domingo, 31 de mayo de 2009

Canción de la Patria niña



La Patria es un dolor que aún no tiene bautismo.
Leopoldo Marechal, Descubrimiento de la Patria, I.




Del costado dormido
de algún hombre dormido,
viniste a ver la luz y amaneciste:
no todavía toda, no;
no todavía,
niña doncella tenue, sufrida, silenciosa.

Lejanía en barbecho nos eres todavía,
niña dulce y morena,
y tu voz es como el aire suspendido
que aquieta el corazón
que tú lastimas,
sin querer,
con malones de furia y de esperanza.

Vives otoños secos, deslucidos,
inviernos de llanuras barridas de tinieblas,
y oquedades ahitas de lúgubres silencios.

Apenas si despiertas
aún sin el aliento preñado de frescura
de una hembra florida,
sin primavera en armas de frutos y de abejas,
sin veranos de gozo.

Vamos detrás de ti y te esperamos.

Tienes pies de jazmín,
pequeños pies fragantes
hundidos en el barro de esta historia
incompleta de ti,
aún ausente de ti.

Tus huellas, no mis huellas,
tus huellas, no las nuestras,
no han horadado nunca el mar del tiempo arriba,
el socavón del cielo del que vienes y espera,
las quebradas del tiempo.

Del costado dormido
de algún hombre dormido,
todavía no llegas.

Te esperan en el vientre hijos como relámpagos,
que no hemos visto nunca,
que caerán en cien lluvias de coraje,
en quintales de vientos de alegría:
mansos como los pumas de las sierras,
feroces como calandrias:
coronados de flores de lapacho amarillo,
los señores de montes, de esteros y del agua,
del hielo y del desierto.

Un día llegarás.

Te nombraremos.

Y diremos el nombre,
tu nombre que guardaste y que dormita,
el nombre de tus siglos.

Vendrás como una novia.

Y diremos tu nombre
como una bendición sobre nuestras cabezas.