Llueve apenas un aire.
Ya es octubre.
Y la llovizna fría,
esta mañana,
me recuerda que octubre me ha dejado tres heridas.
De esas que son mientras que dure el tiempo.
Y ahora, esto es octubre.
Le perdono sus días,
su memoria.
Su isócrono memento y sus tristezas.
Y nada más esperaré que crezca,
quietamente,
que madure con trinos su semilla de sol,
de viento y flores.
Sé indulgente con octubre, me repito.
Y obediente,
tal vez agradecido,
él va en silencio,
año tras año,
al fin.