domingo, 12 de junio de 2011

Fandango




Fandango

Para Rodrigo


Misterio del fandango que se crece
como una voz antigua y horadada.
Que nace cuando por vez de inicio
un muchacho lo toca.
Es una riada vieja,
una como alba que crece en los ojos.
Una queja,
como una luz que sube por el agua,
como una desolada voz sin cielo.
Los pájaros escondidos en las yemas,
los huesos duros en la cara de piedra
y los caminos de la música alerta
como galgos, corriendo entre los árboles.
El fandango se sube a la mañana
como una estrella de humo.
Para llorar lo espero
entre mis cosas.
Casi de frío yerto, oscura mortandad.
Sin azucenas. De negro y de morado.


Fue el 17 de octubre del año pasado y no sé si entonces me di cuenta de la fecha, pero sí que le iba bien. Lo traje a esta bitácora a propósito de Lugones.

Junto con aquellos versos, en aquel mismo número de la revista entusiasta, había estos otros que recordé ayer y que Manolo le dedicaba a su hijo. Aquí quedan ahora.

En un tablao abigarrado -calé con algo de payo-, lo acompañan en sus dichos, y como testigos de su casta, Rafael Farina, Paco Toronjo, Camarón con Paco de Lucía, y Juanito Valderrama con Adelfa Soto.

Allí van todos ellos juntos, cada uno con su arte y todos con el mismo.