miércoles, 16 de julio de 2008

Versos de piedra (II)

Estuve ayer leyendo y oyendo a Leopoldo Marechal. Después de todo, el tiempo -aunque escaso- es de lo más propicio.

El asunto es que leía algunas cosas y oía otras. Me acompañaba un volumen sonoro, grabado en 1967, que me regalaron el año pasado, en el que él mismo selecciona, introduce y lee algunos de sus versos, poemas completos o fragmentos(1).

Me detuve, oyendo y leyendo, un soneto especialmente. Y no sólo el propio soneto, que vale lo suyo, sino y más que nada las palabras que dice Marechal al presentarlo.

En esa época, realicé mi segundo viaje a París, donde una profunda crisis espiritual me lanzó a la órbita de la metafísica, para usar una figura muy propia de los días actuales.

Fue mi segundo llamado al orden que se tradujo, literariamente, en la planificación de mi novela Adán Buenosayres, aparecida veinte años después, y en el rigor poético de Laberinto de Amor y de los Sonetos a Sophia. Y digo rigor poético ya que todas esas composiciones fueron realizadas en una mortificación del idioma verdaderamente penitencial para un versolibrista como yo lo era.

He aquí algunos de los Sonetos a Sophia.


Soneto del alegre destierro

En tu caballo de color de trigo
vuelves, Otoño, el de la mano llena;
y si el mendigo estaba de verbena,
hierros de segador alza el mendigo.

Sólo yo, lejos de tu fruta, sigo
rumbos trazados en mudable arena;
pero no voy en alas de la pena
ni llevo la cadena del castigo.

¡Mundo frutal, recibe mis adioses!
¡Y adiós, Otoño, el de afiladas hoces!

Con pie liviano y corazón sonoro
yo me dirijo a la provincia de oro

donde mi amante jubilosa muerde
su fe madura y su esperanza verde.


Lo copio a las apuradas y no tengo tiempo ahora para decir algo, en particular de alguna cosa que hay en la presentación. Lástima.

O no tanto. Porque si voy de salida, y con trazas de cazador de versos, este umbral me resulta ahora un espléndido pórtico.



(1) Hay algunos de los poemas del volumen disponibles. No sé por qué, esa selección dejó afuera algunos de los 18 poemas que hay en el disco. Uno de los expulsados es precisamente el soneto que copio. No le hace. Igual vale.