci amate,
tanto crudel al mio amor,
quanto spietate,
poiché tanto godete
della fiamma ch'io sento,
del mio grave tormento,
deh miratemi un poco
e gioite al mio foco.
Después de dos o tres veces, me di cuenta de que me sonaba el modo de decir. Y por esas cosas que tiene la memoria, me acordé de Gutierre de Cetina y de su famoso Madrigal.
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué si me miráis, miráis airados?
Si cuando más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay, tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
En eso estaba cuando volví el oído a una cuarteta de Antonio Caldara, bastante típica en su elegancia cortesana y que Cecilia hace con suavidad.
Selve amiche

Selve amiche, ombrose piante,
fido albergo del mio core,
chiede a voi quest'alma amante
qualche pace al suo dolore.
Pero, a esta altura, ya me había acordado de la fiesta de santa Cecilia. Y me hizo gracia la coincidencia.

No tanta gracia, sin embargo, como una insólita joya de Vivaldi, trágica y doliente y, pese a todo, dulcísima. Además de la rareza de que sea una esposa amante la que llora su infortunio por el desprecio de su marido, a quien final y curiosamente llama además de "mi corazón, mi esposo, mi amado": "mi esperanza..."
Sposa son disprezzata

Sposa son disprezzata,
fida, son oltraggiata,
cieli, che feci mai?
E pur egl'è il mio cor,
il mio sposo, il mio amor,
la mia speranza.