jueves, 1 de septiembre de 2005

Politique d'abord

De tanto en tanto, aparece.

Cada tanto, algún petimetre -de esos que se ufanan de poder decir bachwerkeverzeichnis en pulcro alemán de escuela de locución-, engola sus cuerdas de frecuencia modulada y con tono levemente voltaireano nos ilustra.

Ayer a la mañana, apareció otra vez.

Es esa tontera de que, en la lista de músicas asociadas a accidentes automovilísticos, la wagneriana Cabalgata de las Walkirias figura primera, cómoda. Después, algo de Verdi; después algunos pelajes varios de rock.

Es cansador. Y es más cansador incluso si es cierto en algún sentido.

Pero hasta un badulaque como yo percibe el sutil tonito de sobreentendido: Wagner, Walkirias... en fin, ¿me explico?

Como soy badulaque, tengo asociada visualmente la Cabalgata a la memorable escena de Apocalypse Now, por lo risible, vean lo que son las cosas.

Pero, por supuesto, entiendo. Claro que entiendo.

Demócratas sensatos y amigos de la libertad, sosegáos.

Nazis esclarecidos, tampoco se os haga el campo orégano...

Tranquilos, muchachos, tranquilos.

Después de todo Wagner es Wagner y no es toda la Ley y los Profetas.

Puestas así las cosas, lo que me interesa es que, a la hora de los consejitos civilizados y paternales (tal vez maternales, porque algunas de esas vocecitas semigraves y 'refinadas'...), lo único que se les ocurre es disociar la música del automóvil.

Sacrificando la partitura, claro. Por excitante, por pasional, por nazi (de paso, no viene mal una reafirmación de fe...)

Así es este mundo, vean. Eso somos y en eso estamos. Y no sólo en materia de música vial...

Ni por un momento se les ocurre pensar que, más allá de sus eventuales valores relativos y circunstanciados, absolutamente hablando la música es más que el automóvil. Para empezar.

Ni se les pasa por la cabeza señalar la peligrosidad del automóvil, lo dañino que es para el cuerpo.

Y para el alma.

Es que tenemos una 'cultura' de música de supermercado, con 'aroma' a desodorante de ambientes de lobby de hotel.

Especialmente en política.