domingo, 2 de septiembre de 2012

Con el número dos

Ni llanto ni bajel ni lejanía.

Leopoldo Marechal, Del Amor navegante



                             1

Hay un hondo clamor en las manzanas:
es un grito fragante y acordado
que traspasa este tiempo desalado,
y de la noche en flor hace mañanas.
Hay sombras que de amor samaritanas
dan aceite de luz sobre el pasado
herido y seco y de un sabor amado,
huella sin voz en barbas pelicanas.
Hay una estepa azul, un mar dormido,
el olvido de un beso, un sauce ardiente,
y horas de plata y sangre como arena.
Hay un ay y hay un ay enternecido:
viene a parir su lágrima sonriente,
si del número dos nace la pena.
                   

                            2

No está el amado en el amante ahora
y un vagido levanta del futuro
la luz que estalla en un dolor oscuro:
tibia, en silencio, lenta y redentora.
No está el amante en el amado y llora
y navega en la sierra un llanto puro,
y al aire da en los bosques un conjuro
que al Amor en el aire el mar rumora.
Va navegante Amor y es atrevido:
sobre las olas ríspidas, sonríe;
su nave ruge y va, sola y serena.
Y es gozo ver que Amor bregue y porfíe
la derrota del mar y su bramido,
si del número dos nace la pena.