miércoles, 27 de septiembre de 2006

Verdad y pan

El libro de los Proverbios es uno de los llamados sapienciales en la Biblia. Recogen una gran cantidad de sentencias, experiencias, consejos, tradiciones. Están en la misma línea de una forma de enseñanza y contemplación propia de todo el mundo oriental (el próximo, más que el lejano, aunque también.)

Los Proverbios se le atribuyen a Salomón, lo que si no es exacto parece bastante cierto pues, además de coincidir con el tiempo de su composición, de él se dice que compuso o dijo más de tres mil proverbios y parábolas, muchos de los cuales bien pueden estar allí. También se sabe que, de este libro concretamente, en el Nuevo Testamento se hacen unas catorce citas y una veintena de alusiones, lo que habla del respeto que se le tiene a estas obras.

Entre las lecturas de la fiesta de san Vicente de Paul que se celebra hoy, está la del capítulo 30 de los Proverbios (5-9):
Probadas son todas las palabras de Dios; él es un escudo para cuantos a él se acogen.

No añadas nada a sus palabras, no sea que te reprenda y pases por mentiroso.

Dos cosas te pido, no me las rehúses antes de mi muerte:

Aleja de mí la mentira y la palabra engañosa; no me des pobreza ni riqueza, déjame gustar mi bocado de pan,

no sea que llegue a hartarme y reniegue, y diga: "¿Quién es Yahvéh?"; o no sea que, siendo pobre, me dé al robo, e injurie el nombre de mi Dios.

Los últimos tres versículos son sorprendentes, creo.

Esas dos cosas que pide, me parece, son un programa ético impresionante, todo el cristianismo prácticamente reseñado, todo lo que un cristiano puede decir -y pedir, claro- acerca de los bienes creados, espirituales o materiales.

Pero no sólo un programa ético, porque en todo el libro los proverbios se fundan en lo que se postula en el capítulo 1, 7:
El temor de Yahvéh es el principio de la ciencia;
los necios desprecian la sabiduría y la instrucción.
"Temor de Yahvéh" que -al decir de los comentaristas de la versión de Jerusalén- se refiere, en la Biblia, "poco más o menos a lo que nosotros llamamos religión o piedad para con Dios. La sabiduría que de él procede es fundamentalmente religiosa."

El texto del capítulo 30, por otra parte, se atribuye a un presunto sabio árabe: Agur (en los Proverbios concurren fuentes que eran tenidas por prestigiosas desde antes del año 1.000 a.C.)