martes, 3 de abril de 2007

Uvas e higos

El asunto más espectacular -y bien difícil de entender- es la maldición de la higuera, que ocurrió un lunes santo, yendo en estos días Jesús de un lado a otro, ida y vuelta de Jerusalén a Betania, donde pasaba la noche para ir a la ciudad a predicar cada día siguiente.

Pero me parece que estos últimos meses y días de Jesús están llenos de higueras (estériles, secas, rebrotadas), dichas en parábola, en gestos, aludidas, nombradas, hechas.

Así como estos tiempos 'finales' están llenos de viñas y viñadores.

Siempre asociadas, las higueras y las viñas, a cosechas. Y a finales. Y como signos de finales y cosechas.

Una insistencia frutal la de Jesús, una obsesión frutal. El fruto, lo que da fruto, el fruto esperado.

Sobre el final, frutal.

Para nosotros, al menos, es decir en lengua latina, fructus es parte del verbo frui, que quiere decir gozar.

Se entiende la insistencia y la obsesión.