El mar no se quiere ir
y anda rondando la playa;
para dejar de sufrir,
mejor será que se vaya.
Que deje de hacer espuma,
que ya no bese la arena
y que en olas no consuma
su fuerza llena de pena.
El mar no se quiere ir,
dice que lo empuja el viento.
Pero no sabe mentir:
el viento es su sentimiento
que no lo deja dormir.