jueves, 3 de octubre de 2013

Elegía

A D. C. A, in memoriam


Cantó su amor como un zorzal transido
y un día, al florecer sus manzanares,
llenó de voz y aroma sus pesares
con un gozo secreto, adormecido.
Sus nostalgias de cielos, campos, mares,
iban buscando el Reino prometido;
y un día, en primavera convertido,
sembró el silencio en vidas y lugares.
Yo conocí su estirpe y sus acentos
y caminé mis pasos por sus huellas,
lejos de su bondad y de su altura.
Llevo en mi sangre trazas de sus vientos,
un vago resplandor de sus estrellas,
y apenas un jirón de su figura.